sábado, agosto 13, 2005

Los médicos presionan a los padres para que terminen con su embarazo


El impresionante testimonio de la mujer que destapó el escándalo de los fetos en Francia, denuncia la política de información sobre el aborto en Francia
Caroline Lemoine: Los médicos presionan a los padres para que terminen con su embarazo


Caroline se puso en contacto con el hospital Saint Vincent de París para "conocer la fecha exacta de su incineración". Según ha explicado a este semanario, "en ningún momento sospeché que hubiera ocurrido esto".

Caroline había firmado un documento "para que mi hijo fuera incinerado; no di mi consentimiento para que fuera utilizado en ninguna tarea de investigación", ha explicado a ALBA. Lemoine no ha denunciado que se trate de un caso de tráfico de cuerpos humanos. "Sería mucho peor si se tratara de eso", ha afirmado. El ministro de Sanidad francés, Xavier Bertrand, ha asegurado que en dos semanas se descubrirán las razones por las que se mantenían en el hospital los cuerpos de más de 300 niños.

Caroline Lemoine fundó hace unos años la asociación Petite Emily, destinada a proporcionar ayuda a todas las mujeres embarazadas que reciben el diagnóstico de que su hijo sufre una grave enfermedad. "Los médicos no ofrecen información suficiente acerca de todas las posibilidades que existen", ha asegurado a ALBA. Según afirma, Petite Emily pone en contacto a los padres con asociaciones que adoptan a estos niños. "No queremos presionar a nadie, pero muchos padres no conocen todas las posibilidades que existen", asegura. "Muchos médicos no dicen a los padres que, antes de tomar la decisión de terminar con el embarazo, esperen y reflexionen, ya que existen otras opciones. Muchas veces se les presiona".

"Buscamos dar toda la información posible, que sepan que no es obligatorio terminar con el embarazo, que reflexionen lo más posible. Las mujeres no saben a qué se van a someter", afirma Caroline Lemoine. "La posibilidad de la adopción es muy poco conocida", asegura.

Caroline, que tiene ahora una hija que nació después, conoce a otras madres que "también están buscando saber qué ha pasado con sus hijos".

El hospital Saint Vincent de París guardaba fetos humanos desde hacía décadas. Se trata de fetos y de cuerpos de niños nacidos muertos que se han conservado "fuera de todo marco jurídico dentro de la cámara mortuoria del hospital de Saint Vincent de Paul", ha explicado Bertrand. El ministro está dirigiendo la investigación con el fin de "evaluar la situación con los responsables y el personal afectado". Ha asegurado que se encuentra en estado de "profunda emoción y de indignación por este descubrimiento", y ha añadido que "esta situación exige conocer la verdad".

Para Caroline Lemoine, las declaraciones del ministro "son sinceras". El ministro "es humano". Pero los médicos que han mantenido a los niños en formol "no consideran al cuerpo como nosotros".

Lemoine abortó a su hijo cuando su embarazo llevaba cuatro meses y medio de gestación. Según explica Victoria Uroz, secretaria de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), "dar a luz un hijo de forma provocada en el cuarto mes de embarazo es en la práctica un aborto, porque no son viables a esa edad". En los casos más graves, como la anencefalia, en los que los fetos carecen de cerebro, "se puede adelantar el parto, pero para cuando el feto sea viable, que es a partir de la semana 25". En estos casos, los niños mueren al nacer. Lemoine ha explicado a ALBA que "tuve dolores de parto durante horas, estuve en una sala de maternidad, hasta que nació mi hijo". Caroline Lemoine conserva fotografías de su hijo.

Francia permite el aborto en caso de malformación grave del feto hasta el noveno mes de embarazo, tanto si la enfermedad provocará la muerte del niño como si vivirá aunque con graves taras. La legislación es distinta para los demás supuestos de aborto, que recibe el nombre de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

La aparición de los cuerpos de los fetos y de los niños le pilló completamente de sorpresa a Lemoine. "Buscaba únicamente conocer la fecha exacta de su incineración", explica. Pocos meses después fue informada de que su hijo no había sido incinerado y de que todavía estaba en el hospital. A partir de entonces aparecieron los restantes 350 cuerpos y fetos.

La revista Famille Chretienne ha denunciado en Francia que "esta emoción parece paradójica, si tenemos en cuenta que desde hace treinta años centenares de miles de fetos son abortados ante la indiferencia casi general de los políticos y de los medios de comunicación, y que el legislador francés no ha querido definir un estatuto protector del embrión". Para esta publicación, esta contradicción "podría ser una razón para esperar". "Esta toma de conciencia, ¿no debería conducir a la definición de ese estatuto del embrión que exige el poder de la técnica moderna del hombre sobre el hombre?".


En España

En España la situación podría no ser muy distinta que en Francia. Las mujeres que abortan no saben lo que va a pasar con los restos de sus hijos. No firman ninguna declaración ni se les informa de lo que va a ocurrir con sus cuerpos. Claudia Pereira fue víctima del aborto en el año 2003 en el centro Gelme de Vigo. Es uruguaya y tiene interpuesta una denuncia. Claudia ha denunciado que fue obligada a abortar por la Casa de Acogida de la Mujer de Vigo, regentada por la asociación "feminista" Alecrín. De no hacerlo, no hubiera podido volver a Uruguay, a causa de las presiones del padre del niño. "En 2003, cuando me obligaron a abortar, nunca me dijeron nada de lo que iban a hacer con mi hijo", explica Claudia. "Yo vi cómo los restos de él llegaban por un tubo unido al aspirador a un bote. No firmé nada que me informara de lo que iban a hacer con él después. Y era mi hijo. Este aborto fue sin que yo quisiera hacérmelo pero me obligaron y me engañaron. Me pasaban diciendo todos los días y a todas horas que tenía que abortar porque, si no, no viajaba a Uruguay con el resto de mis hijos. Era mi hijo y quiero tener sus restos conmigo".

Otra víctima del aborto, que responde a las iniciales de R.R., explica que "me sometí a un aborto en 2002 ya que no contaba con la ayuda de mi madre en caso de continuar adelante y mi pareja no me daba otra opción. Desde entonces estoy en tratamiento psiquiátrico. Acudí después a la clínica Euskalduna, ya que necesitaba tener algo de mi hijo, lo que fuera. No tienen nada. Se supone que tienen obligación de custodiar las historias clínicas durante al menos cinco años, y ni siquiera me han dejado ver el consentimiento informado, que era totalmente incompleto. Posteriormente me entero de que no me evalúo un psiquiatra, sino un psicólogo, con lo que se convierte en un delito de responsabilidad profesional".

Uroz afirma que las mujeres "deben ser conscientes de qué va a pasar con sus hijos, tanto en los abortos espontáneos como en los provocados". Los padres "deben firmar un documento que autorice que se investigue con los restos de los fetos", afirma. Pero "con los fetos abortados lo que suele ocurrir es que las madres no se enteran de nada de lo que les va a pasar". La ley pide que se incineren los restos de los niños abortados. Pero "en muchos caso, las madres no tienen constancia de que les hayan dicho qué se va a hacer con el feto".


ABORTO

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