sábado, noviembre 26, 2005

Pelayo, un año, in memoriam



Hace ya un año. A un niño de Avilés, hijo de una deficiente mental, lo condenaban a muerte. Y lo hacían con todos los vistos buenos de una ley que permite el sacrificio de inocentes, la muerte de los que gritan sin ser oídos, la eliminación de los no nacidos. Pelayo contaba ya con siete meses de vida en el seno de su madre. Pero dio igual.

Dicen que ahora la madre reside en una casa de religiosos, que la hubieran acogido a ella y a su hijo. Pero su hijo estorbaba a los poderosos de este mundo. Lo querían muerto y muerto lo tienen.

El drama de Pelayo, la tragedia del niño de siete meses eliminado antes de nacer, es el drama de muchos, la tragedia callada de cientos y cientos de miles cuyo destino es la cubeta de los desperdicios. Él tuvo, al menos, un nombre. Fue “bautizado” por los que, como quien pide un indulto, suplicaron clemencia sin ser oídos. Su muerte tuvo fecha y hora, anunciadas por anticipado, como quien prepara una esquela antes de que el moribundo exhale su último suspiro. Los otros cientos de miles mueren sin nombre y sin fecha, sin posibilidad de recuerdo, sin figurar más que en anónimas estadísticas.

Al cabo de un año, nos acordamos de ti, Pelayo. Queremos hacer memoria y no callar, ni dejar que mueras en nuestro olvido.


Guillermo.




Adopcion Espiritual

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