sábado, enero 21, 2006

Subtipos clínicos del Síndrome postaborto


Existe una larga lista de síntomas conectados con el aborto. A pesar de que no sabemos cuándo una mujer se ha hecho un aborto antes de que ella lo confiese, el objetivo de esta contribución es dar al consejero o psicólogo algunas directivas para suponer la existencia de un aborto, con una buena probabilidad de aciertos.

No todos los síntomas indicados pertenecen a un mismo grupo. Surgen diferentes en momentos distintos, según las etapas cambiantes en la vida de una mujer. El Síndrome postaborto - SPA -por sí mismo, cuando no se le trata, tiene una evolución natural (como cualquier otra enfermedad), de acuerdo a su propia dinámica.

Una vez consciente de ello, expondré lo que las observaciones clínicas me han enseñado. El aborto entre las mujeres jóvenes presenta diferentes síntomas que aquellos observados entre las mujeres mayores de treinta años.

1. Entre las del primer grupo (adolescentes y jóvenes), SPA presenta síntomas bastante diferentes a los de las del segundo grupo (mujeres mayores). Mi propósito es poner énfasis en aquellos síntomas que puedan llevar a la presunción de un aborto. Ellos son promiscuidad, intentos de suicidio, y/o autocastigo. En otras palabras, cuando una joven acude a la clínica, si después de una primera entrevista reconozco estos tres síntomas juntos, pienso en el aborto. Evidentemente ella no imagina que estoy sospechando un aborto y no le preguntaré sobre ello. No estoy diciendo que si se encuentran estos síntomas exista la seguridad absoluta del mismo. Solamente digo que estos tres síntomas están presentes frecuentemente en una mujer que ha abortado, y no desecharé esta idea hasta que no se demuestre lo contrario. Por supuesto que no siempre es fácil demostrarlo, principalmente cuando la paciente se encuentre quizás en una etapa de negación. A pesar de que la idea de un aborto estará en mi mente durante la psicoterapia, prefiero no presionar a la paciente y mucho menos preguntarle sobre el tema. Mi objetivo es establecer una buena empatía, y, si la respuesta fuera el aborto, tarde o temprano sería manifestado por ella. Mientras tanto se podría ir tratando otros aspecto de su vida. La experiencia me ha enseñado que, si se invade su intimidad, probablemente abandonará la psicoterapia; y existen dos razones para ello. La primera es que, si la suposición es incorrecta, se sentirá acusada o incomprendida en cuanto a su problema real. La segunda es que, si se ha hecho realmente un aborto, se sentirá forzada a ampliar un tema que es incapaz de manejar.

2. Por otro lado tenemos al grupo adulto (mayores de treinta años). En este grupo voy a hacer incapié nuevamente, en aquellos síntomas que, si se presentan todos juntos, me alertarán sobre un posible aborto en su pasado. Ellos son: divorcio/separación, depresión y/o angustia. Más frecuentemente, la mujer ha pasado previamente por un tratamiento psicológico. Estos síntomas se podrán obtener en la primera entrevista. Como en el caso de las jóvenes, se deberá proceder con la misma cautela con respecto a las mayores, para no alarmar a la paciente.

Tanto las jóvenes como las del grupo adulto, temen hablar sobre sus respectivos abortos, aunque por motivos diferentes. Las primeras ni siquiera pueden pensar sobre ello, o "qué dirá él/ella (el consejero) cuando se lo cuente". Las segundas tienen miedo, porque su experiencia, a través de los años, ha sido la de que nadie valora su problema y, por lo tanto, no tiene sentido exponer su intimidad sin expectativas de solución. Quizás han pasado por una psicoterapia, y le han contado al terapeuta sobre su aborto, y él/ella no lo valoró o lo subestimó. En vista de ello concluye: "No hay salida, nadie me tomará en serio", "no tiene sentido intentarlo una vez más", y la soledad continúa con la existencia de este secreto patogénico inconfesable.

Conclusión: SPA se presenta de manera diferente de acuerdo a la edad. Los síntomas reunidos en ambos grupos pueden observarse en cualquier grupo, pero más frecuentemente como se detalla anteriormente. Esto ayuda al profesional a suponer un aborto antes de que la paciente lo confiese, y podremos tomar las precauciones necesarias para ayudarla.

Características frecuentes

TIPO A (Adolescentes y Jóvenes)
promiscuidad
intentos de suicidio
y/o autocastigo

TIPO B (Mujeres mayores de treinta)
divorcio/separación
depresión y/o angustia
tratamiento psicológico-psiquiátrico previo.
Factores descuidados en el proceso de cicatrización


Antes que nada debemos recordar que el aborto, si lo tomamos en cuenta, podría ser un síntoma de trastorno de la personalidad o puede ser un "life event" (algo que le sucedió), que, en una mujer normal puede causar una patología. La actitud del consejero debe diferir de acuerdo a estas dos clases de pacientes. Si la mujer ha tenido un trastorno mental previo, debe ser derivada a un psicólogo, preferentemente consciente del poder etiopatogénico del aborto. Si la paciente ha sido siempre una persona normal, el consejero puede ayudarla a manejar su problema sin la necesidad de un profesional.

Una vez aclarado este punto, mi propósito es subrayar algunos factores no tenidos en cuenta, del proceso de cicatrización del aborto. Haremos incapié en dos puntos fundamentales. El primero: ¿Por qué no es suficiente la confesión sacramental para cicatrizar la herida? El segundo: ¿Qué significa "perdónate a tí misma"? Para contestar la primera pregunta es conveniente identificar algunos hechos frecuentes. La experiencia me indica que, si una mujer confiesa a un sacerdote su aborto sin ningún "proceso psicológico" previo, aunque reciba el perdón de Dios, se sentirá, de todas maneras, culpable. ¿Por qué? La respuesta es simple. La disposición interior de la penitente (en nuestro caso, la mujer que se ha hecho un aborto), es inadecuada debido a que probablemente juzgará su pecado en términos generales. Los términos generales son abstracciones que, de alguna manera, no tienen conexión con la persona. Por ejemplo, no es lo mismo acusarse a uno mismo en estos términos: "Padre, aborté" (¿qué significa "aborto" para ella en su estado psicológico actual?), que hacerlo en estos términos: "Padre, maté a mi bebé". En el segundo ejemplo la mujer está hablando de sí misma, sin ninguna disposición sutil de defensa. Esto es exactamente lo que se necesita para una confesión correcta, la que a su vez es necesaria para recibir la Gracia de Dios. En el primer ejemplo, hablar en términos generales es una forma sutil de defensa, en la cual la mujer no lo manifiesta a sí misma (en su estado psicológico subjetivo, ¿qué está confesando?). De esta manera está confesando "un" aborto, pero no "mí" aborto. Esta diferencia parece no tener importancia a simple vista, pero teológicamente está bien fundamentada (ver Cardenal Joseph Ratzinger: Informe sobre la Fe), y en mi experiencia he observado que los resultados son realmente diferentes.

¿Cómo opera el "proceso psicológico" en la mujer? El proceso psicológico no es más que una forma de ayudarla a afrontar el problema en términos reales, de hacerla revivir, sentir y expresar lo que hizo en el momento del aborto. Una vez que este proceso opera a través de su experiencia y la hace "ver" lo que ella no quiere ver, se sentirá más dispuesta para la confesión. Es probable que, si juzga su pecado verdadero en "mis términos", la confesión será más efectiva. En otras palabras, cualquier sutil disposición interna de defensa hacia la confesión, significa defensa hacia la Gracia de Dios, por lo tanto, una cicatrización real sería imposible.

En mi propia experiencia, el proceso psicológico se realiza utilizando el Sueño Diurno Dirigido. Esta técnica es sumamente útil para trabajar en un conflicto psicológico utilizando representaciones simbólicas. Por ejemplo, luego de un ejercicio de relajamiento, pedir a la mujer que imagine (con los ojos cerrados) un "viaje por el interior del cuerpo humano", y solamente dejar que su imaginación vuele libremente. Por lo general es conveniente aplicar esta técnica con la imagen del "viaje por el interior del cuerpo humano", luego de otras sesiones con imágenes "inocuas", con el objetivo de que la paciente se acostumbre al ejercicio de relajamiento y al "dejar volar" de la imaginación. En la sesión siguiente se discute la historia imaginada la semana anterior. Generalmente, la mujer será capaz de encontrar el significado real de las representaciones simbólicas vistas en la "sesión de sueño", de modo que el proceso de cicatrización revelará que la mujer estaba negándose, y así podrá afrontar su conflicto en un encuentro cálido. Se puede decir mucho más sobre esta técnica. Solamente la menciono sin intención de imponerla, y mucho menos de que cualquiera que lea este trabajo se sienta preparado para aplicarla. (Para un exposición más detallada, ver: "Análisis de la Secuencia Histórica", por Magda Arnolds, o los libros de Robert Desoille.)

Todo lo que se ha dicho ha sido con el fin de preparar a la mujer para una confesión fructífera, el paso último y definitivo de la cicatrización. La segunda pregunta, ¿qué significa "perdónate a ti misma?", es otro obstáculo sutil a superar. En muchos casos, luego de una sesión de Sueño Diurno Dirigido y de la confesión subsiguiente, la mujer continúa perturbada y sintiéndose triste. Esto puede ocurrir por muchas razones, pero una de ellas (la cual puede ser tratada durante la psicoterapia), es perdonarse a sí misma. La causa fundamental por la que una persona no se perdona a sí misma es el orgullo. Una persona muy orgullosa no se permite cometer un solo error, y si lo hace, lo reconocerá con mucho dolor. En la Edad Media, Santo Tomás de Aquino escribió: "¿Podemos odiar la verdad?", y contestó: "Sí, si la verdad hiere mi orgullo". Para la mujer que ha abortado, el orgullo puede estar aún funcionando enmascaradamente dentro de ella, y ésta puede estar diciéndose a sí misma cosas como:

¿Cómo pude ser tan tonta?", "No puedo creer estar haciendo cosas tan terribles", y todo tipo de pensamientos de desvalorización propios que continúan hiriéndola, no permitiéndole manejar su problema. Obviamente, todo este tipo de "charla consigo misma" es una consecuencia de su orgullo, y el orgullo solamente podría ser combatido por medidas espirituales. En otras palabras, la tristeza de nuestros pecados (luego de la confesión), es orgullo, y el remedio para ello es confesar el pecado de orgullo, en la situación real de la cual deriva.

Nota final: El orgullo se encuentra en el centro del proceso de cicatrización de dos maneras: la primera, no dejando ver a la mujer crudamente lo que ha hecho. La segunda, no dejando que ella se perdone a sí misma. De hecho, perdonarse a sí mismo significa que la persona está "viendo" la situación real sin ninguna defensa interna. De otra forma, ¿de qué se estaría perdonando? Por lo tanto, como un círculo vicioso, el perdón de Dios y el perdón de sí mismo operan mutuamente en interacción. La Biblioterapia es un método útil a poner en práctica con mujeres que no tienen formación espiritual. Libros simples y agradables como los de Fr. Benedict J. Groeschel, cap., por ejemplo, Stumbling Blocks or Stepping Stones (Spiritual Answers to Psychological Questions), Paulist Press, podrían constituir el primer paso en un proceso de conversión.

Recientemente fue traducido al español y publicado un excelente libro para los que aconsejan a la mujer que ha abortado y está arrepentida, titulado "Un Camino Hacia la Esperanza", para adquirirlo diríjase a Vida Humana Internacional en Miami. V.H.I. también distribuye un magnífico video sobre el tema titulado "Queridos Hijos".

Por el Dr. Pablo Verdier
Nota: El Dr. Pablo Verdier es psiquiatra y reside en la Argentina. Desde hace algún tiempo se ha dedicado a tratar el síndrome postaborto.

Adopcion Espiritual

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