viernes, febrero 24, 2006

Discapacitados: Dignidad y derechos, calidad de vida, papel del Estado y aportación de la mujer


Entre el 16 de enero y 3 de febrero de 2006, en las instalaciones de la ONU en Nueva York, el Comité Ad Hoc de la Asamblea General se reunió para revisar el borrador y redactar la primera Convención Internacional para la Protección y Promoción de los Derechos de la Personas con Discapacidades. Más de 400 personas han participado en las discusiones, entre ellos muchos discapacitados. En los discursos conclusivos se reconoció que ha habido buen progreso en la profundización y comprensión común de los temas tratados, así como una notable unión en las opiniones de los participantes. Pero aún falta concluir el trabajo en las reuniones programadas para agosto y presentar el documento a votación para que llegue a ser una convención vinculante.

Afortunadamente, hoy día nadie duda, de que las personas discapacitadas son sujetos plenamente humanos, titulares de derechos y deberes. Hay una convicción común, según la cual se debe respetar la dignidad de cada persona, independientemente de su edad, o el grado de desarrollo de sus facultades.

Los derechos del discapacitado son exactamente los mismos que de cualquier otra persona, porque se tienen los mismos derechos humanos simplemente por ser persona humana. A veces, su calidad de vida en algunos aspectos resulta inferior. Su dignidad puede entonces parecer más escondida, sin embargo en cierto sentido también se presenta de forma más clara. A pesar de las limitaciones y los sufrimientos gravados en sus cuerpos y en sus facultades, ponen más de relieve la dignidad y grandeza del hombre.

Los voluntarios que se han dedicado a atender a personas minusválidas, normalmente quieren volver a trabajar con ellos. No sólo por la maravillosa experiencia de entregarse; no sólo porque los discapacitados les enriquecen, sino, ante todo, los quieren por descubrir el valor que hay en cada uno de ellos. De modo semejante los padres de un niño con síndrome de Down suelen decir con cariño, que este hijo es su mayor tesoro, el mayor regalo que han recibido en su vida. Son como una perla, que se aprecia después de abrir la ostra y quitar la, más o menos bonita, concha.

El valor absoluto de una persona discapacitada resulta evidente al hacer la experiencia de tratar con ella. No se necesitan estudios teóricos para saberlo. Debemos agradecerles a los discapacitados, porque nos ayudan a encontrar el verdadero sentido de la vida en el amor, o demuestran cómo el sufrimiento puede hacer a la persona “más humana”.

La persona humana vale por lo que es, no por lo que hace, ni por su calidad de vida y sus cualidades, como la salud física o mental, capacidad intelectual, etc. Las cualidades sólo demuestran su dignidad. Pueden faltar, y entonces… se ve aún con más claridad en qué consiste la verdadera grandeza de la persona. La dignidad y los derechos humanos, que son consecuencias de esta dignidad, son los mismos independientemente de sí la persona es discapacitada o no. Están arraigados en su ser. Las circunstancias, influencias externas, decisiones de gobiernos o tratados no pueden aumentarlos o disminuirlos. Se trata por tanto de reconocerlos, de garantizar, en la medida de lo posible, que se respeten y no de crear derechos especiales.

Un punto ampliamente tratado ha sido la no-discriminación de los discapacitados. Si bien los discapacitados son iguales en dignidad y derechos, sí necesitan un trato especial para poder desenvolverse y vivir sus derechos fundaménteles. Por su situación y por sus posibilidades, en ciertos aspectos siempre limitados, generalmente deben recibir más apoyo que otros. Han de ser ayudados a participar en la vida familiar y social en todas las dimensiones y en todos los niveles accesibles a sus posibilidades. Un tratado y una labor subsidiaria (1) de los Estados resulta importante para promover con medidas apropiadas y eficaces su bien.

Sería irracional entender la no-discriminación como el deber de tratar a todos de la misma forma. Es correcto buscar, por ejemplo, la posibilidad de acceso al trabajo para todos o la igualdad en la justa remuneración, pero no se puede exigir a una empresa de mudanzas que contrate a una persona en silla de ruedas.

Obviamente, no se espera terminar el trabajo sobre la convención sólo con la afirmación de los derechos de las personas con discapacidades. Se discuten los distintos criterios para mejorar el goce efectivo de los derechos humanos para después aplicar medidas adecuadas y mejorar las condiciones de vida de los discapacitados en los Estados concretos (2).

A diferencia de los derechos humanos, que son universales e inmutables, la calidad de vida varía según las circunstancias de cada persona y se puede influir en ella. En las reuniones de las últimas semanas, representantes de diferentes países y ONG-s han reconocido, que en realidad muchas de las medidas, que facilitarían notablemente la vida de los discapacitados, no requieren grandes inversiones de dinero, v. gr. construir las aceras o banquetas tomando en cuenta a los que usan sillas de ruedas. Louise Arbour, Alta Comisaria de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, subrayó en su discurso del 27 de enero pasado, que “más que la falta de recursos, son las actitudes las que a menudo obstaculizan el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidades” (3). Efectivamente, la actitud es muy importante. Para las personas con discapacidades no puede ser suficiente, que se respete su derecho a la vida, que se pongan soluciones para responder a sus necesidades materiales básicas, médicas o incluso sociales, como el acceso al trabajo. Para su plena realización y felicidad necesitan también sentirse entendidos y acogidos por los demás.

Se puede decir que una mujer de 35 años, que está enferma de esclerosis múltiple, pero que se siente acompañada y cuidada con cariño por su esposo y sus hijos y les da todo su amor, tiene mejor calidad de vida que su amiga que disfruta de buena salud y riquezas, pero no encuentra el sentido de su vida y sufre de estados depresivos. Otro ejemplo es la niña británica, Charlotte Wyatt (4). Ella seguramente siempre se podrá sentir querida por sus papás, que lucharon por su derecho a la vida, hasta que un alto tribunal revocó la orden que daba razón al hospital público de no reanimarla si llegaba a sufrir un colapso respiratorio o alguna crisis (5).

Es vital nuestra necesidad humana de sentirse amado y acogido por otros, lo cuál se debería experimentar ante todo en el ámbito natural de la propia familia, y también en toda la sociedad. La calidad de vida abarca, por tanto, además del bienestar material y la salud, el amor en el hogar, la solidaridad en la sociedad y otros valores éticos, vividos por los discapacitados y en relación a ellos. El papel del Estado es subsidiario: debe apoyar a la institución familiar, para que ésta sea, en la medida de lo posible, quien se responsabilice de la ayuda al discapacitado, y en favorecer actitudes de auténtica solidaridad, para que pueda vivir sus derechos y deberes fundamentales. No se necesita legislar todo lo que es humano ni todo lo que se vive en las relaciones interpersonales, pero se puede apoyar lo que es positivo y desde luego no obstaculizar la vivencia de los valores profundamente humanos.

Es posible ir más allá de la justicia abstracta, de leyes impersonales y de sólo evitar la discriminación. Ver por la persona que sufre, apoyarla, amarla… Y aunque todos pueden descubrir su dignidad, conviene reconocer que las mujeres suelen demostrar una especial sensibilidad para intuir las necesidades concretas de otros y querer cuidarlos con gran comprensión y cariño (6). Más que hacer a los discapacitados sentirse autónomos, tienden a buscar que perciban, que son amados. Establecen más rápido vínculos afectivos, experimentan sentimientos de empatía. Estas características, más frecuentes en la psicología femenina, reflejan su especial papel humanizador en la sociedad. Dado que hoy hay una mayor participación de las mujeres en la vida pública y social, podemos aprovechar lo que ellas enriquecen y ayudan para el bien de todos.

Magda Figiel

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(1) La subsidiariedad es el principio que regula la interacción entre la autoridad y las personas y sociedades intermedias para lograr el bien común, su desarrollo integral. Los dos componentes de este principio son: 1) el deber de la instancia superior de prestar asistencia en lo que las personas y sociedades intermedias no pueden hacer por sí solas (subsidiariedad propiamente dicha), y garantizar, promover y estimular la iniciativa de aquellas; 2) y la no-injerencia de la instancia superior en la vida interna de las sociedades intermedias y el deber de no suplirlas en lo que ellas pueden y deben hacer por sí mismas (la “sola subsidiariedad”).
En el ámbito de la autoridad política nacional, el Estado es la instancia superior en relación con las sociedades intermedias y las personas, así como el gobierno federal en relación con los gobiernos municipales.

(2) Importantes objetivos serían: apoyo en situación de pobreza; nutrición; educación integral; servicios médicos; oportunidades de empleo; vivienda digna; servicios de calidad en rehabilitación y terapia cuidando los mejores intereses de toda persona humana; acceso, inclusión y participación en la vida social, económica, cultural, política; protección contra la crueldad, tortura, abuso; una vida jurídica, legal, patrimonial plena; dispositivos de ayuda sensoriales o motrices que se requieran; no ser víctima de señalamientos y exclusión por su condición, etc. Los medios para alcanzarlos estos objetivos han de ser adecuados (proporcionados, éticos o realizables).

(3) Statement by Louise Arbour, UN High Commissioner for Human Rights, General Assembly Ad Hoc Comité, 7th session New York, 27 January

(4) Parents win legal lifeline to keep sick baby alive (The Scotsman/Regno Unito, 22.10.2005
”THE parents of a profoundly ill baby girl who was not expected to survive long beyond her first year celebrated her second birthday yesterday with a partial victory in their legal battle to have her resuscitated by doctors if she falls seriously ill”...

(5) Para que una persona sea respetada, ha de existir. El derecho a la vida es el primero. Esta evidencia se reflejó en el hecho de que nadie se oponía al artículo número 10 sobre el derecho a la vida de los discapacitados, cuando fue revisado. Unicamente IDC (International Disability Caucus) propuso una enmienda: añadir las palabras “en todas las etapas de la vida” después de “cada ser humano”, y añadir “todos deben reconocer” después de “reafirmar”.

(6) Recientes estudios de C. Gilligan y M. Nussbaum profundizan en esta aportación de la mujer en el campo del derecho.

Magda Figiel, Colaboradora de Mujer Nueva, 2006-02-08

Adopcion Espiritual

DIU, aborto, y medicina basada en la evidencia

El dispositivo intrauterino (DIU), como recurso anticonceptivo comenzó a utilizarse en forma progresiva en la segunda mitad del siglo XX, pero su uso histórico se remonta al siglo V a.C., cuando se les llamaba pesarios, y debido a su carácter abortígeno Hipócrates renunciaba a ellos: “no colocaré a ninguna mujer un pesario destructor del feto” (1).

El término “pesario” dejó de usarse, pero la denominación contemporánea de “dispositivo” no cambió su mecanismo de acción abortiva, aunque interrumpa más tempranamente la gestación. Tampoco consiguió “sortear” la ética hipocrática. La ética y la realidad científica se mantuvieron unidas, por encima de consensos basados en intereses económicos corporativos. La medicina basada en la evidencia, es una aplicación ética contemporánea del conocimiento, que permite evitar los eufemismos que confunden y quitan libertad para decidir sobre fundamentos científicos objetivos. Es a esta evidencia a la que se refiere ACI Prensa, cuando afirma que en EEUU sólo se levantó la prohibición para el DIU, luego de que se legalizase el aborto (2).

Los más acérrimos defensores del DIU como anticonceptivo, reconocen su efecto abortígeno en el 2% de los casos. Cabe preguntarse si es científicamente aceptable un procedimiento médico que al aplicarlo cause la muerte en dos de cada cien casos. Semejante daño real, llevado a cabo para un pseudo-bienestar de terceros, ¿se justificaría por el sólo hecho de que las víctimas son indefensas e incapaces de quejarse?

El problema de esta conducta es doble:
a) deja de lado la ética que toma la vida humana como valor de referencia,
b) ignora la medicina basada en la evidencia, porque sustituye el conocimiento científico por una ideología no ética, basada exclusivamente en consensos de opinión, opinión guiada por intereses corporativos.

Desde 1987 se publican enunciados como que “es improbable que la eficacia anticonceptiva de los DIU resulte fundamentalmente o en forma exclusiva, de su capacidad para interferir con la implantación” (3). Luego, la propia evidencia científica llevó a los promotores del DIU a fijar arbitrariamente el inicio de la vida humana, no en la concepción, sino en la implantación uterina. Era una exigencia para poder afirmar que: “el DIU no es un abortivo” (4), pues actuaba antes del inicio de la gestación. Pero, ¿el inicio del embarazo puede fijarse “por decreto”? Ello sería similar a decir que la vida humana comienza con el ingreso a la escuela o a la universidad, así no sería homicidio el realizado sobre el “pre-escolar”, o el “pre-universitario”.

¿El DIU no es abortígeno?

La literatura médica cuenta con abundante evidencia de mujeres embarazadas a quienes debió retirarse el DIU par evitar el aborto. Esta evidencia es la que llevó a que se completase la acción mecánica con una acción bioquímica. Pero también existe abundante evidencia que señala la acción abortiva de estos medios biológicos.

Los primeros DIU, construidos de material plástico se sustituyeron por la llamada T de cobre: el cobre interfería con el zinc a nivel del metabolismo celular, para producir la muerte de la célula.

Aunque los promotores de este modelo plantearon una acción exclusiva del cobre sobre los espermatozoides (epermicida), nunca explicaron porqué no afectaba igualmente a otras células, como a las embrionarias, y a las del endometrio que debe albergar al embrión. Si el embrión sobrevivía a la agresión mecánica, debía enfrentar la acción bioquímica que provocaría su muerte.

La acción del cobre, fue luego sustituida por una hormona agregada al DIU (el levonorgestrel), que impide el desarrollo del endometrio y la implantación del embrión. Esta acción, reconocida en Internet por los propios fabricantes del “Mirena”, difunde el hecho de que la falta de endometrio lleva a una disminución de su descamación, que se traduce en una menstruación que llega a ser un 95% menor a lo normal.

En realidad, el DIU nunca actuó por un mecanismo anticonceptivo “de barrera”, (como algunos pretenden) y como es el caso del preservativo. La acción del DIU, mecánica y bioquímica, siempre fue la de interferir con la anidación del embrión. Su propia ubicación, en el cuerpo del útero, no inhibe la concepción (que se produce en las trompas uterinas), por ello no es “anticoncepción”, anticonceptivo, sino abortivo. Ello explica que en numerosos casos de embarazo “comprobado”, deba retirarse el DIU, para impedir el aborto.

Suponiendo, aún sin evidencia científica, de un efecto exclusivamente espermicida del DIU, como algunos pretenden, no se podría justificar su ventaja respecto a los preservativos: ¿para qué colocar un cuerpo extraño en el útero, con los riesgos reconocidos de perforación uterina, infección, hemorragias, y adherencias? La relativa ineficiencia del preservativo para evitar el embarazo y el SIDA, no justificarían el uso del DIU, que no previene el SIDA, pero que sí tiene una acción abortígena.

Los intereses corporativos pretendieron soslayar la acción abortiva (no anticonceptiva), afirmando que la gestación no se iniciaba con la concepción, sino con la implantación uterina, pero esto era un enunciado “impuesto por decreto”: en la concepción ya tiene lugar la conformación completa del nuevo individuo, con la totalidad de la carga genética de ADN, que lo singularizará hasta la muerte. Si el DIU no fuese abortivo, ¿por qué el empeño de fijar tan arbitrariamente el inicio del embarazo? Este “argumento de autoridad”, fue denunciado por varios autores (5), como contrario a la evidencia científica de racionalidad.

La medicina basada en la evidencia (MBE)

Sostener que el DIU no es abortígeno contradice tendencias de profunda raigambre científica, que dan fundamento ético a la aplicación tecnológica: “La MBE es la utilización conciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia científica clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes individuales” (6).
Para aplicar estos criterios al DIU, en su “utilización conciente y juiciosa”, no deberían ignorarse los trabajos que demuestran que durante el embarazo con DIU, cae en la sangre materna la dosificación de diferentes sustancias, que elabora el embrión. Estas sustancias caen y desaparecen, porque muere el embrión. Además de la gonadotropina coriónica, más tardía, se destaca la dosificación de la EPF (early prefactor), sustancia inmunosupresora, que es detectada ya desde las 4 horas de la concepción (7). Ello evidencia no sólo la falacia que supone un “embarazo burocrático” (iniciado a los 6 o 7 días de la concepción), sino la evidencia de la producción de un “aborto biológico”. La MBE se refiere sólo a los fenómenos científicos, no a los fenómenos burocráticos.

La utilización del DIU como “anticonceptivo de emergencia”, luego de una posible concepción, es otra evidencia de su acción abortígena. Puesto que el óvulo sólo vive 24 horas, al ser fecundado, el DIU sólo puede actuar eliminando al embrión ya concebido.

El Dr. Yank Colbe, presidente de la Asociación Médica Mundial, se ha referido a la MBE, diciendo que puede ocurrir que “la ciencia y sus aplicaciones, la ética y la humanidad, se quedan en buenas intenciones…” (8). Aplicando estos conceptos para el uso del DIU, cabría dudar de las “buenas intenciones”, ya que se ignoran todas, y no sólo “la mejor evidencia científica disponible”, cuando se recurre al pobre recurso de modificar el inicio de la gestación para descartar la acción abortiva.

Es imprescindible para la excelencia en la práctica médica utilizar la MBE al “tomar decisiones sobre el cuidado de pacientes individuales”, pero no mejora la calidad de las decisiones, ignorar la existencia del paciente individual. ¿Acaso la inmadurez y menor autonomía del paciente, le otorga menos derechos? ¿No deberían extremarse los cuidados asistenciales en la misma medida en que son mayores los requerimientos?

El peligro de la aplicación de esta ideología no ética, usada para el uso del DIU, tiene proyecciones sociales que no deberían pasar desapercibidas. Si los derechos humanos fuesen función del grado de madurez y autonomía, sería necesario recordar que en la sociedad hay grandes sectores de población, que tienen severas limitaciones en su desarrollo personal por diversos motivos. Incluso quienes gozan de perfecta salud, siempre tienen ciertas limitaciones en su autonomía personal.

Desde 1997 se viene reclamando la exigencia ética de consentimiento informado de las mujeres a las que se coloca DIU. Se les debe poner al tanto, no sólo de las acciones contrarias a la salud de la mujer, sino de las que causan la muerte de sus hijos (9). Sin embargo, estos reclamos parecería que han dejado su lugar a otros más prioritarios: hoy reclamamos la necesidad de respetar la racionalidad, y los argumentos científicos utilizados por la MBE.


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(1) Juramento de Hipócrates, Punto 4. http://escuela.med.puc.cl/pub/HistoriaMedicina/, P. Universidad Católica de Chile. Apuntes de la Historia de la Medicina.

(2) www.aciprensa.com/aborto/adiu.htm

(3) World Health Organization, Scientific Group. “Mechanism of action, safety and efficacy of intrauterine devices”. Technical Report Series Number 753. Geneva: World Health Organization, 1987..

(4) American Collage of Obstetrician and Ginecologists. “The intrauterine device, ACOG Technical Bulletin Number 104”. Washington DC: American Collage of Obstetrician and Ginecologists, May 1987.

(5) MARSHALL, RG, “RATNER, H., “Oral Contraceptives: The medical evidence for abortion”. Part II, A.L.L. About Issues, 1986: Nov-Dec: 8.

(6) www.alemana.cl/mbe/recursos/htm.

(7) DI PIETRO, ML., SGRECCIA E., “La contragestazione ovvero l’ aborto nascoto”. Medicina e Morale, 1988; 1: 12-13.

(8) www.infodoctor.org/rafabravo/netting.htm

(9) Cf. “Mechanism of action of intrauterine contraceptive devices and its relation to informed consent”, American Journal of Obstetrics and Ginecology de Louisville, marzo de 1997, pp. 503-506.


Dr. Eduardo Casanova, Colaborador de Mujer Nueva

Adopcion Espiritual

jueves, febrero 23, 2006

Bebé medicamento, Holanda: una decisión más emocional que racional



Amsterdam. La posibilidad de la producción de "bebés medicamento" se ha convertido en las últimas semanas en un tema de candente debate en Holanda. El Consejo de Salud publicó el pasado 18 de enero un informe para el gobierno que aconseja legalizar la producción de embriones "in vitro" como fuente de células madres para trasplantar a pacientes con enfermedades degenerativas. Hasta ahora la ley holandesa limita la aplicación de técnicas de fecundación artificial a fines reproductivos, aunque los embriones sobrantes pueden ser usados para investigación con el permiso de los padres.

El principal argumento aportado como justificación para la producción de embriones es el derecho de los padres a decidir racionalmente qué elementos técnicos están dispuestos a emplear para lograr la curación de un hijo enfermo. Partidarios del informe aducen que en una sociedad multicultural como la actual cada individuo debe determinar por sí mismo dónde están las fronteras de lo éticamente permisible, con la condición de que su decisión sea racional: bien meditada y basada en valores éticos personales.

El Consejo de Salud parte del supuesto de que los padres que recurren a esta opción como último recurso para intentar salvar la vida de uno de sus hijos han considerado detenidamente todos los pros y los contras y las consecuencias éticas de su decisión. En el caso de enfermedades de origen genético es el único modo del que se dispone para obtener un embrión sin el gen afectado que sea genéticamente compatible con su hermano enfermo. De todos modos, para asegurar la racionalidad de la decisión, los autores del informe recomiendan que los padres recurran a un "consejero" que les proporcione la información adecuada y les ayude a decidir de modo racional.

Aparte de que la valoración ética del obrar no depende del grado de racionalidad o la cantidad de células grises puestas en funcionamiento durante el proceso de decisión, el problema es que la teoría sobre este tipo de decisiones no se cumple en la práctica. El juicio de los padres ni es movido por la racionalidad, ni se identifica con ella.

Un análisis racional de las posibilidades de éxito de la técnica llevaría a un rechazo de la misma. La probabilidad de que un embrión "in vitro" posea un genoma sin alteraciones genéticas es del 1/16. Si se desean implantar al menos tres embriones en la madre hay que utilizar como mínimo 48 óvulos, lo que supone que la madre deba someterse a un tratamiento hormonal bastante fuerte. La probabilidad de que al menos uno de los embriones se implante con éxito y siga desarrollándose es del 20%. Además, en el caso de que el proceso tenga éxito, es posible que el enfermo no se restablezca completamente después del transplante, debido a la cantidad limitada de células madres en el cordón umbilical, y haya que recurrir a un trasplante de médula con riesgos para el recién nacido.

Aunque el deseo de los padres es legítimo y puede estar bien fundamentado, la decisión tiene más de emocional que de racional. Estudios realizados en la Universidad Libre de Amsterdam sobre el modo en que los padres deciden la conveniencia de hacer un test prenatal –que en Holanda no está todavía incluido en el control normal del embarazo– demuestran que los padres se mueven sobre todo por motivos emocionales, como las repercusiones afectivas que un hijo minusválido podría tener en su vida y en la de otros miembros de la familia. El proceso de racionalización se pone en marcha una vez tomada la decisión para justificar lo que se ha decidido.

El deseo de utilizar todos los medios disponibles para aliviar el sufrimiento y evitar la muerte de un hijo es comprensible. Pero es necesario trascender las emociones de cada caso particular y tener en cuenta que las soluciones adoptadas repercuten en la imagen y el valor del hombre dentro de una sociedad.

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Elisa García González es Investigadora en el Departamento de Filosofía y Ética Médica de la Vrije Universiteit de Amsterdam

Adopcion Espiritual

La cortina de humo del bebé medicamento

La experiencia internacional indica que los resultados son poco alentadores

Al informar sobre la aprobación en el Congreso de la nueva ley de reproducción asistida en España, se ha destacado como principal novedad que los padres podrán tener un hijo por fecundación artificial, seleccionado genéticamente, con el fin de que sea donante compatible para salvar mediante un trasplante a un hermano que sufre una enfermedad incurable.

El recurso a este método ha dado lugar a un debate ético, por la destrucción de embriones que lleva consigo y por la instrumentalización del bebé como "medicamento" del hermano, en vez de ser deseado por sí mismo. Pero, en cualquier caso, se trata de una técnica compleja y sin seguridad de éxito, practicada hasta ahora en media docena de centros en todo el mundo. Por eso algunos expertos, como Maria Dolores Vila-Coro, del Comité Director de Bioética del Consejo de Europa, han subrayado que se están creando en padres angustiados falsas expectativas que difícilmente podrán ser cumplidas en estos momentos (cfr. Aceprensa 57/05).

El procedimiento exige, en primer lugar, estimular la producción de óvulos en la madre, para conseguir entre 10 y 20 óvulos que, una vez fecundados, se someterán a una selección genética: habrá que descartar los embriones que padezcan la misma enfermedad y los sanos que no sean histocompatibles con el hermano enfermo, para evitar un posible rechazo.

En uno de los reportajes sobre padres que han recurrido a estas técnicas, se dice de pasada que hicieron fecundar 28 óvulos, de los cuales solo 6 embriones resultaron compatibles con el otro hijo. Los otros se destruyeron ("El Mundo", 21-11-2004). De los que superen esta criba, algunos se implantarán en la madre. Y solo alguno de estos dará lugar a un embarazo. Este conjunto de factores (fecundación, selección genética, implantación, gestación) hace que la probabilidad de éxito sea muy baja. En otro reportaje de estos días se menciona a otra pareja que ha iniciado el tratamiento en un hospital de Bruselas. "Tras cuatro ciclos no ha habido suerte" ("El País", 17-02-2006).

Un estudio publicado el año pasado en JAMA (vol. 291, pág. 2079) mostraba resultados poco alentadores: de 199 embriones de 13 parejas se seleccionaron 45 y sólo nacieron 5 niños (cfr. Aceprensa 32/05).

Por otra parte, si la técnica se lleva a buen término y se realiza el trasplante de células del cordón umbilical o de médula ósea, las probabilidades de curación son también muy variables según el tipo de enfermedad. Su probabilidad de éxito para curar una enfermedad genética es del 75% al 90%, y del 30% al 50% para curar una leucemia, según explicaba el año pasado el Hospital Universitario flamenco de Bruselas (VUB), que el 18 de mayo anunció el nacimiento de los dos primeros bebés europeos seleccionados con técnicas de este tipo (cfr. Aceprensa 67/05).

En esa fecha, el VUB anunciaba que 61 parejas habían solicitado este tratamiento, 14 lo habían iniciado, 4 mujeres habían quedado encintas, una abortó y por fin se consiguió el nacimiento de dos bebés. "Hasta ahora no hemos conseguido curar a ningún niño de esta manera", reconocía un portavoz del VUB ("Le Monde", 19-05-2005).

Ante la incertidumbre de esta técnica y las objeciones éticas por la destrucción de embriones que conlleva, se están buscando otras soluciones. La "Technology Review" (marzo 2005) comunicaba que los bancos de sangre de cordón umbilical en EE.UU. estaban alcanzando ya los 150.000 cordones, lo que se estima suficiente para satisfacer la compatibilidad del 80-90% de una población de 300 millones.

Al poner el acento sobre una novedad "terapéutica" para la que hay muy escasa demanda, se ha desviado la atención pública de los cambios más sustanciales de la reforma de la ley de reproducción asistida: generación de embriones con fines no reproductivos; vía libre para fecundar cuantos óvulos se quiera, con el resultado de la acumulación de embriones sobrantes; la posibilidad de investigar con los embriones sobrantes o los creados por clonación para este fin.

ACEPRENSA

domingo, febrero 19, 2006

¿QUÉ QUEREMOS ENSEÑAR A LOS ADOLESCENTES?

Por Javier Aranguren

Se habla de la Ley de la Ordenación de la Enseñanza (LOE), de que el verdadero problema está en la calidad de la enseñanza. Quizá no sea tanto un problema de contenidos como de metas, de objetivos de fondo (si no se va a ningún sitio, ¿quién querrá esforzarse por viajar?).
De las etapas educativas, la de la adolescencia quizá sea la más delicada: entonces las personas –siendo máximamente dependientes— descubren su propia libertad e independencia, y se producen perplejidades. ¿Qué se puede hacer para transformar la crisis adolescente en ocasión de crecimiento?, ¿cuál es el papel de los educadores y de los padres en este asunto?



    > No importa tanto la pregunta acerca de cómo es el carácter de los jóvenes, como la de qué es lo que se puede hacer con este carácter

    > Los griegos entendían que educar no consistía tanto en dar información o conocimiento sino sobre todo en formar ciudadanos.

    > Nos encontramos con alumnos que son enanos del espíritu, centro de su mundo y deformes en su capacidad de pensar en el otro

    > Es necesario hablar, compartir tiempo con ellos. En el caso de adolescentes varones esta tarea corresponde sobre todo al padre

    > Con frecuencia se mercantiliza la vida intelectual, y sólo se habla de salidas, quizá sin ver que la mayor salida es la riqueza de la formación.

    > El lugar propio de la educación es la casa, la propia familia. El colegio es un lugar de ayuda, de apoyo, a lo que los padres hacen en casa.

    >Es necesario preguntarse cuál es el grado de comunicación que se tiene con la persona que nos apoya en el colegio.

La verdad tras el aborto



Lo que sigue es una parte del "script" (versión al español) del video "Abortion: The Inside Story". El tema de este video es un encuentro organizado en 1995 por el Chicago Pro-Life Action League (Liga de Acción pro vida de Chicago), con ex-abortistas. Las espeluznantes historias que cuentan estos ex-proveedores de abortos legales en EE.UU. muestran la realidad: que el aborto daña tanto a la criatura por nacer como a su madre. También demuestran que legalizar el aborto no lo hace un procedimiento "seguro" e "Inocuo".


Narrador : Joe Scheidler y la Liga de Acción en Favor de la Vida continúan proporcionando un foro para individuos de todo el país, que han estado asociados con la industria del aborto. Algunas de estas mujeres han estado involucradas activamente con la organización abortista Paternidad Planificada y con la Organización Nacional de Mujeres, y algunas administraron clínicas de abortos. Las condiciones en las que se hacen los abortos, según ellas, no serían toleradas en ninguna otra práctica médica. Como verán en este programa, es fácil encontrar negligencia criminal que resulta en daño físico y en la muerte de las pacientes en las llamadas "clínicas seguras de aborto legal".

Judith Fetrow : El aborto supuestamente libera a las mujeres. Esta es una de las mentiras más grandes del movimiento feminista: que para ser mujeres libres, debemos ser copias de los hombres y no debemos tener útero. Que matar niños significa salvarlos y que las mujeres están más seguras y son más autónomas y más capaces de cuidarse y protegerse, si no tienen niños.

Joy Davis : Hace catorce años me ofrecieron empleo en una clínica de abortos en Birmingham, Alabama. Consideré que la oferta era muy buena y que además de ayudar a las mujeres, lucharía por una buena causa, así que acepté el puesto. Al poco tiempo de empezar a trabajar, me di cuenta que no estábamos allí para ayudar a las mujeres. Era un negocio para ganar dinero.

Hellen Pendley : Empecé a trabajar para una de las compañías más grandes del país; hoy en día todavía opera doce clínicas de aborto en los Estados Unidos. En la entrevista inicial me preguntaron: ¿Está usted a favor del derecho de decidir? ¡Claro que sí! respondí, aunque no había pensado mucho en ello. La segunda fue ¿le molesta el hecho de que esto sea un negocio? Dije que no porque tengo experiencia tanto en los negocios como en el campo médico. No había ninguna duda de que yo estaba allí para hacerles ganar dinero. Nadie me dijo: "Espero que usted esté a favor del aborto porque queremos que ayude a estas mujeres".

Joy Davis : Las condiciones de la clínica donde yo trabajaba eran muy malas. No había unidad de cuidados intensivos y la mayor parte del personal no estaba bien entrenado y no tenía experiencia médica. Nunca teníamos el mismo médico, porque rotaban continuamente. Uno de los médicos, Tommy Tucker, me dijo un día que quería abrir su propia clínica, para hacer bien las cosas y tener el mejor equipo posible y empleados muy bien preparados y entrenados. Quería emplear anestesistas para poder usar anestesia general y que las mujeres no sufrieran -porque en la clínica donde trabajábamos las mujeres sufrían mucho.

Hellen Pendley : Yo pensaba que como había trabajado en el campo de la medicina y estaba acostumbrada al ambiente estéril, podría aportar ese conocimiento a la industria del aborto, y hacer que la clínica proporcionara atención médica de calidad a las mujeres.

Joy Davis : Pensé que era una idea maravillosa, acepté su oferta y llegué a ser directora regional de seis clínicas de Aborto en Mississippí y Alabama. Teníamos el mejor equipo, y personal eficiente y bien entrenado, pero les mentíamos a las mujeres para poder ganar dinero. No veíamos muchas mujeres por día, para no tratarlas como ganado. Queríamos dedicarles tiempo y darles la clase de atención médica que necesitaban.

Hellen Pendley : Eso sonaba muy bien, pero en vez de cambiar yo a la industria del aborto, la industria me cambió a mí.

Joan Appleton : En cinco años que estuve ahí, no conocí ni un solo médico que practicara abortos por creer que era un derecho de la mujer. Eso no era lo más importante para ellos. No digo que no existan, pero yo en mi clínica no lo pude comprobar.

Joy Davis : A los pocos meses, su avaricia se impuso. Le parecía que no ganaba suficiente dinero, así que despidió a los anestesistas porque ganaban mucho. Después de unos pocos meses observando cómo anestesiaban a las pacientes, empezamos nosotras mismas a hacerlo. Sin tener ni idea de lo que hacíamos. Solo repitiendo lo que habíamos visto hacer. Más adelante despidieron a las enfermeras de la sala de recuperación; después al técnico de laboratorio y así sucesivamente.

Hellen Pendley : Lo primero que hice fue limpiar la clínica por fuera. Pero pronto me di cuenta de que no teníamos ningún equipo para revivir a una paciente en caso de emergencia. En el estado de Georgia, de donde soy, y donde dirigía esta clínica, estábamos regulados por el estado, pero éste no requería que tuviéramos equipos de resucitación médica, ni sala de recuperación equipada, a pesar de que practicábamos abortos con anestesia general.

Luhra Tivis : Es como una planta de ensamblaje. No requiere mucho capital. Probablemente el equipo más costoso que tiene es el de sonogramas.

Hellen Pendley : Pronto empecé a ver las cosas como las ven los abortistas, es decir, cuantos más abortos practiquemos, más dinero ganaremos..

Joy Davis : Comencé a entrevistar a personas que no tenían conocimientos médicos en absoluto para que hicieran trabajo de anestesistas, técnicos de laboratorio, enfermeras y hasta de médicos.

Dina Madsen : No se requería ningún tipo de conocimiento médico para el puesto, solo se necesitaba aceptar el aborto.

Joan Appleton : He detectado grandes diferencias entre las clínicas de aborto en cada estado. En la clínica de Falls Church, Virginia, donde yo era enfermera jefe, trabajábamos principalmente enfermeras y técnicas de laboratorio y no había otras empleadas, aparte de las secretarias. Después de mudarme a Minesota, encontré que en las clínicas independientes no había personal médico, aparte del médico que practica el aborto.

Joy Davis : Yo contraté y entrené gente de la calle sin conocimientos médicos. Veíamos aproximadamente 10 mujeres por día, pero eso no era suficiente. Empezamos a ver tantas como podíamos admitir en cada clínica. Pero como el médico no podía estar en todas partes, me entrenó a mí. Yo no estuve ni un día en una escuela de medicina, era solo una técnica de ultrasonido. Tenía experiencia de negocios, pero no sabía nada de medicina, excepto lo que durante años había visto hacer a los médicos. Entonces comencé a practicar abortos, cirugía, poner Norplants, criocirugía, Papanicolau y exámenes pélvicos. Hacía todo lo que él hacía y estaba orgullosa porque veía que lo hacía mejor que él. Todos los empleados decían: "Necesita ver a la Dra. Davis", porque pensaban que yo era mejor médico que él. Nunca tuve problemas con las pacientes. No tuve que hospitalizar a ninguna mujer; las de él, por el contrario, había que hospitalizarlas en condiciones muy críticas casi todos los meses, con histerectomías o tejidos retenidos. A sus pacientes les pasaban todo tipo de desgracias.

Judith Fetrow : Es difícil estar involucrada en la industria del aborto por un tiempo y seguir creyendo que es un procedimiento seguro. Aún con los mejores médicos, hay muchas complicaciones menores y a veces, mayores. Vi como el Dr. William Pierd le perforó el útero a una mujer y después le mintió acerca de la gravedad de la perforación.

Dina Madsen : Yo diría que más de la mitad las mujeres con las cuales trabajé se habían practicado varios abortos, y no dejaban que ninguno de los médicos las tocaran jamás; sin embargo, todos los días les decían a otras mujeres que eran unos médicos maravillosos, que no les iban a hacer ningún daño y que eran los mejores. A veces las mujeres les preguntaban: ¿Ustedes se han hecho algún aborto? Y ellas tenían que responder que sí, pero no con él.

Joy Davis : Me enorgullecía porque yo no tenía esos problemas. Mis pacientes me querían porque me tomaba mi tiempo y les daba mucho amor pero en realidad estaba arriesgando irresponsablemente sus vidas. De las miles de pacientes que vimos, no recuerdo ni un nombre, ni un cara. Me refería a ellas según lo que pagaban. Ese es un caso de cuatrocientos dólares, ese es un caso de cinco mil dólares. No las veía como personas, sólo como números.

Hellen Pedley : Si quiere saber la verdad nunca las vi como mujeres. Para mí, si eran tan estúpidas como para creer nuestras mentiras, se merecían exactamente lo que íbamos a hacerles; esa era la forma en que yo las trataba.

Dina Madsen : Debo admitir que no les tenía mucha lástima. Yo pensaba: -bueno, si se metió en éste problema, ahora aguántese.

Joy Davis : Un día una jovencita vino para un aborto tardío en el segundo trimestre. Nosotros poníamos fin a embarazos aún en su fase terminal. El doctor vino, le practicó el aborto mientras yo asistía con la sonografía y dejó la sala apenas terminó. Ella estaba todavía bajo anestesia general suministrada por una persona no profesional.

Hellen Pendley : A los médicos de nuestras clínicas no les importaban los pacientes, lo cual es común en todo el país. Los ginecólogos que trabajan en su práctica privada y venían a nuestra clínica cuando alguna de sus pacientes tenía complicaciones, me llamaban a mí. Pero yo no soy médico, ni estoy entrenada para evaluar problemas como hemorragias postquirúrgicas. No estoy capacitada para poder diagnosticar y recetar un tratamiento pero lo hice durante tres años porque me lo exigían . Cuando me llamaban después de cerrar la clínica y me decían: "tengo hemorragia; ¿qué hago?" ese era mi problema, no el del médico. Yo era la persona de guardia, quien recetaba las medicinas.

Joy Davis : La llevé al cuarto de recuperación, me quedé con ella e hice todo lo posible para estabilizarla, pero comenzó a sangrar mucho y no pude contener la hemorragia. Corrí a donde estaba el médico y le dije: "tiene que ayudarme, se está desangrando y no sé que hacer." El dijo: "examínela, averigüe porqué está sangrando y pare la hemorragia. Así de simple; estoy ocupado."

Judy Fetrow : La complicación más horrorosa que presencié fue la de una mujer que dejó de respirar durante el aborto. El Dr. Michael Sussman simplemente salió de la sala al terminar; a pesar de que le dije que la paciente no respiraba y me dejó sola con ella. Cuando el médico tuvo que regresar, ni siquiera siguió el procedimiento indicado para esa emergencia. Fue un milagro que la mujer no muriera.

Joy Davis : Yo hice todo lo que sabía, pero ella seguía sangrando. Llamé un ambulancia para llevarla al hospital, y cuando él lo supo se enfadó mucho, canceló la ambulancia y me dijo:"Yo soy el médico aquí y soy el que tomo las decisiones. No podemos enviar esta paciente al hospital en esa condición, nos lincharían. Trate de estabilizarla."
Pero ya había sangre por todas partes. Salía a chorros y no podía pararla. Corrí a pedirle al doctor que me ayudara. Le dije:"si no me ayuda, se va a morir." El me contestó:"Bueno, llame a la ambulancia; yo tengo que tomar un avión", y se fue. Entonces llamé a la ambulancia, que tardó veinte minutos en llegar. Durante ese tiempo me dí cuenta que yo no era médico, y me asusté mucho de haber permitido que me pusieran en esa situación de tratar de salvar una vida, sin saber cómo hacerlo.

Lo otro que pasaba por mi mente era que el doctor ya no era mi héroe. El hizo que yo llegara a ganar 100.000 dólares al año, pero en ese momento me di cuenta de que realmente era un cobarde: se había ido cuando la paciente más lo necesitaba. Se la llevaron y me alegré, por haberme quitado esa responsabilidad y porque estaría en el hospital, con médicos que podrían encargarse de ella. Hasta que me llamaron del hospital para decirme que había muerto. Entonces empecé a tener pesadillas en las que veía su cara cada vez que cerraba los ojos. Me sentí tan culpable y tenía tanta rabia de que el hombre que yo había admirado fuera tan negligente que todo esto casi me destruyó. Después, el Consejo Médico pidió los informes de la paciente y él se atrevió a cambiarlos, para dar la impresión de que no había sido tan negligente. Me dio los informes originales del historial clínico de la paciente y me dijo que fuera al sótano a quemarlos inmediatamente, que no podíamos ir al juzgado así porque nos iban a linchar; que teníamos que ocultar lo que pasado. Pero no pude: metí los informes en mi maletín, porque sabía que no podría mentir para favorecerle en éste caso. No podía ocultar más lo que él había hecho.

Hellen Pendley : Teníamos un desmenuzador de papeles en mi oficina para que si venía un fiscal al día siguiente, no encontrara ningún informe médico.

Joy Davis : De modo que fuí al Consejo Médico y al Fiscal del Distrito y entregué toda la información acerca de la negligencia que habíamos cometido. Confesé haber practicado medicina sin licencia y suministré la evidencia. Me dijeron que querían que continuara siendo empleada de él, para seguir recopilando información y que este era un caso claro de homicidio por negligencia, pero querían saber más. Así que continué trabajando con el mismo médico y entregándoles información, pero pasaba el tiempo y no hacían nada al respecto. Un día, el Dr. Tucker regresó a Alabama, donde yo estaba en ese momento y me dijo que había tenido muchas dificultades en Mississippi. Me dijo que yo tendría que ir allí, para intentar calmar a los empleados, porque había problemas. Le pregunté qué había pasado Y me dijo: "Bueno, una joven vino por un aborto. Yo pensé que tenía 18 semanas de embarazo; pero resultó que estaba más cerca del término. Cuando le inserté la laminaria entró en parto y dio a luz un bebé vivo y saludable". ¿Y usted qué hizo? Y él me contestó: "qué podía yo hacer? Maté al bebé y todos los empleados están muy exaltados, de modo que usted debe ir a resolver eso."

Luhra Tivis : Una mujer llamó y dijo: "Estoy llamando por mi hija; quiero saber cómo se hace el procedimiento… y añadió: "¿Han tenido alguna vez algún bebé vivo?" Esa pregunta me sorprendió, porque nunca había pensado en esa posibilidad. De modo que pregunté a mi supervisora Elena lo que debía contestar. Elena me dijo: "Respóndale que aquí no hemos tenido ningún nacimiento vivo." Luego averigüé que era mentira.

Hellen Pendley : La vida o la muerte no significan nada en una clínica de abortos. Si no se respeta la vida del no nacido, ¿como y por qué se va a respetar la vida de la madre? Eso no sucede.

Cortesía de Vida Humana Internacional


Adopcion Espiritual

PAPIS, PROFES, TÍOS Y COLEGAS


Por fin una bocanada de aire fresco en este nuestro sistema educativo que hace agua por los cuatro costados: Una madre sevillana descubría hace unos días en el ordenador de su hijo un vídeo deleznable de unos adolescentes que habían grabado, con un teléfono móvil, escenas soeces, degradantes y vejatorias de una compañera de instituto que, además, padece síndrome de Down y que, para mayor vileza y escarnio, habían «colgado» en internet. La madre copió el vídeo en un cederrón y se lo entregó a la dirección del centro escolar para que tomara las medidas oportunas. Puesto el caso en manos de la Policía, se descubrió que la «proeza» era obra de nueve compañeros de clase, entre ellos una chica y el propio hijo de la mujer que «destapó» el asunto. Actitud ejemplar de una madre, que es capaz de denunciar unos hechos tan reprobables para -aun a costa de que su propio hijo pudiera estar implicado- solventar una situación de profunda injusticia.

A la pésima educación, ya crónica, que padece este país hay que sumarle la pérdida progresiva de ese valor ético o moral, que no es de izquierdas ni de derechas, y que se llama respeto. Y esa pérdida es achacable, sobre todo y en primer lugar, a los padres y, luego, a los maestros. Víctor Hugo decía: «No hay malas hierbas ni hombres malos, sólo hay malos cultivadores». Por eso, en un mundo como el actual, cada vez más ateo, más deshumanizado, y más sin alma, o sea, más desalmado, donde ya se han relativizado hasta conceptos básicos como el del bien y el mal, resulta aleccionador que una madre, como esta sevillana, anteponga su responsabilidad como tal a la nefasta teoría del «colegueo» impuesta por el falso progresismo de algunos colectivos de profesores y padres de alumnos, que se refugian en la cobardía de una libertad mal entendida para no enfrentarse a su responsabilidad de poner coto a los desmanes de sus vástagos.

El hombre es un lobo para el hombre, advertía Plauto. Pero hasta los lobos tienen normas en la manada. Es una cuestión de supervivencia para la especie. Y esas normas se trasmiten de padres a hijos y de generación a generación. Los padres deben ser padres y los profesores, profesores y no los «tíos» de «que passa contigo...». Aquí -por mucho que rejuvenezca- el «colegueo» de padres y profesores con sus hijos y sus alumnos es, además de una memez, una irresponsabilidad que no tiene nada que ver con la confianza. Su misión no es «coleguear» sino formarles y prevenirles para que sean capaces de elegir bien sus valores y sus «colegas». Valores como que la libertad de usar todas las posibilidades que te da tu teléfono móvil termina donde empieza la libertad y la intimidad de los demás. Y así se podrán evitar atrocidades como la de los nueve energúmenos del instituto sevillano. Podrían empezar por enseñarles el viejo proverbio árabe de que «la crueldad es la fuerza de los cobardes».
ÁNGEL PUERTA

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Madres víctimas del aborto



Nuevas evidencias sobre los efectos negativos en la mujer

CHRISTCHURCH, sábado, 18 febrero 2006 (ZENIT.org).- Nuevos estudios confirman que las mujeres sufren graves efectos secundarios después de abortar. La primera víctima del aborto es el niño no nacido. Y durante años algunos grupos de mujeres y de activistas pro vida han llamado la atención sobre los efectos negativos en las mujeres implicadas.

Investigaciones recientes sobre el impacto psicológico del aborto muestran que aumenta el riesgo de problemas de salud mental, informaba el 3 de enero el Sydney Morning Herald. Un estudio neozelandés, llevado a cabo por David Fergusson de la Escuela Christchurch de Medicinas y Ciencias de la Salud, era descrito por el periódico como «el estudio más detallado a largo plazo hasta la fecha sobre una cuestión que divide».

Los resultados se basaban en el estudio de 1.264 niñas, desde su nacimiento en los años setenta. De estos, el 41% de las mujeres se quedaron embarazadas a los 25 años de edad y el 14,6% abortó, de un total de 90 embarazos que se llevaron hasta el final. El estudio se publicó en el Journal of Child Psychiatry and Psychology.

A la edad de 25 años, el 42% de las que habían abortado también habían experimentado una importante depresión – un 35% más fuerte de aquellas que habían elegido continuar con su embarazo. El riesgo de desórdenes de ansiedad subió en igual grado. Y las mujeres que habían tenido al menos un aborto tenían un índice el doble de alto de beber alcohol a niveles peligrosos en comparación con las que habían terminado sus embarazos. Las que habían abortado tenían tres veces más posibilidades de depender de drogas ilegales.

Fergusson afirmaba que su investigación estaba motivada por el deseo de mejorar el nivel de conocimiento científico en un área en la que existen pocas evidencias. Se describió como «un ateo, un racionalista y favorable al aborto».

Estos descubrimientos contradicen los resultados de otro estudio, publicado por la British Medical Journal el 28 de octubre. En su documento titulado «Depresión y Primer Embarazo no Querido: Estudio Longitudinal», Sarah Schmiege y Nancy Felipe Russo sostenían: «El poner fin a un primer embarazo no querido en comparación con seguir adelante con él no está directamente relacionado con un riesgo de depresión clínicamente significativa».

Schmiege y Russo, de la Universidad de Colorado y de la Universidad Estatal de Arizona, respectivamente, basaban sus conclusiones en un estudio de 1.247 mujeres en Estados Unidos.

Abuso infantil
No obstante, sus conclusiones fueron puestas en dudas por Julia Millington, directora de política de la organización ProLife Alliance del Reino Unido. Millington observaba que un cierto número de otros estudios publicados en revistas científicas han encontrado evidencias de problemas que derivaban del aborto. Citaba, por ejemplo, la investigación llevada a cabo en Canadá y publicada en el 2003 en la Canadian Medial Association Journal.

Algunos días después de que la British Medical Journal publicara el estudio de Schmiege y Russo, la revista médica Acta Pediatrica publicaba los resultados de una investigación que mostraba que las mujeres que han abortado abusaban físicamente más de sus hijos que las mujeres que no habían abortado.

Priscilla Coleman, profesora en la Universidad Estatal Bowling Green, llevó a cabo el estudio de un grupo de 581 mujeres de Baltimore con bajos ingresos, informaba el 3 de noviembre el Washington Times. Comparadas con las madres que no tenían historial de abortos inducidos, aquellas que habían abortado tenían un riesgo un 144% mayor de abusar físicamente de sus hijos.

Coleman observó que «un buen número de mujeres que tienen abortos» experimentan problemas de estrés y culpabilidad, sentimientos que pueden causar cólera. También observaba que las mujeres que han perdido a sus hijos por causas naturales pueden experimentar los mismos efectos psicológicos que las madres post-abortivas, pero los efectos generalmente no suelen durar.

Posteriormente, el 12 de diciembre, el periódico británico Telegraph informaba de un estudio noruego que también encontró estrés y culpa entre las mujeres que se habían sometido a abortos. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Oslo, y publicado en la revista BMC Medicine, estudió un grupo de 40 mujeres que habían sufrido un aborto por causas naturales y 80 mujeres que habían abortado. Los investigadores entrevistaron a las mujeres 10 días, seis meses, dos años y cinco años tras el acontecimiento.

Las mujeres que habían perdido a su hijo sufrían más tensión mental a los seis meses de dicha pérdida. Pero las mujeres que habían abortado experimentaban más estrés mental en los intervalos de dos y cinco años.

Los efectos negativos del aborto no se limitan a la tensión mental. Un estudio francés de 2.837 nacimientos encontró que las mujeres que habían abortado previamente tenían un riesgo más alto de dar a luz prematuramente, informó el 15 de mayo el periódico Telegraph.

Las madres que habían abortado previamente tenían 1,7 veces más probabilidad de dar a luz a su bebé antes de la semana 28 de gestación. Muchos bebés nacidos en ese momento mueren poco después del nacimiento y un gran número de los que sobreviven sufren de graves discapacidades, indicaba el artículo.

Poca información
Más datos se encuentran en el informe preparado por el South Dakota Task Force to Study Abortion, presentado al gobernador del estado y al legislativo el pasado diciembre. Los comités del congreso y del senado del estado escucharon el testimonio de algunas mujeres que se habían sometido a abortos. Según el informe, «dieron su testimonio sobre cómo se deprimieron y se sintieron asaltadas por la idea del suicidio».

Casi 2.000 mujeres que habían abortado hicieron declaraciones detallando sus experiencias. Muchas mujeres informaron que se sintieron presionadas a abortar, en ocasiones por el padre del niño, pero también por otros. Además, muchas de ellas testificaron o informaron a los consejeros post-aborto que, si se les hubiera dado una información adecuada, no se habrían sometido al aborto.

Las evidencias también revelaban deficiencias en la forma en que se llevaron a cabo los aborto. Los datos proporcionados por el departamento de sanidad de Dakota del Sur revelaban que en el 2003, el último año con estadísticas disponibles, se llevaron a cabo 819 abortos en el estado. En 814 de las 819 operaciones, la única información dada a la madre embarazada sobre el niño no nacido fue simplemente su estado de gestación. En 813 casos de los 819, esto se hizo mediante una declaración grabada y las mujeres no tuvieron oportunidad de preguntar dudas al médico.

Según los procedimientos de una clínica de Planned Parenthood, descritos por testigos, el médico que va a practicar el aborto ve por primera vez a la madre embarazada en la sala de operaciones. Y esto sólo tras haber firmado el consentimiento y haber aceptado el someterse al aborto.

Falta de apoyo
Otro útil estudio sobre el aborto, publicado el pasado noviembre, es «Mujeres y Aborto: una Reseña Basada en Evidencias», de Selena Ewing. El documento fue publicado por Women’s Forum Australia. Ewing, una investigadora en el Instituto de Bioética Southern Cross, en Adelaida, revisó y resumió una amplia serie de investigaciones sobre el aborto.

Encontró que muchos abortos tienen lugar debido a una falta de apoyo a las mujeres embarazadas. Las preocupaciones financieras son la mayor motivación para abortar, porque muchas mujeres creen que continuar con su embarazo comprometerá sus planes de trabajo y estudio. Las mujeres, que tienen la preocupación de convertirse en madres solteras, sugieren, observa Ewing, una falta de apoyo de los hombres en muchos casos, y una falta de apoyo de la comunidad a la maternidad en soltería. El informe también encontró que el aborto se asocia de modo acusado con violencia doméstica y abuso de las mujeres.

Dados estos factores, Ewing sostiene que hablar del aborto como causado por embarazos «no buscados» o «no deseados» es una mala forma de acercarse a estos temas. Los estudios muestran que las mujeres embarazadas no creen que estos términos sean adecuados a la hora de describir su situación, sostiene Ewing. Además, las actitudes de las mujeres cambian durante el tiempo que dura su embarazo.

El estudio también contiene numerosas referencias a la investigación publicada sobre los efectos físicos y psicológicos del aborto. Sobre esto último, Ewing indica que el del 10 al 20% de las mujeres sufren de graves complicaciones psicológicas. Sobran evidencias, por tanto.
Adopcion Espiritual

sábado, febrero 18, 2006

Unos embrioncitos de nada


JUAN MANUEL DE PRADA

MIENTRAS ocupan el debate público asuntos más estrepitosos (y triviales), se aprueba en el Congreso un proyecto de ley de reproducción asistida que ampara, bajo coartadas terapéuticas, la eugenesia y la clonación. Como no podía ocurrir de otra manera en una época desarmada moralmente, la ciencia se erige aquí en instancia suprema e inapelable: «Todo lo que se sabe hacer, se puede hacer», parece ser el lema. Esta mitificación de la ciencia como fuerza salvífica no ha mostrado reparos siquiera en pisotear la dignidad de la vida humana; de este modo, se ha llegado a aceptar la posibilidad execrable de «fabricar» vidas, servirse de ellas como material de experimentación y después destruirlas. Aprovechándose de la ingenuidad o la desesperación de mucha gente que se deja embaucar con falsas esperanzas, la propaganda justifica la perversidad de la clonación terapéutica pregonando que permitirá sanar enfermedades hoy incurables. Y con esta expectativa (que no es sino coartada que se sirve del sufrimiento ajeno), se convierte la vida humana en un producto de laboratorio y se destruyen alegremente unos embrioncitos de nada para extraerles células o tejidos, como si fueran proveedores de piezas de recambio.

Nunca hubiéramos llegado a estos extremos de depauperación ética si previamente no se hubiese impuesto una consideración meramente funcional de la vida. Tratamos a nuestros semejantes como cosas de las que es posible disponer, extraer una utilidad. Si este puro utilitarismo se ha instalado en nuestra existencia cotidiana, ¿cómo puede sorprendernos que desde una instancia legislativa se establezca la posibilidad de declarar a unos embrioncitos de nada vidas prescindibles e intrascendentes, sólo considerables por la utilidad médica que nos pueden reportar? Previamente, por supuesto, se ha negado la singularidad específica de cada vida humana; al desaparecer esa característica que la hace valiosa e insustituible, la vida humana queda despojada de dignidad. Se me opondrá que un embrión carece de personalidad o condición humana; yo más bien pienso que esa condición, inscrita en sus genes, está latente, se ha empezado a gestar para realizarse plenamente en un estadio futuro. Y puesto que la condición humana anida en ese puñado de células, organizadas con el fin de convertirse en persona, no tenemos derecho a tratar al embrión como si fuese una cosa; no tenemos derecho a poseerlo, usarlo y destruirlo. En su aparente insignificancia se condensa toda la potencialidad de una vida futura, tan plena como la nuestra.

No pensemos que esta concepción puramente utilitaria de la vida no nos pasará, a la larga, factura. Al negar los conceptos más elementales sobre los que se sustenta la dignidad humana, estamos infligiéndonos un daño sin reparación posible. Por supuesto, podemos alegar coartadas pretendidamente altruistas para justificar ese ataque a la dignidad humana; pero las acciones moralmente erróneas, aunque puedan parecer útiles en un principio, aunque reporten beneficios inmediatos, acaban arrastrándonos inexorablemente a la ruina. La dignidad de la vida no puede estar impunemente sometida al egoísmo de cada cual, a las ansias de curación de cada cual, mucho menos al humanitarismo discrecional del Estado. La violación de esta dignidad humana, ya lo sabemos, prefigura el totalitarismo. No creo que haga falta recordar aquel sueño eugenésico concebido por Hitler. La clonación terapéutica, bajo su disfraz humanitario, postula también, no nos engañemos, un mundo de superhombres donde los débiles, los enfermos y, en general, todos aquellas vidas que no resulten «útiles» carecen automáticamente de valor. ¿Por qué no empezar cargándonos -se dirán los apóstoles de ese «mundo feliz»- unos embrioncitos de nada?

Adopción espiritual

jueves, febrero 16, 2006

Tony Melendez





Es un hombre de origen nicaragüense que vive en EEUU. Por culpa de la talydomida nació sin brazos. Es músico y tocó la guitarra y cantó ante el Papa en el año 1987 en Los Angeles.


www.ewtn.com


Reportaje: video


Momentos de gran emoción

Fué un momento inolvidable para él, así como para todo aquél que le vió aquel 15 de septiembre de 1987. Tony fue seleccionado para cantarle una melodía al Santo Padre. Subió a la tarima, acompañado con guitarra, la que sólo puede tocar con los dedos de los pies. Tony le cantó una linda canción a Juan Pablo II titulada, Never Be the Same (Nunca ser igual). Al terminar, el Santo Padre, emocionado, no pudo contenerse, saltó del escenario y se llegó a donde Tony para abrazarle. Para Tony, como para nosotros, la vida jamás sería igual.


Una canción

puede descargarla



"Tarado" para siempre

Tony nació sin brazos debido a los estragos de un medicamento recetado por orden médica a su madre durante el embarazo. El medicamento "Talidomide" debía calmar los efectos de naúsea del primer semestre de embarazo, pero sus efectos dejaron un terrible saldo, miles de niños nacieron con deformidades, sin brazos, sin pies o faltándole ambos.

Cuando niño, Tony veía a su papá tocar la guitarra y sintió el gran deseo de poderla tocar también, hasta que un día su papá puso la guitarra en el suelo. "Tony", dijo, "anda a lavar los pies". Se los lavó y se sentó a tocar la guitarra por primera vez. Nunca dejó que su condición física le desanimara, y con mucho esfuerzo y práctica, aprendió a tocarla magistralmente con los dedos de sus pies.

Recorriendo el mundo

Tony empezó a tocar en misa y en conferencias, hasta que lo vió alguien que trabajaba en la organización de las actividades para la visita del Papa a Los Ángeles en 1987. Tony fue seleccionado para cantarle al Papa y a los jóvenes, y allí ocurrió el famoso encuentro.

Desde ese momento no ha descansado, ha viajado a través de los Estados Unidos y a más de 30 países alrededor del mundo, compartiendo su música y hermoso testimonio vida y fe. Actuamente reside en Branson, Missouri, con su esposa y dos hijos. Allí también tiene una banda.





Adopcion Espiritual

miércoles, febrero 15, 2006

Consideremos la adopción espiritual de los niños no nacidos.



Consideren la adopción espiritual de los niños no nacidos. ¡Con cada uno de nosotros cumpliendo nuestro papel, la vida saldrá victoriosa!


Mis queridos amigos, En 1973, cuando la decisión desafortunada de Roe vs. Wade fue aprobada por el tribunal supremo para legalizar el aborto en nuestro país, poco pensaba jamás que permanecería como la ley tantos años después. Esa decisión fatídica nos sigue desafiando mientras tratamos de trastornarla.

Se queda claro que es un asunto de la vida que toca al fondo nuestro compromiso nacional a la vida, la libertad y la justicia para todos. Durante estos treinta-y-dos años, hemos atestiguado a más de 40 millones de abortos de bebés quienes nunca vivieron para disfrutar del compromiso. Con certeza hay algo errado si un país se llamaría cristiano y al mismo tiempo permitiría que esta injusticia continuase año tras año. Para hacer cosas peores, estos hermanas y hermanos son absolutamente los más indefensos de todos. Cómo nosotros unidos como la nación que somos podemos continuar a cometer tales actos de violencia y todavía comprometernos a la vida, la libertad y la justicia para todos resulta demasiado para la imaginación.

Sabemos que hay bastante cristianos que sostienen esta tragedia horrorosa, y muchos de ellos son católicos. Esto simplemente no me tiene sentido. Existen muchas injusticias en nuestra sociedad, pero el aborto se niega a cualquier esperanza para que estos pequeños bebés puedan experimentar la vida afuera del vientre materno. Todos los derechos humanos son denegados a estos infantes, una injusticia que previene que nos hagamos un país o un mundo más justo y más sosegado.

Se dice frequentemente, ‘No hay nada que hacer ahora sino orar.’ Decimos esta frase cuando enfrentamos otras tragedias como el hambre, la indigencia, la guerra, y la violencia en nuestros hogares, en las calles y en las regiones alejadas de los EE.UU. La decimos cuando somos enfrentados con una enfermedad grave o la muerte dentro de la familia. Entonces, ahora declaro si hemos de transformar esta cultura de la muerte en una cultura de la vida, como nuestro Papa nos ha llamado a hacer tantas veces, no nos queda nada para hacer sino orar para acabar con el aborto. Sé que hay otras cosas importantes que podemos y debemos continuar a intentar hacer, pero al fin y al cabo derrocar Roe vs. Wade es un asunto de ilustrar a los corazones de la gente para que se den cuenta de que todos tienen el derecho de experimentar la vida.

El único consuelo que encuentro es aunque la ley permite que los malaconsejados tomen las vidas físicas de estos pequeños niños, Dios asegurará que tienen la vida eterna. Por eso, alabamos y glorificamos a nuestro Dios tan misericordioso. Mientras tanto, tenemos que hacer todo en nuestro alcance para cambiar la manera en que tratamos a los no nacidos indeseados, y sugiero que debamos de hacerlo por la oración, la penitencia y el sacrificio.

A menudo leo las ideas de la gente en cuanto a la realización de la ilegalización del aborto por la oración, la penitencia y el sacraficio. Los obispos de los EE.UU. han publicado varias declaraciones implorando a cada uno de nosotros a orar y hacernos más envueltos en esta lucha. A veces cosas agarran la atención y lo siguiente es una idea que agarró la mía. Esta sugerencia es algo en que cada uno de nosotros puede participar. Seamos jóvenes o viejos, ricos o pobres, los maltratados o los que maltratan, todos podemos formar parte de esto. La sugerencia sólo toma diez segundos que resulta más corto que el tiempo que me tomó escribir esta línea de la carta. Es un asunto entre Dios y cada individuo –no hay cifras sobre que discutir. Es la esperanza que la oración abajo nos surja a la mente diariamente, y tal vez varias veces al día, porque somos llamados a orar por el fin de esta maldad increíble en medio de nosotros.

Podemos compartir con todos que rezamos la oración o lo podemos guardar. Sin embargo, sugeriría que compartiésemos nuestro compromiso a la oración con otros para recordarles de la malicia que trae toda la injusticia a los hijos de Dios –especialmente los más pequeños todavía no nacidos.

Después de leer lo siguiente, simplemente les pido que piensen seriamente en juntarse con este atento a llevar la justicia –y así la vida- a todos los no nacidos. Sólo tengan en cuenta los 40 millones de abortos y prometan a intentar ser fiel a los diez segundos o más de la oración diaria.

Esta es una propuesta del comité diocesano Evangelio de la Vida (Diocesan Gospel of Life Committee):

Oren para avanzar el evangelio de la vida.

“¿Buscas un programa sencillo y positivo en lo cual su parroquia entera, desde los más jóvenes hasta los ancianos, pueden participar para avanzar la cultura de la vida? Consideren la adopción espiritual de los niños no nacidos. Este programa es una manera eficaz para contrariar el mensaje opositor a la vida, para fortalecer nuestras creencias católicas y para enseñar el poder asombroso de la oración. La adopción espiritual permite que los participantes adopten espiritualmente a un niño y a una madre. También les permite orar por la madre y su niño quienes son enfrentados con un embarazamiento en crisis. Los participantes rezan una oración breve de diez segundos diariamente por 9 meses para que el bebé no nacido, reconocido por Dios como en peligro del aborto, y su madre será apoyada y recibirá fuerza de estas oraciones intercesorias.

El comité diocesano Evangelio de la Vida promueve este programa y sugiere que las parroquias comiencen el compromiso a la oración el 25 de marzo, la fiesta de la Anunciación, y que cumplan los nueve meses de oración durante las Navidades. (Fijaos: La fiesta se celebrará el 4 de abril porque en 2005 el 25 de marzo es el Viernes Santo.)

Alentamos a las parroquias a mostrar carteles apacibles e interesantes que cuentan el desarrollo del bebé. Estos carteles pueden interesar y ayudar a los niños y a las familias jóvenes mientras miran el progreso mensual de sus bebés. Al final del periodo de nueve meses, la parroquia podría celebrar el nacimiento de sus bebés adoptados espiritualemente con una fiesta en honor del bebé. Todos los regalos recaudados en la fiesta se pueden regalar a “Birthright” o se pueden incorporar en el proyecto de donación de la Navidad parroquial. Se puede organizar el programa de adopción espiritual por el comité de asuntos sociales, el comité de la vida familial, vuestra clase de confirmación o vuestro grupo juvenil.

Si el programa de la oración les interesa para su parroquia, contáctense con su párroco o con el comité Evangelio de la vida en el Centro Pastoral (Richard Murphy, 270-683-1545, ext. 143) para conseguir estampas y carteles. ¡Con cada uno de nosotros cumpliendo su papel, la vida saldrá victoriosa!”

Tanto como la propuesta acaba con las palabras, “¡Con cada uno de nosotros cumpliendo su papel, la vida saldrá victoriosa!” también espero que consideren el programa y se junten con los millones de otros en oración así que seremos victoriosos.

Sinceramente en Cristo,

El Sumamente Reverendo John J. McRaith

Obispo de la diócesis de Owensboro




Adopcion Espiritual

jueves, febrero 09, 2006

El holocausto de embriones


Se acaba de cumplir el 25 aniversario de la implantación de la fecundación in vitro, y, aunque han nacido por este método más de un millón de niños en el mundo occidental, muchos otros han quedado olvidados en congeladores

Además de los exiguos resultados de la fecundación in vitro (FIV), hay otro aspecto más lamentable: el enorme problema que representan los embriones que se pierden, olvidados en congelación, destruidos por la manipulación, reducidos tras la implantación o sacrificados para fines distintos a los reproductivos.

Se están creando centros para la investigación con células de origen embrionario en Andalucía, Valencia y otras regiones. Además, se está procediendo a la aprobación en España de proyectos de investigación que implican la mal llamada clonación terapéutica, y se espera para los próximos meses la tramitación de una Ley, impulsada por el actual Gobierno, que desarrollará y ampliará el Real Decreto 2.132, de 29 de octubre de 2004, por el que se establecían los «Requisitos y procedimientos para solicitar el desarrollo de proyectos de investigación con células troncales obtenidas de preembriones sobrantes». Una ley que es previsible que deje en manos de los investigadores la utilización e, incluso, la producción de nuevos embriones, para su uso sin restricciones con fines de investigación, y una puerta abierta hacia la eugenesia.

¿Son los embriones seres humanos reales, o simples conglomerados de células? ¿Qué hacer con los embriones sobrantes, producto de reproducción in vitro? Por definición, en biología sabemos que un embrión constituye la etapa inicial de la vida de un ser vivo. Si se habla de embriones humanos se trata de vidas humanas nacientes. De esto no caben dudas ni es ético alimentarlas. En los últimos años, se han acumulado pruebas científicas irrefutables desde la genética, la biología celular y la embriología.

En primer lugar, en el cigoto se constituye la información del genoma individual, o sea, la identidad genética, el conjunto de la información sobre cómo va a ser (es ya) el nuevo individuo humano. Desde la concepción, una vez fusionados los núcleos gaméticos materno y paterno, queda determinado todo sobre las características del nuevo ser humano y que ya no variarán hasta la muerte. La expresión de estos genes irá aflorando a medida que llegue su turno durante el desarrollo.
En segundo lugar, desde la biología celular, los trabajos de la doctora Magdalena Zernicka-Goetz, en el Wellcome/Cancer Research (Cambridge, Inglaterra), publicadas en Nature hace dos años, demuestran que, «en la primera división celular, ya existe una memoria de nuestra vida». En ese instante queda determinado el plano general del desarrollo del ser recién concebido.

De cumplirse las condiciones necesarias, el embrión irá atravesando los diferentes estadios morfogenéticos hasta el nacimiento. Al cabo de 4, 5 días presentará el estado de blastocisto y tendrá la forma de una bola hueca, en cuyo interior presentará una masa de un centenar de células, de las que surgirán todos los tejidos y órganos, que empezarán a formarse superada la anidación en el útero materno.
La anidación es el primer paso para una gestación. Proporciona la oportunidad al embrión de que se complete su programa de desarrollo, establecido en su genoma individual desde el momento de la concepción. A partir de esta etapa crucial, se acentúa la relación y dependencia entre el embrión y el ambiente materno, pero la cualidad de vida humana ya existía desde el principio. Un embrión no acogido en su momento en el ambiente materno se detiene, se colapsa en su desarrollo y muere, a menos que se le congele. Pero la congelación es otra fuente de problemas. Tras 25 años de FIV, se supone que existen más de 1.500.000 embriones congelados en todo el mundo, de ellos, unos 200.000 en España. ¿Qué hacer con ellos?

Dignos desde su origen


Partamos de la base de que la condición de vida humana es independiente del origen del embrión. La artificialidad de su producción o de su conservación no altera ni su naturaleza biológica ni su dignidad de vida humana. Frente a la situación planteada por la acumulación de vidas humanas congeladas, se han propuesto varias posibles soluciones: la ideal es la primera, la devolución a la propia pareja de la que procedan, para futuros embarazos. La segunda, la adopción por otra pareja diferente, sería aceptable si se piensa en los embriones congelados, pero habría que regular el procedimiento para evitar los abusos comerciales, o la compra-venta de úteros de alquiler.

La tercera, dejar morir a los embriones manteniéndolos en estado congelado, es muy discutible, pues han sido creados para la vida y no puede considerarse ético; no hay una diferencia clara entre dejar morir o matar. El cuarto supuesto, la utilización para la investigación, es inaceptable desde todos los puntos de vista, ya que se trata de sacrificar los embriones sin darles la más mínima oportunidad, y además no hay necesidad de ello. Hoy, todas las investigación básicas sobre temas de desarrollo embrionario son fruto de trabajos experimentales realizados con animales, que nos ofrecen las mismas posibilidades de avanzar en el conocimiento, y no plantean problemas éticos. Pero, sobre todo, para las aplicaciones biomédicas y clínicas no hay por qué recurrir a las células madre embrionarias. Tras varios años de investigación, no han dado ningún resultado aceptable. La alternativa más eficaz son las llamadas células madre adultas, extraíbles de tejidos somáticos de los propios pacientes a tratar, ante un problema de un tejido deteriorado, y que por lo tanto no requieren el sacrificio de embriones.

Profesor Jouve de la Barreda
catedrático de Genética, de la Universidad de Alcalá

Alfa y Omega

Adopcion Espiritual

miércoles, febrero 08, 2006

Congreso estadounidense pide que se reexaminen de inmediato efectos del aborto en la mujer



Congreso estadounidense ha pedido al director de los Institutos Nacionales de Salud que se reexaminen de inmediato efectos del aborto en la mujer

Un estudio en Nueva Zelanda demuestra que existe una tendencia mucho mayor entre estas mujeres al suicidio, la depresión grave, los trastornos de ansiedad y la drogodependencia.


Aquí está enlazado el testimonio ante el subcomité de una Doctora en Derecho.

Noticia en inglés de www.culture-of-life.org

Una subcomisión del Congreso estadounidense ha pedido al director de los Institutos Nacionales de Salud que se reexaminen de inmediato los efectos que provoca el aborto en la mujer. Como ya publicó Análisis Digital, un estudio en Nueva Zelanda demuestra que existe una tendencia mucho mayor entre estas mujeres al suicidio, la depresión grave, los trastornos de ansiedad y la drogodependencia. El Congreso pregunta si hay en los Estados Unidos estudios de comparable rigor que afirmen lo contrario o si las norteamericanas, sencillamente, son distintas.

Hace 17 años, Everett Koop, entonces Cirujano General de Estados Unidos (entre cuyas funciones está la de articular políticas de salud públicas a partir de conclusiones científicas) dijo al Presidente Reagan que no había suficiente base empírica para afirmar o descartar la existencia de un vínculo entre el aborto y la depresión. La American Psychological Association negó después que el aborto causara trastornos psicológicos, y ésta es, hasta el día de hoy, la ‘doctrina oficial’ a la que se atienen los legisladores norteamericanos.

Koop sintió que su dictamen había sido intencionalmente malinterpretado. En 1989, escribió una carta a Bush padre en la que le pedía que se elaborara un estudio capaz de responder a la cuestión que le planteó Reagan. Para ello se requería hacer un seguimiento de un gran número de mujeres desde la infancia hasta la edad adulta. Algunas de ellas abortarían, por pura deducción estadística. Y entonces, al comprobar los efectos del aborto, habría suficientes elementos para poder descartar variables socioeconómicas o mentales como desencadenantes. El segundo aspecto es especialmente importante, ya que los abortistas defienden que los problemas de salud mental conducen al aborto y, además, lo justifican, pero se niegan a admitir siquiera la posibilidad de que esos trastornos mentales hayan sido provocados por éste.

Muchas peticiones como la de Koop han sido desatendidas. La respuesta ha llegado finalmente de Nueva Zelanda. El doctor David M. Fergusson, psicólogo que se define como “pro abortista, ateo y racionalista”, ha demostrado que existe una tendencia mucho mayor entre las mujeres que abortan al suicidio, la depresión grave, los trastornos de ansiedad y la drogodependencia. La Subcomisión del Congreso norteamericano sobre Justicia Penal, Política Antidrogas y Recursos Humanos, que tiene también competencias en asuntos de investigación científica y bioética, otorga una “alta credibilidad” a las conclusiones de Ferfusson, ya que se basan en un estudio longitudinal con más de 500 mujeres desde el nacimiento hasta la edad de 25 años. Además, Fergusson se basó en entrevistas a casi 13.000 mujeres.

El congresista republicano Mark Soulder, presidente de la Subcomisión, pregunta al director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) si hay “estudios con un rigor metodológico comparable publicados acerca de las mujeres estadounidenses”, o si existe “alguna razón significativa que sugiera que las conclusiones de Nueva Zelanda variarían con mujeres de Estados Unidos”.

Soulder no aceptará una evasiva por respuesta. “Llamo la atención sobre el hecho de que esta Subcomisión hizo un requerimiento a los NIH el 8 de octubre de 2002 relacionado con la crítica cuestión de las investigaciones con células madre, al cual no recibimos respuesta hasta el 18 de junio de 2004… No permitiremos que la presente demanda (sobre el aborto) se retrase, y estaremos en comunicación permanente con el Ministerio para que la respuesta llegue a tiempo y sea rigurosa”. El plazo expira a finales de febrero.

Patrick Fagan, investigador de la Fundación Heritage, adelanta ya una respuesta: “Por lo que yo sé, no tenemos nada que pueda compararse” al estudio de Ferugusson. Podríamos estar, pues, a las puertas de un cambio de doctrina en el país al que el mundo entero mira como referencia.
Adopcion Espiritual

El mito del preembrión




El Congreso de los Diputados conocerá mañana el Informe de la Comisión sobre la Ley de Reproducción Asistida. El autor, catedrático de Anatomía Patológica antes que bioético, se refiere al origen del término preembrión y a cómo la embriología reciente está superando las ideas viejas.

El preembrión, conviene decirlo así de claro, es una ficción, un mito, un desfiguramiento de la realidad. Y es también un anacronismo. Y, sin embargo, parece que pronto lo vamos a ver embutido por segunda vez en nuestra legislación. Nuestros diputados lo harán por decreto y credulidad, no por ciencia. En este breve artículo trataré de hacer un esbozo de la compleja historia del mito. Me gustaría que sirviera para iniciar, en las páginas de DM, un diálogo clarificador con quienes piensan de otro modo.

El lugar de nacimiento de un concepto
La expresión pre-embrión fue acuñada por Penelope Leach, psicóloga y autora de deliciosos cuentos infantiles, en una sesión de la Voluntary Licensing Authority británica, en 1985. Pero, antes de creada la palabra, existía ya el concepto. Se hablaba tiempo atrás de que, en el curso del desarrollo del ser humano, los primeros catorce días son un tiempo especial, pues en ellos el embrión carece de los caracteres ontológicos o biológicos que titulan para el trato que se da y los derechos que se asignan a los otros seres humanos.

No fueron médicos, biólogos, juristas o filósofos los inventores del concepto, sino ciertos moralistas católicos desengañados por la doctrina de la Encíclica Humanae vitae, de Pablo VI (1968). En ella, el Papa no habla ni de píldora ni de embriones. Pero estaba claro ya entonces que la píldora y los dius podían impedir la anidación. Para declarar inocentes esos procedimientos de contracepción era necesario implantar la idea de que malograr embriones humanos de menos de dos semanas era acción moralmente irreprochable.

Y, así como ciertos organismos médicos (el ACOG, la FIGO y la OMS) recurrieron a redefinir la gestación para que nadie pudiera hablar de abortos contraceptivos, los moralistas echaron mano de la gemelación monocigótica como argumento irrefutable para mostrar que el embrión de menos de 14 días carece de consistencia metafísica, biológica y ética. Razonaban así: todo hombre es un ser individual, uno y único; es así que el embrión puede, hasta los 14 días, dividirse en dos o más individuos; ergo, el embrión de menos de 14 días no es todavía un ser humano individual de pleno derecho. De ese modo, y en contra de la doctrina de Humanae vitae, el uso de la píldora podría tenerse por lícito.


El salto al mundo secular

En 1979 el Comité Asesor de Ética del Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos recibió el encargo de determinar si y en qué condiciones se podía subvencionar con dinero federal la investigación sobre fecundación in vitro. El año anterior, 1978, había nacido en Inglaterra la primera niña probeta. Formaba parte del Comité el padre Richard McCormick. Él ha contado cómo, apoyándose en un extenso informe encargado por el comité al teólogo moral Charles E. Curran, propuso introducir en las recomendaciones finales del comité que la investigación sobre embriones humanos de menos de 14 días fuera tenida como norma pública aceptable. De este modo, el concepto de los moralistas entró en la bioética secular, donde triunfó de modo arrollador.

Del trampolín del Comité Asesor norteamericano, la idea de los 14 días saltó al Estado de Vitoria, en Australia (Comité Waller, 1982) y al Reino Unido (Comité Warnock, 1984). Sobre la marcha, al argumento de la gemelación monocigótica se sumaron otros. Los australianos distinguen el día 14 como momento en que "se forma la línea primitiva y entonces es claramente evidente la diferenciación del embrión". Eclécticamente, el Informe Warnock acumula razones en el día 14: es el comienzo del desarrollo individual porque ya no cabe gemelación después de él, porque la línea primitiva es el resello de esa individualidad, porque ese día marca la terminación del estadio implantatorio.

Después de Warnock, el concepto de preembrión y la divisoria de los 14 días obtuvieron un crédito muy amplio, casi universal: se han convertido en artículo de fe de normas éticas y reglamentos legales.

Un concepto que amenaza ruina
Impera en los libros de texto de Embriología y Obstetricia una doctrina sobre la cronología de la gemelación en 14 días, basada en la correlación entre momento supuesto de fisión del embrión y estructura de las envolturas fetales. Se trata de una mera hipótesis, cierto que sumamente racional, pero jamás demostrada. Es uno de esos idola tribus médicos, que duran y se transmiten, pero que nadie comprueba. Por lo que dan a entender las recientes investigaciones sobre la compleja arquitectura del embrión inicial, es, muy probablemente, falsa.

La línea primitiva no marca el comienzo de la diferenciación. Ésta viene de mucho antes. La embriología reciente (ver, p. ej., Smith A. The Battlefield of Pluripotency. Cell 2005;123:757-760) está haciendo polvo muchas ideas viejas: la del cigoto como una esfera amorfa, la de la mórula como un colectivo de blastómeros idénticos entre sí, la del blastocisto como yuxtaposición de dos poblaciones. En éste están definidos ya el trofectodermo, el endodermo primitivo, el epiblasto. La línea primitiva marca simplemente el lugar de migración de esas células, pero no es, como se pretende, una especie de artilugio que induce la primera diferenciación celular en el embrión.

Y ¿qué decir del final de la implantación? Datarlo hasta el día 14 es una exageración. Con una mirada libre de prejuicios, los cortes histológicos de embriones muy jóvenes muestran que eso ocurrió unos cuantos días antes. Es poético, no científico, decir que sólo el día 14 la anidación se constituye en símbolo de la aceptación materna.

Poder legislativo y razón científica
En 2006, un parlamento que diga que "a efectos de esta Ley, podrán usarse embriones humanos de menos de 14 días en proyectos de investigación aprobados por los organismos competentes" estará ejerciendo su potestad, políticamente correcta, aunque censurable éticamente. Incurriría, en cambio, en un abuso si sostuviera que la norma se basa en el concepto científico de preembrión. No vale hoy ese concepto. No son válidos los argumentos que ligan día 14 con la gemelación monocigótica como marcador de la individualidad, con la formación de la línea primitiva como marcador de la diferenciación del embrión, con el término de la anidación como símbolo de aceptación.

En una tribuna de DM el espacio disponible es siempre poco; hay que hablar esquemáticamente. Lo que he querido decir es sencillo: la noción de preembrión es una idea política con pies científicos de barro. El progreso de la embriología es la piedra que rodó monte abajo y rompió el pedestal de barro. El constructo se ha derrumbado. ¿Por qué mantener un muerto en la legislación

Gonzalo Herranz.
Profesor honorario. Profesor honorario. Departamento de Humanidades Biomédicas. Universidad de Navarra.

Adopcion Espiritual

martes, febrero 07, 2006

Un ambiente familiar que cuida la educación en las virtudes y valores previene las conductas violentas en los menores


¿Es propio de un joven quemar a una persona intendionadamente? El catedrático Salvador Cervera considera que "hay factores de tipo familiar" que explican esta conducta

La violencia juvenil se relaciona con quema de papeleras y contenedores volcados. Sin embargo, las últimos ejemplos en nuestro país han superado con creces los meros destrozos urbanos. ¿Realmente es normal que una mente sana decida quemar viva a una persona premeditadamente? En España ya ha ocurrido y la "práctica" se ha desplazado a otros países como Francia. Un grupo de expertos debaten sobre la causa de la conflictividad entre los jóvenes con motivo de las XXXIV Jornadas de Centros Educativos, en la Universidad de Navarra.

El obispo de Málaga, monseñor Dorado, ya dio cuenta de las causas y consecuencias de esta situación en una carta pastoral, que AnálisisDigital dio a conocer el veintiséis de enero, en la que señalaba: "El aniquilamiento de la reflexión, de la educación en valores y de toda fe religiosa lleva a la destrucción del alma de la persona."

En este sentido, el catedrático de Psiquiatría Salvador Cervera, ponente de las Jornadas, también considera que a pesar de que "la herencia es un factor importante en las conductas agresivas, hay factores de tipo familiar y social que modulan la herencia genética hasta el punto de evitar que la violencia aflore".

El experto en Psicología Médica rechazó que exista un determinismo referido a las conductas violentas. En su opinión, una de las claves para prevenir la agresividad es "un ambiente familiar que cuida la educación en las virtudes y valores y que no busca satisfacer tan sólo las necesidades inmediatas".

Un factor relevante, que recogió en su ponencia la profesora María del Carmen González-Torres, es la "espiritualidad". Como señaló monseñor Dorado, a menudo los episodios de violencia se dan en colectivos de jóvenes que "no tienen una orientación ética ni religiosa que les enseñe a descubrir lo mejor".

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