domingo, diciembre 23, 2007

El juez reactiva la investigación sobre fetos de siete meses con aire en los pulmones

DOMINGO PÉREZ. MADRID.

El Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid ha decidido reactivar la investigación de los fetos de más de siete meses encontrados en febrero de 2006 entre la basura de varias clínicas abortistas madrileñas para dilucidar si, como se sospecha, tenían aire en sus pulmones, lo que daría un giro macabro a las investigaciones judiciales y policiales que se llevan a cabo.

¿Qué importancia se le puede otorgar a este, en apariencia, nimio detalle? Un pediatra que prefiere no aportar su nombre explica para ABC las diferencias entre la respiración fetal y la de los neonatos. «El principal objetivo —señala— de la respiración es proporcionar oxígeno a la sangre y eliminar el CO2. El feto no lo necesita porque las arterias y venas umbilicales se encargan de ello. Por el ombligo, el feto está unido al sistema circulatorio de la madre que se encarga de hacerlo por él».

«En el seno materno, el feto tiene los pulmones llenos de líquido amniótico. En el momento del parto —prosigue— los pulmones se expanden, el líquido amniótico se reabsorbe, cambia la circulación del niño y los alveolos pulmonares del niño se abren para permitir la respiración autónoma. Nada más nacer, se pone en marcha todo este proceso».

Ahí se encuentra el «quid» de la cuestión. Respirar. Introducir aire en los pulmones. Esa es la liviana, casi imperceptible frontera que separa lo que sería un aborto legal de un supuesto homicidio. En el fondo, no deja de ser una hipocresía moral, pues como indica el doctor Josep Maria Simón, presidente de Médicos Cristianos de Cataluña, «nadie inteligente puede ver que haya diferencia entre que sea legal matar a un niño de siete u ocho meses si no ha nacido o ilegal si se encuentra fuera de la madre».

Este mismo planteamiento es el que ha llevado al diputado del PP Jorge Fernández Díaz a afirmar, en declaraciones a RNE, que «en España se practican abortos en madres que se encuentran en el sexto, séptimo y octavo mes de embarazo, lo que supone un infanticidio».

En cualquier caso, desde el punto de vista legal sí hay matices. Javier Pérez-Roldán, presidente del Centro Jurídico Tomás Moro, los explica: «El Código Civil señala que para considerar a un recién nacido “persona” deben transcurrir 24 horas desde la salida del seno materno». «Sin embargo —aclara—, a efectos penales un recién nacido sí es persona en el mismo momento en que nace, siempre que ese nacimiento pueda considerarse viable. Es decir, que poco importa que nazca tras seis, siete u ocho meses gestación. Es considerado persona en el que sí puede sobrevivir por sus propios medios sin la dependencia de la madre. Es verdad que en los casos prematuros los bebés necesitan estar en incubadoras, pero para ellos no es imprescindible estar dentro de la madre. De acuerdo con el Código Penal, acabar con la vida de un bebé una vez que ha nacido es un homicidio».

Y se retorna a la respiración. Para los médicos, es la prueba irrefutable de que un bebé ha nacido vivo. La discusión no deja de resultar dura. ¿Cómo puede un segundo marcar la legalidad de la ilegalidad? ¿Si el médico mata al feto a punto de salir cumple con la ley y si lo hace justo después no?

Cuestión moral y ética (y penal) que viene a cuento tras los descubrimientos efectuados por el Seprona de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil en febrero de 2006. Localizaron en varias clínicas madrileñas restos humanos en la basura (se habla de un centenar), desechos clínicos de todo tipo, medicamentos inductores al parto y numerosos datos personales de las mujeres que abortaban, nombres y teléfonos. Como ya adelantó ABC, algunos de los niños encontrados en la basura fueron enviados al Instituto Anatómico Forense, que certificó que había fetos que superaban los siete meses.

Siete fetos con aire

El atestado fue presentado por el Seprona ante el Juzgado de Instrucción número 6, el 21 de febrero de 2006. Pese a las evidencias encontradas, la causa fue archivada y reabierta posteriormente por el Juzgado de Instrucción 47, aunque se encuentra bajo secreto sumarial. La Comunidad de Madrid tampoco adoptó entonces ninguna medida. Es este último Juzgado el que ha reactivado el caso y, en concreto, investiga si entre la docena de fetos por encima de los siete meses de gestación encontrados, varios de ellos, al menos siete, tenían aire en los pulmones.

El doctor Simón, que ha seguido muy de cerca todas las indagaciones realizadas por los grupos pro-vida, incluida la búsqueda de pruebas en la basura, diferencia la forma de actuar del ginecólogo, Carlos Morín, ahora encarcelado, y las técnicas abortivas que se utilizaron para acabar con los fetos hallados en las clínicas madrileñas y ahora reinvestigadas.

«Morín —indica—, para realizar abortos “sin límite”, su especialidad (por encima de 24 semanas y hasta más allá de ocho meses), prefería, y así se lo explicaba a las madres, inyectar en el bebé, cuando aún se encontraba en el vientre, digoxina, un fármaco que se usa en los mayores para problemas de corazón, pero que en un feto origina la muerte por paro cardiaco. Luego provocaba el parto».

Este sistema es arriesgado. La sustancia inoculada puede originar problemas en la madre e incluso matarla, pero Morín era un virtuoso de esta operación y «prometía a sus pacientes absoluta seguridad». Tal vez por el riesgo a dañar a la madre, abortistas de menos pericia preferían otras fórmulas. «En una de las clínicas de Morín, en la que durante un tiempo se utilizó una trituradora para deshacerse de los restos, se sospecha que algunos ginecólogos sacaban a los niños, los agarraban por el cuello para que no gritaran (o no respiraran) y, medio asfixiados, los arrojaban a una picadora gigante, directamente conectada al desagüe», recuerda. «Sin embargo —concluye—, en Madrid lo que sucedía es que después de inducir al parto a las mujeres, a los bebés de más de 24 semanas los sacaban vivos y los mataban inmediatamente después de salir, por eso tenían aire en los pulmones, síntomas de haber respirado. En cualquier caso, para mí tan “infanticida” es un método como el otro».

Adopcion Espiritual

Testimonio de Fernando y sus experiencias con el aborto



Mi vida ha sufrido un cambio total a raíz de todas mis experiencias con el aborto.


Mi vida ha sufrido un cambio total a raíz de todas mis experiencias con el aborto. La primera de ellas sucedió a mediados de los años ochenta. Ni siquiera sé si entonces ya estaba despenalizado el aborto en los tres supuestos. El hijo no era mío, pero lo sentí como si lo fuera porque la madre era una amiga muy cercana. Yo tenía por entonces 25 años y ella 20. Me pidió ayuda porque se había quedado embarazada. Estaba terminando sus estudios y no quería tenerlo. No sé si su compañero lo sabía. Era verano y estábamos varios amigos en el pueblo. Y de repente, uno de ellos comentó que conocía a una médico que practicaba abortos en casa por unas treinta mil pesetas. El dinero no fue problema, parece que te viene sin pedirlo. Después de pensarlo, decidimos llamarla. Lo organizamos en casa de una amiga de la chica y la médico nos aseguró que no pasaría nada. En caso de que ella tuviera una hemorragia, bastaría con llevarla al hospital sin dar explicaciones. Pensándolo después, el hospital más cercano estaba a ochenta kilómetros. Fue una auténtica locura.



Organizamos todo entre una habitación y la cocina. La doctora empezó a sacar instrumentos que cocimos en cacerolas y comenzó la operación, que duró cuatro horas. Fue horrible: el legrado se complicó, la chica perdió mucha sangre y sufrió muchísimo. Fue un milagro que no le pasara nada, porque los instrumentos se mezclaban con cosas de la cocina y las condiciones higiénicas dejaban mucho que desear. De hecho, siempre pensé que esa chica nunca podría tener hijos. Afortunadamente me equivoqué: hoy está casada y es madre.



Yo estaba en el salón en un estado de nerviosismo extremo. La médico se marchó al día siguiente, y allí nos quedamos una amiga y yo para cambiarle las compresas, pues perdió muchísima sangre.



Aún hoy lo recuerdo como una carnicería. Y siempre igual: casi nadie se enteró. Silencio total. Me juré a mí mismo que jamás volvería a aceptar algo así. Quién me iba a decir a mí que la vida me depararía más encuentros con el drama del aborto…



Tiempo después, me fui a vivir con la que sería mi pareja durante cuatro años, Teresa. Al comenzar nuestra relación se colocó el DIU, y no sabemos cuántos abortos provocados por él vivimos sin darnos cuenta. Pero la relación empeoró con el tiempo y yo buscaba la manera de romper con ella, que por entonces ya vivía en otra ciudad. Cuando me trasladé a Córdoba conocí a una chica llamada Elisa, con la que tuve «un desliz». Emocionalmente era una manera de empezar a romper con Teresa. Al poco tiempo Elisa me comunicó que estaba embarazada. Yo ya lo intuía, porque jamás usaba preservativo, confiaba en el coitus interruptus, o quizá en la buena suerte. Mi primera reacción fue insistir en que siguiera adelante con el embarazo y que le diera importancia a la vida, aunque también le expliqué que no me podía comprometer a llevar con ella el embarazo, pues teóricamente aún tenía pareja, Teresa. Aun así, reconozco que no tenía muchas esperanzas de que Elisa continuara adelante con él. De todos modos, ella no me estaba pidiendo ningún consejo, simplemente quería que yo lo supiera.

Poco tiempo después me avisó de que tenía cita en una clínica para abortar.



Elisa estaba convencida de que el niño hubiera sido un estorbo para nuestra relación y que, de tenerlo, sería una obligación para los dos y así no saldría nada bien. Hoy estoy seguro de que si hubiera sido firme en mi postura ella hubiera tenido al niño.



Quise acompañarla a la clínica, pues sentía que también era «mi problema». Fuimos con una amiga de ella. Yo estaba muy nervioso. Incluso Elisa trató de tranquilizarme, aunque no lo consiguió. Quise pasar con ella a hablar con el médico o el psicólogo, pero no me dejaron. El ambiente era muy serio y tenso, recuerdo haber estado todo el tiempo rezando Padrenuestros. Por aquel entonces, aunque abortar no era una alegría, en el ambiente en el que nos movíamos era algo aceptado por la teórica «libertad sexual» que todos teníamos, pero prácticamente no se lo dijimos a nadie. Parecía que abortar era muy moderno; aun así supongo que nos daba vergüenza. Todo fue muy rápido: llegamos a las once de la mañana y antes de comer salíamos por la puerta como si nada hubiera pasado.

Al poco tiempo, nos fuimos los tres (Elisa, su amiga y yo) de viaje pensando en distraernos.



Elisa y yo volvimos a tener relaciones, a pesar del riesgo evidente de hemorragia. Y así nos engañamos los dos con la idea de que, eliminando al niño, podríamos vivir nuestro amor sin ataduras; pensábamos que podía ser una obligación para estar juntos, un estorbo. No pasó mucho tiempo cuando nos dimos cuenta del engaño, porque tras el aborto yo seguí mi relación con Teresa y ella continuó sola. Nos vimos alguna vez más, pero a partir de entonces nos separó ese acto contra natura, ese muro vergonzoso que sólo se supera aceptando lo mal que has actuado. Varios años después, reconocí ante Elisa que me arrepentía verdaderamente de aquel aborto. Ella me escuchó, pero no me dijo nada parecido. Creo que hoy sigue pensando que el aborto es una opción como tantas otras.





Mi tercera experiencia con el aborto fue aproximadamente dos años después. Hacía tiempo que había terminado mi relación con Teresa, y también había tenido otro noviazgo tempestuoso que había durado unos meses. Necesitaba estar en soledad, pero dejé embarazada a una amiga, Carolina, después de acostarnos juntos sin usar preservativo. Ella me había asegurado antes que no pasaría nada, porque aún tenía la menstruación. Cuando me llamó para comunicarme la noticia yo no podía creerlo: Carolina ya tenía dos niños más. Me quiso hacer creer que el niño no era mío, pero yo sabía que no era cierto, desde el primer momento lo presentí. Aun así, me refugié en la duda de paternidad para no plantearle el tema de seguir con el embarazo y la acompañé a la clínica para abortar. Todo fue igual de rápido. Yo no hablé con nadie y nadie me preguntó nada. Simplemente estuve con ella en la habitación donde tenía que descansar después de la intervención. Después me limité a conducir y llevarla a su casa. Cuando pienso en lo cruel que fui, en el fondo siento pena de mí mismo.



Llegué un viernes, el sábado la acompañé a la clínica y el domingo volví a mi casa. La dejé allí acostada sola, con sus hijos… Recuerdo bien ese domingo que volvía a mi casa: era como volver con las manos manchadas de sangre y no tener absolutamente nadie a quien contárselo, porque no podría consolarme nadie. Fue un vacío horrible, no tiene comparación alguna con otros momentos de soledad y desesperación que he tenido en mi vida. Una sensación de soledad sin solución, una vivencia de muerte en vida.



No hablé con nadie: se entendía que el aborto era una cosa muy personal de la mujer y que no tenía derecho a comentar nada, ni siquiera mis angustias o mis dudas. Además tenía que aparentar fuerza, puesto que ese era teóricamente mi papel, el de hombre. Cuando lo pienso, me dan ganas de gritarme a la cara lo cobarde que fui al no decir las cosas que sentía de verdad. Todo por intentar vivir un progresismo falso y lleno de egoísmo. Varios años después, Carolina me confesó que se había hecho una ligadura de trompas por temor a vivir otra vez la experiencia del aborto. También reconoció que hubiera tenido el niño si yo se lo hubiese pedido. Lo peor de todo es que yo lo sabía perfectamente.



Ella no ha vuelto a conseguir la estabilidad emocional con ningún hombre. Quizá ese hombre era yo y no quise. Siempre he pensado que se me han concedido muchos regalos, entre ellos buenas oportunidades con mujeres bondadosas. Pero yo las desaproveché todas, de manera consciente o inconsciente. Si ella hubiera tenido el niño, estoy seguro de que habríamos seguido juntos como pareja.





Mi cuarta experiencia con el aborto llegó sin ni siquiera verla venir, en un momento en el que creía haber llegado a cierta estabilidad emocional al lado de Rebeca, una mujer que sabía lo que quería, equilibrada, con ilusión de empezar una nueva vida después de un fracaso matrimonial y una depresión. Queríamos formar una pareja estable, incluso habíamos pensado en casarnos. Era católica y volví a ir a la iglesia por ella. Todavía recuerdo los momentos de paz al estar sentados en los bancos, mientras escuchábamos las homilías llenas de esperanza que el sacerdote pronunciaba. Pero yo aún no había traspasado ese límite en el que uno se da cuenta de que la fe empieza a bullir en el interior…



Ella decidió empezar a usar pastillas anticonceptivas. Todo comenzó cuando, en una visita al ginecólogo, le detectaron un problema por el que tuvo que dejar de tomarlas durante un tiempo: el justo para quedarse embarazada. Al principio no nos lo creíamos. Yo me sentía más seguro que con ninguna otra relación y la idea no me aterrorizaba. Pero a Rebeca, para mi sorpresa, le preocupaba muchísimo. La descompuso totalmente, no entraba en sus planes. No he podido comprender nunca el porqué de ese terror ante la maternidad. Siempre lo he justificado pensando que ella era la mayor de una familia ante la que debía aparentar una vida normal. Me llamó mucho la atención el día en que Rebeca me aseguró que la decisión del aborto estaba tomada y que yo no tendría que preocuparme de nada. Y yo, como siempre, callé. Maldito silencio. Todo por adoptar una posición progresista, todo por no contradecir sus «derechos». En el fondo era como una reacción de hombre, hacerme fuerte en la adversidad porque, en teoría, era lo que Rebeca esperaba de mí. Yo estaba triste, andaba cabizbajo, pensando que el aborto no traería nada bueno… Pero no hicimos nada.



Cuando fuimos al ginecólogo encargado del aborto nos explicó que debíamos esperar un mes más hasta que el feto fuera lo suficientemente grande como para verlo en la ecografía y poder practicar con eficacia la succión, que sería el método empleado para interrumpir el embarazo. Pensé que el retraso podría ser una esperanza para que, al final, Rebeca no abortara. Pero al cabo de un mes volvimos a la clínica, donde se volvió a practicar otro asesinato, la misma tragedia. Y a las once de la mañana ya estábamos desayunando en una cafetería cercana como si no hubiera pasado nada. Y de repente, meditando sobre este nuevo evento tan trágico, comprendí el mensaje: no podía seguir jugando a ser un niño que no tiene responsabilidad alguna en sus actos.



Aunque Rebeca vino ese fin de semana a mi casa para descansar, yo fui a la Romería de la Virgen de Ubidot. Sabía de sobra lo mal que estaba hacer eso en aquellos momentos, pero me fui. No sé cómo me atreví a presentarme en ese lugar sagrado después de haber despreciado una nueva vida que se nos había regalado… Cuando volví a mi casa, Rebeca se había marchado a la suya. Y yo no fui corriendo a buscarla, como si pretendiera convencerme a mí mismo de que lo que habíamos hecho no era tan grave. Pero algo esencial se rompió para siempre. Tiempo después empecé a ir a un psicólogo porque las cosas entre Rebeca y yo no iban bien. Me aconsejó que me distanciara un poco de ella para ver con más claridad qué era lo que quería hacer con mi vida. Pero ella lo entendió como un intento de romper nuestra relación, y poco tiempo después acabó definitivamente.





Si he sido capaz de contar este testimonio, ha sido para evitar que pueda ocurrirle lo mismo a otras personas por desconocimiento o por dejarse llevar. También lo hago para pedir públicamente perdón a aquellas mujeres ante las que no tuve la valentía de portarme como un amigo y como una persona valiente en circunstancias difíciles. Yo no defendí la verdad, que es el único camino de liberación para el ser humano. Debemos empezar a llamar las cosas por su nombre: el aborto es un asesinato, ante el que no queremos asumir el papel que nos ha tocado por naturaleza ni la responsabilidad por nuestros actos.



A los amigos que me dijeron que no pasaba nada, querría decirles que no es cierto: sí pasa. Llevaré esos abortos en la conciencia toda mi vida. Han repercutido en ella de manera negativa para siempre. Sé que, como hombre, he vivido estas situaciones un poco «al margen», ya que las mujeres lo siguen viendo como algo exclusivamente suyo, lo cual es un problema: el padre tiene todo el derecho a intentar que la mujer siga adelante con su embarazo, porque el niño es de ambos.



Reflexionando sobre lo que hubiera podido ayudarme a que esto no hubiera pasado en mi vida, he encontrado varias cosas. Primera, una educación sexual sana. Cuando comencé a tener relaciones sexuales lo hice para pasármelo bien, sin pensar en las consecuencias. Como la píldora era ya muy usada, podía tener relaciones sexuales sin preocuparme. Me ha costado mucho tiempo darme cuenta de que el sexo no puede desligarse del alma. Está unido al espíritu del hombre y de la mujer. Aunque pretendan engañarnos, el hombre y la mujer sufren cuando viven el sexo sin amor, pues es una manera de violentarse.



La segunda cosa que me habría ayudado es haber hablado del tema del embarazo con más libertad con los padres, los amigos, los profesores… Hablando de ello, quizá habríamos defendido a nuestro bebé. Pero el silencio te reduce a un rincón donde no hay nadie, y del que no puedes salir hasta que no te deshagas de tu «problema».

Tercera: debería haber más asociaciones en defensa de la vida, más actos en los que se cuente llanamente la verdad —que el aborto es un asesinato—, más política social a favor de la familia, a favor de los hijos, que son la esperanza y riqueza de la sociedad. Puede que si hubiéramos visto todo esto no nos hubiésemos atrevido. No lo sé. Recuerdo una tienda de electricidad en el centro de la ciudad, en cuyos mostradores vi una vez carteles en contra del aborto. Me llamó mucho la atención. Sólo estas personas gritan con valentía lo que otros no quieren oír.

Después de todas aquellas relaciones fracasadas, me encontré con un sosiego que no esperaba, la tranquilidad de no tener obligaciones con nadie. Era como haber reconquistado la soledad que hacía años que no tenía, porque siempre me las había «apañado» para no estar solo. Mi primer paso con el psicólogo fue darme cuenta de que no podía dejar que las necesidades sexuales me condicionaran la vida, que era mejor estar solo incluso a costa de no satisfacerlas. Y empecé a sentirme bien, a mirar de nuevo en mi interior. Descubrí que mi vida había sido un completo desastre hasta ese momento.



No es cierto que para abortar haya que ser valiente. Es un simple tópico. Siempre hay otra salida: la de la vida, la que eligieron nuestros padres para que nosotros estemos hoy en el mundo. Hay esperanza si hay vida. Desgraciadamente, vivimos inmersos en la idea de que es preferible la nada al dolor. Es precisamente la lucha lo que hace que experimentemos el amor al que todos estamos llamados. Porque el amor es lo único que merece la pena en esta vida


Adopcion Espiritual

sábado, diciembre 22, 2007

Tengo 29 años, resido en Palma de Mallorca (Baleares) y aborté por el método de succión...


Aborté en junio de 1999

Me llamo Cristina Martínez. Tengo 29 años y resido en Palma de Mallorca (Baleares). Yo aborté con 21 años, llevaba 4 años de relación con el que se puede decir que fue mi primer novio (había tenido un par de relaciones cortas) y en mayo de 1999 noté que pasaba algo raro, no me venía la regla y yo sabía que estaba embarazada, no sé porqué pero lo sabía. (Ese mes estaba haciendo el descanso de la píldora).

Fui a comprar un test de embarazo con una amiga y en los lavabos de un centro comercial lo confirmé, estaba embarazada. Fue un duro golpe porque mi novio me había dejado justo 2 semanas antes, estaba hundida y el embarazo no hacía otra cosa que hundirme más.

No se lo dije a mis padres, creía que no lo iban a entender sólo escuchaba a mis amigas decirme que lo mejor era abortar, que qué hacía yo con un bebé, sola y viviendo en casa de mis padres. Llamé a mi exnovio y se lo conté, esperando, inconscientemente que me apoyara pero no lo hizo, me dijo que no era suyo, que después de 4 años había pasado justamente ahora, que era de otro y que no le cargara el muerto.

Llamé al Centro Médico Aragón, en Palma de Mallorca, y me dieron hora para el 10 de junio. Nunca olvidaré ese día, acudí con la misma amiga que me acompañó en el momento del test, no quería hacerlo, pero sentía que no tenía otra salida.

En recepción lo primero que haces es pagar. Me llamaron y me hicieron una ecografía que no vi, lo único que oí es que estaba de 7 semanas, después pasé al psicólogo que lo único que hizo fue darme una hoja para firmar, y después pasé al quirófano.

Me pusieron una inyección para que dilatara y otra de anestesia local. Después sólo recuerdo que pasé el dolor más horrible que he pasado en mi vida. Fue por el método de succión. Mientras tanto yo lloraba y la enfermera me apretaba la mano. Después me dieron algo para los mareos y un teléfono por si tenía hemorragias y me mandaron a casa.

Los primeros días estaba aliviada, me había quitado un peso de encima, no deseaba de ningún modo un bebé, pero al cabo de un mes me arrepentí de lo que había hecho. Lloraba y lloraba pero no podía dar marcha atrás, no podía devolverle la vida a mi bebé. Intentaba llevar una vida normal, nunca hablaba con nadie de ello pero yo sabía que nunca volvería a la "normalidad".

Pasados 5 meses volví con mi ex, nos fuimos a vivir juntos y fue un desastre, en el fondo no le perdonaba cómo me trató. Fue pasando el tiempo y más o menos lo sobrellevaba pero cuando llegaba junio (la fecha del aborto) o febrero que es cuando tenía que haber nacido me hundía, y cada año lo mismo...

En octubre de 2003 acababa de empezar a salir con un chico, llevábabamos un mes juntos cuando me diagnosticaron un embarazo ectópico; tuvieron que operarme de urgencias porque tenía hemorragia interna y me quitaron la trompa porque la tenía destrozada. El ginecólogo me dijo que si llego a ir 24 horas más tarde no lo cuento. Yo ni me lo imaginaba porque siempre usábamos preservativos.

Después de la operación no hacía más que darle vueltas a la cabeza pensando que era culpa mía, que por haber abortado tenía estos problemas y que nunca podría tener un bebé.

Actualmente llevo 7 meses viviendo con un chico que conocí en el 2005 y nos va muy bien. Hace unos meses empecé a encontrarme mal, el corazón me latía más rápido, me mareaba, estaba muy cansada... solamente tenía 2 días de retraso pero en urgencias me hicieron la prueba en sangre y salió positivo. Nos fuimos a casa contentos, aunque fuera inesperado, los dos queremos tener niños aunque queríamos esperar un tiempo.

Al cabo de dos días la felicidad se convirtió en desgracia, empecé a tener pérdidas, fui a urgencias pero nada se pudo hacer: un aborto espontáneo dijeron. Yo estaba hecha polvo, pensaba que era un castigo de Dios por haber hecho lo que hice, mi novio intentó quitarle importancia, decía que esas cosas pasan y que yo no tenía la culpa (él sabe lo del aborto y lo del embarazo ectópico).

Ahora sólo espero que la próxima vez vaya todo bien, no estamos intentándolo pero la verdad es que tampoco nos importaría, pero yo cada vez estoy más convencida de que no podré tener niños, además sólo tengo una trompa y aunque el ginecólogo me dice que eso no es problema yo creo que debe de haber menos posibilidades.

Sé que no es un castigo de Dios, eso lo piensas en los momentos de desesperación, en los que no ves una salida porque crees que has arruinado tu vida y la de otro ser que comenzaba a vivir en tu interior.

Desde luego si hubiera sabido que lo que había dentro de mi ya era un ser vivo no lo hubiera hecho, pero "milagrosamente" en esas "clínicas" si se las puede llamar así, nunca hay lista de espera, llamas y como muy tarde tienes hora a la semana siguiente, no tienes tiempo para pensar, para tomar una decisión... No te hacen preguntas, simplemente se limitan a hacerlo y punto, como autómatas. No te informan de nada en absoluto.

Y lo peor es que muchas chicas, como hice yo, van a esos sitios sin pasar previamente por ninguna consulta médica, lo hacen por miedo y la mayoría abortan por falta de información sin saber qué consecuencias les acarrea, creen que todo va a seguir como antes y nada más lejos de la realidad. La solución como mínimo sería que cumplieran la ley.

En fin, yo voy a pasar de lamentarme a la acción, estoy leyendo vuestras iniciativas y voy a hacer todo lo que pueda para que nadie más aborte sin información. Gracias a tod@s por leer mi historia, y espero que pueda ayudar a otras personas.

Nunca he oído decir a alguien que haya abortado que no se arrepiente...


Adopcion Espiritual

domingo, diciembre 16, 2007

Morín hizo desaparecer toneladas de restos de fetos con su trituradora

D. P.

MADRID. Los buscadores de fetos andaban locos con una de las clínicas de Morín que tenían bajo vigilancia. «En las basuras del centro TBC -recuerdan crudamente- no aparecían nunca restos humanos. Hasta a las más cuidadosas se les escapaba algo en la basura, una manita, un costillar, algo, pero en esa nunca».

Sin embargo, había todas las demás pruebas de que allí se realizaban interrupciones de más de 20 semanas: pañales con excrementos, medicamentos para provocar partos, etc.

La clave del misterio la aportó la propia basura. En los cientos de papeles que se recuperaban localizaron un albarán por el que se confirmaba un pedido de dos juntas de triturador «que serán pagadas a su entrega». Venía el nombre de la máquina, una STR2000.

Tan macabra herramienta es una de las piezas claves en la investigación judicial. La Guardia Civil ha recogido muestras de ADN, que ha analizado para cotejar con las pacientes de la clínica.

ABC se puso en contacto con un técnico especializado en el mantenimiento de este tipo de maquinarias: «La STR2000 es una aparato industrial, se utiliza en grandes supermercados, en cocinas de hoteles incluso en mataderos. Es capaz de triturar hasta 400 kilos de carne en una hora. Todo lo que machaca lo expulsa por el desagüe». Adiós fetos, adiós niños, adiós pruebas.

La incógnita era saber cuánto tiempo aguanta normalmente una junta como las que Morín tuvo que cambiar: «No menos de un año y dándole bastante caña al aparato». Sólo pensar en las consecuencias de esa respuesta del técnico asusta y marea: ¿Cuántas toneladas de restos humanos trituró Morín?

Si las basuras de TBC eran pobres en restos humanos se convirtieron en un botín en los papeles. Documentos, borradores, anotaciones que iban aclarando poco a poco el funcionamiento de los centros.

Así se comprobó cómo cada noche se tiraban a la basura los informes psicológicos firmados por el psiquiatra de turno y con la fecha del día, pero con el nombre de la madre en blanco. Eso hizo sospechar que los psiquiatras firmaban sus informes para justificar todo tipo de abortos y en cualquier momento sin realizar la revisión oportuna. ABC ha tenido acceso a varios de esos informes firmados en blanco en la clínica Aragó de Gerona por dos médicos psiquiatras diferentes. El doctor L.P.A., rubricaba el 28 de octubre de 2005, y el doctor J.C.G., el 29 de junio del mismo año, dos informes idénticos, escritos con las mismas palabras y en los que al lado de «La senyora» no había ningún nombre. Se supo que los médicos iban a comisión, unos 30 euros por cada mujer, y que la empresa les forzaba para que «ninguna paciente que llegara se les escapara. Si vienen que aborten», le dijeron a un psicólogo posteriormente arrepentido y que fue despedido por su «poco celo».

También se descubrió lo que las clientas pagaban por sus abortos y lo que los médicos recibían por practicarlos. Los papeles nos cuentan que un aborto de entre 13 y 15 semanas venía a salir por 378 euros (258 por la intervención y 120 por la anestesia). Sin embargo, según pasaban las semanas todo se encarecía. A Emma, de 20 años, la pidieron 3.200 euros cuando se informó la primera vez y llevaba 26 semanas embarazada. Cuando se decidió a abortar, tres semanas después, tuvo que abonar 4.000 euros. Angia, una suiza que llevaba 23 semanas de gestación, pagó 3.500 euros, aparte de los gastos de hotel y avión, porque la clínica Ginemedex, como otras, también actuaba de agencia de viajes. Sin embargo, al doctor C., Morín sólo le pagaba 60 euros por cada «IVE en los inicios», 70 por cada «IVE pequeña» y 90 cada «IVE grande». IVE son las iniciales de Interrupción Voluntaria del Embarazo. El doctor C., en la semana del 23 al 28 de abril de 2007 se embolsó 1.440 euros después de trabajar tres días (martes, jueves y viernes) y completar dos abortos de inicios, 13 pequeños y seis grandes.

«Los grandes -explican los buscadores- en la clínica de la trituradora se practicaban del siguiente modo: se provocaba el parto, cuando el niño salía se le apretaba el cuello para evitar que gritara y que la madre lo oyera y medio asfixiado se le arrojaba a la trituradora».

La verdad se escondía en la basura

POR DOMINGO PÉREZ

MADRID. Un reducido grupo de héroes anónimos, después de tres años siguiendo el rastro sanguinolento, despiadado y descarado que algunos centros especializados en interrupciones del embarazo arrojaban cada día a la basura, han conseguido desvelar una realidad atroz. Han sido los «pepitos grillo» de una sociedad que en la mayoría de los casos ha preferido girar la cabeza. Su empeño ha puesto a las autoridades sobre la pista de un negocio que incumplía sistemáticamente todas las normas higiénicas establecidas en el apartado de desechos sanitarios y biológicos.

Además, alertaron sobre que en España el aborto en la práctica no sólo es libre, sino que no tiene en cuenta los meses de gestación. Por dinero, y sólo con un informe psiquiátrico, a menudo firmado en barbecho, que alegue peligro para la salud psíquica de la madre, muchas clínicas acaban con la vida de fetos de siete, ocho y hasta nueve meses de vida.

Su paciente y nausebunda recolecta, plasmada en numerosas denuncias presentadas en juzgados tanto de Madrid como de Barcelona, ha llevado por el momento a la cárcel a uno de los magnates del aborto en España, al doctor Carlos Morín. Ha provocado el cierre de sus cuatro instalaciones en la Ciudad Condal y de su sucursal en la capital, además de la suspensión cautelar de un sexto local en la madrileña calle de Toledo que no tenía nada que ver con él.

Cabezas de niños

«Nadie puede explicar lo que se siente cuanto te encuentras una cabeza de niño, o una manita, o una pierna. La rabia es incontenible», explica J., uno de los buscadores de fetos.

Pues imagínense cuando ese horror te obligas tu mismo a presenciarlo dos o tres veces por semana de una forma voluntaria y con un único objetivo: denunciar el incumplimiento sistemático de la ley y los criminales tejemanejes de las clínicas abortivas que en España, al amparo de un coladero legal, no tienen ni reparos ni escrúpulos para acabar con la vida de niños que se encuentra más allá de la vigésimo cuarta semana de gestación, bebés que de nacer serían en casi todos los casos viables.

No son muchos. Un par de tipos valientes en Madrid, otro par de osados en Barcelona. Al principio ni se conocían, pero acabaron creando la «Plataforma la vida importa». Son gente normal. Un empresario, un médico, un abogado pluriempleado al frente del Centro Jurídico Tomás Moro, que lleva tres años sin vacaciones porque tiene que gastarlas en sus idas y venidas a los juzgados para defender la causa que enarbolan.

Padres de familia casados, muy ocupados y que, sin embargo, sintieron en algún momento un latigazo en la conciencia que les obligó a lanzarse a un loca carrera en pos de una verdad incómoda.

Emprendieron un camino que les llevó a pasar muchas noches al raso, dejando a sus seres queridos solos en casa. Y todos lo iniciaron por una mezcla de curiosidad y responsabilidad moral.

«En Barcelona -recuerda uno de los buscadores- se hablaba mucho de que aparecían fetos en la basura, de que si las clínicas los tiraban... Todo el mundo suponía que era una leyenda urbana más, pero a mí me dio por querer confirmarlo. Empecé a salir y ya ve lo que me encontré».

Animarse a realizar semejante labor no es fácil. Aprendieron a pertrecharse. La primera vez salieron con unos guantes de cocina «robados» del fregadero de casa. Pronto se dieron cuenta que había que comprar además batas médicas, incluso mascarillas de laboratorio y, sobre todo, localizar un lugar donde vaciar el contenido de las bolsas. Más aún cuando empezó a comprobarse la naturaleza de su contenido.

Leyendas hechas realidad

En Madrid fue otra teórica leyenda urbana la que guió la busca a J. «Eran noticias que venía de Estados Unidos y Rusia. Hablaban de que los centros abortivos vendían los fetos a laboratorios para fabricar cosméticos. Te parece imposible, pero a un amigo y mí nos picó la curiosidad. Hicimos noches y noches guardias en el coche, como los policías yanquis, con café en un termo y donuts. Hasta que un día lo vimos. Y no fue de noche. Era a plena luz del día. A las once de la mañana, en una zona céntrica y recorriendo Madrid de punta a punta. Localizamos la ruta. Dos días a la semana un camión de una empresa especializada en transportes de residuos biológicos descargaba 20 ó 30 botes de 25 kilos y cargaba otros tantos ya precintados y llenos. Los conducían a un laboratorio que fabrica cosméticos. Alucinamos».

«El problema es que es muy difícil de demostrar -prosigue- que lo que iba dentro de esos botes eran restos humanos y que esos fetos se utilizan para hacer cremas. Pusimos una denuncia y en estos momentos se está investigando de una forma más científica, con análisis clínicos de todo tipo y esperamos que en breve se pueda seguir avanzando».

Dos grupos con inquietudes similares. La suerte, «Dios», asegura J., los unió. En algún momento del periplo, los buscadores de fetos de Barcelona, también tuvieron un encuentro feliz al localizar a los de Madrid. Dos equipos actuando a menudo juntos, con los mismos objetivos, multiplicaron los resultados.

«El caso -recuerda J.- es que nos quedamos parados con lo de las cremas cuando en una visita a Barcelona por motivos de trabajo contacté con la persona que allí llevaba ya unos meses recopilando datos de entre las basuras. Su experiencia me animó a hacer lo mismo en Madrid».

Lo que J. localizó casi en cada una de sus pesquisas es lo que en 2006, tras ponerles él mismo en alerta, encontró el Seprona en las basuras de algunas clínicas madrileñas, como Isadora, multitud de restos de placenta, de todo tipo de pequeños miembros de niños e, incluso, como certificó un forense de La Paz, algunos fetos de más de siete meses de gestación.

Lo que encontraron en Barcelona es lo que más tarde ha servido para cerrar las clínicas de Morín. Todo apuntalado en madrugadas macabras recontando restos humanos. Semanas de vigilancia nocturna, a las puertas de las clínicas, para averiguar qué días y a qué horas se deshacían del producto de sus carnicerías. Poniendo dinero de sus bolsillos. Cuando empezaron nunca imaginaron que iban a toparse con un submundo tan espeluznante.

A lo más esperaban localizar algún medicamento prohibido, algún resto biosanitario. Soñaban con encontrar alguna prueba que inculpase a los abortista. Pero noche a noche sus descubrimientos resultaban más macabros, más increíbles, más comprometedores.

Restos humanos a millares, placentas, sábanas quirúrgicas, guantes, gasas, todo manchando de sangre e inmundicia. También pudieron recomponer historias de cientos de mujeres que abortaron, con nombres, apellidos y precios. Porque las clínicas también tiraban al cubo de los desperdicios los datos más confidenciales de sus pacientes.

Tuvieron que aprender a interpretar lo que encontraban. Hablaron con ginecólogos, se informaron, se convirtieron en expertos del análisis de la basura abortiva. «Podemos decirte, según lo que encontramos, de qué semana de gestación se trata». Distinguen lo que son unos pulmones de un simple resto de placenta. Narran anécdotas que espeluznan con la tranquilidad del que ha convivido con el horror: «Lo que muchas veces se les escapa y acaba en la basura son las cabezas de los niños. A pesar de que son grandes, con el pelo y la sangre las confunden con las pelotas que hacen con las sábanas y los pañales».

Cabezas cortadas que les permitieron confirmar que en los abortos de más de 20 semanas, se decapitaba a los niños. «Aunque en eso -aclaran- cada médico tiene sus gustos. Unos las cortan, otros pinchan con una lanceta el corazón, otros los asfixian...».

¿Recién nacidos? Sí porque también descubrieron en las bolsas miles de cajas y restos de medicamentos para ayudar a provocar partos. ¿Qué hacían en esas basuras medicinas propias de una maternidad? «Eso nos lo descubrió el doctor Simón, de la asociación Médicos Cristianos. A partir del sexto mes de gestación no se puede matar al niño con los métodos convencionales, hay que provocar un parto y una vez fuera acabar con él». Auténticos infanticidios.

Dato que les sirvió para aclarar otra de las incógnitas de sus descubrimientos: «Entendimos por fin por qué había en los cubos tantos pañales con excrementos. Cuando se provoca un parto a la mujer se le pone una lavativa previa. Así que por cada pañal con excrementos, un aborto de al menos seis meses».

Doble contabilidad

Igualmente por cada sábana quirúrgica manchada de sangre, otro aborto, por cada dos pares de guantes, otro... Eso les dio una idea: llevar una contabilidad de los abortos que se practicaban. Limitaron su seguimiento a un par de clínicas en Madrid. Durante varios meses se centraron en esa actividad: recogida rutinaria un par de días a la semana de las basuras de las mismas clínicas, recuento -«siempre tirando a la baja», recalcan- del número de abortos practicados y extrapolación de esos datos al conjunto del año.

«Con los primeros números especulamos con que podría llegar a haber un desfase de hasta un 30% entre los abortos declarados oficialmente por las clínicas y los que realmente se practicaban. Pero cuando llegaron las cifras oficiales comprobamos que en una la desviación era del 70% y en la otra del 80%. Si eso se repetía en toda España y, nos tememos que es así, estaríamos hablando de que en lugar de los casi 100.000 abortos declarados en 2005 se estarían realizando de 170 a 180.000 reales. Vamos, hablamos de un asombroso mercado negro de abortos».

Bernat Soria cree que hablar del aborto ilegal es «volver a la Inquisición»

S. N.

ALCOY. Los presuntos delitos cometidos en clínicas abortistas de Barcelona y Madrid no parecen inquietar al ministro de Sanidad, Bernat Soria, lo más mínimo. Al contrario, lo que le molesta, según pudo comprobarse ayer en una entrevista radiofónica, es que se hable del asunto, y más aún, que se le pregunte por él. De esta manera, el ministro Soria no sólo no criticó o denunció públicamente las irregularidades cometidas, ni lamentó los hechos dantescos que se están conociendo, sino que arremetió contra los que están sacando a la luz la información, a los que comparó con la Inquisición.

Soria, que será número uno en la candidatura del PSOE por Alicante en las elecciones generales del 9 de marzo, señaló en Radio Alcoy que el debate sobre el aborto en España es ficticio: «Es un debate ya resuelto en España. No podemos volver a los tiempos de la Inquisición, volver a 500 ó 300 años atrás. El país que inventó la Inquisición parece que no quiere olvidarse de ella. No puede ser que haya un 5 o un 6 por ciento de personas que quieran ser los inquisidores del resto».

De las trituradoras de fetos, del cierre de clínicas por presuntas irregularidades y de los informes firmados pero con la casilla de la embarazada en blanco y con la del «riesgo para la madre» ya marcado no dijo ni media palabra.

Y rápidamente desvió la cuestión al plan bucodental infantil, con el que, sin duda, se siente mucho más cómodo. Así, volvió a prometer que los niños y ancianos tendrían en 2008 dentista gratuito; defendió las desaladoras; aseguró que los jóvenes alcoyanos tendrían casa para poder independizarse; cantó las alabanzas de los calzados, juguetes y fabricaciones textiles de la zona y acabó dando la gran noticia que toda la comarca aguardaba: «Estoy en condiciones de confirmar que este año no faltaré a la fiesta de Moros y Cristianos».

Tan sólo un día antes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a preguntas de periodistas se limitó a señalar que «la Fiscalía cumplirá con su papel para que se respete la legalidad en este campo». «Siempre que estemos ante posibles interrupciones voluntarias del embarazo que no respeten la legalidad, estamos ante supuestos delictivos», indicó.

La vicepresidenta primera, De la Vega, también reconoció fallos en los controles, aunque descartó promover una reforma de la legislación vigente sobre la regulación del aborto.

Adopcion Espiritual

jueves, diciembre 13, 2007

Silencio, se aborta

La Comunidad de Madrid 'protege' a las grandes clínicas abortistas, a pesar de que tiene evidencias de delitos flagrantes.






La clínica de abortos Callao, inspeccinada sin consecuencias. BORJA SANCHEZ

Santiago Mata

Madrid. Las pequeñas clínicas abortistas madrileñas viven en estado de sitio desde que la investigación emprendida en Barcelona el pasado día 26 se extendió a otras clínicas del detenido doctor Carlos Morín, y en concreto a CB Medical, cerrada por las autoridades sanitarias de la capital el lunes. Las inspecciones sanitarias están a la orden de día, eso sí, salvo para las tres grandes: Dátor, Isadora y El Bosque, que realizan el 90% de los abortos en Madrid. Esas son intocables porque
hacen el trabajo ilegal que los médicos de la sanidad pública —en ejercicio del derecho a la objeción de conciencia— no quieren hacer, pero que de todas maneras paga el contribuyente.

Las tres grandes son intocables, aunque fue una investigación en torno a Dátor la que desató la actual redada contra clínicas que realizan abortos ilegales. Reconstruyamos los pasos.

El 15 de junio de 2006, el Partido Social Europeo denuncia ante la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil a las clínicas Dátor (madrileña) y Ginemedex (barcelonesa) por tirar los residuos biosanitarios a la basura ordinaria y, a la primera, además por enviarlos a un laboratorio de productos cosméticos. No hubo investigación hasta que un redactor de LA GACETA, Miguel Janer, anunció a la Guardia Civil su intención de publicar fotos de restos de fetos abortados, encontrados en la basura ordinaria de las citadas clínicas.

La UCO intervino a partir del 16 de febrero en las siete clínicas abortistas privadas de Madrid, encontrando que cinco de ellas —incluidas las tres grandes, Dátor, Isadora y El Bosque— tiraban a la basura ordinaria restos restos humanos que deben ser incinerados siguiendo un procedimiento muy preciso. Parte de la información se filtró a la prensa una semana después: en concreto la del hallazgo de restos humanos, entre ellos siete fetos de gran tamaño, en la basura de Isadora.

Según las informaciones publicadas, la inspección de febrero la llevaron a cabo el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona, Guardia Civil) e inspectores de la Dirección General de Salud Pública y Alimentación de la Comunidad de Madrid. La Consejería de Sanidad de Madrid sigue afirmando hoy día que colaboró y colabora con la Guardia Civil en ese caso. Pero la Comunidad de Madrid no acompañó la denuncia interpuesta por el Seprona, y ésta fue archivada. La Consejería de Sanidad llegó a "acusar" a Isadora "de eliminar mal los residuos de abortos", según un comunicado del que se hacía eco El País el 1 de marzo.

En un alarde de interés y capacidad de llegar a las fuentes de la noticia, el mismo diario podía informar al día siguiente de que "el Juzgado de Instrucción número 6 de Madrid archivó el pasado 20 de febrero las diligencias abiertas cuatro días antes a iniciativa de la Guardia Civil". Todo había muerto antes de nacer, como un aborto; pero no espontáneo, sino provocado: el titular del Juzgado número 6 (las diligencias aparentemente habían sido abiertas por el 47) no encontró "nada que indicara la comisión de un delito". LA GACETA, que dispone de 70 fotos sobre lo que la Guardia Civil halló en Isadora, sólo pudo dar la noticia a título póstumo el 16 de marzo. La Consejería de Salud dice ahora que no podía denunciar a Isadora porque tirar fetos es incumplir normas, pero no delito. Pero en la basura había medicamentos prohibidos y listas de clientes, delitos tanto o más graves que los de Morín

miércoles, diciembre 12, 2007

Impactante vídeo con cámara oculta en una clínica de abortos de la ACAI en Madrid

IntereconomiaTV ha emitido - y YouTube recoge- este vídeo en que se habla de dinero negro, psicólogos que "lo firman todo" y se ve, hasta el final, un aborto.

La doctora no sabe que ese nuevo compañero que esta noche está haciendo guardia con ella tiene una cámara oculta. El bebé sale, diminuto, perfectamente formado, rojo, entero... muerto. La solución química que han introducido en su madre lo ha matado a él y ha provocado el parto en ella. El parto de un bebé diminuto y muerto. La doctora lo cubre rápidamente con una tela, sin mirarlo, lo aparta. Que no se vea.

El "doctor", la cámara oculta que Intereconomía TV ha introducido, se acerca al bebé, lo destapa, lo examina. "¿Qué edad tiene?", pregunta.

-Veinte o 21 semanas -dice ella - pero yo no los miro nunca.

-¿Nunca?

-Nunca, jamás.

-¿Jamás? ¿Por qué?

- Porque no me gusta.

-Claro, eres madre... supongo que... ¿no?

Es el estremecedor final de un reportaje de IntereconomíaTV. Ya circula en YouTube... pero esta web de vídeos lo ha clasificado como "de contenido sensible, para mayores de 18 años" y pide que el usuario se registre y afirme tener esa edad para poder verlo. Sin embargo, hay varias copias y algunas no registran este control previo.

Por ejemplo, esta versión es la más larga, incluye la presentación televisiva, es de buena calidad y se leen bien los subtítulos de diálogos. Puede ser más lenta de cargar por tener más definición.

http://www.youtube.com/watch?v=R0WXNl3HCA4

La escena del parto empieza en el minuto 9. Antes, la aburrida doctora en su noche de guardia explica cómo funciona el negocio, la rutina, al nuevo compañero. Y al empezar, un responsable de la clínica, empresario-ginecólogo, explica las condiciones económicas.

Otra versión, de descarga más ligera, peor calidad y más corta está en:
http://www.youtube.com/watch?v=0V7eG690Esk

El documental no da el nombre de la clínica, pero fuentes de asociaciones en defensa de la vida dicen que es la clínica El Bosque (http://www.clinica-el-bosque.com) de Madrid, perteneciente a la asociación ACAI, patronal fundada por el doctor Santiago Barambio, un ginecólogo que en el 2006 explicaba en un congreso de Roma cómo hacer abortos de 26 semanas cuando la ley permite un máximo de 22 (ver su ponencia aquí).

Al médico-cámara de IntereconomíaTV le resulta facilísimo entrar. La clínica busca personal. Y el empresario abortista le explica que es una tarea muy sencilla. "Esperar a que salga y a tomar por culo", dice. Se refiere a esperar que la madre, empujando y con contracciones inducidas, expulse a su hijo, muerto. Un parto. Inducciones, lo llaman.

Es tan "sencillo" que antes lo hacían enfermeras, y sólo llamaban al médico abortista si había problemas con la placenta, que no saliese.

Esto es el aborto para este empresario-ginecólogo

En este sistema, como en los partos, hay que esperar, poner a las madres a dilatar. En esa espera la joven doctora de guardia, la que nunca mira los bebés que extrae, que ha matado con su solución salina, cuenta al cámara infiltrado que los psiquiatras "lo firman todo, el psiquiatra es socio de la clínica y todo queda en casa; el test es un trámite".

Tiene 4 mujeres en espera, con embarazos de cinco meses. Dos de ellas no se acogen a nunguno de los supuestos que despenalizan el aborto en España. "Aquí aborta quien quiere".

La clínica El Bosque está en la calle Alonso Saavedra, 29, junto a Arturo Soria. Lleva haciendo esto desde 1988. Según la clínica, el 50% de los abortos que ha hecho son de alto riesgo, es decir, de más de 12 semanas.

En este tipo de abortos, de parto provocado, muchas veces el bebé no sale muerto, sino que aún vive al salir. Según un estudio del Instituto Perinatal de las West Midlands, en Inglaterra, publicado en el British Journal of Obstetrics and Gynaecology, se calcula que es el caso de 1 de cada 30 bebés abortados. Como se ve en el vídeo, se le deja abandonado a un lado y puede tardar en morir una media de 80 minutos. Algunos han resistido hasta 6 horas.
Desde que el Sunday Telegraph grabó con cámara oculta el primer caso de Ginemedex (2004) hasta que Morín entró en prisión han pasado casi 4 años. Durante años la administración sanitaria no "encontró" nada. ¿Cuánto tardará en actuar la justicia en este caso denunciado por Intereconomía TV?
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El Buscador, de TeleCinco, ha colgado en Internet una entrevista-reportaje de 3 minutos a los periodistas daneses que filmaron a Morín en 2006, lo que sentía Sally Hamilton al ponerse en manos de Morín, al hablar de cómo matar al bebé, etc... En este link se accede a esta entrevista a los periodistas daneses:
http://www.elbuscador.telecinco.es/dn_308.htm

Noticia de 2 minutos de TeleCinco, con imágenes del reportaje danés (colgada en Internet en marzo de 2007):
http://video.google.es/videoplay?docid=-4401442340228002966

Noticia de 1 minuto y medio de EuropaPress, sobre la detención del doctor Morín y sus colaboradores en Barcelona
http://www.youtube.com/watch?v=LJJYt8S2Uws

Reportaje de 2 minutos del programa 360º de Antena 3, resumiendo el caso
http://www.youtube.com/watch?v=O7kJ1S89A6g

ASI SE ABORTA EN ESPAÑA: Tv Intereconomía

viernes, diciembre 07, 2007

Para nosotros sí, pero para Dios no hay azar ni casualidad

Daniel Turbón: “Para nosotros sí, pero para Dios no hay azar ni casualidad”

El antropólogo considera que es frecuente que se venda como ciencia lo que sólo es filosofía de la ciencia.

Alfredo Urdaci

No elude las preguntas. Salta por las ramas del árbol de la ciencia con la habilidad física de nuestros antepasados. Y así, mientras yo intento llevar las cosas a la actualidad él prepara una exposición académica antes de responder a las cuestiones. Conoce a fondo la historia antigua, los clásicos griegos, los romanos, la egiptología. Ha traducido a Homero, a Virgilio.

¿Somos el final de la evolución?
Nadie lo sabe. El universo está en proceso de cambio, y nadie sabe dónde va ir a parar esta dinámica.

Usted tiene una formación humanista, pero esto no suele ser común entre sus colegas.
Los científicos elementales suelen ser gente muy inculta. Están metidos en su pequeña parcela de conocimiento. La mayor parte de los que presentan una visión materialista del hombre lo hacen por ignorancia.

¿La creación es compatible con el evolucionismo darvinista?
Hay una creación evolutiva, pero no una evolución creativa.

¿Existe el azar?
Para nosotros sí, pero para Dios no, para Dios no hay azar ni casualidad. De la existencia para nosotros del azar no se puede deducir que no exista plan divino.

Se ha difundido la idea de que la ciencia excluye ese plan.
Pero la ciencia está siempre en un estado provisional, y muchas veces busca la conclusión de lo que ya ha pensado antes. Es frecuente que nos vendan como ciencia lo que sólo es filosofía de la ciencia.

¿Adán era africano?
Sí. Y la aparición del hombre en África del este es consecuencia de un cambio climático que enfrió la Tierra.

¿Y por qué se expandió?
Somos un éxito de especie. Hace un millón seiscientos mil años el hombre se hace cosmopolita. El homo habilis aparece en África, el Cáucaso, la India, China y Java. Eso es posible porque crea una burbuja cultural y la transmite a las nuevas generaciones.

Y eso no se entiende sin la capacidad de crear grupos.
El miedo y la seguridad son los instintos más básicos. Los homo habilis se unieron, por seguridad, para dividir el trabajo, y para reproducirse. Los que se agruparon siguieron adelante y los que no, se extinguieron.

Nuestra historia como especie está escrita en nuestros genes.
La genética es el material que pasa de generación en generación. Digo a mis alumnos que para entender lo que sienten deben buscar la explicación en el pasado.

¿En qué cosas?
En la sexualidad, por ejemplo. Somos la única especie que prolonga el período de aprendizaje. Así surgen la niñez y la adolescencia, que es la época del despertar sexual, como fase de aprendizaje del comportamiento adulto.

¿Y la homosexualidad?
No hay rastro genético que la determine. Cuando en el niño empieza el despertar sexual puede haber una fijación diversa. Es una cuestión adquirida, depende de la libertad individual.

¿Clonaremos algún día seres humanos?
No. La construcción de un ser humano es tan compleja que hace imposible la clonación.

¿Y la violencia, la doméstica, por ejemplo?
Es que el ser humano es jerárquico, es dominante. La violencia de género no se acabará nunca.



Adopcion Espiritual

miércoles, diciembre 05, 2007

Lo que pasa dentro de una clínica de abortos


"Fue horrible, horrible"

POR MIGUEL VÁZQUEZ

Yeni: Hola, buenas tardes.

Cliente: ¿Aquí es donde hacen abortos?

Yeni: Si.

Cliente: ¿Cuánto sale uno? Tiene como dos meses y medio.

Yeni: Si no se pasa de tres meses el precio son 300 dólares. Ahora no está viniendo el doctor y no va a estar disponible hasta el sábado de la próxima semana. Pero lo que no quieres es que se vaya a pasar de tres meses.

Cliente: Tiene como dos meses pasaditos.

Yeni: Puedes venir de este sábado al otro. Puedes venir con la paciente y serían 300 dólares. ¿Sabes su tipo de sangre?

Cliente: No.

Yeni: ¿No? Bueno, en caso de que sea negativo, va a costar 75 dólares extra. ¿OK? Te voy a dar el teléfono en caso de que quieras hacer cita más adelante por que ahora no tenemos doctor. Pero si quieres hablar la próxima semana para hacer cita este es el teléfono de la clínica.

Cliente: ¿Por teléfono puedo hacer la cita?

Yeni: Aja, por teléfono puedes hacer la cita, pero de este sábado al otro. Este sábado no se puede por que vamos a tener muchas pacientes.

Cliente: ¿Es seguro el?

Yeni: Es muy, muy seguro. Dura cinco minutos la terminación.

Cliente: ¿Cinco minutos?

Yeni: Cinco minutos.

Cliente: ¿Hay tratamiento después?

Yeni: Si, tiene que venir en dos semanas a un chequeo para ver que esté bien. Y le vamos a prescribir un medicamento para cólico, para el dolor y antibiótico. Es muy seguro pero tiene que seguir las indicaciones de venir en dos semanas ¿OK?

Cliente: Si, gracias.

Yeni: Que te vaya bien.

Yeni es asistente médico y recepcionista en la Clínica para la Mujer de Hoy, una clínica de abortos de Chula Vista, California. Ella acaba de atender a un cliente. Un joven mexicano, muy delgado, de unos 28 años. Su aspecto es de un hombre desarreglado. El vino por información. Estuvo risueño y nervioso. Yeni lo atendió fríamente. Este joven fue el último cliente del día, ya es casi de noche y la clínica está por cerrar. Yeni se ha quedado sola en la recepción del local y acepta sostener una entrevista para La Cruz de California para la semana siguiente y fuera de la clínica. Lo que se lee a continuación es el testimonio de Yeni en tal entrevista.

"Entré a trabajar en la clínica en el 2002. Yo me había graduado de asistente médico, había solicitado trabajo en muchos lugares pero no me aceptaban por que no tenía experiencia. Entonces alguien me dijo que Sonia, una conocida mía, estaba necesitando a alguien. Cuando platiqué con Sonia, ella me aclaró que se trataba de una clínica donde se realizaban abortos, pero que también se hacían otras cosas", dijo Yeni.

"Mi objetivo era conseguir experiencia de por lo menos seis meses o un año en el área médica. Sonia me dijo que fuera a la clínica y que tratara de asistir al doctor y que si no lo podía aguantar no habría problema, me pondrían a hacer otra cosa. No me gustaba la idea. Sin embargo, el aborto no era algo tan extraño para mí. Yo misma había tenido un aborto hacía un año. A Sonia le había pasado lo mismo, aunque su

aborto no fue tan voluntario como el mío. A ella la llevaron a abortar sus papás", comentó.

"Acepté intentarlo. La primera vez que asistí al doctor casi me desmayo. No veía ni oía. Estaba muy impresionada por la sangre y los gritos de la muchacha. Me sacaron de ahí y le dije a Sonia que no podía, pero me aconsejaron que tratara uno más.

"En el segundo aborto me di cuenta que podía sobrellevarlo. Pasaron las semanas y a pesar de lo feo del trabajo estaba aprendiendo muchas cosas de medicina. Hice mi plan de aguantar en la clínica hasta tener algo de experiencia para solicitar trabajo en alguna otra parte. Después vinieron unos abortos de bebés de 5 o 6 meses y se me hacía casi imposible continuar. A los tres meses renuncié. Pero la presión de las cuentas por pagar, las deudas y mi situación de madre soltera me obligaron a volver a trabajar en la clínica. Hasta la fecha me he salido y he vuelto tres veces", aseguró Yeni, y agregó: "Yo misma no puedo creer que esté aquí por dinero, es lo más absurdo. Gano 8.50 dólares la hora aquí. Pero por querer hacer una carrera de asistente médico pensé que era lo mejor que podía hacer y desgraciadamente me quedé".

Yeni revisa una pequeña libreta donde ha hecho unos apuntes para la entrevista. En este cuadernito ha escrito los puntos importantes que quiere mencionar. Como ella dijo: "Para que le sirva de algo a alguien".

Prosigue Yeni comentando: "Al principio pensaba que la mayoría de las pacientes iban a ser más jovencitas, muchachitas solteras, pero no es así. La gran mayoría son mujeres casadas como de 29 años. La típica que no quiere otro hijo más. También nos buscan mucho las que están separadas o que no tienen pareja. Casi no tenemos muy jovencitas. Creo que las muchachitas aprecian más el hecho de ser mamá que las que ya van por su segundo o tercer embarazo.

"Tenemos pacientes los martes, miércoles, viernes y sábados. En promedio vienen unas cinco o seis mujeres cada día. Pero como el doctor no ha podido venir, mañana sábado vamos a tener 16 pacientes", confesó.

Ahora Yeni nos explica en que consiste su trabajo. "Básicamente lo que hago es asistir al doctor en las terminaciones (abortos). Después de que la paciente llena unas formas y espera su turno, la conduzco al privado donde se realiza el procedimiento. Le indico a la paciente que se quite la ropa de la cintura para abajo. Le digo donde se debe sentar y que espere al doctor. Cuando el médico llega, la acuesta en el ultrasonido para ver cuantas semanas tiene de embarazo. Si el bebé tiene menos de tres meses el aborto se puede hacer el mismo día".

Continuó: "El doctor se sienta frente a la paciente. La paciente está acostada, consciente. Como si fuera hacer un parto. Yo le paso al doctor la anestesia local y le voy pasando los instrumentos. Estoy viendo todo.

"Nuestro doctor es bastante mayor de edad (84 años) y usa una técnica antigua. (El 29 de septiembre del 2004 la agencia que supervisa a los médicos en California le retiró su licencia médica de este médico, el Dr. Phillip Rand.) Primero pone el espejo. Después mide la profundidad del útero. Enseguida abre el cuello de la matriz con un dilatador para que sea más fácil. Entonces introduce una varillita con un anillo en la punta con el que raspa. El anillo no está filoso pero a muchas mujeres les duele el raspado y lloran o gritan. Cuando el bebé es menor de tres meses se desbarata completamente. Cuando el doctor siente que ya lo desprendió completamente introduce algo igual a un popote. La boquilla exterior del popote se conecta a una aspiradora. Entonces aspira todo lo que desbarató. Todo lo que aspiró entra a un frasco. Se ve sangre, pedacitos, tejido, como carnita desbaratada. Todo sale despedazado. Este es el procedimiento para 8 semanas o menos", aseguró.

"Cuando ya tienen como doce semanas, entonces el doctor los saca con unas tenazas. Los saca a pedazos. Revisa cada parte que saca y la va poniendo en una charola que está debajo. Cuando termina el procedimiento yo tengo que colar todo. Los colamos para separar las partes y la sangre. Ponemos todas las partes en un frasco que va al laboratorio. Es impresionante lo bien definidos que están, no puedes creer lo que estás viendo. Ahí ves manitas perfectas más chiquitas que las de una muñeca Barbie. Puedes ver los intestinos, las costillitas, las caritas, la cabecita aplastada. Entre las partes se puede distinguir si era niño o niña. Me da mucha tristeza ver los frascos. Cuesta mucho trabajo ver todo esto. Ver todo lo que se cae al piso, o por ejemplo quitar un piecito de los instrumentos", dijo.

Y agregó: "Una muchacha que trabajaba aquí me platicó que un día llegó a su casa con una manita pegada en el uniforme, cerca de su hombro. Ella por supuesto no se había dado cuenta hasta que su esposo se lo dijo".

Prosiguió Yeni desahogando lo que sucede en el interior de la clínica: "Cuando la paciente tiene más de 3 meses de embarazo tenemos que prepararla para que vuelva al siguiente día ya dilatada. Las terminaciones grandes son muy impresionantes. Yo he visto tres fetos que han salido completos. En una ocasión se vio la manita salir del útero. La manita se movía. Pero el más impresionante fue el bebito que salió respirando. Esa vez hasta el doctor se puso mal".

Y explicó, "La muchacha vivía en Tijuana. Le pusieron las laminarias (dilatadores) por dos días. El bebé tenía cinco meses y medio. Ella no tenía carro y se vino caminando a la clínica. Entonces como que hizo mucho trabajo de parto. Cuando el doctor empezó a trabajarla el bebé salió casi sin ayuda. El niño salió respirando y ahí se murió. Como al minuto cambió de color, se puso morado. Las asistentes se sintieron muy mal. No quisieron ponerlo en el recipiente. El doctor tuvo que hacerlo. Todos tuvieron una impresión muy fuerte. Mas tarde vi al doctor en su oficina. Tenía la mirada como perdida, fija en la pared. Después habló por teléfono con alguien contando lo que acababa de pasar".

Yeni hace una pausa. Quiere seguir hablando pero se le hace un nudo en la garganta. La entrevista se ha tornado más amarga, triste. Es una confesión.

"Desde hace unos días ha venido un doctor substituto. El es más joven y tiene otra técnica diferente. El no hace el raspado del útero, sólo usa la aspiradora. El domingo pasado ya no aguantaba por que hicimos terminaciones grandes, como de cuatro meses. Hizo una técnica que nunca había visto. Dividió la pantalla del ultrasonido en dos y usó el aparato durante todo el procedimiento.

"Comúnmente lo que ves en el ultrasonido es que el niño se chupa el dedo o juega. Pero en esta ocasión, cuando el doctor empezaba a hacer las aspiraciones veías que el niño se estaba moviendo, como que le estaba doliendo por que lo estaban jalando o le estaban arrancando algo. Fue horrible, horrible.

"Yo siento el procedimiento como si me lo estuvieran haciendo a mí. Quiero que termine rápido. No lo quiero ver y lo tengo que ver. Es como una penitencia por el aborto que yo misma tuve. Con cada paciente vuelvo a revivir lo mismo y siento lo mismo. Perece que me lo están volviendo a hacer a mí. Como para que no se me olvide. Que nunca se me olvide lo que pasó y me duele.

"Todos los días me despierto pensando: otra vez tengo que ir a trabajar allá", enfatizó Yeni.

"Cuando entré a trabajar en la clínica, Sonia y yo hicimos el propósito de ayudar a la gente. Íbamos a tratar de convencerlas para que no abortaran. Muchas veces tratamos de hacer algo bueno a la sorda. Les preguntábamos a las muchachas ¿estás segura? Les decíamos que lo pensaran bien. A veces les decíamos: Te va a doler horrible. Las asustábamos. Alguna que otra se arrepintió.

"También ayudamos a escapar por la puerta de atrás a algunas que vinieron presionadas, forzadas por el marido o la mamá. Pero esa actitud de ayudar nos dio por épocas. Por ratitos. Por que tú ves que cuando la paciente viene bien decidida no hay mucho que hacer. Eso nos ha desanimado.

"Incluso a las que abortaban les decía: Cuídate, ya no vuelvas a pasar por esto. Mira que yo lo hice y me ha podido mucho. Según yo les daba terapia. Después se me acabó eso. Ya no les tengo lástima como al principio. Ahora me hacen enojar.

Explicó: "En la mayoría de los casos que atendemos no hay ninguna causa grave. Antes les preguntaba cual era su situación pero ya no les pregunto por que son las mismas respuestas tontas.

"Siento coraje de que vengan a abortar tan quitadas de la pena. Haciendo bromas. Riéndose. Una que estaba en la recepción me dijo haciéndose la chistosa: Pues dame una patada para que se me salga", afirmó.

"Cuando yo lo hice iba totalmente como en shock. No me justifico. Pero aquí he visto que casi todas llegan como si vinieran a hacerse un facial. Son muy egoístas. Una señora como de 38 años llegó y me dijo: O es bebito, o es quince años de mi hija. Mi hija no tiene la culpa de que yo haya salido embarazada.

"Algunas se han enojado con nosotras por que tienen siete meses de embarazo y ya no lo podemos hacer. Hemos tenido señoras que vienen como pacientes y después traen a la hija. Tenemos pacientes que a los tres meses ahí vienen otra vez. Hay una paciente que lleva como 8 abortos. Hasta el doctor le dijo que el décimo se lo le iba a hacer gratis. Otra llegó por que se iba a casar y quería tener el aborto antes de la luna de miel.

"Una señora tenía miedo y decía: Dios mío, Dios mío ayúdame, ayúdame, que no me duela, que no me duela. Sonia le contestó: ¡Señora por favor no meta a Dios en estas cosas! También nos da coraje", dijo Yeni. "Otras preguntan: ¿y como salió?, como que lo quieren ver. Yo no les contesto, sólo digo por adentro, ¡no te preocupes, salió todo despedazado, ¿Qué quieres ver? ¡Está despedazado! Después del aborto te preguntan: ¿Puedo ir a una fiesta? O ¿Puedo tomar alcohol?"

"Si el doctor les dice que vienen gemelos, o que ya está muy grande, que lo vean en el ultrasonido. Tampoco les importa. No puedo dejar de sentir coraje contra la paciente, contra el doctor y contra mí misma. Es inútil estar aquí. No estamos haciendo nada bueno. Estoy muy enojada conmigo misma. Me siento muy desgastada. Siento que no soy la misma persona".

En otros tiempos Yeni fue parte de un grupo juvenil de una Parroquia en Tijuana. En su memoria están grabados muchos momentos felices, inocentes y de esperanza. Un acontecimiento reciente la ha puesto a pensar largamente en el sentido de su vida.

"Al tercer día del estreno, fuimos a ver la película de La Pasión de Cristo de Mel Gibson. Créeme que fue algo muy fuerte. Cuando veía como golpeaban a Jesús y los instrumentos que usaban, los comparaba con los instrumentos que usa el doctor. Todo lo que hacemos en la clínica lo vi en la película... tanta sangre derramada. No podía parar de llorar en el cine. También se ve en la película el diablo como un enanito, como un feto. Yo me quería morir. Al siguiente día le dije a Sonia que teníamos que salirnos de trabajar de la clínica. Ella también vio la película y nos acordamos que en la cinta dijeron que el que a hierro mata, a hierro muere. Nos dio mucho miedo por que hacía sólo unos meses que nuestra gerente de la clínica había sido asesinada por su esposo. Sentimos que algo así nos iba a pasar por lo que estamos haciendo", dijo.

Y continuó: "Antes de mi aborto y de trabajar aquí, yo no le tenía miedo a la muerte. Si pensaba en el día en que Dios vendrá por mí pues... aun sabiendo que tenía pecados como todos, no tenía temor. Ahora vivo con ese temor. Siento que no me quiero morir por que no se con que cara voy a ver a Dios si me toca verlo. O me va a pasar como en la película de Ghost, que se mueren y unas sombras negras vienen por ti y te llevan.

"No tengo paz", enfatizó. "La semana pasada visité a mi hermano y quise a abrazar a mi sobrino. El niño se puso llorar casi histérico. Mi cuñada me dijo que el niño se asustó por que sintió que traigo al diablo adentro por que me dedico a matar bebitos. Yo me enojé mucho con mi cuñada, pero sentí que en parte era verdad".

Yeni quiere salir de su situación actual y ha empezado a tomar los primeros pasos.

"Hace unos días fui a ver a un muchacho del grupo de la iglesia al que yo asistía. El me dijo que estaba muy contento por que trabajaba para Dios y que le estaba yendo bien en la vida. ¡Yo sentía que me ahogaba! Le dije que yo trabajaba en algo que tenía

que dejar antes de poderme acercar a Dios otra vez. El me dijo que hablara con un sacerdote pero tengo miedo. No tengo cara, ni como llegar a una iglesia", externó y agregó: "Yo se en el problema que estoy. Se en la situación en que me encuentro y lo que necesito hacer".

Siguió: "Ya llené una solicitud para trabajar en un lugar donde se atienden a ancianitos en San Diego. A la señora que me entrevistó le expliqué el tipo de trabajo que hago en la clínica, y le rogué que me ayudara a salir de aquí. Le dije que mi esperanza estaba en ese nuevo trabajo. Ella me atendió muy amable, me comprendió. Me dijo que haría todo lo posible.

"De todos modos si no me lo dan voy a buscar trabajo de lo que sea, no importa que no sea de asistente médico. Ya estoy harta de la situación que se vive aquí", aseguró.

"También Sonia tuvo una entrevista en otro lugar. Es un trabajo totalmente diferente. Me dijo que cuando venía caminando de su entrevista venía diciéndole a Dios: Dios mío por favor, tú no quieres que regrese a la clínica. Dame este trabajo. Por favor dámelo. Y también me dijo: Vas a ver que si nos van a dar estos trabajos.

"Las dos estamos hartas. Pero por una razón u otra estamos aquí todavía. Yo acepté hablar para La Cruz por que pienso que es necesario que la gente sepa los horrores que hemos vivido aquí. Las dos sentimos mucha necesidad de hacer algo bueno. De empezar a compensarle a Dios por todo lo que hemos hecho en este trabajo".

Para finalizar, Yeni quiso comentar un importante detalle: "Quiero agregar que algunos grupos religiosos entregan folletos a las mujeres antes de que entren a la clínica. He visto que ellas ven estos folletos que muestran el desarrollo del bebé semana por semana. Algunas recapacitan y se van de la clínica. Son pocas, pero a veces sucede".

Yeni y Sonia dejaron su trabajo en la clínica una semana después de esta entrevista de 27 de septiembre de 2004. Quién fue la supervisora de ellas está considerando renunciar también. Se lo ha dicho por teléfono a la coordinadora de uno de los dos grupos de oración que se reúnen afuera de la clínica. Ellos siguen pidiendo a Dios por ellas y por el cierre definitivo de la clínica


Adopcion Espiritual

La mano de la esperanza


Ocurrió durante una cirugía en 1999. Las fotos no están manipuladas, se publicaron en USA Today.


Las fotos no están manipuladas, se publicaron en el periódico USA Today en 1999. MICHAEL CLANCY

El ambiente de un quirófano es frío. Aunque el objetivo es salvar o mejorar la calidad de vida del paciente, la humanidad suele perderse. La cirugía es precisión y control, los sentimientos justo lo contrario y no se puede dejar que los últimos afecten a lo primero.Pero en todo hay excepciones y en 1999 ocurrió una de ellas.

El bebé que esperaba la señora Armas tenía un problema. Le habían diagnosticado a las 21 semanas espina bífida y podría morir si no le practicaban una cirugía.

Julie Armas era enfermera y conocía al Dr. Bruner por sus logros quirúrgicos. Ejercía en un centro médico universitario y realizaba operaciones en fetos mientras éstos aún permanecían en el útero. Julie decidió dejar en sus manos el futuro de su bebé.

La operación consistía en extraer el útero temporalmente por cesárea y hacer una pequeña incisión para operar al feto.

Cuando el Dr. Bruner ya estaba terminando la operación, Samuel sacó su pequeña mano a través de la incisión. Las fotos no son un hoax ni están manipuladas, se publicaron en el periódico USA Today y The Tennessean el 7 de Septiembre de 1999. Fueron tomadas por Michael Clancy, un fotógrafo que fue contratado para asistir a la operación.

Sin embargo, la polémica sobre que ocurrió verdaderamente en aquel quirófano aún se desconoce. Los dos principales testigos del acontecimiento lo expresan de forma distinta:

Michael Clancy (Fotógrafo): “Samuel se despertó de la anestesia demasiado pronto y salió con el puño apretado a través de la incisión quirúrgica del útero. En mi opinión, Samuel sentía dolor. El Dr. Bruner lo cogió y alzó con suavidad la mano de Samuel (para volver a introducirlo en el útero). Samuel reaccionó apretando el dedo del doctor”.

Joseph Bruner: “Según el punto de vista, o Samuel Armas salió del útero y tocó el dedo de un compañero humano o soy yo empujando su mano fuera del útero (para introducirlo una vez que había salido) … que es lo que hice”.

Sin embargo, a pesar de la diferencias en la versión de los hechos, el Dr. Bruner describió la escena como “impactante” y Michael Clancy como “milagrosa” y ambos coinciden en que Samuel sacó la mano.

La historia de esta foto...

Las controversias en torno a esta espectacular foto que muestra a un bebé de 21 semanas que desde el vientre materno toma el dedo del doctor que lo ha operado, dieron un nuevo giro, cuando la poderosa cadena Fox anunció que iniciará un proceso legal contra el periodista que intentó exhibirla.

La polémica se inició cuando el controvertido columnista de Internet Matt Drudge quiso presentar la foto en su programa nocturno en Fox y abandonó el set televisivo cuando los directivos le prohibieron mostrar la fotografía.

Fox anunció que exigía a Drudge que presentase alguna forma de excusa si no quería perder su programa y enfrentar un proceso legal. El controvertido periodista, conocido mundialmente porque reveló el escándalo de Mónica Lewinski en su página web (una de las más visitadas de Internet), respondió, sin embargo, que era la Cadena la que debía disculparse por haber ejercido censura.

Según Fox, la decisión de no dejar que Drudge mostrase la foto se debe a que hubiera sido "desorientadora" porque el periodista pretendía hacer una defensa de la vida con una foto que "en realidad es de una operación dentro del vientre y no de un aborto". "No se trató de censura, sino de una decisión editorial".

Pero Matt respondió que "se trata de pura y simple censura". "Yo expliqué que dejaría en claro de qué cosa se trataba la fotografía, pero que quería usarla como respaldo dramático para demostrar hasta qué punto un feto de 21 semanas está desarrollado". "Si hubiera mostrado la foto de un huevo de águila con el pollo asomando una pata, no me hubieran hecho ninguna crítica". "El problema es que se trata de un ser humano", dijo Drudge.


Entrevista al Dr.Joseph Brunner, médico que realizó la cirugía

"NO VOLVERÉ A HACER UN ABORTO"

Tras realizar una cirugía intrauterina en Samuel, un feto de solo 21 semanas que se aferró a su mano, la vida cambió para el doctor Brunner.

"El aborto en los Estados Unidos es legal y yo creo que es una opción muy personal, aunque desde que Samuel tocó mi mano nunca más podré realizar abortos en mujeres con niños que presenten malformaciones."

¿Cómo vivió el momento cuando Samuel tocó su mano?


Recuerdo que estábamos moviendo a Samuel dentro del útero, preparándolo para la cirugía y de pronto ...su mano salió del útero...Solo puedo decir que se produjo algo muy natural, como cuando cada ser humano presiente que otro ser humano le va a dar la mano y sencillamente la toma, la coge y eso hice...Sin pensarlo acerqué mi mano a la suya. ¡Fueron solo unos instantes porque, me di cuenta de que tenía que seguir operando ...(se ríe). Si no hubiéramos operado a Samuel, habría estado condenado a morir..."

¿Le ha ocurrido algo similar con las otras operaciones?
¡Fue un momento tan personal, los sentimientos que surgieron en mí son muy íntimos! En cada operación se produce algo muy especial con el feto, porque sus padres me dicen cuanto lo desean, lo quieren y durante la operación yo tengo su vida en mi mano, en la palma de mi mano. A veces, los padres me dan mensajes, me dicen cosas que les gustaría decirles a su hijo.


El fotógrafo describió la escena como “milagrosa”. MICHAEL CLANCY


"Uno de los impactos de esta nueva técnica es que agrega una nueva perspectiva al tema del aborto. En mi país y creo que en casi todos los países donde el aborto es legal, el feto no tiene derechos legales ni identidad, pero con esta nueva técnica quirúrgica estamos desafiando esos conceptos. ¡Si un médico puede diagnosticar y tratar un feto, eso lo convierte en un paciente! Y si el feto es un paciente, entonces, es una persona...Y las personas tienen derechos y privilegios y un status legal" planteó el especialista. A su juicio, la nueva técnica reabre un dilema para la sociedad. (C.Caldés/ Medtempus)

www.negocios.com/05-12-2007+mano_esperanza,noticia_2img,14,14,5448

cada año, cada segundo

lunes, diciembre 03, 2007

Testimonio de mujer que abortó dos veces con Carlos Morín


Neus Bartolomé ha roto el silencio para contar el grave abuso que se comete en los centros privados de aborto en España, explicando su caso concreto de dos abortos con Carlos Morín, uno hace más de 22 años y el otro más reciente




Adopcion Espiritual

domingo, diciembre 02, 2007

ANTICONCEPCIÓN Y ABORTO: UNA CONEXIÓN FUNDAMENTAL


Por el Padre Walter J. Schu, L. C.

¿Evita el aborto la anticoncepción?

En los años de 1950, tuvo lugar un acontecimiento revolucionario, que afectó las relaciones más íntimas entre hombres y mujeres: la píldora. Las repercusiones se sintieron en las parejas, las familias, la sociedad y hasta en la Iglesia Católica.

Frente a las objeciones morales que surgieron, los promotores de la píldora ensalzaron sus muchos beneficios potenciales. El principal era que se esperaba que la píldora redujera la cantidad de nacimientos fuera del matrimonio, que en ese momento y todavía hoy es un indicador significativo de la pobreza. ¿Quién iba a dudar que el uso extendido de los anticonceptivos eliminaría los embarazos no deseados? ¿Y acaso no son los abortos mayormente el resultado de embarazos no deseados? Muchos llegaron a la conclusión de que al aumentar el uso de anticonceptivos, se reducirían drásticamente los nacimientos fuera del matrimonio. Aun luego de legalizar el aborto en los Estados Unidos, cuando se disparó rápidamente el número de abortos, se recomendó usar más anticonceptivos como solución para reducir las tasas de abortos.

Detrás de este argumento se esconde una tremenda falacia. Hoy, cuando el uso de los anticonceptivos se ha extendido durante más de cuarenta años, los hechos desmienten claramente que tal uso conduzca a una reducción del aborto. Desde la decisión del caso Roe vs Wade en el 1973, siguen practicándose cerca de 1. 3 millones de abortos al año. De hecho, nuevos estudios sugieren que el acceso fácil a los anticonceptivos ha empeorado el problema. Un estudio publicado el 18 de agosto de 2000 en la revista British Medical Journal muestra que las adolescentes que consultan con un médico sobre los anticonceptivos de hecho poseen una tasa más elevada de embarazos que aquellas que no lo hacen. i Y sobre el punto de que los anticonceptivos reducen la cantidad de abortos, otros estudios muestran que “más del 80% de las jóvenes que se han practicado abortos tienen experiencia con anticonceptivos”. ii De hecho, de acuerdo al Alan Guttmacher Institute, más de la mitad de las mujeres que se han practicado abortos, dicen que estaban usando anticonceptivos el mes que salieron embarazadas.

La Dra. Janet Smith, profesora de Teología moral en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón en Detroit, reversa el silogismo de los anticonceptivos con una lógica irrefutable: La mayoría de los abortos son el resultado de embarazos no deseados, la mayoría de los embarazos no deseados son el resultado de relaciones sexuales fuera del matrimonio, y la mayoría de las relaciones sexuales fuera del matrimonio se facilitan por la disponibilidad de métodos anticonceptivos. Si volteamos esta progresión: los anticonceptivos provocan que haya más relaciones sexuales fuera del matrimonio, más relaciones sexuales fuera del matrimonio producen más embarazos no deseados; más embarazos no deseados provocan más abortos. iii Hay otra razón por la cual la anticoncepción provoca más abortos. Es que existe una conexión fundamental, o concepción mental entre ambos. Esta concepción mental visualiza la vida humana como algo que no siempre es bienvenido, y cuando no lo es, se puede desechar. Como resultado, “La gente frecuentemente utiliza el aborto como un respaldo para cuando no resultan los métodos anticonceptivos”. iv El teólogo católico Germain Grisez nos da una concisa descripción de las dos formas en que la anticoncepción puede fomentar el aborto: En primer lugar, fomentar los métodos anticonceptivos, especialmente entre los jóvenes, excusa y hasta estimula la actividad sexual inmoral. Aun si se proveen y utilizan los anticonceptivos, esta actividad puede provocar muchos embarazos, pues todos los métodos anticonceptivos tienen un porcentaje de falla. Más aún, los niños que son concebidos y no deseados, es probable que sean abortados, o abandonados o abusados, porque, a diferencia de los niños no planificados pero por parejas abiertas a una nueva vida, ya fueron rechazados por adelantado. v La conexión antropológica En la raíz de este modo de pensar yace un error antropológico fundamental, un error que da en el corazón de lo que somos como seres humanos. Esto solamente puede combatirse eligiendo la alternativa a la anticoncepción— la planificación familiar natural. vi Tal como Juan Pablo II afirmó enfáticamente, la anticoncepción y recurrir a los períodos naturalmente recurrentes de fertilidad e infertilidad en el ciclo de la mujer se basan en “dos conceptos irreconciliables de la persona y de la sexualidad humana”. vii Detrás de la mentalidad pro anticoncepción se asoma la concepción materialista que ve el cuerpo humano como un objeto que puede ser manipulado. Cuando tenemos esa visión de la persona y de la sexualidad, no resulta sorprendente que cuando falla la anticoncepción, con frecuencia se recurra al aborto. Las relaciones sexuales se reducen de un acto de entrega personal a uno de gratificación sensual libre de cualquier responsabilidad hacia una nueva vida.

La conexión fisiológica La conexión entre anticoncepción y aborto es con frecuencia sutil y hasta capciosa. Esto se confirma a nivel fisiológico, donde algunos anticonceptivos evitan la implantación del embrión recién concebido en la matriz. Es de especial preocupación el caso de la “píldora de la mañana siguiente”. viii Pero se cree que otros métodos anticonceptivos, como los dispositivos intrauterinos y aquellos que manipulan las hormonas algunas veces también son abortivos, no solamente anticonceptivos. ix Una mujer que use la píldora ni siquiera se da cuenta si tal tipo de aborto temprano está ocurriendo en su propio cuerpo.

La conexión sociológica En el campo de la sociología, estudios recientes provenientes de fuentes inesperadas confirman la conexión entre la “revolución anticonceptiva” y el aumento de la cantidad de abortos. Uno de esos estudios fue realizado por George Akerlof, un economista ganador del premio Nóbel, profesor de Berkeley, ex-miembro de Brookings Institution y no se considera conservador. En dos artículos que publicó en conocidas revistas de economía, Akerlof detalla sus hallazgos y adelanta argumentos que reivindican las advertencias proféticas del Papa Pablo VI acerca de las consecuencias sociales de la anticoncepción. x Según Akerlof, la revolución sexual dejó a las mujeres tradicionales y moderadas (que no aceptaban el sexo premarital y los anticonceptivos) incapaces de competir con aquellas mujeres que no tenían grandes objeciones frente al sexo fuera del matrimonio. Si una mujer quedaba embarazada, esto no le daba derecho a esperar una promesa de matrimonio. El novio siempre podría decir que el embarazo era una opción de la mujer. Los hombres estaban menos dispuestos a un “matrimonio a la carrera” debido a un embarazo de lo que habían estado antes de la llegada de la píldora y del aborto.

Los hallazgos de Akerlof apuntan hacia la conexión sociológica directa que hay entre anticoncepción y aborto: Así, muchas mujeres tradicionalistas acabaron teniendo sexo e hijos fuera del matrimonio, mientras muchas de las mujeres permisivas acabaron teniendo sexo y anticonceptivos o abortos para evitar tener hijos. Esto explica en gran medida el porqué la revolución de la anticoncepción fue asociada con un aumento tanto en la cantidad de abortos como en los hijos ilegítimos. xi La inmoralidad de la anticoncepción La anticoncepción no es ética desde el punto de vista moral no solamente por su conexión directa con el aborto, sino en sí misma. El Papa Pablo VI, en su encíclica de 1968 Humanae Vitae, da una fuerte definición de la anticoncepción como “toda acción que, o en previsión del acto conyugal o en su realización o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación”. xii Pablo IV continua afirmando las enseñanzas constantes de la Iglesia de que dichas acciones son intrínsecamente malas (intrinsice inhonestum),xiii y explica que la anticoncepción viola “la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador. ”xiv La cultura de la muerte ha emprendido una guerra silenciosa contra la cultura de la vida. De la balanza no solamente penden las vidas de millones de niños no nacidos, sino también el futuro de la familia. Juan Pablo II afirmó que “la familia se encuentra en el centro de la gran lucha entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre el amor y cuanto se opone al amor. ”xv ¿Qué lado tiene la ventaja hoy? Hay una cifra muy escueta: hoy, menos del 1% de todas las parejas casadas en edad de procrear en los Estados Unidos utiliza el método de planificación natural. xvi Una respuesta convincente: la teología del cuerpo, de Juan Pablo II Podemos cambiar la mentalidad anticonceptiva y ayudar a construir una cultura de la vida mediante lo que Juan Pablo II nos dejó como legado: una defensa conmovedora de la verdad sobre la planificación familiar natural. En su Teología del Cuerpo, Juan Pablo II sitúa las enseñanzas de la Iglesia en el contexto de una visión total del ser humano.

En tres grandes pinceladas, el difunto Santo Padre presenta una visión completa de la persona humana. Todo comienza con el hombre original antes del pecado. Solo en medio de la creación, Adán vive la soledad original. Aunque era el amo de todas las criaturas, se siente extremadamente solo porque sólo él es una persona, un sujeto consciente llamado a entregarse por amor y a recibir la entrega de otra persona. Cuando Dios crea a Eva, Adán exclama: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” (Gen 2:23). Por el cuerpo de Eva, Adán la reconoce como persona, con la cual él está llamado a formar una comunión de personas (communio personarum) a imagen del amor que se entrega de la Santísima Trinidad. xvii Luego sigue una de las frases más bellas del libro del Génesis. “Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza” (Gen 2:25). ¿Por qué no sentían vergüenza? Antes del pecado, Adán y Eva conocían completamente el significado nupcial del cuerpo. Dios los creó hombre y mujer para que se entregaran uno al otro por amor. Cada uno ve en el cuerpo del otro una persona para ser amada. “Se ven y se conocen a sí mismos con toda la paz de la mirada interior, que crea precisamente la plenitud de la intimidad de las personas. ”xviii La libertad de entregarse el uno al otro que Adán y Eva viven es destruida pronto por un hecho misterioso: cometen un pecado. Con el pecado, surge en la escena el hombre histórico. El pecado trae consigo la capacidad de usar a la otra persona como un objeto en vez de amarla como persona. El significado nupcial del cuerpo corre ahora grave peligro. El hombre caído ya no es capaz de hacer el don gratuito de sí mismo que su Creador había ideado.

Es Cristo, en su insondable amor y misericordia, que rescata a la humanidad mediante su sufrimiento en la cruz y la gloria de su resurrección. Al redimir al hombre, Cristo también redime el cuerpo. Hace posible para el hombre y la mujer recapturar la libertad de ese don, al caminar por el estrecho pero jubiloso camino de la vida en el Espíritu Santo.

La visión total de la persona humana se completa al reflexionar sobre el destino futuro de la humanidad. El hombre escatológico representa la plenitud de nuestro destino con Dios, luego de la resurrección de nuestros cuerpos. Paradójicamente, el significado nupcial del cuerpo alcanza su plenitud en el cielo, donde “ni ellos tomarán mujer ni ellas marido” (Mt 22:30). ¿Cómo es esto posible? En el cielo, la única respuesta adecuada a la efusión del amor de Dios es entregarnos completamente a Él en todo lo que somos como seres humanos. Es por esto que la entrega exclusiva entre esposo y esposa en el matrimonio, aunque se haga por el amor de Dios, no existe más en el cielo. Al entregarnos a Cristo, el Novio, también nos estaremos entregando a todos los otros en Él –la comunión de los santos. La perspectiva de la vida eterna revela la belleza del llamado al celibato, a la vida consagrada, como otra forma de cumplir con la obligación nupcial del cuerpo. Los que se consagran a Cristo mediante la pobreza, la castidad y la obediencia, hacen presente en la tierra, con anticipación, la unión virginal, pero conyugal, con Dios que cada persona vivirá en el cielo hasta la eternidad.

El vasto panorama de la visión total de la persona que Juan Pablo II presenta hace posible comprender en toda su profundidad y belleza las enseñanzas de la Iglesia sobre el amor conyugal y la procreación. Cada acto de unión conyugal es una expresión de la entrega completa de un cónyuge al otro y de la aceptación de cada uno en toda su totalidad como persona. Este amor que se entrega es fructífero, tanto en la unión de la pareja en “una sola carne” como en su apertura a una nueva vida. Es la imagen del amor fructífero de la Trinidad.

Aquí también se revela lo maligno de un acto de anticoncepción. La anticoncepción viola la verdad del lenguaje del cuerpo. Significa que se miente con el cuerpo. Por un lado, el esposo le dice a la esposa, en el lenguaje natural del acto conyugal, “me entrego completamente a ti con todo lo que soy, y te acepto completamente como persona”. Pero por el otro lado, el hombre no da su capacidad de ser padre, y la mujer no aceptar su capacidad de ser madre. En consecuencia, la anticoncepción impide que el acto conyugal sea un acto de amor verdadero, personal y de completa entrega, como fue concebido que fuera.

Una cultura de la vida en lo más profundo ¿En qué terreno se ganará o perderá la batalla por la cultura de la vida? No en un juzgado, sino en la tranquila convicción de innumerables homilías, artículos y charlas sobre las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la Teología del Cuerpo del Papa Juan Pablo II.

Entonces, llegará el día cuando se promocione la cultura de la vida, no solamente en las leyes, sino en el corazón mismo de las relaciones más íntimas entre un hombre y una mujer.

El padre Walter J. Schu, L. C. fue ordenado sacerdote de la Legión de Cristo en 1994 y es el autor de The Splendor of Love: Juan Pablo II’s Vision for Marriage and Family. (New Hope, Ky. , New Hope Press: 2003) ($19. 95).

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1 “Este estudio encontró que el 71 por ciento de las 223 jóvenes adolescentes que salieron embarazadas había hablado sobre la anticoncepción con un profesional sanitario en el curso del año antes de salir embarazadas”. Brian McGuire, “Sex Education Can Backfire, Says British Study,” en el National Catholic Register, Vol. 76, No. 36, 3-9 de septiembre de 2000, 1.
2 Vea Stanley K. Henshaw and Kathryn Kost, “Abortion Patients in 1994-1995: Characteristics and Contraceptive Use,” 28 Family Planning Perspectives 140, 145 (table 2) (1996).
3 Janet E. Smith, “Paul VI as Prophet,” in Why Humanae Vitae Was Right: A Reader, 523.
4 Germain Grisez, Living a Christian Life (The Way of the Lord Jesus, Volume 2), (Quincy, Ill: Franciscan Press: 1993), 505.
5 Germain Grisez, Living a Christian Life, 515-516.
6. Juan Pablo II afirma que la diferencia entre la anticoncepción y la planifcación familiar natural es “antropológica y al mismo tiempo moral”, Familiaris Consortio, 32. Énfasis en el original.
7 John Paul II, Familiaris Consortio, 32.
8 Vea Horacio B. Croxatto, et al. , “Mechanism of action of hormonal preparations used for emergency contraception: a review of the literature,” 63 Contraception 111-121 (2001); Chris Kahlenborn et al. , “Postfertilization Effect of Hormonal Emergency Contraception,” 36 The Annals of Pharmacology 465 ( March 2002); John Wilks, “The Impact of the Pill on Implantation Factors – New Research Findings,” 16 Ethics & Medicine 15-22 (2000); Keith L. Moore and T. V. N. Persaud, The Developing Human: Clinically Oriented Embryology, 7th ed. (2003), 56; Walter L. Larimore and Joseph B. Stanford, “Postfertilization Effects of Oral Contraceptives and Their Relationship to Informed Consent,” 9 Archives of Family Medicine 126-133 (2000).
9 Susan Harlap, Kathryn Kost, and Jacqueline Darroch Forrest, Preventing Pregnancy, Protecting Health: A New Look at Birth Control Choices in the United States (New York: The Alan Guttmacher Institute, 1991), declara que cuando no son eficaces de algún otro modo, los artefactos intrauterinos funcionan “al responder con una inflamación local a un cuerpo invasor, lo cual impide la implantación si hay fertilización” (27), los anticonceptivos orales “cambian la membran interior del útero al impedir la implantación en caso de que hubiese fertilización” (27), la píldora de solo progestina funciona “impidiendo la implantación” (28), los implantes anticonceptivos funcionan al “impedir la implantación del óvulo fertilizado” (28), y las inyecciones de progestina funcionan en maneras similares a la de la minipastilla y a los implantes” (29). Vea Ashley y O’Rourke, Healthcare Ethics, 3rd ed. , 278-79; Kristine M. Severyn, “Abortifacient Drugs and Devices: Medical and Moral Dilemmas,” Linacre Quarterly 57 (Aug. 1990): 50-67; Rudolf Ehmann, “Problems in Family Planning,” Anthropotes 7 (1991): 100-101. Citado en Germain Grisez, Living a Christian Moral Life, 505.
10 Vea Humanae Vitae, 17 de Pablo VI.
11 W. Bradford Wilcox, “The Facts of Life and Marriage: Social Science & the Vindication of Christian Moral Teaching,” Touchstone, rnero-febrero 2005. Como fue reimpreso en Zenit Rassegna.
12 Humanae Vitae, 14.
13 Ibid. The Catechism of the Catholic Church reitera la condena que hizo Paulo VI de que todas las formas de anticoncepción son intrínsecamente malas, en el numeral 2370.
14 Humanae Vitae, 12. Catecismo de la Iglesia Católica, 2336.
15 Juan Pablo II, Carta a las familias, 1994, 23.
16 Joseph B. Stanford, M. D. , “Sex Naturally,” First Things 97 (November 1999), 28-33.
17 Juan Pablo II,. Audiencia general del 14 de noviembre de 1979, y en sobre La Teología del Cuerpo (Boston: Pauline Books and Media, 1997), 46-47.
18 Juan Pablo II, Audiencia general del 2 de enero de 1980, y en Ibid.,