jueves, abril 24, 2008

Ciencia y Moral… ¿opuestos o complementos?

Presbítero Dr. Rubén Rodríguez Balderas

Como Médico Cirujano que soy, sé que el óvulo fecundado es ya un ser humano: la evidencia científica es definitiva. Así lo aprende cualquier estudiante de medicina en cualquier universidad respetable del mundo. Así lo aprendí yo en nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México (me gradué como Médico Cirujano en 1970 y trabajé varios años como Ayudante de Profesor en el Departamento de Fisiología de mi querida Facultad de Medicina).

Un óvulo no fecundado tiene una capacidad de sobrevivencia muy limitada: unos cuantos días. Muere y por tanto es arrojado de la matriz al final de cada ciclo menstrual.

En cambio, si es fecundado, ese óvulo puede vivir 70 u 80 años (y en algunos casos hasta más de 100). Dicho óvulo, que tenía sólo 23 cromosomas, al ser fecundado asimila inmediatamente los 23 cromosomas del espermatozoide que lo fecundó, ¡y pasa a tener 46 cromosomas, con toda la información genética de una nueva persona humana! Y esa información genética le da tal fuerza vital que lo lleva progresivamente –a menos que se le mate– a desarrollarse en cigoto, mórula, blástula, gástrula, embrión, feto, bebé, niño, muchacho, adolescente, adulto, anciano y cadáver: todo ello en un proceso maravilloso que nunca nos cansaremos de admirar.

Y tal proceso maravilloso, que se llama vida humana, ha de ser respetado, cuidado y defendido por todos los demás seres humanos (especialmente los padres, los médicos, y los gobernantes).(1) Y quien atenta contra ese proceso maravilloso destruye lo más noble y digno que existe en el universo.

Estas afirmaciones son rigurosamente científicas, demostrables y comprobables… a menos que se quiera negar la evidencia (lamentable capacidad que tenemos los seres humanos y neciamente ejercemos tantas veces). Así lo afirman también prominentes científicos, que han sido acallados por no querer secundar las campañas abortistas.(2)

También como médico he constatado muchas veces los profundos estragos fisiológicos, y más todavía, espirituales y psicológicos que deja el aborto en las mujeres que lo realizaron y en quienes colaboraron con ellas. Es lógico, pues todas esas personas siguen llevando en su conciencia el dolor de haber dado muerte a un inocente con toda premeditación, alevosía y ventaja.

Ciencia prominente y moral católica

Como científico y como católico, sé que no es ningún desdoro tener en cuenta las enseñanzas de la Iglesia Católica respecto a la vida humana. En esta época nuestra de grandes avances científicos, es elemental la interdisciplinariedad para poder tomar decisiones acertadas. En cada rama del saber hay expertos muy cualificados, y a ellos acudimos con seguridad y confianza… Y quien más sabe acerca del ser humano es la Iglesia,expert en humanité”, como humildemente lo afirmó el Papa Paulo VI ante los representantes de ciento quince naciones en la Organización de las Naciones Unidas el 4 de octubre de 1965.(3)

Esa experiencia en humanidad la ha adquirido la Iglesia a lo largo de sus 20 siglos de existencia, haciendo numerosas aportaciones llenas de luz y de sabiduría a todas las culturas, como reconoce todo hombre que examina su historia sin prejuicios.

A este propósito, transmito un elocuente testimonio, firmado –¡nada menos!– que por doce Premios Nobel:

“Nosotros, ganadores del Premio Nobel, compartimos con Alfred Nobel su preocupación porque la ciencia sea beneficiosa para la humanidad.

“La ciencia ha proporcionado grandes bienes y nosotros esperamos que continúe proporcionándolos en adelante.

“Sin embargo, el conocimiento científico se ha aplicado en ocasiones de forma absolutamente indeseable, como en la guerra, por ejemplo, al tiempo que su utilización para fines buenos puede tener efectos secundarios inesperados que no son deseables.

“Además, la soberbia intelectual que la ciencia ha proporcionado ha cambiado la idea que la humanidad tiene de sí misma y de su lugar en el universo, lo que ha llevado a los seres humanos a un empobrecimiento espiritual y a un vacío moral.

“Creemos que los científicos deben tener una especial sensibilidad ética y estamos deseosos de derribar la tradicional barrera –o incluso oposición– entre la ciencia y la religión.

“Las iglesias, sin duda, pueden desempeñar un papel importante en el intento por conseguir este objetivo; y en particular reconocemos que la Iglesia católica está en una situación única para aportar una orientación moral a escala mundial (…).

J. Dausset Medicina, Francia F. A. Von Hayek Economía, Gran Bretaña
C. de Duve Medicina, Bélgica S. Ochoa Medicina, España
L. Eccles Medicina, Austria I. Pricogine Química, Bélgica
F. O. Fischer Química, Alemania C. H. Townes Física, Estados Unidos
L. R. Klein Economía, Estados Unidos M. H. F. Wilkins Medicina, Gran Bretaña
H. A. Krelos Medicina, Gran Bretaña R. S. Yalow Medicina, Estados Unidos”.(4)

(1) Por ello, todos los médicos prometimos al graduarnos: “PROTESTO solemnemente que la vida humana será para mí sagrada, desde la concepción hasta la muerte y que haré de ella un culto… Solemnemente formulo hoy votos de superación en un pacto de honor con mi Patria y con mi Escuela” (palabras textuales que leí, en la Ciudad Universitaria y ante el Jurado examinador, el día de mi graduación como Médico Cirujano).
(2) Por ello, todos los médicos prometimos al graduarnos: “PROTESTO solemnemente que la vida humana será para mí sagrada, desde la concepción hasta la muerte y que haré de ella un culto… Solemnemente formulo hoy votos de superación en un pacto de honor con mi Patria y con mi Escuela” (palabras textuales que leí, en la Ciudad Universitaria y ante el Jurado examinador, el día de mi graduación como Médico Cirujano).
(3) Cfr. CREMONA Carlo, Pablo VI, Ed. Palabra, Madrid 1995, pp. 245-7.
(4) Cfr. CREMONA Carlo, Pablo VI, Ed. Palabra, Madrid 1995, pp. 245-7.

Presbítero Dr. Rubén Rodríguez Balderas
Médico Cirujano por la UNAM
Dr. en Teología por la Universidad de Navarra, España
Vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica, A.C.



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