sábado, abril 26, 2008

¿Quiere usted adoptar un embrión?

El pasado año nacieron un total de 68 niños tras un programa de adopción de embriones en Cataluña.

Santiago Mata

Madrid. Las clínicas de fecundación humana almacenan un número de embriones que puede estimarse entre 100.000 y 200.000. Es la cifra que maneja Santiago Álvarez, de la asociación de clínicas Anacer, aunque no existe un registro de seres humanos congelados, y hay clínicas que no comparten información al respecto.

España ha tenido tres leyes de fecundación asistida: la de 1988, la de 2003 y la de 2006. La primera permitía crear y congelar embriones durante cinco años, aparte de sacrificarlos para la investigación. La de 2003 prohibió que se congelaran embriones (igual que hacen Italia, Alemania, Suiza o Austria).

La de 2006 ha vuelto a la permisividad. El mayor problema son los embriones abandonados por sus padres: la decisión de dejarles morir correspondía a las clínicas. Sólo una de ellas, el Instituto Marquès de Barcelona, promovió en 2005 la adopción de 728 embriones abandonados: un 70% de ellos sobrevivió a la descongelación, y la avalancha de parejas deseosas de adoptar hizo que el programa terminara menos de dos años después, con el nacimiento de 68 niños, entre ellos uno que estuvo 13 años congelado como embrión: mucho más de los cinco previstos por la ley.

Según los responsables de esta iniciativa, pocas clínicas españolas promueven la adopción porque el índice de fracaso en la descongelación sería mucho mayor y pondría en evidencia que no se congelaron los embriones siguiendo criterios estrictos.

Con el fin de unificar criterios y no tener que tomar la decisión de destruir los embriones, las clínicas de Anacer acordaron el año pasado que cuando los padres de un embrión no responden a dos cartas en las que deben confirmar si sigue congelado o se dona para investigación, se le considera abandonado.

El pasado 7 de mayo estas clínicas firmaron un acuerdo para transferir estos embriones al Banco Andaluz de Células Madre. Su director, Pablo Menéndez, declaró a LA GACETA que “con las células embrionarias no existen, y desde mi punto de vista personal no existirá jamás, pruebas clínicas relevantes”. Sirven “para estudiar embriología humana, cáncer, toxicidad, etc”, pero no para curar.



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