jueves, noviembre 13, 2008

Yo tuve a mi hijo


Ha sido presentado en la Universidad CEU San Pablo, de Madrid, Ángeles en la tierra (ed. Palabra), un libro-testimonio con Experiencias de madres valientes, que dijeron a la vida pese a todas las dificultades con que se toparon. Lo firman Ondina Vélez y Pablo Gutiérrez


Virginia es el nombre de una de las protagonistas de Ángeles en la tierra, un libro que recoge los testimonios de varias mujeres valientes a la hora de tener a sus hijos. A Virginia le comunicaron durante su embarazo que su hijo Ángel no tenía la cubierta abdominal, por lo que todos sus órganos estaban fuera. Pero ella y su marido decidieron seguir adelante, aun con la oposición de mucha gente. Cuenta la propia Virginia: «Hubo amigos que hasta nos dejaron de hablar, porque no podían entender que siguiéramos adelante con el embarazo». En el momento del parto -relata-, «la matrona me dijo: ¿Te puedo hacer una pregunta?; ¿tú por qué no has abortado? Yo le respondí: Nosotros sabemos que el niño va a morir, pero aceptamos que lo haga cuando tenga que hacerlo. No seremos nosotros quienes le demos ese empujoncito». Al final, Ángel nació. En unos informes se dice que el niño murió en el proceso del parto; en otros, que había nacido ya muerto. Pero Virginia estaba mentalizada para tener un parto distinto. Esta madre afirma que, en esa situación, «entras en el quirófano con tu decisión madura, serena y acertada, haciendo lo mejor que puedes hacer por el niño y por ti, y te vas con el legítimo orgullo de quererlo hasta el fin».

A María Vélez le informaron de que su hijo nacería con toxoplasmosis, una enfermedad con la que el niño se podría quedar ciego, le afectaría al cerebro, podría nacer sin él o, lo más probable, ni siquiera nacer vivo. María y su marido preguntaron al médico por un tratamiento, y éste les respondió: «Me parece que no me estáis entendiendo...» María explica que, entonces, el doctor «sacó un libro muy gordo, y cuando abrió la página de
la toxoplasmosis, en la que se describía la enfermedad, las causas, llegó hasta el tratamiento y... era el aborto».

A pesar de todo, el matrimonio decidió seguir adelante con el embarazo y, según cuenta María, «el milagro sucedió. En las ecografías no aparecían signos de lesiones y, cuando nació, Pedro era un bebé sano, enorme, rubito, de anuncio...» Antes de poner punto final a su testimonio, María afirma: «Sé que el mayor milagro es la fuerza con la que Dios nos sostuvo durante esos 9 meses de espera y que, cuando uno se pone en Sus Manos, la vida siempre es buena».

La historia de Elisabeth (nombre figurado) es la de muchas mujeres que, fuera de sus países, sin recursos y solas, ven como única salida el aborto. Esta joven, al saber que estaba embarazada, con miedo a perder su trabajo y desesperada relata: «Recurrí a una amiga y me fui a su casa. Le comenté mi intención y me habló de una clínica en Callao para abortar. En su casa, entré en el baño para ducharme. Se me caían las lágrimas una tras otra. Estaba desesperada. Al salir vino mi amiga con un libro, Carta de un hijo a una madre. Leí las tres primeras líneas, y de nuevo comencé a llorar». En esas líneas, Elisabeth se encontró con este saludo: Hola, mamita. «Enseguida sentí que era mi hijo quien me lo estaba diciendo -cuenta Elisabeth-. Sin emb
argo, mi situación era imposible, no podía tener a mi hijo, aunque sintiera que me hablaba desde las páginas de ese libro». Hoy las cosas han cambiado para esta madre: «A pesar de todo el sufrimiento y de todas las dificultades que ahora tengo, no me arrepiento de nada, mi hija es ahora mi vida y me da fuerzas para seguir adelante».

¡Dios mío, qué cosa más bonita!

El bebé de Mercedes nacería con hidrocefalia, una enfermedad que impediría que se formase bien su masa cerebral. Una de las posibilidades que le ofrecieron fue abortar, pero ella decidió que terminaría el embarazo. «Si era de Dios que me hubiese pasado esto -y si, según me decían, lo más probable era que el niño no llegara a nacer-, Él ya me mandaría un aborto natural o el niño seguiría adelante. Pero lo que no iba a hacer era provocarlo yo». Cuando nació Sergio -continúa-, pensé: «¡Dios mío, esta cosita es mía! ¡La que habría podido liar con esta criatura si hubiese actuado de otro modo!» Pero «ya tengo aquí a mi hijo, y que sea lo que Dios quiera».

Neus era una universitaria cuando se quedó embarazada. Acababa de dejar su trabajo para estudiar una carrera, y fue entonces cuando se enteró de que estaba esperando un hijo. «Al principio fue un shock, porque no entraba en mis planes y los de mi pareja». Los meses fueron pasando y llegaron los exámenes. «Los de junio me costaron bastante, ya que mi cuerpo no estaba para estudiar en esos momentos, me encontraba en mi octavo mes de gestación». Pero, al final, todo el esfuerzo le valió la pena a esta universitaria, que reconoce que «el cambio más radical, por supuesto, fue ver a mi hija. Yo pensé: ¡Dios mío, qué cosa más bonita!» Después de su experiencia, Neus manda un mensaje a las universitarias en su situación: «Si quieres, puedes. Si realmente te interesa y crees en ello, es superable».

V. Gutiérrez

Adopcion Espiritual

1 comentario:

Joan dijo...

Muchas gracias por la noticia del libro