domingo, septiembre 27, 2009

Pablo Pineda: concha de Plata de San Sebastián

Pablo Pineda: Me jode el paternalismo. ¿Por qué me tratan como a un niño?

  • El protagonista de la película Yo, también supo a los ocho años que tenía Síndrome de Dowm.
  • Desde entonces, ha tenido un programa de televisión y terminó hace cinco años la carrera de psicología.
  • Asegura que se sintió identificado con los diálogos del largometraje.

Supo que tenía síndrome de Down a los ocho años. Pero a los ocho ya tenía un programa de televisión. A los treinta la carrera de psicología. Y ahora, a los 35, es también una estrella del cine: por eso concede entrevistas en San Sebastián, donde presenta Yo, también, película que protagoniza.

¿Qué pensó cuando le ofrecieron hacer una película?
Los directores me invitaron a comer, porque estas cosas se hablan mejor delante de un plato, y me lo comentaron: pensé que era totalmente descabellado. ¿Tú me ves planta de actor? Hace falta una técnica, saber actuar... Les pregunté si sabían en lo que se estaban metiendo, porque yo y mi familía teníamos dudas. Una película es algo muy potente, muy mediático, y yo no me veía ahí.


Pero terminaron convenciéndole.
Leí el guión y la historia me encantó. Y un tiempo después, cuando hice con ellos la prueba, me di cuenta de que me gustaba. Me veía bien, me enganché. Me picó el gusanillo, de verdad.


Cuando me ofrecieron hacer una película pensé que era totalmente descabellado. ¿Tú me ves planta de actor? ¿Se identificó con el guión?
Sobre todo, con los diálogos. Leer la palabra esfuerzo, lucha... Me llegó. Estaba leyendo todo lo que yo había vivido y luchado. Mientras leía el guión, no paraba de llorar: ¡en una mano tenía los folios y en la otra un paquete de pañuelos! ¿Cómo podía asemejarse tanto a mi vida?


¿Y en qué se diferenciaban Daniel, el personaje, y usted?
Él era más brusco, algo que no me gustaba. Yo soy más educado, más recto. Se lo dije a los directores, así que el personaje terminó siendo una mezcla. A cambio, él es más decidido, más lanzado, con más iniciativa.


¿Qué ha aprendido de él?
Cosas que me faltaban como persona. Lo que te digo: iniciativa, decisión, arrojo. He aprendido a no pensar tanto las cosas, porque termino quedándome en los pensamientos. Hay que tener más acción, más fuerza. También aprendí mucho de Lola Dueñas. Hasta me asustaba viendo cómo se metía en su papel.


¿Cómo fue el rodaje?
Muy fluído, y eso me animaba. Había mucha química con todo el equipo, y al final del rodaje todo cristalizó, convirtiéndose en un enorme abrazo entre todos.


¿Qué sintió al ver por primera vez la película?
Lloré y reí, porque tiene de todo. La vi este verano, con mi familia, y nos gustó mucho. Uno de mis hermanos, y me dan ganas de llorar cuando lo recuerdo, me dijo que estaba muy orgulloso de mí. Eso te anima.


Mientras leía el guión, no paraba de llorar: ¡en una mano tenía los folios y en la otra un paquete de pañuelos! ¿Cómo podía asemejarse tanto a mi vida? ¿Es usted tan romántico como su personaje?
El guión ya lo era, muy tierno, sin llegar a lo sensiblero. Tiene una ternura muy natural. Pero también yo lo soy. Me encanta descubrir cómo uno conoce a alguien, va cambiando, va encontrándose con la otra persona. No sólo soy un romántico empedernido: soy romanticón. Cuando hablo con una chica que me gusta me vuelvo loco: me hago el poeta, el trovador, y las digo que sus ojos me resultan embriagadores... Me salen palabras raras.


¿Cómo se siente ahora?
Mucho mejor. Más maduro, centrado y fuerte. Me he "Danielizado", en el buen sentido de la palabra. Y he aprendido a exigir respeto cuando lo merezco.


¿Qué es lo que más le molesta?
El paternalismo. Me jode bastante, porque no es bueno. Esa mierda de que somos eternos niños... ¡Soy una persona y tengo 35 años! ¿Por qué tienen que tratarme como a un niño? ¡Pero si yo puedo hacer muchas cosas?


¿Qué cosas hará ahora?
Unas oposiciones en el Ayuntamiento de Málaga que estoy estudiando. Son de temas legales, complicadas, un poco coñazo... Pero habrá que hacerlas: hay que seguir luchando y viviendo.


En tierra de nadie
A Álvaro Pastor y Antonio Naharro, directores de Yo, tambiénel trato con chicos con síndrome de Down les es familiar. Llevan años rodando con ellos cortometrajes y lo viven en primera persona: la hermana de Antonio, Lourdes (que actúa en la película), sufre este trastorno. Pero la experiencia con Pablo Pineda ha sido distinta.

<p>Pineda junto a la actriz Lola Dueñas y Lourdes Naharro</p>
"Antes de conocerle ya queríamos rodar un largo", explica Pastor, "pero le vimos en la tele y sufrimos un shock. Acostumbrados a otros pacientes, era como un extraterrestre. Hablaba de temas universales. Él sólo daba para hacer una película", afirma.

Pineda es, en efecto, especial. Su vocabulario es igual o superior al de cualquiera ("es un poco redicho", dice Pastor, "y él mismo bromea sobre ello"). Tiene una carrera universitaria, busca trabajo, le encantan las chicas. Pero tiene un cromosoma de más.

"Está en un sitio muy particular", explica Naharro, "en tierra de nadie. Su conciencia de sí mismo y su desarrollo intelectual le han hecho superar su incapacidad. Era perfecto para cuestionar conceptos como la normalidad, hablar de la soledad o de la dificultad de encontrar pareja".

Así que le conocieron y, de su mano, hicieron la película. Con mucho cuidado, en el aspecto físico ("no puedes tenerle quince horas de pie") y en el psicológico: "Con él siempre tienes que ir de frente", explica Pastor, "porque si le mientes te pilla. Así que le planteamos las escenas más duras preguntándole si había sentido alguna vez algo parecido. Y él se lanzaba a la piscina y las hacía. Y después salía. Disfrutaba entrando y saliendo de la emoción". "Es muy consciente de su problema", añade Naharro, "y lo puede trascender".


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