viernes, octubre 02, 2009

Irlanda ha salvaguardado la defensa del derecho a vivir en el referéndum de hoy


Los irlandeses ya le dijeron no a una UE dedicada a fisgonear en la vida privada de los ciudadanos y en restringir sus derechos.
REDACCION HO.- Los ciudadanos irlandeses le dijeron que no a Europa en junio de 2008 porque a estas alturas la UE ya no engaña a nadie y se conoce su  afán por imponer en todos los países miembros restricciones a las libertades fundamentales.
Comisión, parlamento e instituciones europeas llevan años a merced de los intereses de lobbys minoritarios que se empeñan en restringir libertades como la educativa, o en imponer programas de adoctrinamiento homosexual, o el aborto, a pesar de que las legislaciones de algunos países se oponen a ello.
Frente al intrusismo de la Unión, los ciudadanos irlandeses votaron en defensa de sus propios principios y le dieron con la puerta en las narices en 2008 al Tratado de Lisboa.
Pero los dudosos hábitos democráticos de la UE imponen la repetición de las consultas que les son adversas hasta que consigue su propósito. A menudo tras  campañas de desprestigio, de extorsión y chantaje poco disimuladas. De modo que hoy los irlandeses vuelven a las urnas para pronunciarse por segunda vez sobre el Tratado de Lisboa.
El Tratado de Lisboa fue el lamentable compromiso defendido por el gobierno Zapatero y aprobado por España, que conoció una mayoritaria trayectoria de rechazo allí donde se permitió a los ciudadanos votar.
El Tratado sustituyó a otro proyecto de mal recuerdo, la constitución europea, rechazada por franceses y holandeses.
Si los irlandeses repiten  su no, el Tratado no entrará en vigor y se paralizará todo el proceso de integración europea. El sí se utilizará en cambio para presionar a Polonia y la República checa, que todavía no han ratificado el texto.
La UE no podrá meter sus narices en la legislación antiabortista irlandesa
Desde la primera consulta, Dublín ha arrancado a sus socios comunitarios el compromiso de que nada en el Tratado modificará las prerrogativas irlandesas sobre el aborto, su neutralidad militar y su política fiscal, y además Irlanda conservará su silla en la nueva comisión europea, un privilegio que el gobierno del PSOE fue incapaz de obtener.
Los partidarios irlandeses del sí, con su primer ministro, Brian Cowen (Fianna Fáil, el partido liberal conservador mayoritario en Irlanda), se benefician de estas concesiones de Bruselas y de la profunda depresión que la crisis económica y financiera internacional ha producido en el país desde la independencia. Cowen ha sabido aprovechar la crisis en su favor:
"En un momento en el que nos enfrentamos a un gran reto económico, lo que necesitamos es la estabilidad y seguridad en la dirección que está tomando Europa."

Los últimos sondeos dan al sí un porcentaje del 55 por ciento frente a un 27 por ciento de noes y un 18 por ciento de indecisos.
Aunque los ciudadanos de Irlanda aprobaran el Tratado, dos países siguen rechazándolo. El presidente polaco, Lech Kaczynski, y el checo, Vaclav Klaus, se han negado a firmarlo.


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