sábado, octubre 17, 2009

Me llamo Tania

[images[11].jpg]Me llamo Tania, tengo 20 años y soy de Ecuador. Vine a España a estudiar Educación Social, pero cuando llegué me enteré de que estaba embarazada de mi novio, que sigue viviendo en Ecuador. No sabía qué hacer, ni a quién acudir. El primer mes lo pasé muy nerviosa, apenas comía y sabía que tarde o temprano se me iba a notar el embarazo y no quería asistir a clases así. Mi novio no se iba a enterar del embarazo, no había por qué alarmarlo, estaba muy lejos como para poder ayudarme y casi era mejor pasar esto sola. Mis padres están separados, y mi madre tiene sus propios problemas, tampoco iba a poder hacer gran cosa por mí, y mejor no preocuparla.




Pensé que habría alguna ayuda para una chica en mi situación y pedí cita con la Trabajadora Social de mi barrio, en Madrid. En esa entrevista la Trabajadora Social me aseguró que no había ningún tipo de ayuda, y me dijo algo más que no olvidaré: “con sólo 20 años y tu situación social, no tienes nada que ofrecerle a tu hijo/a, lo mejor que puedes hacer es abortar”. Y no me dio otra opción. Me explicó los pasos a seguir para ir a abortar, me dijo que ella me podía facilitar una cita allí  mismo con un centro privado en Madrid, donde me harían el aborto de forma “discreta y anónima”, que nadie tenía por qué enterarse, y me quitarían “el problema”. Me fui a casa muy triste, no era eso lo que yo pensaba hacer, pero, si no había otra opción, quizás no tendría más remedio que abortar.

Le dije a la Trabajadora Social que lo pensaría, y que volvería por allí en unos días. Pero no lo hice. Una amiga ecuatoriana, que había pasado por mi situación unos meses antes, me contó que había unas “señoras” que trabajaban ayudando a chicas embarazadas con problemas, como nosotras. Me dio la dirección y el teléfono, y esa misma tarde llamé.

Lo primero que sentí cuando hable con las voluntarias de esa Fundación que ayuda a las embarazadas en dificultades, fue una gran paz. Sentí que podría solucionar todos los problemas que surgieran, incluso el de ser madre con sólo 20 años, porque ya no estaba sola, tenía ayuda por fin. Me llevaron a hacerme una ecografía con un doctor muy amable que me fue explicando cómo iba creciendo mi bebé. Ya estaba de 10 semanas (2 meses y medio) y todo iba bien.
Hoy tengo a mi niña en brazos, Marbelis, y es lo mejor que  me ha pasado en la vida, nunca me arrepentiré de haberla tenido. Y a esa Trabajadora Social, desde aquí le digo que sí tenía, y tengo, mucho que ofrecerle a mi hija, lo mejor del mundo: un gran amor por ella.

Leído en www.cope.es




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