miércoles, noviembre 25, 2009

El 40% de los los diagnósticos de estado vegetativo son erróneos

Steven Laureys

La historia de Rom Houben, ejemplo de los errores médicos que sustentan las propuestas de eutanasia.

REDACCION HO.- Rom Houben sufrió un accidente de automóvil y los médicos diagnosticaron un coma irreversible: el joven, un estudiante de ingeniería belga, estaba en estado vegetativo. Los resultados de todas las pruebas que le practicaron así lo indicaban.

La familia no recurrió a la aparentemente compasiva eutanasia y Houben pasó 23 años con su conciencia aparentemente extinguida. Hasta que hace tres años un neurólogo belga, Steven Laureys, recurrió a las últimas técnicas médicas para examinar a Houben y descubrió que su cerebro funcionaba perfectamente.

Durante 20 años, Houben estuvo escuchando y viendo lo que sucedía a su alrededor, pero no podía comunicarse con nadie.

Las estadísticas presentadas por el doctor Laureys demuestran que el error en el diagnóstico del estado vegetativo alcanza en nuestros días el 40 por ciento.

Ramiro Villapadierna, corresponsal del diario ABC en Alemania, narra hoy la historia de Rom Houben:

""No me oían, así que sólo podía soñar. Me dediqué a revivir mi vida entera", ha explicado ahora por primera vez Rom Houben, el accidentado de 46 años al que los equipos médicos pensaron que ya sólo era un vegetal. Ahora dice que desesperó durante 23 años por gritarles que "estaba consciente", que apenas sólo no podía hablar ni moverse.

Hoy Houben recuerda como "mi segundo nacimiento a la vida" el momento en que vio, a los médicos que operaban a su alrededor, descubrir que había una consciencia en movimiento tras su máscara paralizada: "No olvidaré jamás ese momento, cuando sentí que descubrían qué algo no había ido del todo bien en el diagnóstico".

En tanto, imposibilitado e impotente, se devanaba los sesos buscando modos de ayudar a los médicos a descubrir que, en realidad, les estaba oyendo y comprendía sus equivocaciones. Que incluso los podía ver, aunque sus ojos rehusaran moverse. "Durante todo este tiempo he sido testigo de mi propio calvario, viendo a los médicos y enfermeras intentar hablarme y terminar poco a poco renunciando, pensando que no tenía ningún sentido".

Su familia siempre creyó que estaba allí

La madre de este estudiante belga, que en plena juventud resultó víctima de un severo accidente de tráfico, en 1983, asegura que su hijo nunca estuvo sumergido en el estado vegetativo diagnosticado y tan sólo no podía responder al hallarse paralizado: "Siempre creí que nuestro hijo estaba allí con nosotros", dice Fina Houben, y así lo creyó la familia, que perseveró en la búsqueda de otros diagnósticos y parece haber dado con un médico que tendría la clave.

En la clínica de Zolder, donde Houben permanece estacionariamente, la doctora Audrey Vanhaudenhuyse reconoce que fue la perseverancia de la madre de Houben la que le hizo dar con un experto neurólogo belga. El investigador del centro belga FNRS, Steven Laureys, dirige el Coma Science Group en el Cyclotron Research Center y fue el primero en reconocer el apresuramiento del diagnóstico hace tres años, tras someterlo a un escaner con un PET. Reconocida la constante actividad cerebral, el gran paso se produjo cuando fue capaz de presionar con un pie un botón situado allí por Laureys, para indicar "Sí".

Cuatro de cada diez son erróneamente diagnosticados como vegetativos

La historia de Houben la daba a conocer el Spiegel, depsués de que Laureys haya publicado el caso en una revista de investigación médica. En BMC Neurology asegura que hasta cuatro de cada 10 pacientes son erróneamente diagnosticados como vegetativos: "Cada paciente debería ser evaluado por lo menos diez veces ante de ser catalogado definitivamente como vegetativo". El médico hace autocrítica sobre el método de diagnóstico y confiesa que "el problema es que... una vez que el coma ha sido diagnosticado es muy difícil volver sobre el caso".

Experto en trastornos de consciencia y jefe del Departmento de Neurología de del Hospital Sart Tilman de la Universidad de Lieja, Laureys observó la característica actividad cerebral y logró enseñar a su madre un método por el que comunicarse con su hijo, al través de un teclado especial.

Así ha podido contar ahora cómo uno de los peores momentos fue cuando su madre y su hermana acudieron al lado de su cama a contarle que su padre había fallecido. Dice que necesitaba romper a llorar pero su cuerpo permanecía inmóvil, sin obedecer a sus neuronas, y "esa tensión fue un infierno, inimaginable para nosotros", ha dicho su madre a la agencia Ap.

Estudiante de ingeniería y amante del kárate

Este estudiante de ingeniería, que practicaba kárate para mantener su cuerpo y su mente bajo control, ha pasado la última mitad de su vida reflexionando. "Es lo único que podía hacer y me dediqué a meditar y soñar", recorrió todos y cada uno de los pasajes de su anterior vida activba: "Nunca dejé de soñar en una vida mejor. Decir que era frustrante es demasiado poco para la sensación que padecía".

Al día de hoy, en que se ha conocido su historia, Houben sigue sin poder moverse, pero como todos sus sentidos funcionan puede sin embargo leer. Lo hace gracias a un dispositivo que mantiene el libro ante sus ojos, siempre abiertos. Y también puede comunicarse al través de un teclado interpuesto y planea escribir sobre su experiencia "Deseo leer y también poder hablar a mis amigos al través del ordenador. Y, por fin, disfrutar de la vida ahora que la gente no me da por muerto"."


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1 comentario:

Leona catalana dijo...

No sabes lo que me duele el tema, querida amiga. No lo sabes. Es un puñal de frustración que llevo clavado.

Me alegro en el alma por Houben, porque al fin le traten como a una persona viva.

Un abrazo.