domingo, noviembre 26, 2017

Nueva jornada de capacitación para el Proyecto Ángel de Spei Mater


SpeiMater organiza los próximos 15 y 16 de diciembre unas nuevas jornadas de capacitación de personas para el Proyecto Ángel. Se trata de “un proyecto de la Iglesia para defender la vida”, según apuntan desde la entidad. Y es que a través de él se realiza acompañamiento, atención y asistencia a la mujer embarazada y tentada al aborto. El Proyecto Ángel, tal y como explican, “son las manos de la Iglesia que se acerca a la persona con la caridad de Cristo y ofrece con generosidad y libertad lo mejor que tiene: el encuentro con Jesucristo”.
En este proyecto hay tres figuras: el rescatador, que interviene para que se lleve adelante el embarazo; el facilitador, que busca los recursos sociales necesarios y el ángel, que acompaña a la madre como lo haría una amiga o hermana. En estas jomadas, que se celebrarán en la Casa Cuna
Santa Isabel, se dará la formación necesaria para poder implicarse en este proyecto siendo una de esas tres figuras. El equipo de formación de las jomadas está dirigido por Ma José Mansilla, presidenta de SpeiMater.
Este curso está dirigido a sacerdotes y laicos que quieran formar parte del proyecto y también a laicos que por su actividad profesional necesitan este tipo de formación. También para sacerdotes que se encuentran personas en su entorno vinculadas con embarazos imprevistos.
SpeiMater está también presente en la diócesis con el proyecto Raquel, que atiende a mujeres que han abortado, y con la red de Parroquias por la vida, donde se reza especialmente por la vida y por las personas atendidas en los otros dos proyectos.
+ Info Teléfono: 601.478.393



Paraula Pag. 4 Valencia, domingo 26-XI-2017

Anexos para descargar y copiar:








miércoles, noviembre 22, 2017

Leslie Blackwell pasó del activismo abortista a la lucha provida


Abortó dos veces y buscó ayuda en la Nueva Era y las drogas: sólo en la Iglesia encontró consuelo
Leslie es conocida por llevar un cartel en las marchas provida que dice: ‘Lamento mi aborto’

22 noviembre 2017
El Papa Francisco habla en muchas ocasiones que la Iglesia debe ser un ‘hospital de campaña’ para atender a tantas personas heridas por el pecado e innumerables sufrimientos. Con el aborto se cumple perfectamente esta petición del Papa, pues muchas mujeres que han arrastrado durante años situaciones terribles tras haber abortado han encontrado descanso, perdón y también la fe.
Leslie Davis Blackwell es un ejemplo de cómo la Iglesia ha actuado como sanadora de unas terribles heridas provocadas por el aborto. Esta periodista estadounidense pasó de ser una activista proaborto, que llevaba incluso pegatinas a favor de abortar en su coche a impartir charlas por todo el país explicando el daño que hace a las mujeres acabar con la vida de su hija.
Sabe bien de lo que habla porque no abortó una vez, sino que lo hizo hasta en dos ocasiones. Y su cambio de vida le ha costado perder la amistad con gente que ella consideraba cercana y que sea considerada como una loca por parte de su familia.
El éxito laboral antes que los hijos
Desde muy joven Leslie soñaba con tener una carrera importante en la televisión como presentadora. Haría lo que fuera para conseguirlo y en 1980 con tan sólo 20 años se quedó embarazada justamente antes de que la ofrecieran un trabajo como presentadora de un programa matutino en la televisión local. Ella lo vio como una oportunidad para iniciar su carrera y en vez de rechazar el trabajo para ser madre decidió abortar a su hijo.Ni se lo pensó.
Llenar el vacío con fiestas
«Mi nueva carrera televisiva era mucho más importante que el embarazo incómodo que estaba creciendo en mí. Tenía que deshacerme de él», contó en la Marcha por la Vida de Washington en 2014.
Ella recordó haber sentido un ‘vacío’ tras el aborto pero rápidamente se refugió en su carrera. Leslie afirmaba ‘al disfrutar de mi nuevo estatus de celebridad local, iba de fiesta en fiesta, viviendo al límite, autodestruyéndome’.
El segundo aborto
Un año después se quedó embarazada de nuevo. ‘Me quedé en shock. ¿Cómo había podido pasar? ¿Cómo podía ser tan estúpida? Me angustié por la elección que tendría que hacer, no quería volver a visitar el horror’.
Sin embargo, volvió a abortar. ‘Estaba vacía, me odiaba’, cuenta al semanario Our Sunday Visitor. Este segundo aborto provocó mucho daño pero con una vida apresurada y más trabajos en medios intentó olvidar. Tras el aborto, la relación con el hombre que la dejó embarazada se rompió completamente.
Refugio sin éxito en la Nueva Era y en el activismo abortista
Sin embargo, al no conseguir la paz se refugió en la Nueva Era para intentar aplacar su culpabilidad así como tomando algunas drogas. Pero esto tampoco le servía y así fue como intentó justificar sus dos abortos convirtiéndose en una activista proaborto.
Mientras tanto, se casó por la Iglesia Episcopal, dejó tiempo atrás su fe católica, y hasta tuvo dos hijos pero siguió sin enfrentarse al dolor de los dos abortos.
El momento de la conversión
Con este odio que manifestaba en su lucha proabortista y de ataques a la Iglesia Católica pasó muchos años hasta que su padre falleció en 2008. Ese momento fue muy duro para ella y su tía Betty, ferviente católica, fue la que le consoló y le habló del amor de Dios.Poco a poco, se fue transformando el odio contra la Iglesia y ella cuenta que gracias a la Virgen María y la Divina Misericordia, volvió de nuevo a la fe católica.
Este fuerte encuentro con Dios que le devolvió la fe le iluminó con fuerza que había matado a dos personas y fue entonces cuando acudió a Rachel´s Vineyard (El viñedo de Raquel), un ministerio de ayuda espiritual para personas que han abortado.
Una mezcla de retiros, y grupos de apoyo que tienen como garantes a sacerdotes han ayudado ya a miles de mujeres en 25 países. Blackwell por fin se pudo perdonar en un proceso que duró tres años.
Activista en la defensa del no nacido
Este proceso la convirtió además en una apasionada defensora de la vida. ‘Mi familia pensó que había tenido un colapso. Pensaron que yo estaba loca y culparon a mi tía Betty. El infierno se estaba desatando a mi alrededor. El primer año después de mi conversión fue brutal’.
En la actualidad comparte su historia de sanación del aborto y conversión a todo el que lo pide y es representante en el estado de Virginia (EEUU) de la campaña Silent No More Awareness, donde habla de los males del aborto en su vida.
‘Ahora digo la verdad, los dones del Espíritu Santo me han cambiado radicalmente’, agrega. No le ha importado perder amigos, de los que cuatro de cada cinco han abortado. ‘Están incómodos a mi alrededor, pero algunos han venido discretamente a hablar conmigo sobre eso’.
‘La verdad me ha liberado’, concluye


viernes, noviembre 17, 2017

No he dejado de arrepentirme toda mi vida. ¡Los echo tanto de menos!



“Yo dije que no, dos veces, y no he dejado de arrepentirme toda mi vida. ¡Los echo tanto de menos! No lo pensé. Nadie me advirtió. Quería huir y morirme, no sabía que la muerte vendría después del aborto: el vacío, la soledad, el sentimiento de un útero desgarrado, y con éste, un corazón roto. Has sido elegida para ser madre de este niño: disfrútalo de verdad. Quiérelo, cuídalo, cuídate. Contempla esta obra maravillosa, siéntete especial; has sido tú la elegida para ser madre de este niño.”


Experiencias desgarradoras como la expresada por esta mujer en la carta que dirige a una chica que quiere abortar son las que viven las mujeres atendidas en el proyecto Raquel, uno de los proyectos de Spei Mater implantado en la diócesis de Valencia desde hace un año y que atiende a las personas que han sufrido las consecuencias de un aborto.

Desde el verano de 2016 se ha atendido a doce personas, de las cuales una parte ya ha completado el itinerario de sanación. Se trata de un proceso muy experimentado en el que la consejera (si la persona atendida es mujer) o el consejero (en el caso de que se atienda a un padre, compañero o sanitario que hubiera colaborado al aborto) transmiten a estas personas que tanto están sufriendo por un aborto, “el amor y la misericordia que Dios les tienen”, según señalan Vicente Codoñer y Mª Carmen Contell, responsables del proyecto. En este sentido, añaden que “la oración y los sacramentos de la penitencia y la eucaristía son los verdaderos nutrientes de los pasos y etapas, algunas de carácter psicológico, de este proceso sanador”.

Por otra parte, en este primer año de vida 35 personas que han querido ser consejeros del proyecto han asistido a una formación impartida en la parroquia Santiago Apóstol de Valencia. Se trata de sesiones que tienen lugar un sábado por la mañana al mes de “intenso trabajo y oración”, explican los responsables. Esta formación se ha retomado este curso.

Asimismo, se ha formado también un seminario de psicología en el que una decena de psicólogos vinculados al proyecto Raquel profundizan en determinados temas que pueden presentarse en personas implicadas en un aborto como son adicciones, dificultades familiares, entre otras.

A lo largo de este curso desde el proyecto Raquel también quieren seguir profundizando en la formación sobre todo “en aspectos relativos a la antropología adecuada de san Juan Pablo II, la maduración persona o las heridas del corazón. Además, hay prevista otro curso de capacitación, el primer paso para ser consejero del proyecto. Pero lo más importante para el proyecto, como destacan sus responsables, “es continuar con la atención a personas que necesiten la ayuda”. Una ayuda, inciden gratuita y confidencial.

Proyectos de Spei Mater
Spei Mater cuenta con otros dos proyectos además del proyecto Raquel. Uno de ellos es el proyecto Ángel, que atiende a mujer que quieren abortar. También la red de parroquias por la vida, donde organizan celebraciones todos los meses donde se reza por la vida y por las personas que están atendiendo en los otros proyectos.

+INFO Proyecto Raquel 665.191.171 (España)






jueves, agosto 24, 2017

Confesiones de un médico abortista: “Un trabajo sucio, como la guerra"


Massimo Segato es un médico abortista, socialista, ateo… Pero últimamente ya casi no hace abortos, intenta evitarlos. Tiene miles de ellos a sus espaldas. “Salía de la sala de operaciones y tenía un sentimiento de náuseas…”

¿Por qué ha hecho tantos abortos con dudas? Por militancia ideológica. “Alguien tenía que hacer el trabajo sucio y yo era uno de esos y todavía lo soy. Es como, para un soldado, ir a la guerra”.

Y sobre las mujeres, es claro: “No estoy sereno. Como no lo están las madres que durante tantos años han pasado por mi consulta. Jamás he visto una contenta con su aborto. Más bien, muchas son devoradas para siempre por el sentimiento de culpa”. Lo cuenta, con franqueza sorprendente, a Andrea Pasqualetto en Il Corriere.



Confesiones de un médico abortista: “Un trabajo sucio, como la guerra”
Aquel día sintió que se le helaba la sangre. La intervención no había salido bien y un mes después la señora todavía llevaba en su seno al niño que no quería.

“Había aspirado algo que no era el embrión, me había equivocado”, reconoce hoy con honestidad Massimo Segato, de 62 años, subdirector de Ginecología en el hospital de Valdagno, en el Alto Vicentino, médico no objetor con miles de interrupciones del embarazo a sus espaldas.

“Una mañana volví a encontrarme con esa señora, que acababa de dar a luz. Me detuvo y me dijo: ‘Doctor, ¿se acuerda de mí? ¿Ve esto? Esto es su error’”. Así que el niño no deseado había nacido. “Un precioso morito, ya tenía pelo y tomaba el pecho, tranquilo. Ella sonreía. Fue entonces cuando tuve mi primera crisis de conciencia”.

Hoy aquel recién nacido tiene treinta años, un trabajo y dos hermanos mayores. Y no sabe que vino al mundo por un error médico. “El error más hermoso de mi vida”, dice Segato.

Es la historia de un médico abortista y de un niño que no debía nacer. En aquella época Segato hacía trescientas intervenciones al año. Era el Veneto de la Ballena Blanca [apodo de la Democracia Cristiana], de una realidad social profundamente católica.


“Las religiosas del hospital se hacían cruces cuando me veían, el capellán decía que a mi lado Herodes era un aficionado, aunque luego comíamos juntos y nos habíamos hecho amigos. Yo, sin embargo, seguía convencido de mi decisión. La consideraba honrada y llena de sentido cívico, respetuosa de la vida de las madres destinadas a abortar clandestinamente. Querría recordar que antes de la ley de 1978 se usaban las agujas de tricotar y las tenazas y los ginecólogos se movían en un Ferrari porque se hacían pagar bien su trabajo sucio”.

Un poco radical, un poco socialista, ateo respetuoso y envidioso de quien tiene fe, Segato siempre ha ido muy contracorriente.

Casi todos los ginecólogos objetan
La gran mayoría de los médicos eran y son objetores, y en Valdagno son todavía 6 de 8, y 7 de 9 en la vecina Arzignano, donde él era responsable del servicio de abortos.

“No tengo nada contra ellos. Pero entre ellos también hay algún hipócrita: conozco uno, por ejemplo, que hacía abortos clandestinos. Por no hablar de los políticos. Recuerdo un caso en el 82: me llama el director, me dice, Massimo, éste es un caso delicado. Se trataba de un importante político casado, declaradamente contrario al aborto, que había llevado a su amante. El director  me dijo que pusiese a la chica en una habitación aparte para que nadie lo supiese”.

Después del error, sin embargo, algo cambió en su cabeza. Segato volvió a ver a aquella madre. “El niño crecía inteligente y vivaz. Un día la señora llegó incluso a agradecerme mi error. Es decir, se lo agradeció al Cielo. Cuando nació, sin embargo, quería denunciarme”.

Crecen las dudas 
Segato continuó siendo abortista, pero afloraron dudas y redujo el número de intervenciones.

“Y cada vez que salía de la sala de operaciones tenía un sentimiento de náuseas. Comenzaba a preguntarme si estaba realmente haciendo lo correcto. ¿Cuántos niños podían ser como aquel pequeño? Pero me respondía que sí, que estaba bien lo que hacía. Lo hacía por esas mujeres”.

Sin embargo, el convencimiento ideológico vacilaba.

“Continuaba solo por compromiso cívico, por coherencia. Alguien tenía que hacer el trabajo sucio y yo era uno de esos y todavía lo soy. Es como, para un soldado, ir a la guerra. Si el Estado decide que hay que ir a la guerra, alguien tiene que ir”.

Hoy, tras treinta y cinco años de servicio, Segato ya casi no opera. Hace intervenciones ginecológicas, partos, ecografías. Pero no abortos.

 “Si puedo, lo evito y me siento contento. Sí, sé que yo también debería hacerme objetor, pero no lo hago por no desdecirme respecto a la decisión inicial. La verdad es que cuantos más años pasan más a disgusto me encuentro y sólo intervengo para emergencias. Pero si sucede, no estoy sereno. Como no lo están las madres que durante tantos años han pasado por mi consulta. Jamás he visto una contenta con su aborto. Más bien, muchas son devoradas para siempre por el sentimiento de culpa”.


“Cuando vuelvo a verlas me dicen: ‘Doctor, todavía tengo aquella cicatriz, me la llevaré a la tumba’. Luego lo piensas y le das vueltas y te dices que para muchas de ellas habría sido peor no hacerlo, y sigues adelante, autoabsolviéndote”.

Aquella mujer y aquel niño
Desde lo más profundo surgen preguntas existenciales: “¿La mujer o el embrión? ¿En qué momento comienza la vida? Nadie lo puede decir, ni siquiera la ciencia… tal vez la filosofía”.

La madre que no quería a su hijo se fue de Valdagno. “Tenía miedo de encontrarse conmigo, no quería que su hijo lo supiese”. Segato no les ha vuelto a ver ni les ha buscado.

Pero están muy presentes en sus pensamiento y alguna vez, cuando le llaman para una emergencia, ellos le hablan en la distancia.

Traducción de Carmelo López-Arias.

Leído en Rel


viernes, agosto 11, 2017

Melissa Rauch anuncia su embarazo con una reflexión provida de un aborto que sufrió

Una actriz de The Big Bang Theory anuncia su embarazo con una reflexión provida de un aborto que sufrió

Una actriz de Big Bang Theory anuncia su embarazo con una reflexión provida de un aborto que sufrió
Melissa Rauch, interpretando a Bernadette en The Big Bang Theory



Uno de los "dolores más profundos
La actriz Melissa Rauch, más conocida por su papel como Bernadette en la exitosa serie The Big Bang Theory, está embarazada. La artista de origen judío de 36 años y casada con el escritor Winston Beigel ha hecho pública esta buena noticia. Sin embargo, ella lo ha hecho de manera diferente puesto que ha acompañado este anuncio con una carta abierta en la que abre su corazón y habla del aborto involuntario que sufrió hace un tiempo y que la marcó para siempre.
Su testimonio se ha convertido en un alegato provida en el que habla de cómo veía a su hijo en la ecografía, donde evidentemente veía a su bebé y no a un conjunto de células, habla también de las secuelas que el aborto aunque sea involuntario puede dejar en la mujer y que tantas veces se esconde. Pero también celebra el milagro de la vida y de la alegría por la llegada de su hijo. Su experiencia la ha dejado por escrito en la revista Glamour y se ha expandido por todo el mundo llevando una visión de la vida que no en muchas ocasiones aparece en dichos medios.

Un anuncio de embarazo con un profundo mensaje de fondo
"La única declaración sobre mi embarazo que no me hace sentir como un fraude completo sería: Melissa está esperando su primer hijo. Ella está muy feliz, pero si es sincera, por el hecho de que tuvo un aborto la última vez que estuvo embarazada, está bastante aterrorizada de que eso pueda suceder de nuevo", inicia su carta.

Melissa Rauch confiesa que “el aborto involuntario fue uno de los dolores más profundos que he sentido en mi vida. La imagen de nuestro bebé en el monitor de ultrasonido –sin movimiento, sin un latido de corazón-, después de haber visto ese mismo corazón pequeño, sano y parpadeante justo dos semanas antes, nos cegó completamente y me persigue hasta el día de hoy”.

La actriz no tiene problemas en hablar del sufrimiento de perder a su hijo durante el embarazo y de la depresión que vivió porque aunque “tuve momentos felices, y la vida siguió, la angustia siempre estaba al acecho”.

Además, en su carta se desprende una crítica a la cultura y sociedad actual en la que apenas hay ayuda y atención a la mujeres que han sufridos dramas como el aborto, mientras se fomenta una cultura abortista.

Un drama que se oculta y en el que no se ofrece ayuda
“Lo que me di cuenta es que si no se habla abiertamente de este tipo de pérdidas como debería hacerse, no hay una forma concreta de procesar estas emociones”, asegura la actriz que interpreta a Bernardette.  Y añade que “no necesariamente se va a hacer un funeral o tomarse un descanso en el trabajo para llorar, pero eso no cambia el hecho de que algo precioso ha sido inesperadamente arrancado de tu vida”.

Tras invitar a mirar hacia delante e intentar curar las heridas, Melissa se muestra muy contenta por su embarazo aunque algo temerosa de que se repita de nuevo la situación. Eso sí, asegura convencida.

"Agradecida por cada momento de mi embarazo"
“Lo que realmente sé con seguridad es que esta experiencia me ha cambiado para siempre. Sé que me ha hecho ser agradecida por cada momento de mi embarazo actual, y espero que me haga una mejor madre cuando finalmente pueda sostener en brazos al niño que está en mi interior”, asegura en la carta.



Por último, quiso dejar un mensaje alentador para las mujeres que pasaron -o pasan- por esta vivencia: "A todas las mujeres que tengan problemas de fertilidad y que han tenido un aborto espontáneo o están atravesando este dolor ahora, permitidme dejaos este mensaje: no estáis solas".

También había escenas provida en la serie
Melissa ya ha pasado como actriz un embarazo pues en la serie en la que es una de las protagonistas, su personaje Bernadette dio a luz a su hijo Halley al que tuvo con su marido Howard. Pero lo llamativo es que durante varios episodios el embarazo fue la trama principal dejando ante millones de espectadores auténticas escenas provida.

Utilizando la ciencia y el humor hablaban de su hijo no nacido como un ser humano, con órganos formados y con capacidades cognitivas. Y lo hacían con total naturalidad.

En el Hollywood más abortista se escucharon frases dichas precisamente por esta actriz como: “¿Te das cuenta que mi bebé tiene los órganos completamente formados y puede reconocer las voces?”; “No puedo creer que estés comparando tu experimento con mi bebé que es un ser humano”; o “el mío ya ha desarrollado el sistema inmunológico”

jueves, agosto 03, 2017

C-Case mum: I grieve for my lost baby every day

Gemma O’Doherty talks to a woman who, almost 16 years on, seeks answers from the State about her abortion and the time she spent in care






Gemma O’Doherty with Mary (not her real name), the C-Case mother.

Gemma O'Doherty
On a dark December day in 1997, Mary (not her real name) boarded a plane to England with a social worker and her foster mother.
Her 13-year-old body was gripped with nausea as she switched on her CD player and tried to sleep. A song that would become an emblem for the rest of her life began to play.
This week, almost 16 years later, Mary recalled the moment vividly as she sat in a Dublin hotel murmuring the words of the song in a poignant whisper.
"'I'm leaving on a jet plane. Don't know when I'll be back again.' I'll never forget those lines. Part of me never did come back again after that. I didn't know that the next day my life was about to change forever."
Today, Mary is a 29-year-old mother of two, but 16 years ago she was the teenage Traveller at the centre of the controversial C Case who was taken to the UK for an abortion by health board staff after being brutally raped.
This was permitted by the High Court under the earlier X-Case ruling because the court heard that Mary was suicidal.
The abortion led to a spiral of depression and chaos in her life.
But today she has turned her life around. A bright, beautiful young woman with gleaming black hair and a smart dress sense, she lives in a perfectly kept house with her loving boyfriend and her two children.
Sipping a cappuccino as she speaks of the joy in her life now, she scrolls through pictures of her little boy and girl on her phone, her face beaming at each one.
Christmas, birthdays, family gatherings, but always in the back of her mind someone is missing.
Now Mary is seeking answers from the State. She has acquired a legal team and is waiting for her medical records to be released.
In the days after the rape, social workers arrived at Mary's caravan in north Dublin and took her away. She believed she would be home again in 24 hours.
She was taken to Mullingar and placed in foster care with another Traveller family. Slowly, the days turned into weeks, and the weeks into months. Before long, she realised nobody was coming to take her home.
Around this time, she developed severe hunger pangs and frequent vomiting. She had no idea what was wrong until one day her foster mother took her to the local GP where she was asked for a urine sample.
The next morning, she was told she was pregnant. She was bewildered. "I said: 'What's pregnant?'" she recalls. "They said 'you are having a baby'. I didn't understand how I could be. A few weeks later, they came and took me on a plane to London.
"The next day, I was taken to a building. All I remember next was being wheeled on a trolley and screaming with the pain.
"They gave me an injection, and when I woke up, the pain had gone. Eventually they told me the baby was dead."
In the days before her abortion, her parents had taken a legal action against the State in a bid to stop their daughter being taken to England. A psychiatrist for the Eastern Health Board insisted that Mary would kill herself if she did not have an abortion. The couple, however, failed in their action and the abortion went ahead.
Today, Mary has launched her own legal inquiries to find out why the abortion left her so badly damaged. She is also seeking answers as to why she was put into care after the abortion.
"I wasn't educated about these things. I was 13, the eldest girl of 12. I barely got to school at all because I had to be at home to mind the kids, and cook and clean.
"In the Travelling culture, suicide and abortion are completely frowned upon. In those days, they were never even spoken about.
"When I was taken into care, I was so shy. Most of the time, I was drugged up to the eyeballs in a room on my own.
"I remember they would come in with a silver tray and a syringe on it. The drug was Largactil. They would offer it to me in a brown sticky liquid or in tablet form. I would say no to both.
"Then four of five staff would come in, hold me down and give me an injection in the bum. That was horrific because it brought back memories of the rape. Eventually I ended up taking the tablets because I didn't want to be held down any more.
"I still have dreams about a little girl with blonde hair running around a field and asking me to play with her. She is my lost daughter. I called her Shannon. I eventually got a death certificate for her. That was my way of proving that she existed."
On her 18th birthday in 2002, Mary packed her bags in her final care home and demanded to be released. A taxi was called and that was the start of her long journey of recovery.
"My name – the C-case girl – is brought up on radio and TV all the time these days as if I'm an ad for abortion. The X-case girl never had an abortion in the end so we don't know how it would have affected her, but, for me, it has been harder to deal with than the rape.
"It only really hits you after you have children. You never forget your missing baby. It plays on your mind every day. Any woman who has an abortion and then goes on to become a mother will know all about it afterwards.
"I didn't want to become a mother at 13, but I realise now that baby didn't deserve to die. I would have loved to give her up for adoption to somebody who really wanted kids and couldn't have them. She'd be a teenager today and maybe we could be friends, even if she didn't call me mammy."

La usaron como caso emblema pro-aborto, pero ella dice hoy: «Me daña más el aborto que la violación»

A la protagonista del famoso Caso C en Irlanda la condujeron a abortar al extranjero... hoy siempre piensa en esa niña




En 1997 una chica irlandesa de 13 años, violada y embarazada, llegó a Inglaterra para abortar. La acompañaban una trabajadora social y su madre adoptiva. Pero ella casi no sabía nada, ni del embarazo, ni de lo que era un aborto... De hecho, sus padres biológicos en Irlanda habían intentado evitar que las autoridades irlandesas la llevasen a Inglaterraera un caso emblemático y se trataba de abrir un agujero en la Constitución provida irlandesa que no permitía casi ningún aborto, ni por violación.
a abortar, pero las autoridades insistieron: 

El agujero era el "riesgo de suicidio". Algún psicólogo dijo que el aborto era "necesario" para evitar el suicidio de la chica. Y el Tribunal Supremo irlandés lo permitió porque ya lo había permitido así en un caso anterior.

Es la historia del llamado "Caso C" o "C Case".  Los abortistas irlandeses e internacionales lo han usado muchas veces para presionar a favor del aborto a niñas o mujeres violadas.

Pero esa adolescente de 13 años que abortó en Inglaterra creció y en 2013 contaba en el The Independent de Irlanda que se arrepentía del aborto, que abortó presionada por los mayores, sin saber lo que hacía y que cada día se arrepiente, que piensa cada día en la niña a la que no dejaron nacer, que la imagina como una niña rubia, que la imagina al ver a sus hermanos, los hijos que tiene ahora.

En este testimonio explicaba que la violación la dañó, pero el aborto la ha dañado mucho más, y la daña cada día.

Publicamos a continuación la traducción al español de este testimonio, recogido en The Independent de Irlanda y traducido por Salvar El 1 , la web de historias y testimonios que demuestran que algo horrible, como la violación, no justifica el aborto, y que donde se apuesta por la vida hay superación, esperanza y sanación.

La mamá del Caso C: "Cada día me duele mi bebé perdido"

Un oscuro día de diciembre de 1997, Mary (no es su verdadero nombre) voló a Inglaterra con una trabajadora social y su madre adoptiva.

Mary (nombre ficticio) y la periodista que la entrevistó
A sus 13 años, sentía náuseas cuando encendió su reproductor de CD y trató de dormir. Y empezó a sonar una canción que se quedó grabada en sus tímpanos y que la recordaría el resto de su vida.

Casi 16 años más tarde, Mary recordó el momento vivamente en su estancia en un hotel de Dublín tarareando las palabras de la canción en un susurro conmovedor.

-’Yo me voy en un avión a reacción..., no sé cuándo regresaré’. Nunca olvidará esas líneas, pero una parte de ella nunca volvió después de eso. No sabía que al día siguiente su vida iba a cambiar para siempre.

Hoy [año 2013], Mary es madre de dos hijos y tiene 29 años, pero hace 16 años fue la viajera adolescente de la controvertida ‘C Case’, que fue llevada por la Junta de Salud al Reino Unido para abortar después de ser brutalmente violada.

Fue autorizado por el Tribunal Superior en virtud de la sentencia anterior del caso ‘X-Case’ ya que el tribunal dictaminó que era posible que Mary se suicidara.

El aborto provocó una espiral de depresión y caos en su vida.
Pero hoy ha cambiado su vida y ella es una mujer joven, brillante y hermosa de pelo negro reluciente y muy elegante que vive con su novio y sus dos hijos.

Mientras toma un cappuccino y cuenta lo feliz que es ahora en su vida, visualiza en su móvil las fotos de su niño y niña y su rostro se ilumina. Navidad, cumpleaños, reuniones familiares... Pero siempre en el fondo de su mente echa de menos a  alguien.

Ahora Mary está esperando respuestas del Estado. Ella ha contratado un equipo legal y  espera acceder a sus expedientes médicos.

En los días posteriores a la violación, unos trabajadores sociales fueron a la casa de Mary en el norte de Dublín y se la llevaron. Creía que volvería a estar en casa en 24 horas pero fue llevada a Mullingar y la dejaron al cuidado de una familia de acogida. Lentamente, los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. En poco tiempo, se dio cuenta de que nadie volvía  a llevarla a casa.

Por aquel entonces, ella empezó a padecer  fuertes dolores y vómitos frecuentes. No tenía ni idea de lo que le pasaba hasta que un día su madre adoptiva la llevó al médico de cabecera local donde se hicieron una prueba de embarazo.

A la mañana siguiente, le dijeron que estaba embarazada. “Estaba desconcertada. Le dije:'¿Qué es estar embarazada?'", recuerda. "Ellos dijeron: “Tendrás un bebé”. "No entendí cómo podría ser. Unas semanas más tarde, vinieron y me llevaron en un avión a Londres.

"Al día siguiente, me llevaron a un gran edificio. Todo lo que recuerdo es que yacía en una camilla gritando de dolor”.

"Ellos me dieron una inyección, y cuando desperté, el dolor había desaparecido y finalmente me dijeron que el bebé estaba muerto".

En los días previos al aborto, sus padres habían emprendido una acción legal contra el Estado en un intento por evitar que se llevaran a su hija a Inglaterra. Un psiquiatra de la Eastern Health Board insistió en que Mary se suicidaría si no abortaba. La pareja, sin embargo, fracasó en su acción y el aborto se realizó.

Hoy, Mary ha empezado sus propias investigaciones legales para averiguar por qué el aborto la dejó tan dañada.

"Yo no había recibido instrucción  sobre  estas cosas. Tenía 13 años y era la mayor de 12 hermanos. Apenas iba a la escuela porque tenía que estar en casa para cuidar a los niños, cocinar y limpiar.

"En la cultura actual, el suicidio y el aborto están completamente asumidos pero en aquel momento ni siquiera se hablaba de ellos”.

"Cuando me llevaron yo era una persona muy tímida. La mayor parte del tiempo, estaba totalmente drogada en una habitación
 .
"Recuerdo que venían con una bandeja de plata y una jeringa y me inyectaban Largactil. También me la ofrecían en un líquido pegajoso color marrón o en forma de tableta. Yo decía que no a ambos. Entonces cuatro o cinco empleados entraron, me sostuvieron y me pusieron una inyección en la nalga. Eso fue horrible porque me trajo recuerdos de la violación. Al final, terminé tomando las tabletas porque no quería que nadie más me sujetara así”.
“Aún sueño con la pequeña niña con cabello rubio corriendo alrededor del campo y pidiéndome que juegue con ella. Ella es mi hija abortada. La llamé Shannon y conseguí su certificado de muerte. Fue mi manera de demostrar que existió”.
Al cumplir 18 años, en 2002, Mary empaquetó sus cosas en su hogar de acogida temporal y lo abandonó para ser libre. Llamó a un taxi y ese fue el inicio de su largo camino  de sanación.

“Mi historia, ‘La chica del Caso-C’, es mencionada una y otra vez en la radio y la TV todo el tiempo como si yo fuera un reclamo para el aborto. La niña del anterior ‘Caso-X’ nunca  llegó a abortar así que, al final, no sabemos cómo éste le hubiese afectado, pero para mí, fue mucho más duro lidiar con el aborto que con la violación”.

“En realidad te golpea verdaderamente una vez que eres madre. Nunca olvidas a tu bebé perdido y se encuentra en tu mente cada día. Cualquier mujer que haya tenido un aborto y luego sea madre lo entenderá.

“No deseaba convertirme en madre a los 13 años pero me doy cuenta ahora de que el bebé no merecía morir. Me hubiera encantado darla en adopción a alguien que verdaderamente deseara tener hijos y pudiera criarla. Ella sería una adolescente ahora y tendría amigos. Incluso aunque no fuera a mí a quien llamara ‘mami’”.
Artículo traducido de The Independent, 5- V- 2013 (aquí)