martes, octubre 12, 2021

Yo también he visto «El juego del calamar»

Yo también he visto «El juego del calamar»

Pues me visto toda la serie y además me la he visto en menos de una semana porque engancha, por lo menos, a mí me engancho y eso que yo me duermo en el 80% de películas y series por más que intenten seguirlas.

Voy a intentar comentar algunas cosas sin destriparla mucho, pero la voy a destripar un poco que se decía en mi época o hacer «spoiler» que se dice ahora.

En primer lugar, no parece una serie satánica en absoluto, como he leído en algunos comentarios, tan mal me parece ver al demonio en todos sitios como no verlo en ninguno y estas dos cosas son grandes tentaciones de la Iglesia a día de hoy, desde la absoluta negación del infierno y de la sobrenaturalidad a la obsesión por pensar que absolutamente todo viene del maligno.

Cada uno puede ver cosas distintas en esta serie, a mí me llamaron la atención algunas de ellas que bien describen nuestra cada vez más enferma y decadente sociedad:

  • Si hay algo que está caracterizado este siglo XXI y por supuesto el XX es el absoluto pérdida de la dignidad y del valor de la vida humana. No solo la vida del otro no tiene valor ninguno, sino que ni siquiera se respetan a sí mismos ni su cuerpo ni su dignidad, todo es negocio, todo puede comprarse y venderse. ¿Cómo valorar la vida de las personas en una sociedad que promueve el aborto y la eutanasia? ¿Como valorar la dignidad de las personas en la sociedad del porno y la promiscuidad?

  • Técnicas de manipulación de las personas. Todo está pesado y medido para que las personas hagan lo que se supone deben de hacer, incluso matarse entre ellos con una técnicas a veces tan simples como dar de comer de menos. Nada nuevo bajo el sol.

  • Todo es voluntario. Y faltaría añadir que todo es por su bien. ¿O no? Las personas manipuladas y chantajeadas tienen el espejismo de que son libres y lo hacen voluntariamente. En realidad, son doblemente esclavizadas, en primer lugar han sido esclavizadas por su pecado, en este caso la avaricia y la ludopatía, y en esta esclavitud de los vicios y las adicciones emprenden una huida hacia delante que lejos de liberarlos los esclaviza aún más y los destruye. Y todo es voluntario por supuesto, no sé a qué me recordará lo de voluntario, pero obligatorio…

  • Los débiles son sacrificados. La aparente solidaridad con los más débiles: mujeres y ancianos desaparece cuando la vida está en juego, volvemos a la selva, la ley del más fuerte

  • Cada uno toma decisiones sin saber las consecuencias que tendrán en el juego. Esas decisiones tienen un claro componente ético, mantienen el libre albedrío, aun en situación de «esclavitud» siguen manteniendo la libertad de optar por el bien o por el mal, eso es algo sagrado que Dios nos ha dado y que nadie nos puede arrebatar. Afortunadamente en la serie las decisiones morales son premiadas a la larga y las inmorales castigadas, aunque en medio perezcan muchos inocentes.

Cosas que he echado en falta:

  • ¿Dónde está Dios? En la serie se hace una mínima referencia a la oración, más como forma supersticiosa de pedir ayuda y tranquilizarse que la creencia en un Dios vivo, real y personal que transforma la existencia. Cabe decir que a pesar de ser Corea, esa referencia a Dios es al Dios cristiano. Una sociedad sin Dios es una sociedad sin humanidad. Dios o nada que decía el Cardenal Sarah.

  • ¿Dónde está la familia? Sin duda se hace una mención al amor paterno filial, aunque con la figura del padre permanentemente ausente. No existe amor ni complementariedad hombre-mujer y el sexo es solo un desahogo sin la menor relación con el amor.

Que terroríficas y deshumanizantes son las sociedades distópicas hacia donde nos están dirigiendo, donde Dios no está presente, donde las personas son esclavas y el otro no es mi prójimo sino mi enemigo, mi rival, o una fuente de contagio, donde no hay más valor que la propia supervivencia a cualquier precio, donde la carencia de familia y de contacto social nos convierte en marionetas tristes y solitarias.

Pero siempre tendremos el libre albedrío, la elección entre el bien y el mal. Y siempre tendremos a Dios, aunque intenten arrebatarnos lo sagrado de la vida social, aunque intenten incluso cortarnos el acceso a los sacramentos Dios es Dios y siempre hay en nuestra alma un lugar sagrado donde nadie puede entrar más que Dios y ahí siempre nos espera. En el centro de nuestro castillo interior mora su Soberana Majestad ¡El vendrá y nos salvará! Bendita crisis la que lleva a la conversión.


María José Mansilla 

Presidenta de Speimater 

martes, octubre 05, 2021

Mujer ¡empodérate!

Mujer ¡empodérate!

Lleva un par de días comentándose en las redes sociales un cartel que dice «Mujer empodérate, mata a tu hijo». Algunos creen que es falso y otros que verdadero porque es una verdad tan descarnada que hace daño a los ojos, pero vamos, que se corresponde plenamente a la realidad; se le vende a la mujer que va a ser libre y empoderada abortando, y abortar es matar a un hijo, así que sí, básicamente es verdad.

La palabra empoderarse es una palabra talismán, una palabra que ha pasado a nuestra lengua con traducción tan literal del inglés empower, que me suena fatal, la verdad.

Esta palabra tiene un componente marxista y componente feminista, ambos unidos como actualmente se estila, ya que el feminismo original que buscaba la igualdad de la mujer fue secuestrado y manipulado hasta convertirse en un engendro que busca de la degradación máxima de la mujer.

La definición del término originalmente parecía razonable. Dicho término se aplicaba a todos los grupos vulnerables en un proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, tienen visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven.

Pero finalmente es marxismo cultural en estado puro: la lucha de clases transformada en lucha permanente opresor-oprimido, mayoría-minoría. Y por supuesto, como nos tienen también acostumbrados, es una palabra bonita escondiendo una realidad terrible, lo mismo que salud reproductiva significa aborto.

Pero empoderarse finalmente tiene relación con algo profundamente humano e intemporal y es la propia autoestima. La autoestima tiene a la vez que ver con otras dos cuestiones, los mensajes que sobre mí mismo recibo del exterior y la necesidad de sentirse amado.

Cuando una persona no se siente amada de forma incondicional y los mensajes que recibe sobre sí misma son degradantes entonces su autoestima baja y se desprecia a sí misma. Esta falta de autoestima se puede manifestar de forma pasiva odiándose a sí misma o de forma activa odiando a otros.

Y aquí es donde empieza una relación abusiva o de maltrato, cuando una persona encuentra alivio a su falta de autoestima destruyendo a otra, vejando y humillando a otra y en casos extremos matando a otra.

¿Pero qué es el empoderamiento? Es que yo encuentro alivio a mis frustraciones reales o inventadas y a mi posición de víctima, real o inventada, (porque yo no soy víctima por el hecho de ser mujer) a mi carencia de afecto y a mi falta de sentido en la vida humillando, vejando o matando a otro.

En la realidad la «terapia de empoderamiento» que de manera obligatoria se da en muchos países para las víctimas de «violencia de género» es exactamente esto.

Pero como siempre el demonio, que es mentiroso por naturaleza, me ofrece empoderamiento y me da humillación, me promete felicidad y me trae desgracia, me promete realización personal y me trae destrucción.

Yo encuentro mi autoestima, mi vida y mi dignidad no en denigrar al otro ni mucho menos en acabar con él, sino en sentirme amada por Dios primeramente de una forma incondicional. Yo encuentro mi autoestima en mirarme a mí misma y al otro como Dios nos mira, desde la verdad de mi realidad, pero a la vez con la mirada de la Misericordia de Dios. Yo encuentro mi autoestima en saberme hija amada de Dios desde la eternidad y que valgo el precio de la sangre de Cristo. ¡Eso sí que es de verdad empoderamiento!