sábado, septiembre 25, 2021

No tenemos miedo, seguiremos rezando y acompañando a las embarazadas

No tenemos miedo, seguiremos rezando y acompañando a las embarazadas

La encíclica Evangelium Vitae es una fuente inagotable de luz para mí, en cuanto a la forma de actuar de la cultura de la muerte y también en cómo combatirla desde la fe.

Ciertamente para entender cuál es la verdadera batalla que estamos librando a día de hoy con la cultura de la muerte imperante no debemos de perder de vista cuáles son las estructuras de poder interrelacionadas que la dirigen (instituciones internacionales, gobiernos, grandes empresas oligárquicas…) pero es de vital importancia darnos cuenta de que en realidad como dice San Pablo en la carta a los Efesios, no estamos luchando contra enemigos de carne de hueso sino contra alguien más, alguien más inteligente de nosotros, alguien que conoce muy bien nuestras debilidades y alguien que tiene planes de odio contra la humanidad y contra Dios.

Si la batalla que estamos librando si es de naturaleza espiritual, aunque tenga repercusiones en el ámbito de la vida de las personas, esto nos aclara las armas que tenemos que utilizar, las que Cristo nos ha dado. Aunque usar armas espirituales no significa que solo tengamos que esperar de brazos cruzados que Dios lo solucione, eso no es espiritualidad sino quietismo.

San Juan Pablo II nos muestra cuál es la estrategia del demonio, que no ha cambiado desde el principio de la humanidad, siempre la misma: engañar y matar. Por eso se le caracteriza como homicida y el padre de la mentira.

La estrategia de la cultura de la muerte es esa misma, engañar, mentir, confundir… y este engaño va dirigido a la que es la causa del pecado original: querer ser como dios sin Dios, decidir lo que está bien y lo que está mal, llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno y esto conduce al segundo objetivo, alejar a la persona de Dios y llevarla por lo tanto a su destrucción físicamente y para toda la eternidad.

Hay una característica más que me atrevo a añadir de como actúa el demonio y es que Dios siempre propone, y el demonio siempre impone. Dios siempre respeta nuestra libertad, ni siquiera se impone a sí mismo. El demonio no y la cultura de muerte tampoco, todo es una imposición, la libertad queda anulada y cualquier disidencia debe de ser eliminada. Si en algo se han caracterizado todos los regímenes autoritarios y genocidas de la historia hasta ahora (incluido el que estamos viviendo) es la imposición por ley de sus normas contra la vida y la dignidad de la persona. Por supuesto todo lo hacen por nuestro bien, faltaría más.

¿Cuál es el camino para resistir a estos envites? Resistir firmes en la fe y estar dispuesto a morir si es necesario «Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. Porque, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?, o ¿qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?»

No hay otro camino.

Morir no se refiere únicamente a la muerte física, que también, sino a la muerte civil y social: perder el trabajo, perder los bienes, ir a la cárcel, ser despreciado, ser marginado… El martirio en otras palabras.

El demonio miente cuando dice que puede dártelo todo y hacerte feliz, pero también miente cuando dice que puede quitártelo todo, no puede, solo puede hacer lo que Dios le permite y Dios le permite lo que en su infinita sabiduría sabe que puede ser fuente de mayor bien.

El aborto es la mayor mentira y el mayor engaño que conduce a la muerte y a la destrucción de todo el que se involucra en el mismo, incluyendo a las sociedades y a las personas que lo toleran como mal menor.

El aborto es ya parte de la macabra religión de Estado y es por lo tanto impuesto tratando de eliminar la objeción de conciencia de los médicos y ahora la posibilidad de brindar apoyo, consuelo y oración a aquellas personas engañadas a las cuales se les presenta el aborto como única y obligatoria salida (el demonio impone, ya sabemos).

Pero no podrán, en primer lugar, porque aunque yo tenga escasos conocimientos jurídicos sé que la ley pone algunos requisitos como que sean más de 20 personas que harán que no vaya nadie a la cárcel finalmente, pero no importa, el objetivo es que se tenga miedo, ese maravilloso instrumento de manipulación del cual nos están dando a manos llenas.

Pero no podrán sobre todo si nos mantenemos firmes y no tememos a las consecuencias como los mártires no temían a la muerte, porque el Rey de los mártires nos acompaña y fortalece.

¡No tengáis miedo! decía San Juan Pablo II. No lo tenemos, seguiremos dando la batalla, seguiremos dando apoyo al embarazo en dificultad, seguiremos rezando, seguiremos acercando a la misericordia a las víctimas del aborto, seguiremos siendo testigos del Evangelio de la Vida.

La victoria es nuestra “Christus vincit! Christus regnat! Christus imperat!”.










lunes, septiembre 13, 2021

Los modernos castrati

Este verano me ha sobrevenido una gran afición por la vida y la música de los castrati. Empezó el tema explicándole a una persona las diferencias de registro en técnica vocal entre varones y mujeres, luego me puse la famosa película “Farinelli” y acabe siendo toda una apasionada en el tema y escuchando la única grabación que disponemos del último castrato, Alessandro Moreschi.

Los castrati fueron cantantes castrados que entre los siglos XVII y XIX, sobre todo en la época barroca eran muy famosos y apreciados gracias a sus bellas voces agudas. Pero para obtener aquel refinado tono eran sometidos de niños a la emasculación, con devastadores efectos psicológicos y físicos.

¡Y de eso quiero hablar, de los devastadores efectos psicológicos y físicos que tiene la castración! ¡Qué espanto! ¡Es algo terrible castrar a un niño! ¡Menos mal que ya no existen! Pero resulta que esta práctica no solo no ha desaparecido sino que se acepta, y no solo se acepta sino que se fomenta. Aunque ahora la castración empieza de forma química con los inhibidores de la pubertad.

Antes de explicar las devastadoras consecuencias de la castración química o quirúrgica, debido a temas musicales o a los supuestos “transgénero” quiero advertir sobre una leyenda negra que corre sobre los castrati y la iglesia.

Si leemos artículos sobre los castrati parece que fue la Iglesia la que empezó con esta bárbara costumbre alegando que estaba prohibido que las mujeres actuaran en los escenarios y cantaran en la iglesia y por eso había que castrar varones. Nada más lejos de la realidad.

Cierto es que en algunos momentos de la historia las mujeres tuvimos estas prohibiciones que no pertenecían únicamente al ámbito eclesiástico sino civil, pero esto no significaba que la Iglesia promoviera la castración, al contrario, la Iglesia siempre se ha opuesto a la mutilación genital, es más, era un acto castigado con la excomunión.

De hecho, para entrar en un coro eclesial los castrati que solicitaban el ingreso tenían que mentir y decir que la castración había sido de forma natural y no provocada. Porque la realidad es que los padres castraban a sus hijos para que triunfaran en el mundo de la opera cosa que obviamente solo conseguían unos pocos

El fin por lo tanto era no el conseguir una voz aguda de soprano, cosa que era perfectamente posible a través de contratenores y falsetistas, sino que fue la industria operística del momento la que prefería castrati, puesto que juntaba lo mejor de la voz masculina y femenina.

Las consecuencias físicas eran devastadoras: “Físicamente, a consecuencia del hipogonadismo primario o falta de testosterona, muchos castrados parecían grotescos y monstruosos, puesto que el desajuste hormonal hacía que brazos y piernas se alargaran desproporcionadamente durante la adolescencia y creaba desproporción con respecto al torso.

También eran barbilampiños y poseían un exuberante cabello, aunque carecían de vello en las extremidades. La grasa subcutánea se desarrollaba más que en un hombre normal y se acumulaba en caderas, glúteos y áreas del pecho, lo que les daba una silueta afeminada

Algunos castrados tenían ginecomastia, senos grandes y grasos que parecían de mujer, o depósitos lípidos en los laterales de los párpados, que les creaban distorsiones faciales e hinchazón y arrugas.” (Chequeo médico a los castrati)

Psicológicamente les afectaba también profundamente y tenían constantes cambios de humor, depresión severa y eran frecuentes los suicidios

El impedir que un niño varón se desarrolle y tenga su pubertad es verdaderamente un acto infame y aberrante que tiene terribles consecuencias para la persona en todas sus dimensiones.

Que dicha castración sea química o quirúrgica, que sea justificada en el virtuosismo musical o por una ideología transgénero (y usemos el eufemismo de “inhibidores de la pubertad” y lo hagamos hasta obligatorio por ley so pena de quitarle la custodia al padre que se niegue o la licencia al médico que se niegue) no cambia la realidad del horror, solo es una vuelta de tuerca más de la cultura de la muerte y de destrucción de la persona.

María José Mansilla

Publicado en Rel