sábado, diciembre 29, 2018

¡Jesús es más barato y más seguro!

Monette cedió a la presión de su marido y abortó dos veces. Sintiéndose condenada al infierno, se alejó de Dios y acudió al esoterismo. Ella misma cuenta en L'1visible cómo salió de él: ¡Jesús es más barato y más seguro!

Nací en una familia bretona muy católica. Me casé muy joven, con 18 años. Tuve un primer hijo. Muy pronto volví a quedarme embarazada, pero mi marido no quería tener otro hijo tan rápido. Yo era muy joven y no pude resistir a su voluntad. Lloré mucho, muchísimo, al salir de aquella operación, que me arrancó el corazón. Así que, muy poco después, se anunció otro embarazo, y le dije: “¡No, esta vez vamos a tener este hijo!” Y nació nuestra hija. Algún tiempo después, volví a quedar embarazada. Una vez más, mi marido no quiso tenerlo. En aquel momento me sentí con muchas menos fuerzas para defender a ese pequeño y aborté. Y de nuevo, enseguida lo lamenté mucho… “¡Voy a ir derecha al infierno…” Fue entonces un drama para mí, y aún lo es hoy.

A partir de ese momento me alejé de la Iglesia, pues pensaba: “¡Soy una desgraciada! Me voy a condenar en cualquier caso, el Señor ya no me quiere. No vale la pena que piense en Dios, ni que vaya a la iglesia y a misa, se acabó. ¡Voy a ir derecha al infierno!”

Así que comencé a buscar mi felicidad en otra parte. La sociedad me decía que podía encontrarla en los bienes materiales, pero eso no funcionó. Así que visité otros lares. Toqué un poco todas las teclas: en las sectas, en el esoterismo, etc. Mi búsqueda de la felicidad a diestro y siniestro duró dos años. Pero me daba cuenta perfectamente de que la felicidad que nos ofrecen el mundo o las sectas es un engaño. ¡Eso no es la felicidad!

Palabras que surtieron efecto

Un día me encuentro a una amiga y le cuento todas mis experiencias en el esoterismo. Me dice sin más: “¡Eh! ¡Monette, me das miedo! ¡Jesús es más barato y más seguro!” Su reacción me cautivó, literalmente. Un auténtico electrochoque. ¡Como si un rayo hubiese caído ante mis pies! Así que cambié de rumbo y me acerqué de nuevo a la Iglesia. Comencé a seguir toda la rutina, pero todavía sin creer demasiado.

Luego conocí a un sacerdote a quien conté mi “conversión”. Me dijo: “Monette, todo eso está muy bien. ¡Pero no has venido a confesarte!” ¡Nuevo electrochoque! Me tiré de la silla, lloré, grité… Esa confesión fue un momento extraordinario.

Finalmente, este sacerdote me sugirió: “Dale un nombre a tus hijos”. Lo hice. Desde entonces, rezo por mis hijos. Es un gran consuelo.

A partir de esa confesión, me acerqué aún más al Señor. Todos los años hago un retiro. Un año, el último día del retiro el sacerdote dijo: “Hay aquí alguien que sufre en su matrimonio. El Señor está sanando su corazón”. Tomé estas palabras como dirigidas a mí, porque era exactamente lo que estaba viviendo. Al día siguiente, ya en el tren de regreso a casa, sentí que el amor de Dios inundaba todo mi ser. Sentí que el Señor curaba las heridas de mi alma, que restañaba los moratones. Fue muy dulce, muy bello, como una caricia.

Hoy, 25 años más tarde, soy cada vez más feliz. Al acercarme a Jesús y a la Iglesia encontré lo que buscaba: la felicidad. Vivo cada día un poco más esta fuerte relación con Dios. Con Él, mi vida es agradable. En ocasiones también puede ser dura, porque las cosas no salen siempre como yo quisiera. Pero lo cierto es que ya no podría vivir sin Dios. ¡Si Él no estuviese ahí, sería una vieja divorciada y amargada!

Traducción de Carmelo López-Arias.

viernes, diciembre 21, 2018

Hazte socio de SpeiMater

 En estas Navidad en que Dios se hace Niño, es tiempo de pensar en los niños no nacidos. 

  En esta Navidad en la que María, a punto de dar a luz, no encuentra posada es hora de pensar en las embarazadas que no encuentran apoyo. 

 Puedes rellenar el formulario de abajo, hacerle una  foto y mandarlo por WhatsApp o por email.
  En nombre de SpeiMater, muchas gracias 
 

lunes, diciembre 10, 2018

Cinco experiencias habituales en quienes dijeron sí al abortos


Sobre el impacto a largo plazo que el aborto ha dejado en sus vidas.

7 diciembre 2018  


El portal web FemCatholic acaba de publicar los resultados de una encuesta realizada a mujeres que han abortado. El objetivo, señalan, ha sido: “escuchar a las mujeres y aprender de ellas cómo podemos apoyarlas mejor cuando se enfrentan a embarazos inesperados o difíciles”.

Algunas mujeres hablaron de sus propios abortos, otras compartieron su experiencia como testigos del aborto realizado por alguien muy cercana a ellas. En este último grupo también dos hombres colaboraron.

Experiencias habituales -condicionantes/facilitadores- en quienes abortaron 

1.     Nadie le aconsejó que era posible tener el bebé, ni mostró confianza en su capacidad de ser madre. 

Varias mujeres detallaron experiencias que mostraban qué complejo les resultaba encontrar recursos para desenvolverse en la vida como madres jóvenes y solteras. "Ni una sola persona a mi alrededor me dijo que estaría bien tener al hijo.. Nadie mostró confianza en mí", escribe una de esas mujeres quien terminó abortando convencida, dice, de las mentiras que la cultura dominante promueve respecto a que “el aborto era la decisión más responsable que podía tomar una mujer joven en la universidad".

2.     Algunas no estaban informadas sobre los diversos servicios de ayuda a mujeres con embarazos inesperados, difíciles o en situación de vulnerabilidad. 

"¿Cómo puedo terminar mi carrera y ser madre? ¿Dónde puedo vivir? ¿Puedo continuar en la residencia de estudiantes? ¿Hay otras madres por ahí con carreras prósperas que comenzaron con un embarazo no planeado como mujer soltera?”, fueron interrogantes reiteradas. Una de esas encuestadas narró que después de haber tenido un aborto, descubrió que había una vivienda especial y ayuda financiera en su universidad para estudiantes "no convencionales" y que podría haber completado su título de una manera alternativa. "Me enferma pensar en ello. Si esa información hubiera estado fácilmente disponible, hoy tendría un niño de diez años", señaló.

3.     Los padres no la apoyaron.
"Vengo de una familia muy, muy tradicional. Me sentía tan sola, asustada. Sabía que mis padres me echarían de la casa y mi pareja huyó", recordó una mujer.

4.     Los mensajes de castidad-abstinencia contribuyeron a los sentimientos de vergüenza, a la percepción de falta de opciones y al miedo.

Uno de los varones encuestados relató la experiencia de su hermana, recordando que como su madre transmitía firmes enseñanzas en contra del sexo prematrimonial, esto sólo inflamó su sentido de aislamiento y vergüenza cuando se enteró de que estaba embarazada. "Creo que necesitamos un cambio cultural en la forma en que hablamos sobre el sexo y el embarazo para que las mujeres en esta situación no se sientan excluidas y avergonzadas tratando de resolverlo sin que nadie lo sepa", escribió.

5.     Las circunstancias eran adversas, y ella sentía que no tenía otra opción

"Todo apuntaba a elegir el aborto a causa de la pobreza; estaba soltera, en la escuela secundaria, no podría darle al niño una buena vida, era demasiado difícil, me rechazarían, no tendría ayuda, viviría del gobierno para siempre, nadie volvería a quererme", eran los miedos que condicionaron el aborto de muchas adolescentes y jóvenes.

Heridas a largo plazo

La encuesta también preguntó a las mujeres sobre el impacto a largo plazo que el aborto ha dejado en sus vidas. Muchas relataron los continuos problemas de salud física y mental con los que han quedado, incluyendo daños en el útero, ataques de pánico, depresión y dolor reiterado por la pérdida de sus hijos.

"Todavía pienso en mi hijo cada junio cuando él/ella habría nacido. Debería buscar ayuda. Sólo rezo para lograr sanar", escribió una mujer que todavía está deprimida.

 Tuve que encontrar la curación por mi cuenta y la encontré después de asistir a un retiro de Rachel viña.  Lo que todavía me duele es saber que las personas que me empujaron (exigieron) al aborto nunca me han pedido disculpas por sus acciones, palabras y, efectivamente, por su falta de confianza en mí

Mientras el dolor era aún intenso para muchas personas, otras hablaron sobre el apoyo que han recibido de sus esposos, familia, sacerdotes, y del ejemplo de figuras católicas como Dorothy Day. "Me siento sanada espiritual y físicamente", escribió una mujer en respuesta a la encuesta.

"Orar, la confesión y la unión a la Iglesia me ayudaron mucho. Lo que aún duele es que extraño a mi hijo. ¡Pero ahora tengo aún más motivación para luchar por el cielo para poder conocer a mi hijo!", dijo otra de las encuestadas.

Si estás buscando sanación después de un aborto, mira Proyecto Raquel  en España.