Padre
Shenan J. Boquet
Presidente
Human
Life International
Publicado
originalmente en inglés el 21 de Septiembre de 2020 en:
https://www.hli.org/2020/09/cuties-should-you-cancel-your-netflix-account/?vcrmeid=W9k79LRd9EOPrwBUnPZA4g&vcrmiid=fGoxJhUvFkmq9RRzemb5pA
La
semana pasada, escribí sobre cómo el lamentable éxito de la nueva
y obscena “canción” WAP de Cardi-B ha invertido la verdad y los
valores morales en nuestra cultura. A pesar de que la canción
objetiviza a las mujeres de la peor manera y presenta letras tan
obscenas y pornográficas que son capaces de hacer perder la fe, ha
sido ampliamente elogiada por promover la “liberación” de las
mujeres. Ahora, estamos viendo precisamente la misma inversión de la
verdad moral en la controversia sobre la nueva película de Netflix,
Cuties.
No
hay duda de que la película hiper-sexualiza a niñas de alrededor de
11 años de edad. Sin embargo, está siendo aclamada por los críticos
como un gran logro artístico (la película goza de un índice de
aprobación muy alto del 90% en el sitio de calificación de
películas: Rotten Tomatoes) que de alguna manera expone y se opone a
la sexualización de los niños. [Nota del Editor: Irónicamente
“rotten tomatoes” significa “tomates podridos”.]
La
pornografía infantil NUNCA está bien (y de hecho ninguna
pornografía lo está tampoco)
Inevitablemente,
hay quienes afirmarán que las personas que no han visto la película
no tienen ningún derecho a opinar sobre la controversia. Se puede
responder a este ridículo argumento por medio de los siguientes dos
puntos:
1)
Literalmente, no se me ocurre ningún contexto que justifique ni
siquiera los primeros 20 segundos (no podría soportar más que eso)
del clip de baile de dos minutos de la película que circula
ampliamente en las redes sociales. Simplemente no hay excusa, nunca,
para filmar a niñas de esa manera, sin importar cuán aparentemente
“buena” sea la razón para hacerlo.
De
hecho, lo que todos esos críticos que alaban la película parecen
haber olvidado es que las jóvenes actrices que interpretan a estos
personajes mezclados son niñas reales. Realmente tuvieron que
aprender a bailar como se muestra en la película; realmente tenían
que memorizar y decir las líneas obscenas que se les daban;
realmente tenían que mantener la cámara en sus cuerpos jóvenes y
luego mostrar ese metraje para que todo el mundo lo viera.
Como
alguien (ahora olvidé quién) publicó en Facebook: imagina a
alguien haciendo una película sobre cómo la crueldad hacia los
animales es mala, pero luego tortura y mata a varios cachorros para
lograrlo. Eso es Cuties.
2)
Las personas razonables (a diferencia de los críticos hastiados,
insensibles y amorales) que se han sometido a ver la película con
una mente abierta la han denunciado tan grotesca como sugieren los
clips disponibles públicamente. (Ver, por ejemplo, la reseña en
inglés de Rod Dreher aquí:
https://www.theamericanconservative.com/dreher/what-cuties-really-is/).
Cuties:
La punta del iceberg
No
deseo extenderme más en los detalles de la película. El hecho de
que haya tantos críticos dispuestos a defenderla, o que incluso
exista un “debate” sobre si la película es aceptable o no, es
para mí, una señal más de lo mucho que han caído nuestros
estándares morales.
Sin
embargo, hay dos puntos que deseo establecer en relación con la
película. El primero es que Cuties es simplemente la punta del
iceberg, o quizás la culminación de un largo y siniestro proceso de
sexualización de los niños. Si las imágenes de Cuties son
consideradas aceptables por nuestros críticos y muchos de sus
espectadores, es solo porque nos hemos vuelto gradualmente
insensibles a la pérdida de la inocencia de nuestros hijos.
Algunos
críticos han defendido las espeluznantes secuencias de baile en
Cuties señalando que las reacciones de algunas personas del público
son negativas. Supuestamente, el objetivo de estas escenas es mostrar
que el comportamiento sexualmente provocativo de las niñas no es tan
socialmente aceptable como pensaban.
Sin
embargo, si esta es incluso la intención de esas escenas, todavía
no justifica su carácter explícito. Sin embargo, lo que me
sorprende es el hecho desalentador de que cuando los niños se
comportan así, en el mundo real, su comportamiento a menudo es
recibido no con desaprobación, sino con los vítores y la adulación
de los adultos (trágicamente, incluso a veces por parte de sus
propios padres).
¿Recuerdan
la aparición de la “drag queen” Desmond de 11 años de edad en
Good Morning America? En este link pueden ver el video en inglés que
les menciono:
https://www.youtube.com/watch?v=JxdvOLdG_34&ab_channel=GoodMorningAmerica
[Nota
del Editor: Los “drag queens” son hombres que se visten de mujer
para realizar espectáculos de “entretenimiento”. A veces, en
esos espectáculos los “drag queens” realizan actos obscenos que
simulan actos sexuales. El inducir a un menor de edad a ser un “drag
queen” es particularmente abominable y los padres mismos, si lo
saben, son moralmente responsables de esta hiper-sexualización de
menores de edad.]
El
joven caminó pavoneándose por el pasillo vestido de travesti y
luego se tumbó sensualmente en el suelo. En lugar de horrorizarse
(como debería estarlo cualquier persona decente), la audiencia
mayoritariamente de mediana edad se rio y vitoreó, mientras que los
presentadores del programa lo adulaban, elogiando su “valentía”.
En otra ocasión realizó un acto de “drag queen” en un bar gay,
mientras los clientes le entregaban dinero. Esto fue defendido
enérgicamente por muchos medios de difusión y activistas
progresistas.
Luego,
están las extrañas Drag Queen Story Hours, en las que los niños
están expuestos al sórdido mundo de los “drag queens” adultos,
que se toman un descanso de su trabajo de excitar sexualmente al
público adulto en bares gay para leer historias en las bibliotecas
públicas que adoctrinan a los niños en la ideología LGBT... Esto
también fue elogiado por casi todos los periódicos más importantes
del país.
Padres,
protejan a sus hijos
Las
estadísticas muestran que los niños de 10 u 11 años están cada
vez más inmersos en un mundo de pornografía dura (hardcore), que
está disponible en los teléfonos inteligentes que sus padres les
regalan sin pensarlo. Y cuando no están viendo pornografía dura,
están viendo, escuchando (y, naturalmente, imitando) un
“entretenimiento” que es pornográfico y violento en un grado que
sus padres a menudo no logran captar.
Un
amigo me contó recientemente cómo visitó la casa de un amigo y
mientras estaba allí mencionó su consternación por el éxito de
WAP. La hija de su amigo de 13 años de edad también estaba en la
mesa e inmediatamente mencionó que ella y todos sus amigos de la
escuela conocían la canción. En el pasado, las niñas de 11 a 13
años no estaban expuestas a estas nefandas indecencias; pero hoy en
día, sin embargo, están siendo bombardeadas con detalles minuciosos
de comportamientos sexuales grotescos.
Detrás
de gran parte de esto, o al menos agravando el problema, está el
crecimiento de la mal llamada “educación sexual integral”, en la
que niños de cinco a seis años son introducidos gradualmente a
información sexual muy explícita, incluidas prácticas sexuales que
su padres y abuelos probablemente nunca habrían oído hablar. Todo
esto se justifica bajo la rúbrica de “reducir” los embarazos de
adolescentes y las tasas de enfermedades de transmisión sexual.
En
realidad, el único resultado que logra esta mal llamada “educación
sexual integral” es reducir las inhibiciones sexuales de los niños
y empujarlos prematuramente al confuso mundo adulto de las relaciones
sexuales promiscuas. En muchos casos, todo termina en embarazos
prematuros, abortos y enfermedades de transmisión sexual para las
que supuestamente se diseñaron los programas de “educación”
sexual.
Es
hora de desconectarse
El
segundo punto que deseo tratar está relacionado con el primero: los
cristianos que viven en esta cultura deben reevaluar seriamente su
relación con la cultura del entretenimiento popular.
Los
padres, en especial, deben analizar con detenimiento lo que sus hijos
ven y escuchan. Si su hijo tiene un teléfono inteligente, una
tableta o una computadora sin filtro para contenido adulto, o un
televisor en su habitación, entonces está coqueteando con el
desastre moral, espiritual, psicológico y físico. No se trata de si
su hijo descubrirá material obsceno mucho más allá de sus peores
imaginaciones, sino cuándo lo descubrirá. ¡No lo permita!
Considere
esta cita de la apertura de la Carta a los artistas del Papa San Juan
Pablo II:
Nadie
puede sentir más profundamente que ustedes los artistas como
ingeniosos creadores de la belleza que son, algo de los recursos con
los que Dios en los albores de la creación miró la obra de sus
manos. Un destello de ese sentimiento ha brillado tan a menudo en
vuestros ojos cuando, como los artistas de todas las épocas,
cautivados por el poder oculto de los sonidos y las palabras, los
colores y las formas, han admirado la obra de su inspiración,
sintiendo en ella algún eco del misterio de la creación con el que
Dios, el único creador de todas las cosas, ha querido asociarlos [a
ellos y a ustedes] de alguna manera.
Ahora,
pregúntese, ¿casi todo lo que ve en la televisión, en Netflix, o
escucha en la radio, se parece a lo que el Santo Papa está
describiendo aquí? Cuando miras los programas de televisión y las
películas más populares, o escuchas los últimos 40 éxitos en la
radio, ¿vislumbras la belleza o estos: “recursos con los que Dios
en los albores de la creación contemplaba la obra de sus manos?”
Si
bien hay algunas excepciones, en general la respuesta es un rotundo
“no”. Durante las últimas décadas, el arte y el entretenimiento
populares se han vuelto cada vez más obscenos, violentos, nihilistas
y, a menudo, francamente pornográficos. En muchos casos no nos hemos
dado cuenta, porque somos las proverbiales ranas en agua hirviendo, y
porque es lo que todos los demás están mirando y escuchando.
Cambia
el canal, cambia tu vida
Bueno,
tal vez sea hora de que dejemos de ser parte de la multitud. La
cantidad de tiempo que la persona promedio pasa viendo televisión o
servicios de transmisión de video es asombrosa. La mayor parte de lo
que están viendo es cualquier cosa menos algo que sea moralmente
edificante.
Imagínese
si tomáramos solo un tercio de ese tiempo y lo dedicamos a estar
realmente presentes para nuestros hijos, cónyuges y seres queridos,
o disfrutando pasatiempos significativos (jardinería, aprender a
tocar un instrumento, carpintería, pintura, etc.) o en la lectura
espiritual y en la oración meditativa. Esto podría cambiar tu vida.
Los
cristianos estamos en el mundo, pero como Cristo nos instruyó, no
debemos ser del mundo (ver Juan 17:15-16). Si estamos llenando
nuestros corazones y mentes con precisamente el mismo entretenimiento
obsceno que presenta el mundo, ¿estamos realmente viviendo nuestra
vocación cristiana de una manera significativa?
Recuerden
las palabras de San Pablo: “Finalmente, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo noble, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre, si hay alguna virtud y si hay
algo digno de alabanza, estas son las cosas sobre las que debemos
meditar” (Filipenses 4:8).
Tomemos
el lamentable éxito de WAP y Cuties como una señal de advertencia y
una llamada de atención. Según algunos informes, la cantidad de
personas que cancelaron sus cuentas de Netflix a raíz del
lanzamiento de Cuties se multiplicó por ocho. Bueno. Tal vez sea
hora de que cada uno de nosotros considere hacer lo mismo.
Desenchufar.
Y luego reorientar nuestra mente e imaginación hacia cosas más
elevadas, mejores y más puras.
VHI
agradece a José Antonio Zunino, del Ecuador, la traducción de este
artículo.