LA portavoz de la clínica Isadora, Empar Pineda, ha reconocido que, probablemente, se haya practicado ya el aborto al hijo de siete meses de la mujer deficiente de Avilés: http://www.lne.es/secciones/noticia.jsppIdNoticia=244089&pIdSeccion=36&pNumEjemplar=774. Y eso a pesar de que -como hemos informado- varias asociaciones y centenares de personas se hayan ofrecido para ayudar a la gestante a llevar adelante su embarazo.
El anuncio de Pineda viola abiertamente la obligación de secreto profesional al que le vincula abiertamente el RD 2409/1986, regulador de los supuestos despenalizadores del aborto. Además, contradice lo dispuesto en el Código de Ética y Deontología Médica de 1999. Y, por si fuera poco, podría estar incursa en un tipo penal, ya que el Código Penal prevé el derecho del médico a guardar secreto profesional, pero también sanciona al profesional sanitario que lo viola.
Por todo ello, el gabinete jurídico de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) ha anunciado que emprenderá acciones legales contra esta "clínica", que se ha saltado sus obligaciones profesionales con sus pacientes. Claro que, probablemente, para ella no sean pacientes, sino clientes, y que el caso de Avilés se ha convertido en un caso más de propaganda y publicidad.
Pineda se permite dudar de la viabilidad del hijo de la gestante. Y esto ya no sólo supone una imprudencia penal, sino una absoluta ignorancia médica. Porque con los medios actuales un sietemesino es perfectamente viable. "Mi sobrino nació de seis meses hace cuarenta años y ahí está trabajando de veterinario", afirma la doctora Carmen González, presidenta del Colegio de Médicos de Asturias.
La Dra. González elude, además, hablar de abort "Cuando hablamos de un niño de siete meses, ya no podemos hablar de aborto, sino de homicidio". Pero esto parece preocupar poco a los mercaderes de la muerte, a quienes ingresan sus 3.000 euros por una operación de gestante avanzada, poniendo en riesgo la salud de la madre y acabando con la vida de un Pelayo o una Covadonga, que bien podría llamarse así el niño indefenso al que quieren arrebatar la vida.
Los mercaderes de la muerte han ganado una batalla más. Suman 88.000 cadáveres todos los años. Españolitos que no podrán ver la luz. Los dueños llenan la cartera con dinero negro. Esconden la información a las pacientes. Y los médicos prostituyen su vocación por un plato de lentejas. Muchos han abandonado la calle. Alguno incluso se muestra arrepentido. Pero todavía no tenemos un Dr. Nathanson español que quiera dar la cara, entonar el "mea culpa" y arremangarse para que "nunca mais" un juramentado por Hipócrates vuelva a acabar con vidas humanas. Le espero. Le esperamos. Y en Hispanidad.com tiene las puertas abiertas para contar su testimonio.
De momento, nos queda lamentar que la connivencia de la Consejería de Bienestar Social de Asturias y de las clínicas abortistas de Madrid haya permitido acabar con la vida de Covadonga o Pelayo, y haya puesto en riesgo la salud de la gestante. Y junto al lamento, el derecho. Todo el derecho. Para que este crimen no quede impune.
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