La periodista Magdalena del Amo es autora de Déjame nacer, un extenso libro sobre el aborto en el que se incluyen las fotografías más crudas sobre esta práctica.
REDACCION HO.- El libro es un compendio de informaciones e historias sobre el aborto en el que la autora repasa numerosos asuntos, desde los anticonceptivos hasta los argumentos de los abortistas.
Lo primero que aparece en su libro es una reflexión sobre la necesidad de mostrar las imágenes más crudas de los abortos. Luego nos llama usted cobardes a los que pensamos que tal vez no sea el método más eficaz. Y termina afirmando que "la historia nos demuestra que unas fotos impactantes fueron definitivas a la hora de movilizar conciencias". El caso es que no recuerdo que la historia demuestre que mostrar el horror del aborto en fotografías haya servido en ningún lugar para abolirlo.
Sí, dudé mucho sobre colocar o no el pliego de fotos de niños abortados. Yo no hablo de métodos más eficaces o menos, Depende del contexto. En Dejáme nacer, por ejemplo, es una corroboración a lo que se dice a lo largo del libro. Las fotos complementan los textos. Yo lo veo así, y lo digo sin ningún complejo. Sé que entre los provida existen los partidarios de mostrarlas y los que, de alguna manera, les hacen el juego a los abortistas, ayudándoles a esconder sus vergüenzas. Lo que no se publica no existe. Lo que no se ve no se juzga. A los "aborteros" Barambio y Morín no creo que les haga mucha gracia que mostremos los bebés que ellos matan, sin juicio, y con tortura previa. Es cierto que las imágenes no han servido para abolir el aborto, pero también lo es que, las fotos tocan las conciencias de muchas personas que defienden el aborto porque no saben cómo es un feto de ocho semanas o de tres meses. Hay que tener presente lo importante que fue El grito silencioso del doctor Nathanson y lo que supuso para muchos médicos presenciar un aborto a través del ultrasonido. Yo compruebo cada día que las fotos tocan el corazón de las personas de bien. Yo, cuando en su día las vi por primera vez, no podía parar de llorar. Literalmente. De pena, de rabia, de impotencia. Cuando alguien me las critica por escabrosas suelo decir que hubiera preferido poner fotos de niños el día de su bautizo, con sus papás y padrinos. Cuando digo que determinadas fotos fueron determinantes a la hora de movilizar conciencias me refiero a las imágenes del holocausto o las de los orfanatos chinos, por poner dos ejemplos. La historia del aborto es muy reciente, pero día llegará en que estas décadas se verán como una etapa de máxima barbarie en un mundo civilizado. Hay que seguir empleando todos los métodos de lucha.
En su libro repasa todos los métodos anticonceptivos, es muy minuciosa en la descripción de los distintos tipos de aborto. Aborda este último desde todos los aspectos, repasa su componente ideológico, etc.
Abordo la cultura de la muerte en general, y los anticonceptivos forman parte de ella. Muchas mujeres, más allá de cuestiones religiosas, desconocen las consecuencias nefastas de los anticonceptivos para la salud. La información que se da, tanto en la sanidad pública, como en los centros de planificación y orientación familiar, es parcial, inexacta y tendente a su utilización y consumo. Si las mujeres conocieran los estudios sobre la incidencia de cáncer de mama y trombosis entre las consumidoras de anticonceptivos, adoptarían posturas más racionales e inteligentes. Los anticonceptivos son, en muchos casos, el paso previo al aborto. La mujer que aborta, antes tomó píldoras, usó condones, tomó la píldora postcoital y, en algunos casos, la RU 486. Son frutos de la misma planta, que diría Juan Pablo II. El aborto es el máximo exponente de la cultura de la muerte. Es el gran triunfo del feminismo de género, lo más radical de toda la historia de la izquierda.
Me parece un acierto la división que hace usted de los diferentes grupos que integran lo que denomina "la multinacional de la muerte". Habla usted de cinco grupos distintos: ideológicos, filantrópicos, ecologistas, etc.
Así es. El tema es tan amplio e interesante que estoy preparando un trabajo sobre ello. En el libro doy sólo unas pinceladas. En el tejido de la multinacional de la muerte se entrecruzan los hilos de entidades y grupos absolutamente dispares pero sirvientes de un mismo fin y con una meta común. Se trata de instaurar el Nuevo Orden Mundial, que no es otra cosa que la dictadura del pensamiento único, dando por bueno el modelo de sociedad que los "diseñadores" han decidido, en la que la discrepancia supone vacío y aislamiento. Los grupos a los que me refiero hacen su labor a este respecto. En el libro hablo de ello refiriéndome sólo al aborto, pero hay otros muchos aspectos en los que tienen incidencia. Dentro de esta línea de pensamiento único la mayor conquista de sus promotores es la descristianización de la sociedad y que el ser humano se haya olvidado de quién es y qué hace en este mundo. Que el aborto sea considerado como un derecho es un triunfo del mal, sin precedentes.
Pocas personas imaginan que siglas tan aparentemente respetables como la ONU, o ACNUR, que se dedica a los refugiados, o a la Organización Mundial de la Salud, o tantas oenegés, ocultan operaciones abortistas a gran escala.
Pero es por eso que le acabo de decir. La ONU se ha ido apartando poco a poco de los fines para los que fue creada. Yo hago una distinción entre los dirigentes e ideólogos de sus planes de acción para los países del tercer mundo y los voluntarios que colaboran en sus organismos. Los voluntarios que trabajan en las ONGs son personas altruistas y lo hacen de buena voluntad, pero son víctimas de la ideología de la cultura de la muerte que la propia ONU promueve. Creen que los habitantes de los países pobres son animalitos, incapaces de aprender a utilizar el sexo de manera ordenada, y por eso les reparten condones, píldoras abortivas y artilugios para que las mujeres se practiquen ellas mismas los abortos. La ONU y los países desarrollados están controlando la población en los países en vías de desarrollo y fomentan en occidente el viejo mito de la superpoblación, sobradamente rebatido por expertos demógrafos. Desde luego, nada de lo que hoy ocurre en materia de "salud reproductiva" -con todo lo que abarca el término-tendría lugar si no se hubiera acordado en las diferentes Conferencias de las Naciones Unidas. Hay que decir que estos acuerdos, sobre todo en lo tocante a las políticas de la mujer, tienen rango de ley internacional, por encima de la soberanía de los estados.
Hace usted una relación de ideólogos de la cultura de la muerte, esos personajes están en el origen del entusiasmo genocida de tanto gobernante falto de ideas y necesitado de banderas. Cita usted media docena de nombres, algunos tan merecedores del desprecio de la Historia como Reich o Beauvoir, pero echo de menos apellidos españoles.
Los grandes ideólogos de la eugenesia han sido anglosajones. Ellos han creado el embrión de la mala hierba que hoy se ha convertido en un espeso bosque. Sanger, Mead o Kinsey han marcado pautas difícilmente superables. Homosexualidad, lesbianismo, promiscuidad, eugenesia y aborto a petición son puntos reivindicativos de estos ideólogos. Kinsey incluso era partidario de las relaciones entre personas y animales, cosa que ya empiezan a defender algunos progres. En España no hay ideólogos propiamente dichos; sí hay muchas seguidoras que han bebido en las fuentes de aquéllos y los han tenido como maestros. Cito en el libro a feministas de género como Celia Amorós o Amelia Valcárcel. Hay que recordar que antes de la Segunda Guerra Mundial en el mundo anglosajón había movimientos muy activos en pro de la eugenesia, y que fueron los crímenes nazis y el posterior proceso de Nuremberg los que frenaron durante años esa tendencia. ¡Pero parece que la memoria humana es muy frágil! Ahora estamos viviendo lo mismo, pero peor, porque los avances en genética y otros campos se están utilizando para esclavizar a la humanidad, para desproveer a los seres humanos de su dignidad. Además, de manera global.
En nuestro país el aborto es tan sólo un eslabón, un descansillo en el rellano de la escalera que tiene metida Zapatero en la cabeza. En su opinión, ¿a dónde nos conduce esa escalera?
Si las cosas siguieran a esta velocidad de vértigo, que espero que no, en un futuro próximo el aborto sería una obligación. Sólo tendrían hijos las parejas cuyos historiales genéticos fueran idóneos. Hoy ya se practica con el diagnóstico prenatal, cuyo fin es evitar que nazcan niños ciegos, sordos o con un determinado síndrome. Después del aborto vendrá la eutanasia pasiva, luego la activa. ¡Es tan fácil convencer a la sociedad de que hay vidas carentes de valor! De todas formas, aunque todo indica que caminamos hacia un mundo desalmado, gobernado por el mal, tengo mucha esperanza. Esperanza de que la ONU cambie sus conceptos y objetivos. En cuanto a España, espero que el Gobierno cambie de siglas y que el próximo ponga las cosas en su sitio. (No sé si soy un poco ilusa). También tengo gran confianza en organizaciones como la suya, HazteOír. Han crecido ustedes mucho en poco tiempo. Son idealistas, trabajadores, tienen iniciativas y aglutinan a lo mejor de cada provincia. Y también en otras organizaciones en defensa de la Vida como Unidos por la Vida y tantas otras.
¿Cree que la ciudadanía es consciente del momento que estamos viviendo?
Creo que no. El ciudadano de a pie está demasiado inmerso en la sociedad de consumo y apenas tiene tiempo de reflexionar. Al ciudadano le preocupa la hipoteca, el paro y poco más. Le bombardean por todas partes con las nuevas consignas y es incapaz de reaccionar. La sociedad en bloque está adormecida y, por tanto, indefensa. Somos fácilmente manipulables, máxime con las estrategias de control de masas que hábilmente emplean los que dominan el mundo.
En su opinión, ¿qué se debería hacer para que cada vez más ciudadanos adoptaran una actitud activa ante medidas como la propuesta gubernamental de aprobar el aborto libre?
Seguir con la lucha diaria. Lo que le decía hace un momento; organizaciones como HazteOír son vitales hoy. Cada uno, desde su tribuna y en su medida debe poner su granito de arena para contribuir a la concienciación de la sociedad. Hay que ser valientes y no arredrarse ante las críticas y consignas de los mal llamados progresistas. Hay que ser valientes y defender públicamente el orden natural y los valores, sin miedo a que nos tilden de retrógrados o reaccionarios. Ésta es, en síntesis, mi visión de la realidad.
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