Después de la tarde de hoy, me he decidido a escribir de las injusticias que se producen día a día en nuestra sociedad.
Desde hace aproximadamente cinco meses, acudo todos los sábados de 16:00 a 18:00 a un centro abortista de los numerosos que hay en Madrid, para dar información y alternativas a las mujeres que tienen problemas para poder traer a sus HIJOS al mundo. Lo llamo centro por denominarlo de alguna forma, ya que el término de clínica estaría mal empleado, pues matar a inocentes no es sinónimo de medicina.
Como iba diciendo, hace cinco meses que soy testigo directo de las continuas injusticias que se producen en nuestro país.
He visto centenares de jóvenes que han sido arrastradas por sus progenitores (no sé si el término de padres admitiría esta aberración hacia una hija) y han sido obligadas a abortar, sin dejar que tengan siquiera conocimiento de las ayudas ni de las posibles consecuencias que el aborto trae consigo.
También he visto el papel del machismo que hay detrás de todos estos abortos: hombres
que amenazan con abandonar a la mujer si no decide matar y arrancar de sus entrañas algo más que un puñado de células.
He visto los intereses de esos centros, que niegan el derecho a los padres de ver la ecografía de su HIJO, para que sentimentalmente no se vinculen, porque el negocio del aborto, da mucho dinero.
Hoy ya he querido dar voz a todas estas mujeres que por miedo o porque no ven otra solución, ven como única alternativa el aborto.
Estas coacciones no son los únicos problemas que he visto o presenciado en estos centros. Otro problema es la falta de información que hay sobre las ayudas que la comunidad de Madrid ofrece a todas estas mujeres, al igual que la falta de información que hay sobre los efectos del síndrome post- aborto.
Hoy, como otros muchos sábados, hemos abierto los ojos a mujeres que no tenían ni noción de estas ayudas. Hoy, hemos dado esperanza a esas jóvenes que veían como única solución la muerte de un hijo al que quieren.
Hoy será un día que recordará una madre que podrá serlo, ya que recibirá todas las ayudas que necesite y por lo tanto una abuela que podrá añadir un nieto más a su lista. El problema que tenía esta joven: es menor de edad y es la cuarta de cinco hermanos. Su padre es el único que trabaja y no quiere sobre cargar a la familia. Qué triste que una joven se vea obligada a abortar porque no tiene a nadie que le ayude en su situación.
¿Por qué las mujeres se sorprenden cuando ven que hay ayudas que realmente ayudan?
Deberíamos unirnos para exigir al gobierno menos leyes que faciliten el matar a tu hijo, y más ayudas para poder tenerlo. Parece que el aborto más que un derecho, es una imposición.
Las mujeres no abortan porque no quieran a sus hijos, las mujeres abortan porque no tienen trabajo o porque el marido les deja o en el trabajo las echan.
Las mujeres de esta sociedad no tienen derechos, pues se les ha quitado el principal: poder ejercer su maternidad.
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