La Providencia
por
María José Mansilla,
Presidenta de Spei Mater
Hay un refrán que me gusta
mucho y que dice “Si quieres hacer a Dios reír, cuéntale tus
planes”. Parece ser que existe en otros idiomas porque me
sorprendió oírselo a Abby Johnson, directora de una clínica
abortista y actual activista provida después de que Dios le abriera
los ojos a la maldad del aborto y se encontrará a si misma rezando a
la puerta de la clínica de Planned Parenthood que ella misma había
dirigido.
La Providencia es un tema
capital no solo de nuestra fe sino de nuestra vida y sin ella nos
derrumbamos sin solución.
Las personas necesitamos una
seguridad, nos genera una inquietud insoportable no saber que es lo
que va a pasar, pensar que nuestra vida está en manos de un destino
que no controlamos y que nos pueden ocurrir cosas terribles a
nosotros y a nuestros seres queridos.
Intentamos buscar esa seguridad
en cosas que no son Dios: pensamos que si nos ponemos malos los
médicos nos cuidaran, que si nos quedamos en paro la Seguridad
Social nos subsidiará, que si tenemos dinero en la cuenta podremos
afrontar todos los imprevistos, que si tenemos un buen plan de
pensiones tendremos una vejez tranquila y a veces hasta acudimos al
tarot y a los horóscopos para saber que va a pasar.
Y de repente nos damos cuenta
que todas estas cosas no sirven, que los médicos no lo pueden todo,
que nuestro negocio y nuestro empleo está en peligro de un día para
otro, que todo lo que habíamos previsto se viene abajo y nuestro
mundo se cae al suelo.
Y es que nuestra vida no está
en nuestras manos y está muy bien ser previsor, pero finalmente nos
chocamos ante nuestra impotencia y nuestra pequeñez.
Solo hay una solución que hace
que podamos tener paz y que nuestra casa este construida sobre roca:
confiar en la Divina Providencia, saber que todo lo que pasa es
permitido por Dios, que Dios nos ama y busca nuestro bien y salvación
mucho más que nosotros mismos y que todo lo que ocurre, por
desconcertante y doloroso que pueda ser, es parte de su plan amoroso
que no comprendemos.
Claro que es más fácil
confiar en determinados momentos que en otros. Puede que sea más
difícil cuando el dolor de la separación de un ser querido o de una
enfermedad nos desgarra el corazón, pero es más necesario y es un
bálsamo que los suaviza.
Dice Jacques Philippe, “el
principal enemigo de nuestra paz no son las circunstancias externas o
el comportamiento de los demás, sino nuestra falta de fe en Dios,
que nos hace perder la seguridad de que Él puede obtener un bien de
cualquier cosa que nos suceda y de que no nos abandonará”.
Y es que nos gusta mucho hacer
planes, nos gusta tener el control de nuestra vida, nos gusta la
planificación.
Cuántas veces no se sigue
adelante con un embarazo porque no es planificado, porque ahora no
entraba en mis planes, o porque no entraba en mis planes tener un
hijo con una discapacidad.
Cuántas veces se piensa en la
eutanasia porque el estado de mi familiar ya no es el previsto y a
veces nos preocupa más lo que vamos a sufrir viéndole a él y no lo
que sufre él o lo que es un bien para él.
Tenemos un error de cálculo,
que es creer saber lo que nos conviene y lo que no nos conviene, pero
solo Dios lo sabe. En el fondo, lo que queremos es ser dueños de
nuestra vida y que todo se ajuste a nuestros deseos y no somos
capaces de aceptar la voluntad de Dios.
Confiar en la Providencia es
preguntarse el para qué de las cosas y no el por qué. Recuerdo
siempre el testimonio de unos amigos, padres de un hijo con una
discapacidad grave que cuentan como la pregunta diabólica del 'por
qué' es una trampa que destruye vidas, mientras que la pregunta para
qué nos abre a un mundo de posibilidades.
“El ¿POR QUÉ? es una
pregunta sin respuesta, que muere en sí misma. Te instala en el
pasado, cuando lo que necesitas es fuerza para afrontar el presente y
estímulos para abordar el futuro. El por qué se genera en el YO.
¿Por qué a mí? ¿Por qué yo debo soportar esta cruz?
…Y entonces surgió el ¿PARA
QUÉ? Ahí sí que había respuestas y todas ellas lanzadas al
futuro, respuestas a favor de la unidad, la esperanza y la alegría,
respuestas que identifican la acción de Dios en nuestras vidas”
Los planes del Señor siempre
son mejores que los nuestros por desconcertante que nos parezcan a
veces. Pongamos nuestra seguridad solo en Él y dejemos sorprender
con cuanto bien puede sacar incluso de estas circunstancias que
estamos viviendo tan impensables para nosotros hace apenas una
semana.
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