Con la LODE la coeducación pasa a ser obligatoria en los centros públicos. Parecería que con ello se habría logrado la culminación de un sueño femenino, parecería que con ello se había puesto fin a la discriminación educativa que durante tanto tiempo venía sufriendo la mujer. Pues no. Esto no es así.
Nadie pone en duda la igualdad de derechos y de oportunidades en materia de educación, otra cosa bien distinta es si para hacer efectiva esta igualdad lo mejor haya de ser la coeducación. Han sido las propias mujeres más comprometidas las que han comenzado a cuestionar la coeducación porque no ha respondido a las expectativas y esperanzas en ella depositadas. De la coeducación se esperaba por ejemplo una mayor integración destinada a propiciar una más estrecha colaboración entre el mundo masculino y femenino, disminución de la homosexualidad, disminución de la agresividad masculina, se esperaban amistades más sinceras, matrimonios más maduros y mejor avenidos. Nada de esto parece haberse cumplido satisfactoriamente. Se teme que lo que haya sucedido ha sido abrir las puertas de colegios masculinos para que en ellos entren las mujeres, sin el menor respeto a la identidad femenina, es decir obligar a las chicas a entrar en una escuela de chicos y para chicos, universalizando el modelo masculino, sin el menor respeto a la diversidad de sexo y por tanto atentando con la igualdad de oportunidades.
Así se explica que los valores femeninos fundamentales estén a la baja: los valores domésticos, la exquisitez, la afectividad, la delicadeza, el buen gusto han desaparecido de la escuela, donde predomina la competitividad, agresividad, el sentido práctico de la vida. Esto explica que actividades tradicionalmente femeninas como costura, bailes, danza, ornamentación etc hayan desaparecido del curriculum escolar, mientras actividades más vinculadas a lo masculino tengan cada vez más importancia como es la gimnasia y el deporte por ejemplo. En una palabra la escuela mixta no está satisfaciendo las aspiraciones de la mujer, porque en ella el sexo masculino sigue teniendo ventaja sobre el femenino. En este tipo de escuelas la forma de ser y de comportarse la imponen los chicos cuando de lo que se trata es de que los jóvenes adolescentes, tanto chicos como chicas tengan las mismas posibilidades en su personal desarrollo.
Después de tanto tiempo en que se creía que con la coeducación llegaría la igualdad de oportunidades para la mujer, resulta que según parece esto no es así. Es como aquel ave que después de haber conseguido acostumbrarse a vivir en cautividad, un día ve la jaula abierta y su instinto le dice que tiene que salir de allí porque ha nacido para vivir en libertad. O como aquel ínclito aspirante a crítico del séptimo arte cuando se lamentaba diciendo: ahora que después de tanto esfuerzo para aprender a decir pilicula, resulta que ahora se dice flin. Es verdad que en los últimos años la coeducación ha pasado por ser un dogma pedagógico, un “signo de progreso”, una formula asociada al mismo concepto de educación, un punto de no retorno, pero ¿será esto cierto? ¿Hemos de ver en la coeducación el exponente de la igualdad de oportunidades entre los sexos? Veamos:
Es un hecho que desde los años 80 países pioneros de la coeducación como Inglaterra y Norte- América a la vista de los resultados comienzan a dar marcha atrás al tiempo que se oyen voces en contra de la escuela mixta y a favor de la escuela segregada. Más que de un dogma la coeducación comienza a verse como un apriorismo pedagógico carente de fundamentación sólida. Eran los comienzos de un debate que aún continua abierto y de cuyo resultado final van a depender aspectos fundamentales de la familia y de la sociedad en general. Las posturas enfrentadas van clarificándose.
Los defensores de la coeducación basan su postura en razones tales como el que este tipo de educación supone un enriquecimiento mutuo de los sexos, que facilita la comunicación entre los mismos, que hace posible un intercambio complementario por el que las chicas se benefician de las aportaciones de los chicos y viceversa. También aducen razones de tipo práctico cuales son las de que este tipo de educación resulta más económico y más cómodo para los padres que pueden llevar y recoger al mismo tiempo y en el mismo colegio tanto a sus hijas como a sus hijos así como tratar con los mismos profesores.
Por otra parte la coeducación pretendía ofrecer posibilidades reales para la convivencia natural de los dos sexos. Si la educación, según se piensa, ha de ser un aprendizaje para la vida, en la escuela habría que crear el mismo ambiente que reprodujera lo que se vive en la familia, en la calle, en la sociedad; pero esto es precisamente lo que no quieren muchos de los detractores de la coeducación, sobre todo en las filas del feminismo más comprometido con este tema. Exactamente esto es así. Los defensores de la igualdad de la mujer no ven con buenos ojos que en la escuela se siga reproduciendo el modelo patriarcal que se vive en la familia y en la sociedad. Se muestran recelosas de que en la escuela mixta se reproduzca la superioridad masculina y la subordinación femenina, hay miedo y así lo denuncian del comportamiento dominante por parte de los chicos del que no están ausentes las agresiones físicas y verbales aderezadas con un lenguaje manifiestamente sexista. Al final lo que se ha impuesto en la escuela mixta son los gustos, formas y maneras masculinos.
Esta presunta homogenización de la escuela sobre la base del modelo masculino, no es la única razón que hace que hoy en día se cuestione la coeducación. Hay un hecho bio- psicológico suficientemente constatado, que pone de manifiesta diferencias apreciables entre chicos y chicas. Su desarrollo físico, intelectual, emocional, es distinto. En los sexos se esconden rasgos específicos que dan origen a necesidades y posibilidades diversas. Estas diferencias en los ciclos de desarrollo vital se traducen pedagógicamente hablando en ritmos distintos de aprendizaje en una desigualdad en la captación de estímulos, desigualdad también en las motivaciones y en general en todo el comportamiento. Sabido es de todos, que el proceso de maduración no es el mismo par los chicos que para las chicas. Estas diversidades en la escuela mixta no son tenidas en cuenta, por lo mismo no debiera sorprender a nadie que desde los propios ámbitos de la pedagogía comience ya a ponerse en duda la eficacia de la coeducación.
A lo que parece lo que se está necesitando es un sistema educativo que satisfaga las legítimas aspiraciones femeninas de igualdad de forma real y no sólo aparente, un sistema educativo en el que las actitudes, motivaciones y valores de ambos sexos sean tenidos en cuenta. No puede ser que se siga educando a las chicas como si fueran chicos. Nunca so pretexto de igualitarismo se pueden atropellar el derecho a la diversidad, sobre todo si este tiene su origen en la propia naturaleza. A lo que parece se ha pensado que la igualdad de oportunidades iba asociado indefectiblemente a la coeducación y este ha sido el error. La realidad es que sólo se puede hablar de igualdad de oportunidades cuando se tienen en cuenta las diferencias específicas. A mi modo de ver se actuó con precipitación y se impuso a la fuerza un sistema educativo que resulta discriminatorio con la mujer, aunque ello pueda resultar a primera vista paradójico. Las críticas exacerbadas, incluso burlas y mofas que se hacen de la separación de chicos y chicas en la escuela demuestra un desconocimiento supino de la cuestión.
Las recientes investigaciones vienen aportando una serie de datos que obligan cuando menos a tomar en serio este asunto y a estudiarle con todo rigor. Es Burgess quien recientemente ha dicho “que la creciente evidencia de que la coeducación crea a los alumnos más problemas que soluciones, lleva a restaurar el valor de las escuelas de un solo sexo y a poner en duda el presupuesto de que la coeducación ofrece las mejores oportunidades para el logro de la igualdad.”
Independientemente de la postura que se tome en este asunto a mi me parece me parece importante reparar en algo que a modo de conclusión paso a reseñar: En primer lugar me referiré a la posible motivación que ha llevado a imponer de forma obligatoria la coeducación en España. Tal motivación a mi modo de ver es de índole política, como casi todo lo que se hace en este país. Estamos asistiendo a un proceso de politización de las instituciones educativas, El ideal político del igualitarismo en todos los órdenes es la razón por la que se sigue manteniendo un modelo de escuela monolíticamente mixta y comprensiva, a pesar de los malos frutos que se están cosechando. Repárese que según los últimos estudios realizados en materia educativa, España figura en los últimos lugares de nuestro entorno. Por otra parte hoy en España se tiene la guerra declarada a un reciente pasado histórico. La propaganda política se ha encargado de asociar escuela mixta a progreso y escuela diferenciada a regresión. Con estos presupuestos es fácil hacer funcionar imperativos apriorísticos sobre educación que lejos de abrir nuevas posibilidades lo que están haciendo es impedir un debate serio y reflexivo sobre la cuestión.
Es obligado decir, y con esto acabo, que lo que a una sociedad pluralista como la nuestra lo que correspondería, habría de ser una escuela pluralista que tuviera en cuenta el sentir de las familias y no imponerlo todo desde las altas esferas de modo que las familias que quisieran que sus hijos fueran educados en escuelas públicas diferenciadas se les diera tal oportunidad. Algo parecido con lo que pasa con la educación religiosa. ¿Por qué el Estado ha de decidir una cuestión que corresponde decidir a las familias? Si es verdad que en España estamos viviendo un régimen de libertades esto tendría que hacerse realidad a través de una escuela plural con espacios suficientes de libertades. Es claro que si hay quienes está a favor de la coeducación también les hay que están en contra. Lo que viene a demostrar una vez más que la LODE Ley Orgánica de Educación por la que se rige nuestro actual sistema educativo no es la ley socialista para todos los españoles, en el mejor de los casos sólo para algunos. No se puede olvidar que la mejor ley educativa no discriminativa en razón de sexos es la que se hace teniendo en cuenta su diversidad
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Ángel Gutiérrez Sanz
Nadie pone en duda la igualdad de derechos y de oportunidades en materia de educación, otra cosa bien distinta es si para hacer efectiva esta igualdad lo mejor haya de ser la coeducación. Han sido las propias mujeres más comprometidas las que han comenzado a cuestionar la coeducación porque no ha respondido a las expectativas y esperanzas en ella depositadas. De la coeducación se esperaba por ejemplo una mayor integración destinada a propiciar una más estrecha colaboración entre el mundo masculino y femenino, disminución de la homosexualidad, disminución de la agresividad masculina, se esperaban amistades más sinceras, matrimonios más maduros y mejor avenidos. Nada de esto parece haberse cumplido satisfactoriamente. Se teme que lo que haya sucedido ha sido abrir las puertas de colegios masculinos para que en ellos entren las mujeres, sin el menor respeto a la identidad femenina, es decir obligar a las chicas a entrar en una escuela de chicos y para chicos, universalizando el modelo masculino, sin el menor respeto a la diversidad de sexo y por tanto atentando con la igualdad de oportunidades.
Así se explica que los valores femeninos fundamentales estén a la baja: los valores domésticos, la exquisitez, la afectividad, la delicadeza, el buen gusto han desaparecido de la escuela, donde predomina la competitividad, agresividad, el sentido práctico de la vida. Esto explica que actividades tradicionalmente femeninas como costura, bailes, danza, ornamentación etc hayan desaparecido del curriculum escolar, mientras actividades más vinculadas a lo masculino tengan cada vez más importancia como es la gimnasia y el deporte por ejemplo. En una palabra la escuela mixta no está satisfaciendo las aspiraciones de la mujer, porque en ella el sexo masculino sigue teniendo ventaja sobre el femenino. En este tipo de escuelas la forma de ser y de comportarse la imponen los chicos cuando de lo que se trata es de que los jóvenes adolescentes, tanto chicos como chicas tengan las mismas posibilidades en su personal desarrollo.
Después de tanto tiempo en que se creía que con la coeducación llegaría la igualdad de oportunidades para la mujer, resulta que según parece esto no es así. Es como aquel ave que después de haber conseguido acostumbrarse a vivir en cautividad, un día ve la jaula abierta y su instinto le dice que tiene que salir de allí porque ha nacido para vivir en libertad. O como aquel ínclito aspirante a crítico del séptimo arte cuando se lamentaba diciendo: ahora que después de tanto esfuerzo para aprender a decir pilicula, resulta que ahora se dice flin. Es verdad que en los últimos años la coeducación ha pasado por ser un dogma pedagógico, un “signo de progreso”, una formula asociada al mismo concepto de educación, un punto de no retorno, pero ¿será esto cierto? ¿Hemos de ver en la coeducación el exponente de la igualdad de oportunidades entre los sexos? Veamos:
Es un hecho que desde los años 80 países pioneros de la coeducación como Inglaterra y Norte- América a la vista de los resultados comienzan a dar marcha atrás al tiempo que se oyen voces en contra de la escuela mixta y a favor de la escuela segregada. Más que de un dogma la coeducación comienza a verse como un apriorismo pedagógico carente de fundamentación sólida. Eran los comienzos de un debate que aún continua abierto y de cuyo resultado final van a depender aspectos fundamentales de la familia y de la sociedad en general. Las posturas enfrentadas van clarificándose.
Los defensores de la coeducación basan su postura en razones tales como el que este tipo de educación supone un enriquecimiento mutuo de los sexos, que facilita la comunicación entre los mismos, que hace posible un intercambio complementario por el que las chicas se benefician de las aportaciones de los chicos y viceversa. También aducen razones de tipo práctico cuales son las de que este tipo de educación resulta más económico y más cómodo para los padres que pueden llevar y recoger al mismo tiempo y en el mismo colegio tanto a sus hijas como a sus hijos así como tratar con los mismos profesores.
Por otra parte la coeducación pretendía ofrecer posibilidades reales para la convivencia natural de los dos sexos. Si la educación, según se piensa, ha de ser un aprendizaje para la vida, en la escuela habría que crear el mismo ambiente que reprodujera lo que se vive en la familia, en la calle, en la sociedad; pero esto es precisamente lo que no quieren muchos de los detractores de la coeducación, sobre todo en las filas del feminismo más comprometido con este tema. Exactamente esto es así. Los defensores de la igualdad de la mujer no ven con buenos ojos que en la escuela se siga reproduciendo el modelo patriarcal que se vive en la familia y en la sociedad. Se muestran recelosas de que en la escuela mixta se reproduzca la superioridad masculina y la subordinación femenina, hay miedo y así lo denuncian del comportamiento dominante por parte de los chicos del que no están ausentes las agresiones físicas y verbales aderezadas con un lenguaje manifiestamente sexista. Al final lo que se ha impuesto en la escuela mixta son los gustos, formas y maneras masculinos.
Esta presunta homogenización de la escuela sobre la base del modelo masculino, no es la única razón que hace que hoy en día se cuestione la coeducación. Hay un hecho bio- psicológico suficientemente constatado, que pone de manifiesta diferencias apreciables entre chicos y chicas. Su desarrollo físico, intelectual, emocional, es distinto. En los sexos se esconden rasgos específicos que dan origen a necesidades y posibilidades diversas. Estas diferencias en los ciclos de desarrollo vital se traducen pedagógicamente hablando en ritmos distintos de aprendizaje en una desigualdad en la captación de estímulos, desigualdad también en las motivaciones y en general en todo el comportamiento. Sabido es de todos, que el proceso de maduración no es el mismo par los chicos que para las chicas. Estas diversidades en la escuela mixta no son tenidas en cuenta, por lo mismo no debiera sorprender a nadie que desde los propios ámbitos de la pedagogía comience ya a ponerse en duda la eficacia de la coeducación.
A lo que parece lo que se está necesitando es un sistema educativo que satisfaga las legítimas aspiraciones femeninas de igualdad de forma real y no sólo aparente, un sistema educativo en el que las actitudes, motivaciones y valores de ambos sexos sean tenidos en cuenta. No puede ser que se siga educando a las chicas como si fueran chicos. Nunca so pretexto de igualitarismo se pueden atropellar el derecho a la diversidad, sobre todo si este tiene su origen en la propia naturaleza. A lo que parece se ha pensado que la igualdad de oportunidades iba asociado indefectiblemente a la coeducación y este ha sido el error. La realidad es que sólo se puede hablar de igualdad de oportunidades cuando se tienen en cuenta las diferencias específicas. A mi modo de ver se actuó con precipitación y se impuso a la fuerza un sistema educativo que resulta discriminatorio con la mujer, aunque ello pueda resultar a primera vista paradójico. Las críticas exacerbadas, incluso burlas y mofas que se hacen de la separación de chicos y chicas en la escuela demuestra un desconocimiento supino de la cuestión.
Las recientes investigaciones vienen aportando una serie de datos que obligan cuando menos a tomar en serio este asunto y a estudiarle con todo rigor. Es Burgess quien recientemente ha dicho “que la creciente evidencia de que la coeducación crea a los alumnos más problemas que soluciones, lleva a restaurar el valor de las escuelas de un solo sexo y a poner en duda el presupuesto de que la coeducación ofrece las mejores oportunidades para el logro de la igualdad.”
Independientemente de la postura que se tome en este asunto a mi me parece me parece importante reparar en algo que a modo de conclusión paso a reseñar: En primer lugar me referiré a la posible motivación que ha llevado a imponer de forma obligatoria la coeducación en España. Tal motivación a mi modo de ver es de índole política, como casi todo lo que se hace en este país. Estamos asistiendo a un proceso de politización de las instituciones educativas, El ideal político del igualitarismo en todos los órdenes es la razón por la que se sigue manteniendo un modelo de escuela monolíticamente mixta y comprensiva, a pesar de los malos frutos que se están cosechando. Repárese que según los últimos estudios realizados en materia educativa, España figura en los últimos lugares de nuestro entorno. Por otra parte hoy en España se tiene la guerra declarada a un reciente pasado histórico. La propaganda política se ha encargado de asociar escuela mixta a progreso y escuela diferenciada a regresión. Con estos presupuestos es fácil hacer funcionar imperativos apriorísticos sobre educación que lejos de abrir nuevas posibilidades lo que están haciendo es impedir un debate serio y reflexivo sobre la cuestión.
Es obligado decir, y con esto acabo, que lo que a una sociedad pluralista como la nuestra lo que correspondería, habría de ser una escuela pluralista que tuviera en cuenta el sentir de las familias y no imponerlo todo desde las altas esferas de modo que las familias que quisieran que sus hijos fueran educados en escuelas públicas diferenciadas se les diera tal oportunidad. Algo parecido con lo que pasa con la educación religiosa. ¿Por qué el Estado ha de decidir una cuestión que corresponde decidir a las familias? Si es verdad que en España estamos viviendo un régimen de libertades esto tendría que hacerse realidad a través de una escuela plural con espacios suficientes de libertades. Es claro que si hay quienes está a favor de la coeducación también les hay que están en contra. Lo que viene a demostrar una vez más que la LODE Ley Orgánica de Educación por la que se rige nuestro actual sistema educativo no es la ley socialista para todos los españoles, en el mejor de los casos sólo para algunos. No se puede olvidar que la mejor ley educativa no discriminativa en razón de sexos es la que se hace teniendo en cuenta su diversidad
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Ángel Gutiérrez Sanz
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