domingo, enero 01, 2006

Un ejemplo de resistencia

Un ejemplo de resistencia

Ante el atropello del supuesto derecho a la “confidencialidad” de los menores de edad incluido en el Código de Deontología de los médicos catalanes, Dolores Voltas, endrocrinóloga, miembro de la Junta en la Asamblea del Colegio de Barcelona y de su Comisión de Deontología, presidenta de Pro-Vida España, y ex-miembro del Pontificio Consejo para la Familia, declaró el 21-09-05:

“La ‘confidencialidadpuede poner en grave riesgo a los pacientes menores de edad. ¿Qué supuestos se contemplan cuando se alerta sobre un grave riesgo? La lista es larga: menor en tratamiento psiquiátrico que, por el deber de confidencialidad recogido en el Código de Deontología, el psiquiatra que lo atiende no informa a los padres de un posible riesgo de suicidio; menores que acuden a urgencias hospitalarias por coma etílico o con intoxicación por consumo de drogas y que salen de allí con un informe en la mano pero sin que nadie avise a sus padres; niñas que piden la píldora del día después en atención primaria -incluso antes de necesitarla- sin que nadie informe a sus padres, o menores con embarazos no deseados (inesperados) que no informan a sus progenitores o tutores legales y que, por tanto, no cuentan con su apoyo, ‘decidan lo que decidan’. Los médicos siempre hemos sido considerados guardianes de la vida y de la salud, y deberíamos serlo también de la libertad, para que no derive en libertinaje. Por el médico pasa todo el mundo, y si él se planta y dice que eso no lo hace porque se puede provocar un mal irreversible, pues por ahí no se pasa".

Voltas a la cabeza de 111 médicos catalanes recurrió a la justicia que suspendió cautelarmente los artículos correspondientes. del Código de Deontología. El art. 33, que establece que el médico, en caso de tratar a un paciente menor de edad, "tendrá que respetar la confidencialidad respecto a los padres y tutores, y la voluntad del menor" si lo considera suficientemente maduro. Y el art. 59, que permite a los médicos practicar abortos o esterilizaciones a los menores “con suficiente madurez” sin el consentimiento de los padres.

En las presentaciones previas -administrativas- contrarias a la “confidencialidad”, hechas ante el Consejo de Colegios Médicos de Cataluña fue acompañada por 434 médicos Tanto uno como otro grupo de profesionales -los 111 y los 434- merecen un especial reconocimento por las consecuencias que pueden tener estos actos ante el imperante totalitarismo de la cultura de la muerte.

Su actitud nos trae casi forzosamente a la memoria lo que enseñó Juan Pablo II: “A veces las opciones que se imponen son dolorosas y pueden exigir el sacrificio de posiciones profesionales consolidadas o la renuncia a perspectivas legítimas de avance en la carrera” (enc. Evangelium vitae n. 74, 25-03-95)

Para defenderse no hacen falta permisos

Como venimos insistiendo desde hace años, el lector lo verá por ejemplo en las referencias contenidas en esta gacetilla, uno de los objetivos prioritarios del Nuevo Orden Mundial para destruir la familia es abolir el instituto jurídico de la patria potestad.

Ya se ha perdido demasiado tiempo. Se requiere, pues, la reacción de los padres de familia y de los profesionales de la medicina y el derecho, “de otro modo las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia”, (vid. Juan Pablo II, Familiaris Consortio, n. 44, 22-11-81). Es imperativo recurrir a los variados medios de la resistencia civil pacífica, la negativa absoluta a negociar el orden natural sin concesiones o dialoguismos, el recurso a la objeción de conciencia, etc.

Para defender la propia familia y en general el orden natural, no se requiere permiso de nadie. Sería absurdo -con todo el respeto que nos merece toda jerarquía eclesiástica- que un ciudadano pidiera permiso al párroco, al Obispo del lugar, al director espiritual o a la autoridad de una institución de la Iglesia, para defender su casa de un robo, un saqueo o lo que es peor de una amenaza de violación de su mujer y/o de sus hijos.

Tampoco se requieren “permisos” para ejercitar el derecho natural de asociación entre varios ciudadanos con el fin de defender intereses comunes, si se cumplen las generalidades de la ley ni la autoridad civil ni la autoridad eclesiástica tienen derecho a interferir.

En materias de educación sexual y salud reproductiva o supuestos derechos sexuales y reproductivos, que siempre significan perversión de menores, promiscuidad y aborto encubierto, recordamos las palabras de Pablo VI: “Los seglares deben asumir como tarea propia la renovación del orden temporal, (...) pertenece a ellos, mediante sus iniciativas y sin esperar pasivamente consignas y directrices (de la Jerarquía), penetrar del espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de su comunidad de vida”, (Pablo VI, enc. Populorum Progressio, n. 8, 26-03-1967). FIN, 30-12-05

Fuentes: Propias; ABC, 17-09-05; Diario Médico, 21-09-05; Forum Libertas; (vid. NG 234, 332, 384-385, 388, 389-390, 392-393, 396-397, 401, 434, 440, 459, 488, 506, 532, 588, 602, 750, 751, entre otros)



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