El centro escolar concluyó en el puesto 204 entre los 1.150 colegios que realizaron las pruebas de nivel de la Comunidad el curso pasado
MARIO DÍAZ
MADRID. En el colegio San Antonio, en el distrito de Tetuán, los profesores pronuncian con fluidez un ramillete de nombres que hasta hace unos años no eran nada comunes en sus aulas: «¿Estás contento, Douglas?», «¿Y tú, Mohamed?», «¿Hace cuánto que llegaste a España, Kristine?». Como tantos otros en Madrid, este centro se ha convertido en un espejo de nuestra nueva sociedad, aunque en el San Antonio los contrastes aún son más acusados.
Y es que este ajado colegio es uno de los tres centros de la región, tanto públicos como privados, con más número de alumnos inmigrantes en sus clases -un 92 por ciento-, unos alumnos que han salvado un centro que iba camino de su desaparición. La masiva presencia de niños de fuera, además, no ha influido para que sus chavales aprendan igual -o incluso mejor-que otros alumnos de Madrid.
Lo dicen los datos de la prueba de nivel que el Gobierno regional puso en marcha el curso pasado en los 1.150 colegios de la Comunidad y que pasaron los estudiantes de sexto de Primaria. Los escolares del San Antonio obtuvieron un 6,73 final, una nota que les situó entre los mejores clasificados, «por delante de prestigiosos colegios que no sacaron las notas que esperaban los padres de los alumnos», destacó el consejero de Educación, Luis Peral, de visita ayer en el San Antonio.
Peral volvió a romper una lanza a favor de la evaluación continua y se mostró convencido de que los resultados académicos no están relacionados ni con el nivel económico de los alumnos ni con su origen: «Los que llegan, tras salvaguardar las diferencias con los alumnos que ya estudian, como el idioma, se integran perfectamente y aprenden, quizá esforzándose incluso más porque saben que la educación es su único instrumento para mejorar».
Adriana y Diana, dos niñas de Bolivia, lo saben bien. Ayer, mientras en su clase seguían con la materia diaria, se esforzaban para ponerse al día con uno de los dos profesores destinados a ello en el aula compensatoria. «Aún no se han acostumbrado mucho, aquí vienen como las cebollas, con muchas capas de ropa», bromea la profesora.
En todos los colegios de la región hay 205 de estas aulas destinadas a que los niños que llegan de fuera se adapten al ritmo de sus compañeros. En el San Antonio, además, durante media jornada, un especialista se ocupa de integrar a los nuevos escolares.
«Hay un plan de acogida para integrarles, pero no hay problema en eso, aunque sí en la escolarización: llegan sin el nivel que queremos en España», afirma el director del colegio, Luis Peña, reclamando «más personal», para que el éxito demostrado por sus alumnos en las pruebas de nivel no sea una simple anécdota y se confirme el convencimiento del consejero de que las aulas con niños inmigrantes no han de rendir a menor nivel que las demás.
«Los profesores se han volcado»
En el éxito cosechado por el San Antonio han jugado un papel básico los propios profesores, que «se han volcado en el esfuerzo de sacar adelante a estos alumnos», añade el director. Hasta ahora, 9 profesores se ocupan de las 6 unidades de Primaria (con 141 niños en total) y de las 3 de Infantil (76 alumnos más). Seis profesores más se ocupan de las aulas compensatorias, de la integración -tres- y de las materias como inglés o gimnasia -otros tres-.
La visita de ayer del consejero no fue en balde, y el director recibió el compromiso de que un nuevo profesor se incorporará a las aulas compensatorias, «probablemente este mismo curso», afirmaron fuentes de Educación.
Mucho han cambiado las cosas en el colegio San Antonio desde que abrió sus puertas, en 1948. A mediados de los 90, con sus bodas de oro a la vista, pasó su peor momento: sus aulas, como las de todos los colegios del país, estaban bajo mínimos. «Hubo momentos en que peligró por la falta de niños», explica Manuel Muñoz, superior de los capuchinos que rigen este centro concertado y párroco de la iglesia anexa.
«A partir de 1995 comenzó el mayor «boom» de la inmigración y esas plazas se fueron cubriendo por inmigrantes», comenta el director. «Simplemente resolvimos las necesidades educativas reales», añade el padre Muñoz.
105.000 inmigrantes escolarizados
En la Comunidad hay actualmente unos 105.000 alumnos inmigrantes escolarizados, niños como Luis, Álex, Noelia, Donna o Christian, todos ellos de primero de Primaria del San Antonio. «Nos lo pasamos muy bien, hacemos muchas cosas, jugamos, somos todos amigos, pero más de David, que hoy no ha venido», explica atropelladamente Luis, de 7 años, ecuatoriano, interrumpido constantemente por el resto. Alex también es ecuatoriano, mientras que Noelia es marroquí y Donna, filipina. Son sólo tres de las 17 nacionalidades que se dan cita en las gastadas paredes de este colegio.
«Lo que más tenemos son chicos de Ecuador, pero también colombianos, marroquíes, argentinos..., y a todos les tratamos de educar basándonos en nuestro ideario y en el respeto y la convivencia», enumera el director, convencido de que la variedad de su alumnado es «una riqueza y no un problema», aunque sin olvidar las dificultades en la que se deben involucrar, «con medios y personal», las instituciones.
En sexto de Primaria sólo hay un alumno español en la casi treintena de chavales, Álex. «Estoy encantado -dice con timidez-, me gusta tener a compañeros que hablen distinto».
Adopción espiritual
MARIO DÍAZ
MADRID. En el colegio San Antonio, en el distrito de Tetuán, los profesores pronuncian con fluidez un ramillete de nombres que hasta hace unos años no eran nada comunes en sus aulas: «¿Estás contento, Douglas?», «¿Y tú, Mohamed?», «¿Hace cuánto que llegaste a España, Kristine?». Como tantos otros en Madrid, este centro se ha convertido en un espejo de nuestra nueva sociedad, aunque en el San Antonio los contrastes aún son más acusados.
Y es que este ajado colegio es uno de los tres centros de la región, tanto públicos como privados, con más número de alumnos inmigrantes en sus clases -un 92 por ciento-, unos alumnos que han salvado un centro que iba camino de su desaparición. La masiva presencia de niños de fuera, además, no ha influido para que sus chavales aprendan igual -o incluso mejor-que otros alumnos de Madrid.
Lo dicen los datos de la prueba de nivel que el Gobierno regional puso en marcha el curso pasado en los 1.150 colegios de la Comunidad y que pasaron los estudiantes de sexto de Primaria. Los escolares del San Antonio obtuvieron un 6,73 final, una nota que les situó entre los mejores clasificados, «por delante de prestigiosos colegios que no sacaron las notas que esperaban los padres de los alumnos», destacó el consejero de Educación, Luis Peral, de visita ayer en el San Antonio.
Peral volvió a romper una lanza a favor de la evaluación continua y se mostró convencido de que los resultados académicos no están relacionados ni con el nivel económico de los alumnos ni con su origen: «Los que llegan, tras salvaguardar las diferencias con los alumnos que ya estudian, como el idioma, se integran perfectamente y aprenden, quizá esforzándose incluso más porque saben que la educación es su único instrumento para mejorar».
Adriana y Diana, dos niñas de Bolivia, lo saben bien. Ayer, mientras en su clase seguían con la materia diaria, se esforzaban para ponerse al día con uno de los dos profesores destinados a ello en el aula compensatoria. «Aún no se han acostumbrado mucho, aquí vienen como las cebollas, con muchas capas de ropa», bromea la profesora.
En todos los colegios de la región hay 205 de estas aulas destinadas a que los niños que llegan de fuera se adapten al ritmo de sus compañeros. En el San Antonio, además, durante media jornada, un especialista se ocupa de integrar a los nuevos escolares.
«Hay un plan de acogida para integrarles, pero no hay problema en eso, aunque sí en la escolarización: llegan sin el nivel que queremos en España», afirma el director del colegio, Luis Peña, reclamando «más personal», para que el éxito demostrado por sus alumnos en las pruebas de nivel no sea una simple anécdota y se confirme el convencimiento del consejero de que las aulas con niños inmigrantes no han de rendir a menor nivel que las demás.
«Los profesores se han volcado»
En el éxito cosechado por el San Antonio han jugado un papel básico los propios profesores, que «se han volcado en el esfuerzo de sacar adelante a estos alumnos», añade el director. Hasta ahora, 9 profesores se ocupan de las 6 unidades de Primaria (con 141 niños en total) y de las 3 de Infantil (76 alumnos más). Seis profesores más se ocupan de las aulas compensatorias, de la integración -tres- y de las materias como inglés o gimnasia -otros tres-.
La visita de ayer del consejero no fue en balde, y el director recibió el compromiso de que un nuevo profesor se incorporará a las aulas compensatorias, «probablemente este mismo curso», afirmaron fuentes de Educación.
Mucho han cambiado las cosas en el colegio San Antonio desde que abrió sus puertas, en 1948. A mediados de los 90, con sus bodas de oro a la vista, pasó su peor momento: sus aulas, como las de todos los colegios del país, estaban bajo mínimos. «Hubo momentos en que peligró por la falta de niños», explica Manuel Muñoz, superior de los capuchinos que rigen este centro concertado y párroco de la iglesia anexa.
«A partir de 1995 comenzó el mayor «boom» de la inmigración y esas plazas se fueron cubriendo por inmigrantes», comenta el director. «Simplemente resolvimos las necesidades educativas reales», añade el padre Muñoz.
105.000 inmigrantes escolarizados
En la Comunidad hay actualmente unos 105.000 alumnos inmigrantes escolarizados, niños como Luis, Álex, Noelia, Donna o Christian, todos ellos de primero de Primaria del San Antonio. «Nos lo pasamos muy bien, hacemos muchas cosas, jugamos, somos todos amigos, pero más de David, que hoy no ha venido», explica atropelladamente Luis, de 7 años, ecuatoriano, interrumpido constantemente por el resto. Alex también es ecuatoriano, mientras que Noelia es marroquí y Donna, filipina. Son sólo tres de las 17 nacionalidades que se dan cita en las gastadas paredes de este colegio.
«Lo que más tenemos son chicos de Ecuador, pero también colombianos, marroquíes, argentinos..., y a todos les tratamos de educar basándonos en nuestro ideario y en el respeto y la convivencia», enumera el director, convencido de que la variedad de su alumnado es «una riqueza y no un problema», aunque sin olvidar las dificultades en la que se deben involucrar, «con medios y personal», las instituciones.
En sexto de Primaria sólo hay un alumno español en la casi treintena de chavales, Álex. «Estoy encantado -dice con timidez-, me gusta tener a compañeros que hablen distinto».
Adopción espiritual
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