Sectarismo abortista
El 19 de octubre, Life Site informó que la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (siglas en inglés, PACE), adoptó una resolución sobre “Mujer y Religión en Europa”, por la que se recomienda a los países miembros de la Unión “asegurar que la mujer no sea víctima de leyes y políticas inspiradas en principios religiosos, como las que restringen el acceso al aborto”.
De lo contrario, para la Asamblea se estaría ante un caso de “intolerancia y discriminación” por parte de las religiones machistas, con jerarquías dominadas por hombres, (obvia referencia a la Iglesia Católica). Siguiendo en esa tónica la resolución también condena “enérgicamente” a las religiones que sostienen “una cultura patriarcal que imponen como ideal a la mujer esposa, madre y ama de casa”, el documento considera “discriminatorias esas formas de vida”.
La resolución fue presentada por la suiza Rosmarie Zapfl-Helbling del European People’s Party, que durante el debate -junto con otros parlamentarios- arremetieron contra la Iglesia Católica acusándola de ser la causa de la epidemia de enfermedades trasmitidas sexualmente. Argumento que también enarbola el grupo de apóstatas Católicas para el Derecho a Decidir, acusando a la jerarquía católica de crímenes de lesa humanidad por “no autorizar el uso del preservativo”.
Según la eurodiputada suiza todos los ciudadanos, “así como llevan ropa interior, deberían añadir a sus elementos de consumo diario una provisión de preservativos”. (Aunque en este boletín no hacemos este tipo de comentarios, esta vez permítanoslo el lector: dudamos, por sus mismos dichos, que la diputada use ese tipo de ropa ya que su propuesta es propia de una cuartelera, con perdón de las cuarteleras).
Libertad para abortar y libertad religiosa
Continuando con su perverso discurso, Zapfl-Helbling y sus aliados, exigieron a los países de la Unión que “la libertad religiosa y el respeto a la cultura y a la tradición, no debe justificar la violaciones de los derechos de las mujeres, incluidas la niñas, obligadas a aceptar códigos religiosos que les impiden el acceso a cualquier clase de medios contraceptivos. En este tema las menores de edad deberán verse libres de cualquier injerencia familiar o social”. Para Zapfl-Helbling, la verdadera libertad religiosa es la que permite, social y jurídicamente, el crimen del aborto y cualquier otra aberración sexual.
A la vez, Life Site, informa que la Asociación Sueca para la Educación Sexual (RFSU), presentó al Parlamento Europeo, avalada por 17 de sus miembros, representantes de 12 países, la propuesta titulada “El Aborto, un Derecho para todas las Mujeres de la Unión Europea”, dirigida a declarar violatorias de los derechos humanos de las mujeres las legislaciones locales que prohíban o limiten “el derecho al aborto”.
El aborto no es una cuestión religiosa
El enemigo con mala fe e ingenuamente algunos católicos siguen planteando la cuestión del aborto como una cuestión religiosa.
El aborto, para toda persona de buena voluntad cualquiera sea su religión, no es primariamente una cuestión religiosa, sino que es lisa y llanamente un crimen, el asesinato del niño por nacer, un atentado contra el orden natural. Si “no matar” fuera un principio exclusivo de alguna fe religiosa, quien no la profesara tendría patente de corso para eliminar a quien le viniera en gana.
También es claro, como nos dejó dicho Juan Pablo II, que así como la Iglesia reinvindicando el orden natural -común a todos los hombres- salió en defensa de la clase obrera en el siglo XIX y principios del XX, en la actualidad -por imperio de la ley natural y también de la ley de Dios- se ha convertido en la principal, pero no en la única, defensora del más inocente de los seres humanos, el niño no nacido en el vientre de su madre.
Dos errores que debemos evitar
Oponernos al crimen del aborto “como católicos”, y así dejar el campo libre para que, quienes dicen no serlo asesinen a mansalva a niños no nacidos y en muchos casos también a sus madres, es un error que debemos evitar.
El otro, tan peligroso como éste, está en consentir “dialogar” sobre los principios de orden natural. Consensuar el derecho natural, universal -válido para todos los hombres- e inmutable, es negar el mismo derecho natural.
Ni la vida humana del no nacido, cualquiera sea su grado de gestación; ni el matrimonio como unión exclusiva e indisoluble entre un hombre con una mujer; ni la unidad entre fin unitivo con el procreativo del acto matrimonial; ni el derecho de los padres a la educación de sus hijos, etc., pueden ser objeto de diálogos ni consensos.
Otra cosa distinta, como lo enseña Juan Pablo II en la enc. Evangelium Vitae, es tratar de acotar, limitar, los daños de la ley inicua ya promulgada, sólo en ese caso y con esos fines es lícito negociar y sólo en orden a restringir los daños del orden jurídico positivo inicuo, y siempre con la intención de abrogarlo -derogarlo- definitivamente.
Adopcion Espiritual
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