National Right to Life presiona a Dakota del Sur, donde se ha aprobado una restriciva ley contra la supresión del embarazo
Sara Martín/M. G. Hontoria
Madrid/Whasintong- El gigantesco movimiento provida estadounidense ha ganado su primera batalla local en su lucha por el no nacido. La organización National Right to Life -ayudada por Human Life International- consiguió la pasada semana que su estratégica presión local hiciera mella en Dakota del Sur, donde se acaba de firmar una ley que prohíbe la mayor parte de los supuestos que antes permitían abortar . Un éxito a corto plazo encaminado a conseguir revocar la famosa sentencia Roe versus Wade (ver apoyo). Es un desafío en toda regla que ha enfrentado el poder local con el federal y que aún está dando sus primeros pasos, puesto que las organizaciones abortistas perfilan ya sus apelaciones.
Por primera vez en más una década, la legalidad del aborto corre un serio peligro en EE UU. Alentado por la nueva composición del Tribunal Supremo -que incluye a dos magistrados conservadores elegidos por el presidente Bush-, el movimiento provida está preparando el tablero social para una batalla épica.
La ley ha conseguido animar a los legisladores conservadores en contra del aborto de todo el país. Así, en los últimos meses han surgido iniciativas similares en al menos una docena de estados. En Mississippi ya se ha prohibido la interrupción artificial del embarazo con las excepciones de violación, incesto y riesgo para la vida de la mujer. Y en Missouri, se acaba de proponer una ley en la línea de la de Dakota del Sur. Además, los gobernadores del Partido Demócrata en Kansas y Pensilvania han asignado un presupuesto de millones de dólares a las organizaciones sociales que ofrezcan alternativas al aborto.
Opinión dividida. Muchos republicanos que se oponen al aborto, entre ellos el presidente Bush y el senador John McCain, están a favor de establecer excepciones. En ese sentido, coinciden con la mayoría de los ciudadanos de EE UU. Otro sondeo de la cadena conservadora FOX sobre el caso concreto de Dakota del Sur muestra que el 59 por ciento se opondría a una ley como la que acaba de aprobar este estado. Pero, según Alejandro Bermúdez, director de ACI Prensa y experto conocedor del movimiento provida estadounidense, «hay una significativa mayoría, en torno al 73%, que cree que el aborto no debería ser legal en cualquier circunstancia». Pero para algunos movimientos «prolife», convencidos de la necesidad de revocar Roe versus Wade, no es aún el momento de plantear esta batalla en los tribunales, sino que creen importante conseguir un apoyo social amplio en su lucha por la vida. Organizaciones como Focus on the Family o Priest for Life creen que todavía no ha llegado el momento idóneo porque la causa a a favor del no nacido aún no ha calado en una mayoría suficiente de norteamericanos. Porque, a pesar del entusiasmo conservador, no hay ninguna garantía de que el Supremo revoque Roe versus Wade. Pero, incluso si así fuera, no establecería la ilegalidad del aborto en todo el ámbito nacional. Lo dejaría a decisión de cada estado, lo cual significa que en algunos abortar sería efectivamente ilegal, mientras que en otros -la mayoría- sí sería posible en determinados supuestos.
Hay estados como California -bastión del progresismo liberal-, donde aunque el derecho al aborto ya está codificado, se debatirá en noviembre una propuesta de ley para exigir que se notifique a los padres el embarazo de sus hijas menores, y que los médicos además tengan que informar de estas intervenciones.
Pero no son los únicos estados: otros se encuentran ya en proceso de restringirlo. El viernes, el Senado estatal de Tennessee aprobó una propuesta para enmendar la Constitución de forma que no garantice el derecho de una mujer a abortar. La medida será sometida a consideración del electorado si la Asamblea General la aprueba en dos ocasiones durante los próximos dos años.
Y si socialmente el aborto provoca una lucha encarnizada en Estados Unidos, políticamente el asunto es tan delicado que ni siquiera hay un consenso tajante en el partido republicano. No todos los conservadores están de acuerdo con que éste sea el momento adecuado para lanzarse a la batalla legal. Como este año hay elecciones legislativas en noviembre, lo último que quieren los candidatos es que parezca que han emprendido una cruzada contra los votantes liberales, ahuyentando así a los moderados.
Luchas perdidas. Mientras la batalla legal continúa, «los movimientos antivida saben que la decisión Roe versus Wade tiene los días contados porque entienden que ni siquiera los países más liberales de Europa son tan permisivos, sino que, al menos, imponen condiciones formales para abortar», alega Bermúdez.
El futuro no está claro ni para unos ni para otros, pero las apelaciones de los proabortistas contra la ley de Dakota del Sur escalarán hasta llegar a la Corte Suprema, donde el voto de Anthony Kennedy será el que, con toda probabilidad, decida sobre una de las sentencias más polémicas y con más repercusión de EE UU.
En cualquier caso, señala el director de ACI Prensa, «los defensores del aborto saben que el debate sobre la vida en el vientre materno está perdido, al igual que comprenden que el aborto tardío es, simplemente, insostenible». Por eso, afilan sus estrategias para la batalla en el ámbito legal, donde todavía pueden conseguir éxitos sobre las decisiones estatales.
Aun así, concluye Alejandro Bermúdez, el movimiento provida de EE UU, convencido fuertemente de la necesidad de revocar Roe versus Wade (aunque difieran entre ellos por las estrategias o los tiempos), se consuelan sabiendo que «cada ataque a esta polémica sentencia es “sacarle una astilla” al aborto».
Es la sentencia más controvertida de la historia del Tribunal Supremo. Roe versus Wade marcó el comienzo de un debate nacional y social que hoy está más enconado que nunca. El caso de 1973 estableció que los estados que prohíben el aborto están violando el derecho de privacidad de las mujeres. Jane Roe fue el seudónimo que utilizó Norma McCorvey, la mujer de Texas que defendió su derecho a interrumpir su embarazo, mientras que Henry Wade fue el fiscal del Estado en su contra. Sin embargo, 15 años más tarde Mc Corvey se convertiría al cristianismo y emprendería la lucha para declarar ilegal el aborto. Llegó a pedir incluso que se reabriera su caso en vista del daño emocional y físico que sufren algunas mujeres que interrumpen su embarazo.
Madrid/Whasintong- El gigantesco movimiento provida estadounidense ha ganado su primera batalla local en su lucha por el no nacido. La organización National Right to Life -ayudada por Human Life International- consiguió la pasada semana que su estratégica presión local hiciera mella en Dakota del Sur, donde se acaba de firmar una ley que prohíbe la mayor parte de los supuestos que antes permitían abortar . Un éxito a corto plazo encaminado a conseguir revocar la famosa sentencia Roe versus Wade (ver apoyo). Es un desafío en toda regla que ha enfrentado el poder local con el federal y que aún está dando sus primeros pasos, puesto que las organizaciones abortistas perfilan ya sus apelaciones.
Por primera vez en más una década, la legalidad del aborto corre un serio peligro en EE UU. Alentado por la nueva composición del Tribunal Supremo -que incluye a dos magistrados conservadores elegidos por el presidente Bush-, el movimiento provida está preparando el tablero social para una batalla épica.
La ley ha conseguido animar a los legisladores conservadores en contra del aborto de todo el país. Así, en los últimos meses han surgido iniciativas similares en al menos una docena de estados. En Mississippi ya se ha prohibido la interrupción artificial del embarazo con las excepciones de violación, incesto y riesgo para la vida de la mujer. Y en Missouri, se acaba de proponer una ley en la línea de la de Dakota del Sur. Además, los gobernadores del Partido Demócrata en Kansas y Pensilvania han asignado un presupuesto de millones de dólares a las organizaciones sociales que ofrezcan alternativas al aborto.
Opinión dividida. Muchos republicanos que se oponen al aborto, entre ellos el presidente Bush y el senador John McCain, están a favor de establecer excepciones. En ese sentido, coinciden con la mayoría de los ciudadanos de EE UU. Otro sondeo de la cadena conservadora FOX sobre el caso concreto de Dakota del Sur muestra que el 59 por ciento se opondría a una ley como la que acaba de aprobar este estado. Pero, según Alejandro Bermúdez, director de ACI Prensa y experto conocedor del movimiento provida estadounidense, «hay una significativa mayoría, en torno al 73%, que cree que el aborto no debería ser legal en cualquier circunstancia». Pero para algunos movimientos «prolife», convencidos de la necesidad de revocar Roe versus Wade, no es aún el momento de plantear esta batalla en los tribunales, sino que creen importante conseguir un apoyo social amplio en su lucha por la vida. Organizaciones como Focus on the Family o Priest for Life creen que todavía no ha llegado el momento idóneo porque la causa a a favor del no nacido aún no ha calado en una mayoría suficiente de norteamericanos. Porque, a pesar del entusiasmo conservador, no hay ninguna garantía de que el Supremo revoque Roe versus Wade. Pero, incluso si así fuera, no establecería la ilegalidad del aborto en todo el ámbito nacional. Lo dejaría a decisión de cada estado, lo cual significa que en algunos abortar sería efectivamente ilegal, mientras que en otros -la mayoría- sí sería posible en determinados supuestos.
Hay estados como California -bastión del progresismo liberal-, donde aunque el derecho al aborto ya está codificado, se debatirá en noviembre una propuesta de ley para exigir que se notifique a los padres el embarazo de sus hijas menores, y que los médicos además tengan que informar de estas intervenciones.
Pero no son los únicos estados: otros se encuentran ya en proceso de restringirlo. El viernes, el Senado estatal de Tennessee aprobó una propuesta para enmendar la Constitución de forma que no garantice el derecho de una mujer a abortar. La medida será sometida a consideración del electorado si la Asamblea General la aprueba en dos ocasiones durante los próximos dos años.
Y si socialmente el aborto provoca una lucha encarnizada en Estados Unidos, políticamente el asunto es tan delicado que ni siquiera hay un consenso tajante en el partido republicano. No todos los conservadores están de acuerdo con que éste sea el momento adecuado para lanzarse a la batalla legal. Como este año hay elecciones legislativas en noviembre, lo último que quieren los candidatos es que parezca que han emprendido una cruzada contra los votantes liberales, ahuyentando así a los moderados.
Luchas perdidas. Mientras la batalla legal continúa, «los movimientos antivida saben que la decisión Roe versus Wade tiene los días contados porque entienden que ni siquiera los países más liberales de Europa son tan permisivos, sino que, al menos, imponen condiciones formales para abortar», alega Bermúdez.
El futuro no está claro ni para unos ni para otros, pero las apelaciones de los proabortistas contra la ley de Dakota del Sur escalarán hasta llegar a la Corte Suprema, donde el voto de Anthony Kennedy será el que, con toda probabilidad, decida sobre una de las sentencias más polémicas y con más repercusión de EE UU.
En cualquier caso, señala el director de ACI Prensa, «los defensores del aborto saben que el debate sobre la vida en el vientre materno está perdido, al igual que comprenden que el aborto tardío es, simplemente, insostenible». Por eso, afilan sus estrategias para la batalla en el ámbito legal, donde todavía pueden conseguir éxitos sobre las decisiones estatales.
Aun así, concluye Alejandro Bermúdez, el movimiento provida de EE UU, convencido fuertemente de la necesidad de revocar Roe versus Wade (aunque difieran entre ellos por las estrategias o los tiempos), se consuelan sabiendo que «cada ataque a esta polémica sentencia es “sacarle una astilla” al aborto».
Adopcion Espiritual
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