"Fue horrible, horrible"
POR MIGUEL VÁZQUEZ
Yeni: Hola, buenas tardes.
Cliente: ¿Aquí es donde hacen abortos?
Yeni: Si.
Cliente: ¿Cuánto sale uno? Tiene como dos meses y medio.
Yeni: Si no se pasa de tres meses el precio son 300 dólares. Ahora no está viniendo el doctor y no va a estar disponible hasta el sábado de la próxima semana. Pero lo que no quieres es que se vaya a pasar de tres meses.
Cliente: Tiene como dos meses pasaditos.
Yeni: Puedes venir de este sábado al otro. Puedes venir con la paciente y serían 300 dólares. ¿Sabes su tipo de sangre?
Cliente: No.
Yeni: ¿No? Bueno, en caso de que sea negativo, va a costar 75 dólares extra. ¿OK? Te voy a dar el teléfono en caso de que quieras hacer cita más adelante por que ahora no tenemos doctor. Pero si quieres hablar la próxima semana para hacer cita este es el teléfono de la clínica.
Cliente: ¿Por teléfono puedo hacer la cita?
Yeni: Aja, por teléfono puedes hacer la cita, pero de este sábado al otro. Este sábado no se puede por que vamos a tener muchas pacientes.
Cliente: ¿Es seguro el?
Yeni: Es muy, muy seguro. Dura cinco minutos la terminación.
Cliente: ¿Cinco minutos?
Yeni: Cinco minutos.
Cliente: ¿Hay tratamiento después?
Yeni: Si, tiene que venir en dos semanas a un chequeo para ver que esté bien. Y le vamos a prescribir un medicamento para cólico, para el dolor y antibiótico. Es muy seguro pero tiene que seguir las indicaciones de venir en dos semanas ¿OK?
Cliente: Si, gracias.
Yeni: Que te vaya bien.
Yeni es asistente médico y recepcionista en la Clínica para la Mujer de Hoy, una clínica de abortos de Chula Vista, California. Ella acaba de atender a un cliente. Un joven mexicano, muy delgado, de unos 28 años. Su aspecto es de un hombre desarreglado. El vino por información. Estuvo risueño y nervioso. Yeni lo atendió fríamente. Este joven fue el último cliente del día, ya es casi de noche y la clínica está por cerrar. Yeni se ha quedado sola en la recepción del local y acepta sostener una entrevista para La Cruz de California para la semana siguiente y fuera de la clínica. Lo que se lee a continuación es el testimonio de Yeni en tal entrevista.
"Entré a trabajar en la clínica en el 2002. Yo me había graduado de asistente médico, había solicitado trabajo en muchos lugares pero no me aceptaban por que no tenía experiencia. Entonces alguien me dijo que Sonia, una conocida mía, estaba necesitando a alguien. Cuando platiqué con Sonia, ella me aclaró que se trataba de una clínica donde se realizaban abortos, pero que también se hacían otras cosas", dijo Yeni.
"Mi objetivo era conseguir experiencia de por lo menos seis meses o un año en el área médica. Sonia me dijo que fuera a la clínica y que tratara de asistir al doctor y que si no lo podía aguantar no habría problema, me pondrían a hacer otra cosa. No me gustaba la idea. Sin embargo, el aborto no era algo tan extraño para mí. Yo misma había tenido un aborto hacía un año. A Sonia le había pasado lo mismo, aunque su
aborto no fue tan voluntario como el mío. A ella la llevaron a abortar sus papás", comentó.
"Acepté intentarlo. La primera vez que asistí al doctor casi me desmayo. No veía ni oía. Estaba muy impresionada por la sangre y los gritos de la muchacha. Me sacaron de ahí y le dije a Sonia que no podía, pero me aconsejaron que tratara uno más.
"En el segundo aborto me di cuenta que podía sobrellevarlo. Pasaron las semanas y a pesar de lo feo del trabajo estaba aprendiendo muchas cosas de medicina. Hice mi plan de aguantar en la clínica hasta tener algo de experiencia para solicitar trabajo en alguna otra parte. Después vinieron unos abortos de bebés de 5 o 6 meses y se me hacía casi imposible continuar. A los tres meses renuncié. Pero la presión de las cuentas por pagar, las deudas y mi situación de madre soltera me obligaron a volver a trabajar en la clínica. Hasta la fecha me he salido y he vuelto tres veces", aseguró Yeni, y agregó: "Yo misma no puedo creer que esté aquí por dinero, es lo más absurdo. Gano 8.50 dólares la hora aquí. Pero por querer hacer una carrera de asistente médico pensé que era lo mejor que podía hacer y desgraciadamente me quedé".
Yeni revisa una pequeña libreta donde ha hecho unos apuntes para la entrevista. En este cuadernito ha escrito los puntos importantes que quiere mencionar. Como ella dijo: "Para que le sirva de algo a alguien".
Prosigue Yeni comentando: "Al principio pensaba que la mayoría de las pacientes iban a ser más jovencitas, muchachitas solteras, pero no es así. La gran mayoría son mujeres casadas como de 29 años. La típica que no quiere otro hijo más. También nos buscan mucho las que están separadas o que no tienen pareja. Casi no tenemos muy jovencitas. Creo que las muchachitas aprecian más el hecho de ser mamá que las que ya van por su segundo o tercer embarazo.
"Tenemos pacientes los martes, miércoles, viernes y sábados. En promedio vienen unas cinco o seis mujeres cada día. Pero como el doctor no ha podido venir, mañana sábado vamos a tener 16 pacientes", confesó.
Ahora Yeni nos explica en que consiste su trabajo. "Básicamente lo que hago es asistir al doctor en las terminaciones (abortos). Después de que la paciente llena unas formas y espera su turno, la conduzco al privado donde se realiza el procedimiento. Le indico a la paciente que se quite la ropa de la cintura para abajo. Le digo donde se debe sentar y que espere al doctor. Cuando el médico llega, la acuesta en el ultrasonido para ver cuantas semanas tiene de embarazo. Si el bebé tiene menos de tres meses el aborto se puede hacer el mismo día".
Continuó: "El doctor se sienta frente a la paciente. La paciente está acostada, consciente. Como si fuera hacer un parto. Yo le paso al doctor la anestesia local y le voy pasando los instrumentos. Estoy viendo todo.
"Nuestro doctor es bastante mayor de edad (84 años) y usa una técnica antigua. (El 29 de septiembre del 2004 la agencia que supervisa a los médicos en California le retiró su licencia médica de este médico, el Dr. Phillip Rand.) Primero pone el espejo. Después mide la profundidad del útero. Enseguida abre el cuello de la matriz con un dilatador para que sea más fácil. Entonces introduce una varillita con un anillo en la punta con el que raspa. El anillo no está filoso pero a muchas mujeres les duele el raspado y lloran o gritan. Cuando el bebé es menor de tres meses se desbarata completamente. Cuando el doctor siente que ya lo desprendió completamente introduce algo igual a un popote. La boquilla exterior del popote se conecta a una aspiradora. Entonces aspira todo lo que desbarató. Todo lo que aspiró entra a un frasco. Se ve sangre, pedacitos, tejido, como carnita desbaratada. Todo sale despedazado. Este es el procedimiento para 8 semanas o menos", aseguró.
"Cuando ya tienen como doce semanas, entonces el doctor los saca con unas tenazas. Los saca a pedazos. Revisa cada parte que saca y la va poniendo en una charola que está debajo. Cuando termina el procedimiento yo tengo que colar todo. Los colamos para separar las partes y la sangre. Ponemos todas las partes en un frasco que va al laboratorio. Es impresionante lo bien definidos que están, no puedes creer lo que estás viendo. Ahí ves manitas perfectas más chiquitas que las de una muñeca Barbie. Puedes ver los intestinos, las costillitas, las caritas, la cabecita aplastada. Entre las partes se puede distinguir si era niño o niña. Me da mucha tristeza ver los frascos. Cuesta mucho trabajo ver todo esto. Ver todo lo que se cae al piso, o por ejemplo quitar un piecito de los instrumentos", dijo.
Y agregó: "Una muchacha que trabajaba aquí me platicó que un día llegó a su casa con una manita pegada en el uniforme, cerca de su hombro. Ella por supuesto no se había dado cuenta hasta que su esposo se lo dijo".
Prosiguió Yeni desahogando lo que sucede en el interior de la clínica: "Cuando la paciente tiene más de 3 meses de embarazo tenemos que prepararla para que vuelva al siguiente día ya dilatada. Las terminaciones grandes son muy impresionantes. Yo he visto tres fetos que han salido completos. En una ocasión se vio la manita salir del útero. La manita se movía. Pero el más impresionante fue el bebito que salió respirando. Esa vez hasta el doctor se puso mal".
Y explicó, "La muchacha vivía en Tijuana. Le pusieron las laminarias (dilatadores) por dos días. El bebé tenía cinco meses y medio. Ella no tenía carro y se vino caminando a la clínica. Entonces como que hizo mucho trabajo de parto. Cuando el doctor empezó a trabajarla el bebé salió casi sin ayuda. El niño salió respirando y ahí se murió. Como al minuto cambió de color, se puso morado. Las asistentes se sintieron muy mal. No quisieron ponerlo en el recipiente. El doctor tuvo que hacerlo. Todos tuvieron una impresión muy fuerte. Mas tarde vi al doctor en su oficina. Tenía la mirada como perdida, fija en la pared. Después habló por teléfono con alguien contando lo que acababa de pasar".
Yeni hace una pausa. Quiere seguir hablando pero se le hace un nudo en la garganta. La entrevista se ha tornado más amarga, triste. Es una confesión.
"Desde hace unos días ha venido un doctor substituto. El es más joven y tiene otra técnica diferente. El no hace el raspado del útero, sólo usa la aspiradora. El domingo pasado ya no aguantaba por que hicimos terminaciones grandes, como de cuatro meses. Hizo una técnica que nunca había visto. Dividió la pantalla del ultrasonido en dos y usó el aparato durante todo el procedimiento.
"Comúnmente lo que ves en el ultrasonido es que el niño se chupa el dedo o juega. Pero en esta ocasión, cuando el doctor empezaba a hacer las aspiraciones veías que el niño se estaba moviendo, como que le estaba doliendo por que lo estaban jalando o le estaban arrancando algo. Fue horrible, horrible.
"Yo siento el procedimiento como si me lo estuvieran haciendo a mí. Quiero que termine rápido. No lo quiero ver y lo tengo que ver. Es como una penitencia por el aborto que yo misma tuve. Con cada paciente vuelvo a revivir lo mismo y siento lo mismo. Perece que me lo están volviendo a hacer a mí. Como para que no se me olvide. Que nunca se me olvide lo que pasó y me duele.
"Todos los días me despierto pensando: otra vez tengo que ir a trabajar allá", enfatizó Yeni.
"Cuando entré a trabajar en la clínica, Sonia y yo hicimos el propósito de ayudar a la gente. Íbamos a tratar de convencerlas para que no abortaran. Muchas veces tratamos de hacer algo bueno a la sorda. Les preguntábamos a las muchachas ¿estás segura? Les decíamos que lo pensaran bien. A veces les decíamos: Te va a doler horrible. Las asustábamos. Alguna que otra se arrepintió.
"También ayudamos a escapar por la puerta de atrás a algunas que vinieron presionadas, forzadas por el marido o la mamá. Pero esa actitud de ayudar nos dio por épocas. Por ratitos. Por que tú ves que cuando la paciente viene bien decidida no hay mucho que hacer. Eso nos ha desanimado.
"Incluso a las que abortaban les decía: Cuídate, ya no vuelvas a pasar por esto. Mira que yo lo hice y me ha podido mucho. Según yo les daba terapia. Después se me acabó eso. Ya no les tengo lástima como al principio. Ahora me hacen enojar.
Explicó: "En la mayoría de los casos que atendemos no hay ninguna causa grave. Antes les preguntaba cual era su situación pero ya no les pregunto por que son las mismas respuestas tontas.
"Siento coraje de que vengan a abortar tan quitadas de la pena. Haciendo bromas. Riéndose. Una que estaba en la recepción me dijo haciéndose la chistosa: Pues dame una patada para que se me salga", afirmó.
"Cuando yo lo hice iba totalmente como en shock. No me justifico. Pero aquí he visto que casi todas llegan como si vinieran a hacerse un facial. Son muy egoístas. Una señora como de 38 años llegó y me dijo: O es bebito, o es quince años de mi hija. Mi hija no tiene la culpa de que yo haya salido embarazada.
"Algunas se han enojado con nosotras por que tienen siete meses de embarazo y ya no lo podemos hacer. Hemos tenido señoras que vienen como pacientes y después traen a la hija. Tenemos pacientes que a los tres meses ahí vienen otra vez. Hay una paciente que lleva como 8 abortos. Hasta el doctor le dijo que el décimo se lo le iba a hacer gratis. Otra llegó por que se iba a casar y quería tener el aborto antes de la luna de miel.
"Una señora tenía miedo y decía: Dios mío, Dios mío ayúdame, ayúdame, que no me duela, que no me duela. Sonia le contestó: ¡Señora por favor no meta a Dios en estas cosas! También nos da coraje", dijo Yeni. "Otras preguntan: ¿y como salió?, como que lo quieren ver. Yo no les contesto, sólo digo por adentro, ¡no te preocupes, salió todo despedazado, ¿Qué quieres ver? ¡Está despedazado! Después del aborto te preguntan: ¿Puedo ir a una fiesta? O ¿Puedo tomar alcohol?"
"Si el doctor les dice que vienen gemelos, o que ya está muy grande, que lo vean en el ultrasonido. Tampoco les importa. No puedo dejar de sentir coraje contra la paciente, contra el doctor y contra mí misma. Es inútil estar aquí. No estamos haciendo nada bueno. Estoy muy enojada conmigo misma. Me siento muy desgastada. Siento que no soy la misma persona".
En otros tiempos Yeni fue parte de un grupo juvenil de una Parroquia en Tijuana. En su memoria están grabados muchos momentos felices, inocentes y de esperanza. Un acontecimiento reciente la ha puesto a pensar largamente en el sentido de su vida.
"Al tercer día del estreno, fuimos a ver la película de La Pasión de Cristo de Mel Gibson. Créeme que fue algo muy fuerte. Cuando veía como golpeaban a Jesús y los instrumentos que usaban, los comparaba con los instrumentos que usa el doctor. Todo lo que hacemos en la clínica lo vi en la película... tanta sangre derramada. No podía parar de llorar en el cine. También se ve en la película el diablo como un enanito, como un feto. Yo me quería morir. Al siguiente día le dije a Sonia que teníamos que salirnos de trabajar de la clínica. Ella también vio la película y nos acordamos que en la cinta dijeron que el que a hierro mata, a hierro muere. Nos dio mucho miedo por que hacía sólo unos meses que nuestra gerente de la clínica había sido asesinada por su esposo. Sentimos que algo así nos iba a pasar por lo que estamos haciendo", dijo.
Y continuó: "Antes de mi aborto y de trabajar aquí, yo no le tenía miedo a la muerte. Si pensaba en el día en que Dios vendrá por mí pues... aun sabiendo que tenía pecados como todos, no tenía temor. Ahora vivo con ese temor. Siento que no me quiero morir por que no se con que cara voy a ver a Dios si me toca verlo. O me va a pasar como en la película de Ghost, que se mueren y unas sombras negras vienen por ti y te llevan.
"No tengo paz", enfatizó. "La semana pasada visité a mi hermano y quise a abrazar a mi sobrino. El niño se puso llorar casi histérico. Mi cuñada me dijo que el niño se asustó por que sintió que traigo al diablo adentro por que me dedico a matar bebitos. Yo me enojé mucho con mi cuñada, pero sentí que en parte era verdad".
Yeni quiere salir de su situación actual y ha empezado a tomar los primeros pasos.
"Hace unos días fui a ver a un muchacho del grupo de la iglesia al que yo asistía. El me dijo que estaba muy contento por que trabajaba para Dios y que le estaba yendo bien en la vida. ¡Yo sentía que me ahogaba! Le dije que yo trabajaba en algo que tenía
que dejar antes de poderme acercar a Dios otra vez. El me dijo que hablara con un sacerdote pero tengo miedo. No tengo cara, ni como llegar a una iglesia", externó y agregó: "Yo se en el problema que estoy. Se en la situación en que me encuentro y lo que necesito hacer".
Siguió: "Ya llené una solicitud para trabajar en un lugar donde se atienden a ancianitos en San Diego. A la señora que me entrevistó le expliqué el tipo de trabajo que hago en la clínica, y le rogué que me ayudara a salir de aquí. Le dije que mi esperanza estaba en ese nuevo trabajo. Ella me atendió muy amable, me comprendió. Me dijo que haría todo lo posible.
"De todos modos si no me lo dan voy a buscar trabajo de lo que sea, no importa que no sea de asistente médico. Ya estoy harta de la situación que se vive aquí", aseguró.
"También Sonia tuvo una entrevista en otro lugar. Es un trabajo totalmente diferente. Me dijo que cuando venía caminando de su entrevista venía diciéndole a Dios: Dios mío por favor, tú no quieres que regrese a la clínica. Dame este trabajo. Por favor dámelo. Y también me dijo: Vas a ver que si nos van a dar estos trabajos.
"Las dos estamos hartas. Pero por una razón u otra estamos aquí todavía. Yo acepté hablar para La Cruz por que pienso que es necesario que la gente sepa los horrores que hemos vivido aquí. Las dos sentimos mucha necesidad de hacer algo bueno. De empezar a compensarle a Dios por todo lo que hemos hecho en este trabajo".
Para finalizar, Yeni quiso comentar un importante detalle: "Quiero agregar que algunos grupos religiosos entregan folletos a las mujeres antes de que entren a la clínica. He visto que ellas ven estos folletos que muestran el desarrollo del bebé semana por semana. Algunas recapacitan y se van de la clínica. Son pocas, pero a veces sucede".
Yeni y Sonia dejaron su trabajo en la clínica una semana después de esta entrevista de 27 de septiembre de 2004. Quién fue la supervisora de ellas está considerando renunciar también. Se lo ha dicho por teléfono a la coordinadora de uno de los dos grupos de oración que se reúnen afuera de la clínica. Ellos siguen pidiendo a Dios por ellas y por el cierre definitivo de la clínica
Adopcion Espiritual
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