Hace unos años, acudía a una operación rescate delante de un abortorio en mi querida isla; esperábamos ser unos ochenta o cien. Acudimos dos: una amiga y yo, cada uno por nuestra cuenta. La semana anterior nos habían aporreado, detenido ydenunciado, y nuestros ánimos estaban por los suelos. Estuvimos en la tesitura de si quedarnos o marcharnos, para no hacer el ridículo; era una situación incómoda; teníamos miedo. Pero nos quedamos. Al poco rato, llegó una chica con hora para abortar, que llevaba escrito en la cara "AYÚDENME". Le dimos información, y no abortó.
Hoy, gracias a que superamos ese momento de desánimo, de miedo, de pensar que estás sólo o que lo que haces es inútil, hay un chaval de catorce años que va al colegio, estudia, se pelea, disfruta, corre, llora... Se llama Víctor y está vivo. Y hay una madre agradecida, feliz por "tener problemas" y haber escogido el camino difícil.
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