Aunque hace ya mucho tiempo que perdimos la capacidad de sorprendernos con las noticias del día y somos capaces de comer o cenar mientras vemos cuerpos destrozados por bombas, personas apaleadas o cuerpos famélicos que piden ayuda, la noticia de que el Ministerio de Sanidad holandés está elaborando una propuesta para crear una comisión de expertos que regulen la eutanasia a bebés nacidos con enfermedades dolorosas e incurables no deja de recordarnos que aún hay atrocidades capaces de despertar nuestro indignado asombro.
Según dice la noticia, esa comisión de "expertos" estaría compuesta por un pediatra, un jurista y un ginecólogo, y supondría la aplicación legal de la eutanasia activa. Aunque hasta ahora la eutanasia a bebés está castigada por la ley holandesa, es conocido que médicos holandeses practicaron durante los últimos siete años la eutanasia a 22 bebés con espina bífida.
No dudo de la capacidad médica de esa "comisión de expertos", pero, a la luz de lo que se propone, no dejarían de ser expertos en asesinar inocentes.
Una de las atrocidades que más se le critico al régimen nazi fue el experimentar con seres humanos en la búsqueda de la creación del ser humano físicamente perfecto. Noticias como ésta nos recuerdan que, aunque dicho régimen murió hace años, sus motivaciones siguen vivas.
Dentro de muy poco, caso de que iniciativas como éstas salgan adelante, muchos tendremos que agradecer haber nacido en otra época y que nuestros padres, a los que nunca podremos reintegrar todo lo que les debemos, no nos hubiesen rechazado por no ser especialmente guapos o no desarrollar el físico que la sociedad considera perfecto.
De esto que propone el Ministerio de Sanidad holandés a que los padres puedan rechazar a un niño al nacer porque no les ha salido todo lo físicamente perfecto que deseaban tan sólo hay un paso. Si le faltan unos dedos, tiene una pierna más corta que la otra o tan sólo no tiene el color de ojos elegido por los padres podrán, contando con el apoyo de un grupo de "expertos", simplemente rechazarlo, borrarlo, asesinarlo y todo ello dentro de la más absoluta impunidad legal.
Y este asesinato legalizado no deja de ser una más de las claudicaciones de la moral ante el culto a la imagen. Poco importará que el niño tenga una mente perfecta y pueda llegar a ser un genio. Si no es "físicamente perfecto" podrá ser rechazado.
Aunque los caminos de la modernidad social caminen en esta línea, no deja de ser una absoluta barbaridad y quien es capaz no solo de hacer esto, sino simplemente permitirlo, dista mucho de ser, aunque sea modernamente correcto, una persona civilizada.
Si ya el número de abortos, dentro de los supuestos autorizados en nuestra legislación o fuera de ellos, es todo un escándalo para una conciencia mínima y correctamente formada, estas iniciativas que nos vienen de Holanda y que, desgraciadamente, en seguida son copiadas por los gobiernos que quieren estar en la vanguardia de la laica renovación moral, no vienen más que a sembrar dudas sobre la deshumanización a la que, en nombre de un falso progreso, estamos sometidos.
Al aborto y a este tipo de eutanasia que Holanda quiere despenalizar algunos lo llamarán "progreso científico" o incluso, osadamente, apostar por la "calidad de vida". Otros, aún a riesgo de ser confinados a las cavernas del pensamiento de moda seguiremos pensando que no es más que un simple y llano asesinato. Y en un crimen como éstos tanto peca quien mata como quien, por las razones que sean, permite que se siga matando. Y de estos últimos, desgraciadamente, están los parlamentos y los gobiernos llenos.
Julio Asterio Fernández López es párroco de Villalegre (Avilés).
Adopcion Espiritual
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