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Ana Méndez Álvarez es una de esas jóvenes que han sido madres antes de lo que esperaban. Un día dejó de utilizar métodos anticonceptivos con su ex novio, sin ser consciente de las consecuencias. "Fue una idea un poco absurda, de críos", reconoce. Y, así, de buenas a primeras, dio a luz a los 18 años a Brian.
Venía de sufrir un aborto por otro "accidente" con su antigua pareja, pero esta vez no quería repetir la interrupción del embarazo. Una decisión que su familia no apoyaba, por lo que que se marchó sola de casa, sin la ayuda de su madre ni de la del padre de la criatura, y finalmente acudió a un piso de acogida en Madrid de la Fundación Madrina.
A primera vista, Ana no aparenta 20 años. Carece de esa inocencia propia de su edad, de esa chispa. Con 20 años, lo normal es preocuparse por los exámenes de junio, por el chico de tu barrio que tanto te gusta, por ahorrar para un viaje con los amigos... Pero ahora Ana sólo tiene ojos para su pequeño.
"A veces no me llego a creer lo que hecho", señala. "Cuando te quedas embarazada con 18 años te miran como a un bicho raro", lamenta. "Ha sido una experiencia muy dura, pero si ahora me quitaran a Brian no sería nadie".
En la actualidad, Ana trabaja como comercial telefónica, aunque quiere ponerse a estudiar para lograr un puesto como administrativa. Y tiene claro que cuando su hijo crezca, le aconsejará que "no tenga prisas".
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