lunes, noviembre 03, 2008

En memoria de Julio Gómez Pastrana




En memoria de Julio Gómez Pastrana.

REDACCIÓN HO.- El sábado 11 de octubre, en El Puerto de Santa María, se celebró el I Encuentro de objetores de Conciencia a Educación para la Ciudadanía de la provincia de Cádiz, organizado conjuntamente por el 'Foro de Laicos Asidonia' y las plataformas 'Padres Objetores Isleños' (de San Fernando), 'Cádiz Educa en Libertad' (de la capital), 'Es cosa de Padres' (de Chiclana) y 'Julio Gómez Pastrana' (de El Puerto).

Esta última lleva el nombre de un ejemplar padre de familia que, hasta su último suspiro y aunque sabía próximo el momento de su tránsito (que tuvo lugar la pasada primavera), se entregó con enorme entusiasmo a la divulgación de lo que representan los currículos de las materias de Educación para la Ciudadanía y a impulsar un entonces incipiente movimiento objetor, que, gracias a la semilla que él y tantos otros anónimos padres y madres sembraron en sus difíciles inicios, hoy se extiende imparablemente por toda la geografía española.

Su esposa, Teresa Alva, vivió de una manera muy especial la Jornada en la que la plataforma de la que es presidenta de honor hizo de anfitriona a los objetores gaditanos y, conmovida por el entrañable recuerdo de Julio y por la repercusión de la causa a la que él dedicó sus ya menguadas pero descomunales fuerzas, dejó hablar a su corazón y dirigió a las familias objetoras de Cádiz (y por extensión a todas las de España) un emocionado mensaje en el que evoca la figura de su marido.

Lo reproducimos a continuación.



¡Mira, Julio, no estamos solos!

Objetores de Cádiz (Encuentro provincial, 11 de octubre de 2008)Estoy feliz porque la gente está despertando, tiene ganas de luchar y juntos es como lo podemos conseguir. Cuando Julio empezó en todo esto, llamando a la prensa, convocando a gente, hablando con César Vidal en la COPE (asfixiándose), informándose, etc., etc., éramos cuatro gatos; la gente veía esto de la Educación para la Ciudadanía, como algo que "ya se verá"...

Ya lo he dicho muchas veces, pero lo vuelvo a repetir: yo he sido testigo de cómo Julio con 39 de fiebre se ha quedado hasta las 3 de la mañana estudiando los libros de todas las editoriales para poder hablar con propiedad (porque a él nunca le gustó hablar de lo que no sabía), de cómo llamaba a otras plataformas e involucraba a padres. También fui testigo cuando la directora del instituto lo echó del centro, porque allí no podía informar (a lo mejor si fuera el póntelo, pónselo... eso sería información) y con un sol de justicia lo mandó a la calle; nunca olvidaré esa imagen de él con el cabestrillo y la muleta, con unos dolores insoportables (pues tenía metástasis en costillas, vértebras, brazos, piernas, pulmones, mediastino...). Yo sufría viendo eso, le dije mil veces que abandonara esa batalla, nosotros ya teníamos plaza en Guadalete y Grazalema y, como yo sabía (ya me lo habían dicho) que a él le quedaba poco de vida, quería que estuviera tranquilo sus últimos meses.

Otro día quedó con Leonor Tamayo, que le iba a dar carteles y también le proporcionaría información; le dije que fuera otro o que yo iría, porque él había pasado una noche terriblemente dura, con unos dolores insoportables. Me dijo que él también venía, que la morfina de la noche no se la había tomado para poder metérsela por la mañana y llegar al centro de El Puerto, donde habían concertado la cita... Y así fue... Repartimos carteles, él pegó por todas partes; yo le reñía porque no podía soportar ver esa imagen, con la muleta y la cara de dolor.

Yo seguía animándole a dejarlo, y entonces me dijo que él se iría pronto y que sus hijos no eran de Guadalete y Grazalema, que sus hijos pertenecían a esta sociedad que querían modelar por medio de Educación para la Ciudadanía; que su hijo, cuando le gustara una chica, no le iba a preguntar "¿eres de Grazalema?, ¿no?, pues entonces te olvido"; que su hija, cuando pidiera cita con el ginecólogo, no iba a decir "quiero cita con el doctor X pero... ¿dónde estudió?", que ese ginecólogo le podría aconsejar el aborto... En fin, me dijo que él tenía más prisa que nadie porque, cuando llegaran esos momentos, él ya no estaría aquí.

Julio y yo tuvimos muchas conversaciones sobre los niños, pues él estaba preparado para morir, no tenía miedo de irse; pero sí tenía mucho miedo de dejarnos a mí con 41 años y a tres niños ya entrando en unas edades complicadas: 14, 11 y 9; le daba miedo, porque la sociedad me lo estaba poniendo muy difícil y me advirtió que no me rindiera; él me confiaba a mí la educación moral de sus hijos, pero a nadie más, ni a Zapatero, ni a Rajoy, ni a Aznar, ni al director de un colegio, sólo a mí, y me aseguró que tendría que luchar porque, aunque él estaba seguro de que ganaríamos, pensaba que éramos pocos y tardaríamos.

Julio Gómez Pastrana y Teresa AlvaA él, como he dicho antes, no le daba miedo morir porque creía en Dios y estaba preparado, pero le daba pánico no volver a ver a su hijos, que sus hijos no consiguieran ese cielo que el sí iba a conseguir. Julio me dijo que no parara, que él desde arriba me apoyaría, que no me diera miedo luchar sola (ya habrá visto el día 11, en el I Encuentro de Objetores de la provincia de Cádiz, que de sola nada).

Aprovecho ahora para contar a los que no lo saben cómo murió Julio. Como he comentado antes, los dolores eran permanentes, día y noche; me pedía que si alguna vez se le olvidaba ofrecerlo a Dios, yo se lo recordara, pero no hacía falta; él repetía una y otra vez "Señor, Tú sufriste más que yo". Todo esto iba unido a una asfixia agobiante, la última semana pedí a la doctora que lo ingresaran, mis hijos ya habían visto bastante y no quería que muriera con ellos en casa; lo ingresaron y el psicólogo del hospital aconsejó que llevara a los niños para que tuvieran una última vez (ingresó la mañana del 26 de marzo, el cumpleaños de nuestro hijo mayor, los tres se fueron al colegio y no les dejé verlo porque estaba mal, después llamé a la ambulancia; al salir de casa, sabía que él no volvería, yo tampoco he sido capaz de volver).

Pues así lo hice, llevé a los niños al hospital, Dios quiso que tuviera un momento de alivio para recibirlos; para mí fue uno de los días más duros de mi vida. Al mayor le dijo "Hijo, sé un hombre"; al segundo le dijo "Campeón" y a Marta le dijo "Cuida siempre a mamá". Julio no sabía que era el último día que los veía, pero yo sí, y fue muy muy duro. Cada día venían varios sacerdotes a verle, o el padre Mantara, o el del hospital o el de una parroquia de Jerez; Julio decía que no tenía miedo.

Cada momento era más duro, no quería ni una gota de sedación, quería sufrir todo lo que Dios le mandara, porque decía que él era el elegido para pasar por eso, que Dios no le mandaría lo que no pudiera soportar. La doctora me dijo que las enfermeras de la planta le habían reñido porque a un enfermo no se le permite pasar por eso, pero eso era lo que él quería. Para mí fue duro no dar mi consentimiento (que podría haberlo hecho), su última noche fue más tranquila que las demás, yo me metí en la cama con él para hacerle cosquillas, me dijo que me quería, yo también se lo decía a él.

Amaneció, llegó mi suegro, al que le dije que había sido una noche muy buena, yo no me iría a casa (no me apartaba de él ni un segundo), llamé a mi suegra y le dije que no viniera; mis cuñados trabajaban y les dije que si empeoraba yo les avisaría, pero fueron llegando todos. Julio y yo rezábamos el Rosario mientras que él se asfixiaba cada vez más. Yo no quería rezar, sólo quería despedirme de él, pero él seguía; yo me equivocaba de misterio, en vez de 10 avemarías a lo mejor rezaba 6, pero él siempre me corregía; toda la familia nos mirábamos como no dando crédito, en una mano llevaba una cruz que ha estado con él toda la enfermedad, y en la otra el Rosario con el que contabilizaba los misterios; yo, nerviosa, rezaba cada vez más rápido para terminar, pero él me reñía, siempre me decía que para rezar nunca hay que tener prisa; vino el sacerdote, pidió la unción de enfermos y también pidió comulgar.

Presentación de la plataforma Julio Gómez Pastrana (a la derecha de la imagen, su presidenta, Teresa Alva)

Presentación de la plataforma Julio Gómez Pastrana (a la derecha de la imagen, su presidenta, Teresa Alva)

El médico dijo que no comulgara, que se estaba asfixiando y no podía tragar y que lo tendrían que sedar porque eso no era humano, pero él seguía y, como era tan cabezota, le disolvieron un poco de Hostia y se la dieron con una jeringuilla. El médico me dijo que ya se estaba muriendo, que podían ser minutos, horas o un día entero y que era mejor dormirle, pero él gritaba: "No, no quiero". Y murió asfixiado delante de mí, con la cruz en una mano y el Rosario en la otra, no se despidió de mí ni de sus padres, que también estaban presentes; él ya estaba agarrado a su Padre, pero ahora sé que está con nosotros, ¿alguien duda de que él esté en el cielo?

A él, allá arriba, me lo imagino igual de cabezota que aquí abajo. Creo que la plataforma de El Puerto tiene nombre de santo, porque él murió en santidad total y estoy segura de que, desde el cielo, nos va a ayudar. Él me confió la educación de sus hijos, es lo único que me pidió y lucharé como él. Lo vamos a conseguir. NI UN PASO ATRÁS... Él, desde arriba, nos está ayudando. Ánimo y gracias a todos por la colaboración. Juntos podemos.

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Teresa Alva Núñez, esposa de Julio y presidenta honoraria de la Plataforma Julio Gómez Pastrana - Familias Objetoras del Puerto de Santa María.



Adopcion Espiritual

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