Rivanolito es el sobrenombre por el cual muchos conocen a este joven de 15 años en un gran hospital de Cuba. Se trata de un joven común y corriente, excepto por el detalle de su sobrenombre.
Ocurrió que la madre de este joven tenía más de 35 años de edad e hijos ya mayores cuando tuvo este embarazo. Por todo esto, y por la posibilidad de que el niño presentara alguna malformación congénita u otra anomalía como el Síndrome de Down, el médico aconsejó el aborto. Fue así que la madre decidió someterse al Rivanol, un método de interrupción tardía del embarazo que consiste en administrar a la embarazada, a través del cuello del útero mediante una sonda, una sustancia de color amarillo mostaza llamada Rivanol, la cual produce fuertes contracciones y provoca la expulsión del niño fuera del claustro materno. Con frecuencia este nace vivo y llorando.
Pero sucedió que el día que esta señora fue sometida al método, la enfermera habitual de esa sala no fue a trabajar y en su lugar se encontraba otra que no tenía experiencia en esta clase de trabajo. Fue así que cuando la enfermera vio que la mujer expulsó "el producto de la concepción" (que es como en ese medio se les llama a los niños abortados) y escuchó su llanto, no hizo lo habitual en estos casos, que es abandonar al niño para que por su inmadurez pulmonar muera rápidamente. Enternecida por su llanto, corrió con él en brazos al Departamento de Cuidados Intensivos de Neonatología donde, casualmente, se encontraba de guardia un médico pro vida que dio al niño el tratamiento adecuado.
Rivanolito es hoy un adolescente que asiste a la escuela secundaria, sólo padece asma en grado leve y continúa atendiéndose con el médico que le salvó de la muerte
ABORTO: Un millَon de muertos
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