España se ha convertido en un campo de pruebas para diversas ideologías radicales, también la de género. Hace unos días, Iñaki Gabilondo, en un tiempo dedicado a promocionar diariamente el Día del Orgullo Gay, traía a sus oyentes, que se cuentan por millones, la recensión de un libro cuyo nombre no puedo recordar y que he buscado, sin éxito, en el sitio web de la Cadena Ser. Según ese libro, los cambios sociales y de valores en España han sido espectaculares a favor del movimiento gay en pocos años. En ningún país se ha registrado un vuelco de opinión tan radical y rápido como en España sobre el pseudomatrimonio gay, por ejemplo.
En mi opinión, estos libros y la sociedad retratada por Iñaki Gabilondo o los medios de comunicación más influyentes en España no cuentan con los datos reales sino con las fórmulas más o menos artificiales de lo que se conoce por opinión pública. En nuestro país funciona con especial eficacia lo que se conoce como "espiral del silencio", un fenómeno social que todos hemos experimentado: rechazamos manifestar nuestras opiniones cuando suponemos que no serán bien acogidas. Esto, llevado al campo social y de unos medios de comunicación fuertemente intervenidos y con alta defición ideológica, hace que el debate sobre muchos temas no exista en nuestro país. No hay una exposición de posturas diferentes al pensamiento único y, cuando existe, se descarga un fuerte correctivo desde los medios y las instancias políticas, como hemos podido ver con el doctor Aquilino Polaino. Vergonzosamente, los propios responsables de llevar a Polaino al Senado, los políticos del PP, se rasgaban las vestiduras alejándose de su contacto como si estuviéramos hablando de un delincuente cuando es un experto hablando del tema del que más sabe por experiencia de miles de horas. Somos una nación con un pasado intransigente y esa instransigencia se sigue utilizando hoy por hoy.
Para sorpresa de propios y extraños, el pasado 18 de junio el Foro Español de la Familia logró reunir en Madrid a varios cientos de miles de ciudadanos que reclamaron, simplemente, que se les deje de atacar. Millones de españoles se sienten vapuleados por el Gobierno Zapatero, al ver que las únicas y más urgentes medidas sobre la familia han sido igualar el matrimonio a las uniones gays, facilitar la adopción de niños por parte de esas parejas, asfixiar más, si cabe, la libertad de enseñanza y hacer posible el divorcio sin causa. Todo esto en un país que no dedica apenas gasto social a la familia y con las tasas más bajas de natalidad del planeta.
Lo espectacular de la manifestación fue esto: grupos sociales sin un duro de apoyo público y con muy pocos medios de comunicación como caja de resonancia lograron hacerse con el prestigio, la notoriedad y el apoyo necesarios para lograr movilizar a un tipo de ciudadanos muy poco dados a salir a la calle.
El diario La Razón contabilizó así el esfuerzo material para organizar la manifestación: El 18-J se gestó en 50 días y con sólo 120.000 euros. A esto hay que añadir que el Foro Español de la Familia es una especie de coalición de asociaciones, unas conocidas y otras no, pero como tal coalición no es una entidad pública notoria ni con larga trayectoria pública. Los 120.000 euros fueron sufragados por las personas que asistimos a la manifestación: ni un céntimo de dinero público.
Tras el 18 de junio, si España fuera un país de madurez democrática, el primer ministro hubiera recibido a los representantes de esos cientos de miles de ciudadanos. Pero no ha sucedido. De modo que, a los pocos días y a través de Internet y SMS, con sólo cinco días de antelación, se convocan concentraciones en 16 ciudades de España a las que asisten el 29 de junio varios miles de personas. El día 30 se concentran en Madrid, para protestar por la ley de pseudomatrimonio gay, unas 10.000 personas, también convocadas a través del sitio web Hazteoir y los móviles. Estamos, efectivamente, ante Multitudes inteligentes. No por casualidad, los foros de Hazteoir fueron las auténticas mesas de organización. No he hablado personalmente con los organizadores pero, simplemente, con ver los hilos de los foros se ve que los planes, las ideas y los recursos iban surgiendo del análisis dialogado entre los participantes.
Lo que se llama la blogosfera también se hizo eco de la manifestación, así lo hicieron especialmente weblogs como Sí, sí. No, no, Alemania: economía y sociedad, Scriptor, Nauscopio y el mío propio, Internet Política. También sitios web como éste de Speropress. No se ha tratado sólo de hablar de la materialidad de la manifestación, sino de explicar, argumentar los valores que hay tras una postura que se ha querido disfrazar con el apelativo de "homófoba".
Por tanto, lo que cabe deducir de estos días de movilizaciones es que gracias a Internet y los móviles se puede estar abriendo una brecha en esa espiral del silencio. Una parte de la sociedad no acepta la imposición de pensamiento que se quiere dictar desde los medios de comunicación y los partidos y busca sus propios medios para mantener la comunicación. Lo ha conseguido, ha logrado movilizar a un número muy grande de personas con muy escasos recursos económicos, utilizando las redes sociales, actuando como emisor y receptor de información, "pasando" información sin actuar como mero consumidor pasivo de mensajes, dialogando en vez de imponiendo contenidos unilateralmente. Aunque sólo sea por eso, ha merecido la pena vivirlo.
Montse Doval, periodista y profesora en la Facultad de Comunicación en la Universidad de Vigo. Editora del blog Internetpolitica.com y especialista en la actualidad de las nuevas tecnologías de la comunicación. |
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